lunes, 27 de diciembre de 2010
YISEL, ÍNTIMAMENTE ELEGÍACA
Por Carlos Reyes
“Ya no sé si es que la vida es muy larga
y la muerte resulta corta.
O ¿será acaso que la vida
es muy corta y la muerte resulta larga?
Con estos versos filosóficos y cargados de desaliento se expresó Yisel del Carmen Arias Vargas en su libro Yo, íntima en treinta poemas elegíacos, publicado en diciembre de 2008.
Eran los suyos momentos de angustia permanente por la corrosión interna de su enfermedad, misma que no pudo nunca robarle la sonrisa y el ánimo de vivir. En su libro nos ha dejado el testimonio amargo y feliz del que ha vivido en carne propia el dolor de una pena que no le impide reír.
“Cerré mis ojos y me fui con el viento”. El 21 de diciembre Yisel cerró sus ojos y se nos fue con el viento, pero no lloremos, porque ella tal vez no se ha ido, si se ha ido con el viento es probable que esté enredada en los árboles, bailando la danza de la alegría valiente que la vida no pudo quitarle.
Yisel se queda en sus poemas, se queda en su casa, en la universidad y por último se queda en el camposanto convertida en una flor, símbolo de una nueva etapa en su vida: la de la pureza total.
No, no lloremos porque su vida haya parecido un mar de lágrimas repleto de peces salados, oremos en silencio, en la secreta oscuridad de nuestra alma, porque nos ha dejado el inigualable paradigma de la lucha sin cuartel por alcanzar una estrella.
Yisel no ha muerto, Yisel tan solo ha cerrado sus ojos y se ha ido con el viento.
Datos biográficos
Yisel del Carmen Arias Vargas nació en Mao, Valverde, el 29 de marzo del año 1982. Estudió Filosofía y Letras en el CURNO-UASD, donde se graduó magna Cum Laude. Actualmente estudiaba otra carrera en la misma universidad y se preparaba para realizar una maestría en lingüística. Había publicado el poemario Yo, íntima en treinta poemas elegíacos, y tenía casi listo otro libro. Fue entrevistada en el programa Zona 5 de la capital y en el programa Expectativa Cultural de Bergson Rosario, en Arcoiris Digital; también fue incluida en la antología Letras del Sol de Carlos Reyes. Murió el 21 de diciembre de 2010 en Santiago. Vivía en Cacique, Monción, provincia Santiago Rodríguez.
Todas las actividades que realizaba Yisel eran en medio del padecimiento, por su enfermedad; tenía que tomar muchos medicamentos costosos para sobrevivir. En varias ocasiones perdió la vista y volvía a recuperarla parcialmente; así, ciega, pudo escribir su libro de poemas.
Poema XXV
Soñé que el sol me iluminaba con su bella luz,
y que la luna me arrullaba con su maravilloso canto.
Soñé que mi existencia era blanca, mágica y eterna
como la tierna sonrisa de un niño
que caminaba alegre por la calle.
Soñé que las nubes eran de fresa
y que el cielo era un hermoso jardín
sembrado de margaritas y crisantemos.
Que mi voz era el susurro que emanaba del viento,
y que mi canto era una maravillosa
psicofonía de amor a la humanidad.
Soñé que la vida transcurría serena
en un eterno solsticio de verano,
que mi espejo era el mar, y que las olas
eran un torbellino de sueños y esperanzas para mi alma.
Que mi música era la lluvia que resbaló por la ventana
de mis recuerdos,
y que mi risa se confundía con el sonido del mar
y con el trinar de los pájaros que se posan
entre las rosas primaverales de los jardines de mi infancia.
Soñé que jugaba con el tiempo,
y que volaba al infinito a través de una mirada dulce
y eterna, que atrapaba el mundo con mis suaves
y delicadas manos,
y que era mariposa que abrió sus inmensas alas al sol.
¡Soñé, soñé, y soñé hasta perderme en mi mundo
de fantasías e ilusiones profundas, como el mar,
inmensas como el cielo, azules como la eternidad!
Soñé hasta encontrarme y reconocerme pura, casta y clara...
Hasta creerme mi propio sueño y perderme en él,
hasta convertirme en tu lluvia de estrellas
y duendes o en la flor que cortas cada mañana,
o en el beso que ansías cada noche de tus largos y tristes días...
Del libro Yo, íntima en treinta poemas elegíacos. Yisel del Carmen Arias Vargas. Editorial Somos Literatura, Santo Domingo, 2008. Páginas 112-113.
“Ya no sé si es que la vida es muy larga
y la muerte resulta corta.
O ¿será acaso que la vida
es muy corta y la muerte resulta larga?
Con estos versos filosóficos y cargados de desaliento se expresó Yisel del Carmen Arias Vargas en su libro Yo, íntima en treinta poemas elegíacos, publicado en diciembre de 2008.
Eran los suyos momentos de angustia permanente por la corrosión interna de su enfermedad, misma que no pudo nunca robarle la sonrisa y el ánimo de vivir. En su libro nos ha dejado el testimonio amargo y feliz del que ha vivido en carne propia el dolor de una pena que no le impide reír.
“Cerré mis ojos y me fui con el viento”. El 21 de diciembre Yisel cerró sus ojos y se nos fue con el viento, pero no lloremos, porque ella tal vez no se ha ido, si se ha ido con el viento es probable que esté enredada en los árboles, bailando la danza de la alegría valiente que la vida no pudo quitarle.
Yisel se queda en sus poemas, se queda en su casa, en la universidad y por último se queda en el camposanto convertida en una flor, símbolo de una nueva etapa en su vida: la de la pureza total.
No, no lloremos porque su vida haya parecido un mar de lágrimas repleto de peces salados, oremos en silencio, en la secreta oscuridad de nuestra alma, porque nos ha dejado el inigualable paradigma de la lucha sin cuartel por alcanzar una estrella.
Yisel no ha muerto, Yisel tan solo ha cerrado sus ojos y se ha ido con el viento.
Datos biográficos
Yisel del Carmen Arias Vargas nació en Mao, Valverde, el 29 de marzo del año 1982. Estudió Filosofía y Letras en el CURNO-UASD, donde se graduó magna Cum Laude. Actualmente estudiaba otra carrera en la misma universidad y se preparaba para realizar una maestría en lingüística. Había publicado el poemario Yo, íntima en treinta poemas elegíacos, y tenía casi listo otro libro. Fue entrevistada en el programa Zona 5 de la capital y en el programa Expectativa Cultural de Bergson Rosario, en Arcoiris Digital; también fue incluida en la antología Letras del Sol de Carlos Reyes. Murió el 21 de diciembre de 2010 en Santiago. Vivía en Cacique, Monción, provincia Santiago Rodríguez.
Todas las actividades que realizaba Yisel eran en medio del padecimiento, por su enfermedad; tenía que tomar muchos medicamentos costosos para sobrevivir. En varias ocasiones perdió la vista y volvía a recuperarla parcialmente; así, ciega, pudo escribir su libro de poemas.
Poema XXV
Soñé que el sol me iluminaba con su bella luz,
y que la luna me arrullaba con su maravilloso canto.
Soñé que mi existencia era blanca, mágica y eterna
como la tierna sonrisa de un niño
que caminaba alegre por la calle.
Soñé que las nubes eran de fresa
y que el cielo era un hermoso jardín
sembrado de margaritas y crisantemos.
Que mi voz era el susurro que emanaba del viento,
y que mi canto era una maravillosa
psicofonía de amor a la humanidad.
Soñé que la vida transcurría serena
en un eterno solsticio de verano,
que mi espejo era el mar, y que las olas
eran un torbellino de sueños y esperanzas para mi alma.
Que mi música era la lluvia que resbaló por la ventana
de mis recuerdos,
y que mi risa se confundía con el sonido del mar
y con el trinar de los pájaros que se posan
entre las rosas primaverales de los jardines de mi infancia.
Soñé que jugaba con el tiempo,
y que volaba al infinito a través de una mirada dulce
y eterna, que atrapaba el mundo con mis suaves
y delicadas manos,
y que era mariposa que abrió sus inmensas alas al sol.
¡Soñé, soñé, y soñé hasta perderme en mi mundo
de fantasías e ilusiones profundas, como el mar,
inmensas como el cielo, azules como la eternidad!
Soñé hasta encontrarme y reconocerme pura, casta y clara...
Hasta creerme mi propio sueño y perderme en él,
hasta convertirme en tu lluvia de estrellas
y duendes o en la flor que cortas cada mañana,
o en el beso que ansías cada noche de tus largos y tristes días...
Del libro Yo, íntima en treinta poemas elegíacos. Yisel del Carmen Arias Vargas. Editorial Somos Literatura, Santo Domingo, 2008. Páginas 112-113.
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¡Cuánta valentía y determinación la de Yisel!
ResponderBorrarHay en su vida y sus retos y la forma en que ella los enfrentó una lección para todos nosotros.
Dios la tiene hoy en su santa gloria, donde por fin se acabarán sus sufrimientos.
Está por fin en el lugar que en su poema soñó.
Gracias por el legado grande que nos dejó su breve vida, Yisel.
Isaías