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lunes, 7 de mayo de 2012

TERCER CAMINO

APENAS UN PRÉSTAMO
Por Lavinia del Villar

“Hijo es un ser que nos prestaron para un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos…”  José Saramago

Ludovino, mi segundo hijo, tenía menos de tres años cuando se perdió en el Aeropuerto Kennedy. En un descuido mío se fue detrás de una niña, y caminó sin que pudiéramos encontrarlo, más de un kilómetro dentro de las encrucijadas de los edificios que se unen indefinidamente en una terminal.

Autoridades del puerto, policías y amigos nos ayudaban a buscarlo en un mar de gente que iba y venía con la prisa que nos da el temor de perder el vuelo.

Después de más de dos horas de angustia y desesperación, recibimos la buena noticia de que una azafata lo había detenido cuando pretendía entrar, después de haber burlado todos los chequeos, a un avión que volaría hacia Francia donde la niña iba con su madre. Los pensamientos de lo que pudo haber sido y no fue, no me abandonaron por mucho tiempo, hasta el punto que a mi esposo se le ocurrió comprar una correíta de la que se usan para caminar los perritos, así lo amarrábamos por un brazo cuando íbamos a salir, y encargábamos a José Mauricio, el mayor, de llevar la encomienda.

Desde aquel día, con correíta o sin ella, no soltaba mis hijos ni un momento en la calle, porque el efecto postraumático de madre descuidada, no me dejaba paz. Juraba que mi deber de madre era agarrar con fuerza lo que era mío, y decidir yo, todo lo relativo a esas vidas que me pertenecían por el hecho de haberlas traído al mundo. Hasta que un día al cruzar una calle con Aurora, la más pequeña de mis hijos, que en esos momentos tendría unos doce años, me pidió que la soltara, diciéndome que por si no me había dado cuenta, “Ya crecí, mami…” Esas palabras que calaron bien hondo en mis adentros, significaron el comienzo de la lucha más difícil que libramos en la relación madre-hijo: Dejar ir el niño para dar paso primero al adolescente, y luego al adulto. Me di cuenta que normalmente consideramos nuestros hijos como una propiedad privada que no solo debemos formar y proteger, sino también controlar y manejar. Por eso frecuentemente nos referimos a ellos con expresiones como, “me lo vacunaron”, “me le dio viruela”, “se me quemó en Matemáticas”, “se me gradúa”, “se me casa”…, donde “me” es sinónimo de pertenencia.

Entendí entonces que Dios pone estas criaturas en nuestras manos, para que al mismo tiempo que las guiemos, aprendamos a ser mejores personas, y para que enseñándoles el camino del bien y del mal, encontremos nosotros el tercer camino. Comprendí también que Él quiere que aceptemos que los hijos no son nuestros, sino que son… apenas un préstamo.
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sábado, 5 de mayo de 2012

PARA CAVILAR

¿TENER O SER?
Por Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra y miembro fundador del Teléfono de la Esperanza

Podemos contemplar la vida como una larga carrera por poseer: tenemos casas, coches, cultura… hasta nos reservamos un lugar en el cementerio. Hablamos de “mi dentista”, “mi profesor”, “mi peluquero”. Es como si esos títulos de propiedad nos hicieran más fuertes, más importantes, incluso más felices. Por el contrario, si nos preocupamos por desarrollar nuestras capacidades (solidaridad, respeto al otro, valoración de uno mismo y de los demás, la creencia en el otro, etc.) entonces somos gente rara, que no sintoniza con la cultura del siglo XXI.

Más tarde, Fromm llegaría a la conclusión de que todo “tener” implica un “ser” y todo “ser” necesita un “tener” para existir. No podemos vivir sin unos mínimos recursos: comida, vestido, hábitat. Es lo que podemos llamar propiedad para uso. Esta propiedad si favorece el “ser” y posibilita un desarrollo y crecimiento psicológico del individuo, sin poner falsos cimientos, ni apoyarse en tierras movedizas como cuando lo que se pretende es tener más y más.

Pero también existe la propiedad no funcional donde la finalidad primaria y última es poseer, como trampolín para sentirse más seguro, libre e independiente o para mitigar otras carencias, como la falta de resortes para resolver los conflictos cotidianos. Este tipo de propiedad satisface las necesidades enfermizas provocadas y estimuladas por nuestra sociedad de consumo.

K. Horney señala que la dificultad de dar y recibir cariño, la falta de valoración de sí mismo y la agresividad son las caras invertidas del “ser”. Para compensar esas deficiencias el hombre moderno tiende a “poseer”. “Cuánto más tenga más me querrá la gente, más seguro me encontraré y no tendré que destruir al otro”. De esta forma el “tener” es un antídoto contra la infelicidad. En realidad, la seguridad que provoca la posesión es ficticia, pues no se cimienta en uno mismo sino en circunstancias externas; cuando éstas fallan, todo se viene a pique.

Lo sano estaría en la línea de saber “tener” para posibilitar el desarrollo de nuestras potencialidades. Así: el deportista incrementa sus cualidades físicas, el intelectual crece en su capacidad de saber y el obrero se perfecciona en su profesión. Podemos concluir que el afán normal de “tener” se vincula siempre al bienestar personal, familiar o a una idea científica o religiosa; en cambio, el afán neurótico se cimienta sobre la propia inseguridad, el sentimiento de inferioridad o la angustia de la envidia. En palabras de K. Horney podemos afirmar que “el afán normal de poderío nace de la fuerza; el neurótico de la debilidad”.

Se trata de favorecer la autoestima y la valoración que tienen los niños de sí mismos, a partir de sus propias capacidades del niño (honradez, solidaridad, generosidad, etc.) y no en lo que poseen o por sus resultados (las buenas notas). Así ayudaremos a que den valor a lo que verdaderamente lo tiene: el “ser”. Hay que primar el “ser”, sobre el “tener”, para que de adultos puedan disfrutar de forma correcta de su “tener”. De esta forma habrán conseguido unir los del término de la disyuntiva: ser-teniendo.

Lo importante no es la fachada, sino lo que está dentro. Debemos esforzarnos por robustecer en los más jóvenes lo que son, no lo que tienen. Así los valores de la solidaridad, el compromiso, la honradez, la tolerancia, por ejemplo, están por encima de poseer un coche último modelo o comprarse unas zapatillas de marca. Lo primero es lo esencial, lo segundo accidental.

El niño debe encontrar un clima donde se permita sentir y expresar hasta las emociones más perversas. Un buen lema sería: se permite sentir y expresarlo con la palabra. Por ejemplo, las vivencias agresivas no se pueden llevar a la práctica, pero sí se pueden expresar y contar.

También debe aprender que no es el ombligo del mundo. Las necesidades de los otros, y sus deseos, son el contrapunto de sus inclinaciones y proyectos. Ser adulto es tener en cuenta al otro y sus necesidades. La posición de “tener” está centrada en uno mismo. Gira en torno a las propias necesidades: primero yo, después yo y yo. Se trata entonces de vencer este narcisismo patológico que lleva al consumismo. Los instintos más negativos deben transformarse a través del arte, el deporte o la cultura. La felicidad es sinónimo de equilibrio con uno mismo y con el entorno. La felicidad se construye en el intento de armonizar las necesidades del propio yo con el universo. La felicidad es aceptar lo mucho o poco que somos o tenemos y sincronizarlo con las exigencias propias y externas.
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jueves, 3 de mayo de 2012

PARA CURAR EL ALMA

HAGAMOS DE HOY UN DÍA DE PAZ
Por Doris Rodríguez

Hoy es buen día para empezar a vivir y actuar con sinceridad, brindar tiempo de calidad, no de cantidad lleno de trivialidades.

Hoy es buen día para escuchar sin juzgar, decir lo que piensas, pero debes pensar lo que vas a decir.

Hoy es buen día para tratar con aprecio y ayudar a crecer a los que forman parte de tu entorno y arreglar disputas pacíficamente.

Hoy es buen día para revisar sentimientos, saber cuánto te quieres y cuanto quieres, para respetarte y respetar de acuerdo a los sentimientos hacia ti y los demás.

Hoy es buen día para estar en la mejor disposición de apoyar en las buenas y en las malas a quien lo necesita. Nunca sabemos la importancia de una palabra apropiada hasta no expresarla.

Hoy es buen día para recordar que cada persona es diferente y debemos dar lo que cada quien necesita y merece.

Hoy será mejor el día si alguien con frío te busca y puedes ofrecerle abrigo, si te busca con alegría es porque puedes darle una sonrisa.

Hoy será mejor el día si alguien con lágrimas te busca y le das consuelo, si alguien te entrega versos y le puedes poner música.

Hoy será mejor el día si alguien con dolor te busca y le ofreces remedio, si alguien con hambre te busca y puedes darle alimento… Recuerda: Si alguien con secretos te busca, es porque inspiras confianza.

Hoy es un buen día para ofrecer serenidad, en un camino de fe, confianza, con el amor de Dios guiando cada pensamiento lleno de luz.

Hoy es buen día para dejar penetrar, anidar, irradiar y difundir la paz y la armonía.

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viernes, 13 de abril de 2012

REFLEXIÓN

SEÑOR DAME
Por Doris Rodríguez

Señor dame tus manos para construir un castillo de fe
Señor dame tu voz porque yo también quiero alabarte
Señor déjame estar en tu pecho para poder respirar con tu aire
Señor dame tus ojos porque con ellos quiero aprender a mirar el mundo
Señor dame tu luz para recorrer el camino que me quede por andar
Señor cobíjame con tu sombra para que mis pasos lleven tu compañía

Amén
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lunes, 7 de noviembre de 2011

PARA CURAR EL ALMA

CAMINANDO HASTA LLEGAR AL DESTINO FINAL
Por Doris Rodríguez

La felicidad no depende de que todo sea fácil en la vida, es una cuestión de actitud ante las circunstancias que se presenta en el diario vivir. La felicidad es una semilla que se riega día a día, sacándole el mayor provecho a cada instante, cada detalle, a las simplezas de un minuto, a la belleza que nos regala el sol, la luna, las estrellas, el olor de la lluvia, la inmensidad de la fragancia de las flores, el aire fresco o la calidez del verano… Aprendamos a vivir con lo que ganamos de nuestro trabajo, lo que producen nuestras tierras… No podemos, no debemos seguir sufriendo por lo que queremos y no tenemos, es ahora donde hay que aprovechar lo que Dios nos entrega para seguir el camino.

El mundo actual vive una profunda crisis de fe, hay que afirmar también que el mundo vive una crisis de amor, pues sin fe es imposible amar… Sin amor es imposible comprender y asumir lo que somos y como debemos encaminar nuestras vidas por los senderos del bien, si queremos encontrar la felicidad comencemos por amar a los demás, lo que tenemos y disfrutar cada momento como si fuera el último instante de vida que nos quede ¿Te has puesto a pensar que solo te queda un minuto de vida y que ya no hay tiempo?... ¡Despierta! es ahora, luchemos por encontrar esa paz que siempre buscamos y aspiramos alcanzar hasta al final.

La vida es demasiado breve como para no aprovechar cada instante que el Universo nos ofrece, para disfrutar sus maravillas… Debemos aprender a vivir con los fracasos y los triunfos, las alegrías y las tristezas, con los sueños y las realidades. Debemos aprender a vivir en este maravilloso mundo que nos ha regalado Dios.

La vida será dura si la miramos al revés, será difícil si la miramos de lado, pero será tan fácil si la miramos de frente, sólo debemos aprender hacer los sueños realidad, amar, trabajar, respetar, dar, reír, cuidar, abrazar, ser solidario, generosos, disfrutar las bondades del universo, nunca perder la fe. Caminemos hasta llegar final, que no es más, lo que todos buscamos, encontrar la felicidad.
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miércoles, 18 de mayo de 2011

LETRAS AMARILLAS

Por Handry Santana

Maika es una de esas maestras de las que inspiran a sus alumnos dejándoles el aroma de su marca imborrable. Cabizbaja escribió con la tinta de un dolor que no me es ajeno, letras que tomé prestadas y comparto con ustedes:

“No estudié Educación por que la edad me apremiara o por ser la forma fácil de decorar mi hoja de vida. Era mi vocación, la influencia e ilusión firme de parecerme un poco a mis entrañables maestros que llenaron mi vida de conocimientos y me regalaron un modelo que su traje todavía no encuentra dueño. En la universidad aprendí estrategias, a comprender paradigmas, a crear mi futuro y el de otros: no hacer huelgas, a vestir de amarillo mis derechos, a sentirme como una tonta al enseñar con risibles métodos. Donde las horas sin docencia se pierden con voz de mis compañeros que reclaman un seguro médico.

Arrastro mis pies de dos décadas de ejercicio con un frugal alimento y con un porvenir incierto; mi cerebro debería pensar en nuevas estrategias para sacudir el alma de los jóvenes que miran desde sus asientos interrogantes por una esperanza que no poseo. La palabra vida es usada en la integración y convergencia de medios; pero dígame pueblo, nadie sabe que vive cuando sus necesidades básicas son una aventura y tiene que mendigarlas cada día, de lo que por derecho es dueño.

¿Dónde está Piaget y su teoría del desarrollo? ¿Cómo lo encuentro?, si la edad biológica no concuerda con el grado, ni con los pensamientos que inundan el alma de mis alumnos, al vivir una vida adulta, sin fantasía, ni sueños.

Ausubel y su aprendizaje significativo, se me perdió la forma de promoverlo. En mi estilo de enseñanza no poseo la forma correcta de contestarle cuando al clasificar la pirámide de los alimentos, no puedo llenar sus pancitas para borrar el hambre material y de conocimientos.

¿Qué significado tiene hablarles de higiene?, si al ir al baño el agua y jabón se ausentaron desde hace tiempo.
Se me olvida Vigotsky con su aprendizaje cultural: ¿cómo sociabilizar sus vida en un basurero de comportamientos?, donde la violencia es parte de su cotidianidad; mientras sus experiencias previas están bañadas de asaltos, pleitos entre pandillas, del progreso mal habido de unos cuantos y de las maniobras de muchos que usan la política como una compraventa para empeñar votos.

¿Cuáles herramientas tiene una profesora formada en tantas teorías para darles el pan de la enseñanza a estos maestros de la vida? Me avergüenza llamarme maestra”.

Esta reflexión fue escrita por mi hermana Maika Santana, Maestra de vocación desde los 18 años en la provincia Valverde.
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sábado, 20 de noviembre de 2010

REFLEXIÓN DE FIN DE SEMANA

Y si la hierba del campo… Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe? Mateo 6:30

EN BUSCA DE ARMONÍA
Por César Núñez Jáquez

En la vida todo está dispuesto para nuestro máximo bienestar desde el principio de la humanidad. Todo cuanto necesitamos está ahí para satisfacer nuestras necesidades esenciales. Es por esto que al despertarnos cada mañana es ya motivo para empezar el día dando gracias, el reto que tengamos que enfrentar no ha de ser obstáculo para disfrutar ese nuevo regalo de la vida.

Siempre y cuando hagamos nuestra parte debemos caminar confiados, aún cuando no veamos los resultados esperados de una vez pues debemos recordar la frase: “ayúdate que yo te ayudaré”. Por ejemplo si deseo otro empleo, ya que por cualquier razón entiendo debo cambiar el actual, no es que con pensarlo el otro llegará a mí, debemos tomar acción: preparar o actualizar nuestro currículo, efectuar búsquedas de empleo, en fin hacer nuestro esfuerzo y esperar confiados.

El aire nos he proporcionado, los rayos del sol, el agua e incluso los alimentos, tenemos quien nos quiere tanto que nos lo proporciona todo, nunca dudemos de su poder no importa la prueba que nos llegue, solo hagamos nuestra parte del trabajo, Él hará la otra.
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sábado, 6 de noviembre de 2010

REFLEXIÓN DE FIN DE SEMANA

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, yo os haré descansar.   San Mateo 11:28

EN BUSCA DE ARMONÍA
Por César Núñez Jáquez

¿Quién no se ha sentido agobiado cuando los acontecimientos no marchan de la mejor manera?, esos momentos en que decimos: pero bueno las cosas no están a mí favor.

En estas situaciones muchas veces acudimos en busca del sosiego, de la tranquilidad requerida en lugares equivocados, en los cuales ciertas veces logramos una distracción, más sin embargo no una solución para aquello que nos afecte. Si tenemos un desacuerdo con nuestra pareja, un conflicto con los padres o los hijos según sea el caso, inconvenientes en el trabajo, e inclusive si por una mala conducta nuestra cometemos un error; definitivamente que necesitamos solución no distracción.

Invocando al Padre logramos lo requerido para cualquier momento que nos toque enfrentar, pues como sabemos su poder todo lo puede; al nosotros vivir con esta conciencia de su grandeza vemos y disfrutamos su amor hacia nosotros.

Pongámoslo en perspectiva. ¿Qué padre que uno de sus hijos acuda a él con cualquier situación, hasta con la solicitud de algo que entiende necesita, no busca la manera de estar ahí para su hijo? Imaginemos entonces como reacciona el Creador, padre de todos y todo al recibir las solicitudes de sus hijos.

Sus brazos los mantiene abiertos para nosotros; ha dispuesto todo para nuestro bien. Por tanto, no busquemos en lugares equivocados. Con el Señor todo lo podemos, descansemos en sus brazos.
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sábado, 30 de octubre de 2010

REFLEXIÓN DEL DOMINGO

No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.   Hebreos 10:35-36

BUSCANDO ARMONÍA
Por César Núñez Jáquez

Si tenemos Fe, entonces confiamos. Sí reconocemos el poder ilimitado que proviene del Creador, debemos vivir con un alto grado de confianza en Él. Solo tenemos que reconocer su grandeza, aceptar que Dios posee el control absoluto.

He aquí la contradicción: decimos tener Fe, pero ante cualquier adversidad que se nos presente o que nosotros provoquemos, nos cunde el pánico. Es precisamente en estos momentos donde debemos demostrar nuestra confianza en ese poder intangible, es esto realmente lo que se nos requiere: creer en lo Supremo y, claro, actuar de la mejor manera siguiendo sus enseñanzas y veremos cómo su promesa se manifiesta. Pues en definitiva, sobre nuestros hombros no es depositada carga que no podamos soportar.

Hagamos nuestra Fe cada vez más fuerte, de igual forma cada día vivamos la presencia del Señor en cada uno de nosotros, confiemos cabalmente, pues siempre obtenemos fidelidad incondicional quienes de corazón pacientemente aguardamos lo prometido.
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domingo, 24 de octubre de 2010

LA AUTOSUFICIENCIA

REFLEXIÓN DEL DOMINGO
Gracias a Johnny Vargas (El otro negrito 'e Villa)

Uno de los grandes deseos del hombre moderno es el querer ser autosuficiente: una nación no quiere tener que depender de la buena voluntad y/o intereses particulares de las más poderosas; una familia no quiere que las demás de la vecindad la califiquen como “necesitada”; y un individuo no quiere que sus semejantes lo consideren “inferior”. Sin embargo, llegan momentos en los cuales cada nación, familia, e individuo tienen que admitir su dependencia y aceptar la ayuda de otros.

Infelizmente, es más fácil para el ser humano pedir a uno de sus semejantes que pedir a Dios. Dándose cuenta de este fenómeno, en 1863 el presidente de los Estados Unidos de América, Abraham Lincoln, escribió estas palabras: “Intoxicados con el éxito perpetuo, hemos llegado a ser autosuficientes, sin sentir la necesidad ni de la redención ni de la continua gracia del Señor. Somos tan orgullosos de nuestras hazañas que ni oramos al Dios que nos dio los talentos que tenemos”.

Es un día muy triste aquel en el cual al ser humano se le olvida cuál es la fuente de todo lo que éste es y todo lo que posee. Dios, el Creador y Dador de toda bendición, conoce los corazones y sabe si somos egoístas o no. Y aunque el hombre y la mujer pueden lograr mucho por los talentos que tienen, una cosa es muy cierta: nadie va a poder alcanzar la vida eterna sin la ayuda y gracia del autor de la misma. ¿Te has dado cuenta de tu dependencia en este aspecto? ¿Quién es el que te puede dar entrada al reino celestial? La respuesta es bien conocida; ahora depende de nuestra actitud al respecto.

Efesios 2:8-9
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
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jueves, 14 de octubre de 2010

EL PROCESO DE AFIRMACIÓN

Afirmación: actuar como si fuéramos... La autoestima no es más que la forma en que pensamos de nosotros mismos... si queremos levantar ciudadanos sanos y productivos debemos enseñar a nuestros jóvenes que una afirmación no es solamente un deseo, sino una frase de verdad por medio de la cual reclamamos el bien que es nuestro.

REFLEXIÓN
Por Lavinia del Villar

Uno de los mensajes que tomé de pequeña fue que debemos ser modestos. Por lo tanto, entendía que aceptar mis cualidades o virtudes resultaba desagradable, ya que las personas “creídas”, “orgullosas” o “echonas”, eran simplemente “pesadas”.

De manera que si alguien me decía: “¡Que linda estás!”, respondía con un: “No hombre, si mi pelo está tan feo…, si este vestido es más viejo que el rascar…, si estoy gorda… lo dices porque me quieres mucho… es que me ves con los ojos del alma…”

Si oía: “¡Qué inteligente eres!”, replicaba diciendo algo como: “¡Qué va! Eso fue una pega…, fue que me maté estudiando…, cometí muchos errores…, fue que tuve suerte…”

Como resultado de estas negaciones continuas, me privé de reconocer mis atributos y valores, y de alguna forma esto afectó la opinión que tenía de mi misma.

Cuando aprendí sobre el proceso de Afirmación, que es una herramienta poderosa para levantar la autoestima, me pareció atrevido pero a la vez interesante, la experiencia de aceptarnos, gustarnos y querernos como somos. A través de este proceso reconocemos, aceptamos y proclamamos sin modestia, las cualidades que poseemos, y también las que nos gustaría tener.

La temática responde al concepto de “actuar como si fuéramos” para llegar a serlo, ya que la meta de crear y repetir afirmaciones es “reprogramar” la mente reemplazando pensamientos negativos por positivos. Cambiamos formas de pensar autodestructivas por ideas constructivas, para formar hábitos mentales saludables.

La autoestima no es más que la forma en que pensamos de nosotros mismos. Si creemos que valemos, nuestra estima estará alta, nos sentiremos bien, y por ende funcionaremos mejor. Sin embargo, cuán alta o baja, fuerte o lastimada esté, depende de nuestras conjeturas en las diferentes etapas de nuestro desarrollo, y de la evaluación que hacemos de nosotros en el presente.

Desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte, encontraremos personas o situaciones que nos invalidan. Nuestros propios padres inconscientemente lo hicieron, -“Tú no sabes hacer eso, vete a jugar.” –“Te vas a lastimar, deja, yo lo hago.”, nos decían muchas veces cuando pretendíamos ayudar en alguna labor, y nosotros hacemos lo mismo con nuestros hijos. Los maestros también en ocasiones somos fuente de invalidación: - “Mira como fulano lo entendió, y tú no.” “¿Dónde tú estabas cuando yo expliqué eso?”Se ha comprobado que la baja autoestima es un factor constante en la delincuencia juvenil, uso de drogas, y abuso emocional, físico y/o sexual.

Por eso, enseñemos a nuestros jóvenes que una afirmación no es solamente un deseo, sino una frase de verdad por medio de la cual reclamamos el bien que es nuestro. Además, que es una forma de revisarnos constantemente para con valentía aceptar los regalos de Dios, y al mismo tiempo agradecer las cualidades innatas que poseemos, independientemente de dónde, y de quién hayamos nacido. Al afirmarnos reconocemos que nuestros atributos, encantos y talentos son exclusivos, y que debemos apreciarlos antes que otra persona lo haga.

Pensemos en grande acerca de nosotros mismos poniendo en práctica nuestras afirmaciones: Soy inteligente, soy bonito/a, soy creativo/a, soy sensual, soy capaz, soy importante, soy bondadoso/a… yo valgo… porque como dice una canción: “Serás del tamaño de tus pensamientos…”
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miércoles, 6 de octubre de 2010

LA GRAN DIFERENCIA

Cuando le decimos a una persona las cosas buenas que tiene o que hace, demostramos que podemos dar amor a nuestros semejantes a través de reconocimientos, y ayudamos, consciente o inconscientemente a levantar su autoestima.

REFLEXIÓN
Por Lavinia del Villar

A todos los seres humanos nos gusta, aunque lo neguemos, que nos digan cosas bonitas de nosotros; nos encanta que nos reconozcan nuestras obras; y apreciamos que nos feliciten por nuestros logros.

Elogiar, afirmar y reconocer son actos de generosidad que a menudo se usan en dos direcciones; a saber:

1) Existen personas que son lo suficientemente nobles para reconocer méritos ajenos, y nos elogian cuando lo merecemos: ¡Qué bien te ves!... ¡Muy buen trabajo!... ¡Eres muy amable!... ¡Qué bonito te quedó!...

2) Existen otras personas que conociendo nuestras debilidades, juegan con nuestro yo, y nos dicen cosas que queremos oír: ¡Te ves mejor que fulano!... ¡Lo haces mejor que mengano!... ¡Tú eres el único con quien se puede contar!... ¡Tú eres el mejor!...

Es posible que en los dos casos los elogios sean merecidos; sin embargo, la forma como se envía el mensaje de apreciación, tiene resultados muy diferentes en nuestra espiritualidad.

En el primer caso contribuímos a levantar la autoestima, en cambio en el segundo, estamos simplemente alimentando el ego.

Cuando le decimos a una persona las cosas buenas que tiene o que hace, demostramos que podemos dar amor a nuestros semejantes a través de reconocimientos, y ayudamos, consciente o inconscientemente a levantar su autoestima.

Cuando comparamos una persona con otra, entendemos que una de las dos va salir perdiendo; y cuando la que pierde no está presente, puede ser que sólo pretendamos alimentar el ego de la que ganó.

Levantar la autoestima es un regalo de amor que aporta al crecimiento emocional del individuo; alimentar el ego es una entrega que contribuye al engrandecimiento equivocado del ser humano.

Levantar nuestra autoestima nos da seguridad. Alimentar nuestro ego nos da grandiosidad. Esa es…
La Gran Diferencia.
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martes, 5 de octubre de 2010

DESVARÍO

Por Handry Santana

Respiro, inhalo. Voy llenando en cuatro momentos mis pulmones hasta saciar de oxígeno el estómago, descubriendo nuevos músculos. Sigo las instrucciones. Hablo con mis adentros, sostengo el aire que atrapé en un grave esfuerzo por sobrevivir a cuatro eternos segundos. Es un instante de largo placer. Se liberan las fibras ocultas de cada parte de mí.

Respiro, exhalo. Suelto sin sobresaltos una bocanada de vida retenida en mi pecho. Experimento alivio, he logrado escucharme por primera vez. Ramas de laurel cosquilleantes salen de mis oídos atentos, enredándose en mi cuello. Se convierten en el abrigo perfecto para esta mañana desnuda con tanta ropa encima.

Suben a su antojo peces de colores que juegan sobre mi lengua. Estoy poseída por el aroma del oxígeno ahogándome en la espuma de un idioma extraño que quiero hablar. Controlo la explosión desde el diafragma dormido, que ahora despierta vibrante en las cuerdas de mi voz.

Fueron purificadas las palabras, las de todos, y ahora retumban en la espalda del maestro. La sala se inundó con el fuego de esta nueva mirada, vivificada en los tonos distintos en los que muere el eco. Se rompe el momento, alguien llega tarde.

Los pies van de point a flex y braman de dolor; más yo no puedo sentirlos. He despegado las raíces del suelo, sin flotar, sin volar. Sigo en tierra. Solo respiro, inhalo, exhalo. Mi cabeza rueda, capturando mil fotografías en cada vuelta. Ahora anda sin dueño.

Cientos de hormigas caminan entre los poros, desplazándose en ritmos distintos sin excusas. Me sostengo en un péndulo. Transito desde la risa amplia hasta la sentida tristeza; hasta la inexplicable sensación de vacío de un rostro neutro.

Veo el “Lagarpez” con su enorme cola de escamas azules encumbrando sus alas en el centro del techo. Un híbrido poético entre un lagarto y un pez, que sale de las manchas del agua en las paredes. Se alimenta del silencio, adoptando formas extraordinarias que solo algunos pueden ver.

Hombros y brazos me abandonan, besando con quietud mis tobillos. Me estiro. Llueven naranjas sobre el vientre, rebotan como pelotas por todos lados. Se abre el suelo erupcionando los filamentos de horas de profundidad.

Respiro, me sumerjo en las heladas aguas del subconsciente, allí encuentro mis manos multicolores girando como trompo con la música del ventilador averiado. Regreso de un prolongado viaje en el aquí cercano.

Continúan mis compañeros atentos, mientras las clases de teatro siguen su rumbo. Hoy, aprendí a respirar. Mi voz lanza las palabras como burbujas claras y transparentes. Me incorporo al grupo terminando los ejercicios. Sonrío sin compartir el éxtasis. Ellos no se enterarán de cuánto disfruto respirar.
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miércoles, 29 de septiembre de 2010

VERDADERO 24/7

Dios verdaderamente está online a todo momento para nosotros: si sentimos algún peso, desasosiego, angustia; si lo que queremos es agradecerle; en fin, el servicio del Todopoderoso sí que es 24/7... 

EN BUSCA DE ARMONÍA
Por César Núñez Jáquez

Hace unos días necesitaba contactar un representante de servicio al cliente de cierta compañía, al encontrar el número telefónico que indicaba “servicio al cliente 24/7”, procedí a marcarlo, luego de seguir atentamente las indicaciones una tras otra… con la esperanza de llegar a hablar con un representante… ¡Oh sorpresa la mía! pues una grabación me indicaba que los mismos solo laboraban hasta las 10 pm, por lo que debía llamar luego y continuar aguardando por la solución de mi situación.

Siendo humanos, no me pareció raro que la promesa fuera falsa, no me molesté y decidí sacar enseñanzas de la experiencia…

Donde realmente somos atendidos 24/7 es cuando acudimos al Todopoderoso. Aquí incluso no necesitamos de ningún aparato, mucho menos ir buscando la opción que nos interesa. Lo único que requerimos es el deseo de entrar en contacto con Él, y listo, obtendremos lo requerido. Dios verdaderamente está online a todo momento para nosotros, por ende si sentimos algún peso, desasosiego, angustia; si lo que queremos es agradecerle, en fin, ante cualquier requerimiento nuestro al poder divino solo es cuestión de conectar con éste y listo, lo demás estará por llegar.

Reconozcamos y aceptemos su grandeza, su poder ilimitado y todo su bien recaerá sobre nosotros. Hagamos la prueba, contactémoslo y veremos cómo su grandeza actúa sin necesidad de pulsar opciones, pues desde antes de acudir a Él… ya sabe nuestras necesidades.

El todopoderoso sí que nos da servicio 24/7.
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martes, 28 de septiembre de 2010

EL TERCER CAMINO

Debería haber un camino que pudiéramos recorrer no sólo por alcanzar el cielo o por temor al infierno. Un camino que nos permitiera recuperarnos de nuestros errores y ser buenos por nosotros mismos. En mi andar por la senda de la conducta humana, pude comprobar que existe ese Tercer Camino que seguramente también nos lleva a Dios: El camino que atraviesa la pérdida para llegar a la luz.
 
No me mueve mi Dios para quererte/ el cielo que me tienes prometido/ ni me mueve el infierno tan temido/ para dejar por eso de ofenderte.   Sor Juana Inés de la Cruz

Por Lavinia del Villar

Tan pronto como adquirimos uso de razón nos enseñan a distinguir entre lo bueno y lo malo. Nos muestran que la vida tiene dos caminos a seguir:  El Camino del Bien y el Camino del Mal.

Si escogemos el Camino del Bien, seremos niños buenos, obedientes, respetuosos y responsables; nos convertiremos en hombres o mujeres productivos; encontraremos a Dios, y al final de nuestros días iremos al Cielo a disfrutar de una merecida gloria.

En cambio, si escogemos el Camino del Mal, nos convertiremos en niños malos, desobedientes y malcriados; seremos mañana hombres o mujeres miserables; Dios se enojará mucho con nosotros, y acabaremos en las llamas del Infierno. Si nos ponemos dichosos, y Dios nos da un chance, iremos al purgatorio, donde también nos quemaremos por un tiempo (quién sabe cuánto), hasta que purguemos nuestros pecados.

En esa formación nos dicen, que si por alguna circunstancia nos desviamos del Camino del Bien y caemos en el del Mal, debemos rectificar y volver rápidamente al del Bien.

Pareciera como si sólo con un pequeño brinco pudiéramos saltar de un camino a otro sin mayor esfuerzo. Así de fácil. Pero si nos quedamos en el del Mal, estamos en peligro, porque estamos en pecado. Deberíamos confesarnos y cumplir la penitencia, o de lo contrario no seremos perdonados por Dios.

En mis tiempos de niña, casi todo lo que me gustaba hacer era pecado:
_“Padre me acuso de decir una mala palabra, de decir una mentira, de envidiar los zapatos de mi amiga, de desviarme de la escuela sin permiso, de mirar mal a mi maestra, de desobedecer a doña Sila mi vecina, de faltar a misa un domingo, de reírme de un viejito, de escuchar un cuento indecente…”
¡Qué lucha para no quedarme en el Camino del Mal, cuando era tan fácil pecar!… ¡Qué remordimiento por haber ofendido a Dios, y qué miedo de ir al infierno si por casualidad me moría!…

Debería haber un camino que pudiéramos recorrer no sólo por alcanzar el cielo o por temor al infierno. Un camino que nos permitiera recuperarnos de nuestros errores y ser buenos por nosotros mismos.

En mi andar por la senda de la conducta humana, pude comprobar que existe ese Tercer Camino que seguramente también nos lleva a Dios: El camino que atraviesa la pérdida para llegar a la luz. El camino que nos conduce del placer al gozo. El camino que nos lleva de la locura a la sanidad. El camino que nos permite a través de la esperanza, renacer y ser mejores personas. El camino de la enmienda y el perdón. El camino de la recuperación.
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domingo, 19 de septiembre de 2010

SEAMOS AUTÉNTICOS… USEMOS NUESTRAS ARMAS

Seguir pautas, aprender de nuestros semejantes, desarrollar habilidades y crecer día a día, es alimentarnos de la vida. Imitar a los demás, apropiarnos de ideas ajenas, y querer ser como otros, es perder en parte nuestra identidad.

REFLEXIÓN
Por Lavinia del Villar

“Y Saúl vistió a David con sus ropas y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza. Y ciñó David su espada sobre sus vestidos y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba”.
1 SAMUEL 17:50

Cuenta la Biblia que David mató a Goliat.

Goliat era un guerrero gigantesco del ejército de los filisteos, que amenazaba con tomar el pueblo de Israel, si no aparecía un hombre de ese pueblo que se batiera con él.

En cambio David era un muchacho que pastoreaba ovejas y no tenía ninguna experiencia de guerra.

Todos en el pueblo temían a Goliat y huían de su presencia, por lo que David se propuso enfrentarlo.

Nadie confiaba en que David pudiera lograrlo, pero tanto insistió, que el rey Saúl le dió armadura y espada para que enfrentara al gigante.

David se dió cuenta que no sabía caminar con la armadura, y que no podría pelear con la espada. Esas no eran sus armas, porque su destreza era la honda. Así que abandonó armadura y espada, y de una pedrada mató a Goliat.

Cada uno de nosotros nace con armas propias. Desarrollamos cualidades únicas, y poseemos en nuestro cuerpo las herramientas que necesitamos para triunfar en la vida.

Cuando tratamos de triunfar con las armas de otros, nos privamos de nuestra innata cualidad de ser auténticos, y nos convertimos en la copia de los demás.

Seguir pautas, aprender de nuestros semejantes, desarrollar habilidades y crecer día a día, es alimentarnos de la vida.

Imitar a los demás, apropiarnos de ideas ajenas, y querer ser como otros, es perder en parte nuestra identidad.

Nuestra vida es un constante enfrentamiento con Goliat.

Goliat es ese pasado que nos destruye… ese sentimiento que nos daña… ese problema que nos aqueja… ese reto que nos preocupa… esa adicción que nos gobierna…

Enfrentémoslo con dignidad. Seamos como David.

Seamos auténticos…Usemos nuestras armas
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miércoles, 15 de septiembre de 2010

HOY

Si vivimos nuestro hoy con amor, podremos llenarlo con momentos agradables y bellos recuerdos. “Hoy” es nuestro reto; “hoy” es nuestro chance. Somos responsables de promover la alegría que deseamos sentir en nuestro corazón, y también de crear un ambiente de paz a nuestro alrededor.

REFLEXIÓN
Por Lavinia del Villar

“No hagas de tu cuerpo la tumba de tu alma.”
                                                                        Pitágoras

Cada día, desde su comienzo, tenemos suficientes motivos para sentirnos mal, y muchos más para sentirnos bien.

El hecho de tener que levantarnos cuando preferiríamos quedarnos un rato más en la cama; de tener que irnos al trabajo en vez de ir a un lugar más placentero; de entender que tenemos que luchar para sobrevivir; de pensar que nos vamos a encontrar con esa persona que no nos gusta; de reconocer que todavía no alcanzamos lo que anhelamos… podrían ser excelentes motivos para sentirnos desdichados.

Sin embargo, el hecho de disfrutar de otro día más de vida; de tener un trabajo; de gozar de la oportunidad de compartir con seres queridos; de sentir anhelos; de poder contar con alguien; de ser punto de apoyo para otros… podrían ser maravillosos motivos para sentirnos bendecidos.

Todo depende de la determinación que tomemos sobre cómo nos vamos a sentir, y de si estamos a favor o en contra de nuestra sanidad. Realmente la vida no es color de rosa, pero de ahí a ponerla negra, es una tragedia que sólo nosotros podemos crear.

“Hoy” es un día muy singular, simplemente porque es el día que nunca hemos vivido y el que nunca más volveremos a vivir. Que este día sea especial depende de nosotros, y que lo pasemos bien es nuestra decisión.

Si vivimos nuestro hoy con amor, podremos llenarlo con momentos agradables y bellos recuerdos. “Hoy” es nuestro reto; “hoy” es nuestro chance. Somos responsables de promover la alegría que deseamos sentir en nuestro corazón, y también de crear un ambiente de paz a nuestro alrededor. Depende de nosotros.

Lo que pasó ayer no lo podemos cambiar y lo que pasará mañana no lo podemos controlar. Así que, como buenos amigos de nosotros mismos… ¿qué les parece si "hoy" decidimos sentirnos bien?

Hoy puede ser un gran día – Serrat
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domingo, 5 de septiembre de 2010

¿Por qué no?

El abrazo transfiere energía, da estímulo emocional, y es una perfecta herramienta para enseñar a los niños la importancia de amarnos a pesar de nuestras diferencias.

REFLEXIÓN
Por Lavinia Del Villar

Últimamente hemos despedido de este mundo a varias personas muy queridas de nuestro pueblo, Mao. A veces, y parece pura coincidencia, se suceden los decesos, y vamos de una pena a otra, porque la ventaja de vivir en los pueblos es que prácticamente todos nos conocemos, si no directamente, por medio de un amigo o un familiar. Por eso sufrimos juntos las tristezas, y gozamos también juntos las alegrías. Cuando acompañamos los dolientes de los que parten, nos alineamos para abrazarlos, como una forma de demostrarles que lamentamos la pérdida y compartimos el dolor.

Damos y recibimos abrazos con cariño en esos momentos especiales. Aunque tenemos por costumbre saludarnos juntando nuestras caras a manera de beso a medio dar, realmente el contacto que reconforta es el abrazo, pero el abrazo de verdad, el abrazo abrazo, el abrazo sincero. Es maravilloso lo que un abrazo puede hacer. Puede alegrarte cuando estás triste, puede decir “Te quiero”, “No quiero que te vayas”, “Bienvenido a casa”, “Qué bueno que te veo”, “Siento lo que te pasa”, “Te perdono”, sin necesidad de palabras. Es muy cierto que no vamos a ir por las calles pidiendo abrazos, pero creo que en el hogar, en las escuelas, en las iglesias, instituciones, empresas, sociedades, etc. debiéramos instituir “El día de los abrazos”, que podría ser una vez al mes, o cada seis meses, o con la frecuencia que fuere necesaria.

Ya lo hicimos en la comunidad terapéutica donde trabajaba, y les aseguro que da resultados muy positivos, no sólo en el plano psicológico, sino también físico. En centros médicos se ha comprobado que el abrazo reduce el dolor, la tensión, la ansiedad y la depresión, y además aumenta el deseo de vivir.

El abrazo transfiere energía, da estímulo emocional, y es una perfecta herramienta para enseñar a los niños la importancia de amarnos a pesar de nuestras diferencias.

Lo bueno del abrazo es que es gratis, y que no podemos dar uno sin recibir otro. Así que, ¿por qué no?, abracémonos, no sólo en fechas especiales, sino cada vez que queramos decir “te quiero”, o simplemente “te necesito”.
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martes, 31 de agosto de 2010

HASTA LO QUE JESÚS PIENSA

“Señor yo no soy digna de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarla.”

Por Lavinia del Villar

Aquel día Líliam sintió deseos de ir a misa. Nunca había sido casada por la iglesia, y aunque había tenido marido, en esos momentos estaba soltera y sin compromisos. Cuando llegó la hora de la Eucaristía, una fuerza, que ella no se explica de donde vino, la impulsó a formarse en la fila de los que iban a comulgar. No recibía al Señor desde que era una jovencita, pero había llegado el día de invitarlo a entrar en su casa-cuerpo.

Estando allí, una señora de esas que de tanto participar en la iglesia, consideran que saben hasta lo que Jesús piensa, la agarró por un brazo, y muy sutilmente la sacó de la fila diciéndole: “Tú no puedes comulgar”.

Líliam, avergonzada y compungida, se sentó humildemente en el banco y no levantó la cabeza jamás, por temor a encontrarse con los ojos que, ella pensó, la estarían juzgando por su torpeza. Esperó que la misa terminara y salió con la certeza de que ella nunca sería digna de recibir a Dios, y efectivamente, jamás ha tenido la osadía de volver a entrar en esa fila.

Siempre me ha llamado la atención el mensaje de Jesús cuando instituyó la Eucaristía. Dicen las Escrituras, y lo repite el sacerdote cada vez que oficia misa, que aquel Jueves Santo, Jesús partió el pan y pasándolo a sus discípulos les dijo: “Tomad y comed TODOS de él, porque este es mi cuerpo…” No dijo, los que están libres de pecado…ni siquiera excluyó a Judas, que sabía lo había traicionado, dijo: “…comed TODOS…” Entonces, ¿quién tiene el poder de determinar el que puede o no recibir a Cristo? ¿Quién conoce el merecedor de participar en la cena del Señor? ¿Quién pone las condiciones, o decide por Jesús en que casa El quiere entrar?

Pienso que lo mismo pasó muchas veces cuando Él estuvo físicamente con nosotros. Cuando entró en la casa de Leví, un recaudador de impuestos, y se sentó a su mesa con él y otra gente de mala fama, los fariseos lo criticaron porque comía con recaudadores y pecadores, a lo que Jesús contestó: “No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar justos, sino pecadores”.

Creo que el confesar nuestros pecados no garantiza que somos dignos de recibir a Dios, sino por el contrario, que porque no somos dignos, acudimos a Él para que nos ayude a cambiar nuestra naturaleza pecadora, y para que nos fortalezca, nos purifique, y nos alimente con Su Gracia.

Para mí, la comunión es un pacto exclusivamente entre Jesús y yo.
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miércoles, 25 de agosto de 2010

DE ABUELOS Y NIETOS

Por Isaías Ferreira

A todos los abuelos que al prodigar amor incondicional a sus nietos contribuyen a fortalecer su auto estima.

El hechizo es instantáneo. Basta ver su carita saliendo del bultito azul o rosa, y, bajo el sombrerito que le cubre parte de ella, verlo luchar para acostumbrar sus ojitos abiertos a la cegadora luz; o, mientras duerme y respira pausadamente, sentir esas 7 u 8 libras de milagro descansar confiadas en tus brazos, para comprender que eres su presa. Pero, ¿acaso no sentimos lo mismo aquella vez que vimos a nuestros hijos por primera vez? ¿Por qué tanto alborozo ahora? Es cierto, sentimos algo similar al ser padres, pero ahora, lo que debe ser una continuación del amor a los hijos, se convierte inexplicablemente en una relación especial, con tonos de amor, de orgullo, de protección, de amistad y complicidad.

Si puedes ver a tus nietos con regularidad, es posible que seas persona vulnerable a ser cambiada para siempre por ellos. Lo primero que querrán esos “locos bajitos” es tratar de quedarse cada vez que te visiten; si se quedan, querrán dormir en tu cama, formando una barrera entre los abuelos… ¡ah, si en ocasiones muestran más cariño por un abuelo que por el otro, no te sientas mal: son unos manipuladores de primera! Otra cosa, es muy posible que quieran apoderarse de tu espacio y hasta cambiarte el nombre. En mi familia, Senovia se convirtió en Luli; Fernando en Chochón; Isaías se convirtió en Congo, y Julia en Titi; sólo para mencionar algunos casos, los que conozco de cerca.

Siempre oí hablar de esa relación especial entre abuelos y nietos, pero aunque recuerdo la dulzura y comprensión infinitas de un ángel con cabellera de plata llamado “mama Juana”, mi abuela paterna, siempre con una sonrisa comprensiva en sus labios, una galletita de leche en sus manos y un regazo amoroso para “añoñar” a sus nietos quienes nos desvivíamos por sentir esa mano de terciopelo que jugaba con nuestro pelo, nunca la comprendí a cabalidad hasta que no pasé por la experiencia. La pregunta clave es, ¿experimentan todos los abuelos sentimientos similares?

Sin el rigor de una encuesta científica, se me ocurrió consultar a familiares y amigos al respecto, a quienes hice estas preguntas: ¿cree usted que haya una relación especial entre abuelos y nietos? En caso de ser positivo, ¿a qué cree que se deba? Aunque todos los consultados creen que sí la hay, no todos coincidieron en lo que ellos creen sea la razón central de esa relación. Dejando a los psicólogos el por qué, me limitaré a presentar mis resultados, y que cada quien saque sus conclusiones.

Las respuestas que recibí van desde lo jocoso hasta lo filosófico. Entre las primeras hay quien dice que su relación con los nietos es especial; su razonamiento es que al saber que no siempre puede tenerlos consigo, cuando los nietos lo visitan aprovecha para “añoñarlos” y mal acostumbrarlos hasta la saciedad y entonces se los envía a “dar carpeta” a los padres (sus hijos), para que sufran lo mismo que sufrieron ellos (los abuelos) cuando aquellos crecían.

Hay quien considera el amor por los nietos infinito debido a un sistema matemático que él explica así: es el amor de los hijos elevado al amor de los nietos, que es como decir la continuación de los genes que comenzaran con nuestros propios abuelos, y mas allá; y que continuará con los biznietos, y más allá, pero que con los nietos, por ser la relación tan inmediata, se convierte en más que especial. Para otro de los entrevistados, quizás se deba a que por experiencia somos más reflexivos y al hecho de tener menos presión que cuando fuimos padres. Quizás vivir la paternidad por segunda vez nos permite apreciar facetas de la vida que no valoramos en su justeza la primera vez. Es como si quisiéramos aprovechar esa segunda oportunidad y concienzudamente tratar de no cometer los mismos errores que como padres cometimos, afirman otros.

“Algo sí te puedo asegurar”, me dijo uno de los abuelos entrevistados, serio y visiblemente emocionado al hablar: “nada me enternece más que ver a un bebé indefenso, aun no sea familia mía. Siempre que veo uno pienso, ¿qué sería de esa criaturita si le faltara apoyo? Y se aferra uno al suyo como queriendo ‘protegerlo’ de esa posibilidad”. Y añade el entrevistado, “además, ¿qué hacer, sino derretirse, cuando un nietecito te abre los bracitos y te dice te quiero mucho, o cuando te agarra tu cara con sus dos manitas y te acerca hacia sí para juntar las frentes… o cuando dormido a tu lado se voltea y te echa un bracito encima como si te estuviera abrazando? Es imposible poder expresarlo con palabras”.

Para uno de los abuelos, la llegada de un nieto nos pone en contacto con nuestra propia mortalidad. Según él, “comienza uno a hacer cálculos: cuando él o ella tenga tantos años, yo tendré tantos… y no es raro que comencemos a cuidar la salud para aumentar las posibilidades de estar allí cuando ese niño o niña se gradúe o cuando se case; y las pastillas que antes detestabas, ahora te las tomas porque hay una motivación”. Otro de los abuelos me confiesa que, por el contrario, “realmente, nunca me ha pasado por la mente la posibilidad de morir mientras juego con mi nieto. Tampoco me siento viejo. Creo que sólo me he dedicado a disfrutarlo, a darle cariño y a demostrarle que él es importante; no obstante, por ese mismo amor que le tengo, cuando debo disciplinarlo lo hago con firmeza”.

Como se puede apreciar, existen tantas opiniones respecto a los nietos como existen abuelos.

Aunque no forman parte de los entrevistados, he oído a algunos expresar su miedo a acercarse y encariñarse muy profundamente con los nietos, porque en cierto modo, no son su responsabilidad y quieren dar espacio a los padres para que ejerzan su autoridad sin cortapisas. Los abuelos somos pésimos “criadores”, agrega. Hay otros que categóricamente dicen no estar dispuestos a criar de nuevo.

Otros se burlan de los abuelos que se convierten en “monos”, según afirman, para hacerles gracia a los chiquitos, llegando incluso algunos a catalogar de “babosos” a los abuelos que demuestran cierta debilidad en ese sentido. Aun otros están excluidos de esa experiencia porque a lo mejor los nietos viven lejos y tienen poco contacto con ellos. Pero, cualquiera que sea la circunstancia u opinión, parece ser que la experiencia de los abuelos entrevistados corrobora lo que se ha dicho siempre: entre abuelos y nietos hay una conexión especial que no todos podemos explicar.

Por mi parte, creo que Juan Javier, Sylvia Julissa e Isaías Ivanhoe, II, me han hecho un mejor y más reflexivo ser humano por lo que los amo con devoción y no dejo de alabar la hora y el día en que llegaron a mi vida. Para mí, ser abuelo es un papel en el que me siento muy a gusto… ¡y dichoso, por la oportunidad de estar cerca de ellos, de poder dar ese paseo anual en otoño en que el parque es todo nuestro y nos revolcamos en las hojas caídas como los "chiquillos que somos", de ir a la biblioteca juntos, de gozar sus pasatiempos en veladas y deportes, de compartir vivencias!
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