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sábado, 10 de diciembre de 2011
A PROPÓSITO DE...
Cumplirse un año de la muerte de Tío Fello
GRANDEZA EN LA HUMILDAD
Fernando Ferreira Azcona
Cuando Tío Fello se durmió en la Paz del Señor, estuve tentado a escribir un artículo en su honor y con este mismo título. Pero, pensé que en ese momento ya se habían dicho tantas cosas sobre él, que sería “llover sobre mojado”.
Sin embargo, al cumplirse un año de que Tío Fello nos dejara y ver el comentario editorial de MEEC con este motivo, de leer de nuevo la preciosa y emotiva carta que su hija (mi prima) Gisela le escribiera con motivo de su partida a la morada eterna, y los diecisiete comentarios generados por esta misiva, he retomado la idea y también he decidido ponerla en práctica.
¿Cuántos de nosotros, hombres de carne y hueso, tratamos por todos los medios de sobresalir, de ser los primeros, de ganar preponderancia con nuestros hechos? ¿Cuántos de nosotros nos esforzamos por no pasar desapercibidos? ¡Con cuanta frecuencia vemos a “prestantes personalidades” cacarear los más nimios de sus “hechos bondadosos” para ganar prestancia! ¡A cuantos se nos sale el ego por la boca, cuando nos desgañitamos tratando de distinguirnos o que se nos distinga!
Y a pesar de este esfuerzo sobrehumano, la mayoría “pasamos por la vida, sin saber que pasamos”.
Sin embargo, ¡Qué grande fue Tío Fello en su humildad, en “su pequeñez”! Cuenta Gisela en la correspondencia que nos ocupa, y citamos, “Nunca aprendiste a leer, ni a escribir”. Asimismo, señala que el único medio de transporte que poseyó fue un burro (para ir al conuco, agrego yo) y que nunca aprendió a montar bicicleta…
Entonces, es válido preguntarse ¿Cómo es posible que una persona analfabeta, que no poseía un Cadillac, o un Porsche, o un Masserati de último modelo, que nunca se propuso descollar, no pasara desapercibida? ¿A qué se debe que su desaparición física de este mundo, generara la mayor cantidad de comentarios que cualquier otro artículo o noticia aparecida en MEEC?
Yo me aventuraría a dar algunas respuestas a las preguntas que anteceden: Tío Fello TODO lo hacía por amor. Tío Fello lo daba todo, “hasta que doliera”, como decía Teresa de Calcuta, sin esperar recompensa.
Hay que sentir mucho amor por el prójimo para abrir las entrañas de la tierra, abonarla con el sudor copioso de su frente, con paciencia y perseverancia esperar por el fruto de su trabajo, para luego echarse un saco lleno de plátanos al hombro, desde Sabana Grande hasta Mao, y luego compartirlo con sus vecinos. Y créanme, en su casa, no sobraba la comida…
Tío Fello predicaba con su ejemplo. “Mi hija, es tan ladrón aquel que roba un centavo como el que roba un millón de pesos. Al final, la intención de robar es lo que hace al ladrón; no la cantidad robada”. Esta cita retrata de cuerpo entero su acrisolada honradez. Estoy seguro, que él escogería pasar hambre junto a su familia, que tocar lo ajeno. Él vivió fiel a sus principios, y, con su inteligencia innata, supo trasmitirlos a su descendencia e influir con su testimonio de vida y sabios consejos en los amigos y compañeros de sus hijos. Y, ni hablar de su influencia en nosotros, sus sobrinos.
Pasear a sus hijas y a su sobrina Rochy, él a pies y ellas montadas en su flamante burro, no es sino otra forma de expresión de amor y muestra de su innegable vocación de servicio. Hay que ser un padre muy amoroso, para llegar a casa muerto de cansancio, después de una larga jornada agrícola y estar en la disposición de complacer estos “antojos” de sus seres queridos… ¡Pero, así era Tío Fello!
Pero, además, Tío Fello tenía la más sonora y espontánea de las carcajadas. Me parece estarla escuchando en estos momentos. Tenía un sentido del humor a “flor de labios”. Si yo hubiese estado seguro de encontrar una audiencia formada por muchos “Tíos Fellos”, ¡me hubiera convertido en humorista! ¿Cómo se hacía para reír con tantas ganas y con tanta facilidad, a pesar de sus vicisitudes? Cuando él nos hacía un chiste, era difícil entenderlo, porque él se reía y disfrutaba el cuento más que nosotros.
¡Qué bueno es haber tenido a Tío Fello como ejemplo viviente! ¡Qué dicha poder recordarlo destacando sus atributos de ciudadano íntegro, intachable!
Gracias, Tío Fello por enseñarnos que la pobreza no es excusa para delinquir, ni para vivir amargado.
Pero, sobre todo, ¡gracias Señor por habernos dado a Tío Fello! Yo estoy convencido de que cuando lo llamaste de este mundo, Tú necesitabas de un excelente y experimentado trabajador que cuidara de tu Jardín.
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GRANDEZA EN LA HUMILDAD
Fernando Ferreira Azcona
Cuando Tío Fello se durmió en la Paz del Señor, estuve tentado a escribir un artículo en su honor y con este mismo título. Pero, pensé que en ese momento ya se habían dicho tantas cosas sobre él, que sería “llover sobre mojado”.
Sin embargo, al cumplirse un año de que Tío Fello nos dejara y ver el comentario editorial de MEEC con este motivo, de leer de nuevo la preciosa y emotiva carta que su hija (mi prima) Gisela le escribiera con motivo de su partida a la morada eterna, y los diecisiete comentarios generados por esta misiva, he retomado la idea y también he decidido ponerla en práctica.
¿Cuántos de nosotros, hombres de carne y hueso, tratamos por todos los medios de sobresalir, de ser los primeros, de ganar preponderancia con nuestros hechos? ¿Cuántos de nosotros nos esforzamos por no pasar desapercibidos? ¡Con cuanta frecuencia vemos a “prestantes personalidades” cacarear los más nimios de sus “hechos bondadosos” para ganar prestancia! ¡A cuantos se nos sale el ego por la boca, cuando nos desgañitamos tratando de distinguirnos o que se nos distinga!
Y a pesar de este esfuerzo sobrehumano, la mayoría “pasamos por la vida, sin saber que pasamos”.
Sin embargo, ¡Qué grande fue Tío Fello en su humildad, en “su pequeñez”! Cuenta Gisela en la correspondencia que nos ocupa, y citamos, “Nunca aprendiste a leer, ni a escribir”. Asimismo, señala que el único medio de transporte que poseyó fue un burro (para ir al conuco, agrego yo) y que nunca aprendió a montar bicicleta…
Entonces, es válido preguntarse ¿Cómo es posible que una persona analfabeta, que no poseía un Cadillac, o un Porsche, o un Masserati de último modelo, que nunca se propuso descollar, no pasara desapercibida? ¿A qué se debe que su desaparición física de este mundo, generara la mayor cantidad de comentarios que cualquier otro artículo o noticia aparecida en MEEC?
Yo me aventuraría a dar algunas respuestas a las preguntas que anteceden: Tío Fello TODO lo hacía por amor. Tío Fello lo daba todo, “hasta que doliera”, como decía Teresa de Calcuta, sin esperar recompensa.
Hay que sentir mucho amor por el prójimo para abrir las entrañas de la tierra, abonarla con el sudor copioso de su frente, con paciencia y perseverancia esperar por el fruto de su trabajo, para luego echarse un saco lleno de plátanos al hombro, desde Sabana Grande hasta Mao, y luego compartirlo con sus vecinos. Y créanme, en su casa, no sobraba la comida…
Tío Fello predicaba con su ejemplo. “Mi hija, es tan ladrón aquel que roba un centavo como el que roba un millón de pesos. Al final, la intención de robar es lo que hace al ladrón; no la cantidad robada”. Esta cita retrata de cuerpo entero su acrisolada honradez. Estoy seguro, que él escogería pasar hambre junto a su familia, que tocar lo ajeno. Él vivió fiel a sus principios, y, con su inteligencia innata, supo trasmitirlos a su descendencia e influir con su testimonio de vida y sabios consejos en los amigos y compañeros de sus hijos. Y, ni hablar de su influencia en nosotros, sus sobrinos.
Pasear a sus hijas y a su sobrina Rochy, él a pies y ellas montadas en su flamante burro, no es sino otra forma de expresión de amor y muestra de su innegable vocación de servicio. Hay que ser un padre muy amoroso, para llegar a casa muerto de cansancio, después de una larga jornada agrícola y estar en la disposición de complacer estos “antojos” de sus seres queridos… ¡Pero, así era Tío Fello!
Pero, además, Tío Fello tenía la más sonora y espontánea de las carcajadas. Me parece estarla escuchando en estos momentos. Tenía un sentido del humor a “flor de labios”. Si yo hubiese estado seguro de encontrar una audiencia formada por muchos “Tíos Fellos”, ¡me hubiera convertido en humorista! ¿Cómo se hacía para reír con tantas ganas y con tanta facilidad, a pesar de sus vicisitudes? Cuando él nos hacía un chiste, era difícil entenderlo, porque él se reía y disfrutaba el cuento más que nosotros.
¡Qué bueno es haber tenido a Tío Fello como ejemplo viviente! ¡Qué dicha poder recordarlo destacando sus atributos de ciudadano íntegro, intachable!
Gracias, Tío Fello por enseñarnos que la pobreza no es excusa para delinquir, ni para vivir amargado.
Pero, sobre todo, ¡gracias Señor por habernos dado a Tío Fello! Yo estoy convencido de que cuando lo llamaste de este mundo, Tú necesitabas de un excelente y experimentado trabajador que cuidara de tu Jardín.
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Fernan Ferreira,
Tío Fello
lunes, 13 de diciembre de 2010
LOS 9 DÍAS DE TÍO FELLO
9 DÍAS YA HAN PASADO
Relacionado: MURIÓ TÍO FELLO
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Tío Fello y su queridísima Mónica en uno de sus miles de momentos felices
Aquí estamos hoy reunidos; 9 días ya han pasado desde que Fello físicamente dejara de ser visible entre nosotros. Hermanos, Mami, sobrinos, familia, amigos todos, solo visiblemente porque él siempre ha estado y estará con nosotros.Aquí estamos reunidos con Dios, ante Dios para honrar su memoria. Ante todo, en nombre de Fello , Mónica y todos sus hijos y nietos, GRACIAS de nuevo a cada uno de los presente y a los ausentes que como Genny, Jorge y yo nos unimos en oración y espíritu hoy, cada día que siguió desde su partida y cada día que seguirá en lo adelante. A los vecinos, que son también familia, GRACIAS por su apoyo incondicional, a todo quien honró a Papi con una flor, una taza de café o simplemente una sincera condolencia a nosotros.
Gracias enormes a Isaías Ferreira por sus elocuentes palabras para nuestro querido Fello al rendirle tributo en “Mao en el Corazón” (MEEC). Gracias Isaías, eres un verdadero Príncipe, como te puso mi querido hermano Joselito en sus días en la Tertulia. Gracias también a todos quienes visitaron el blog Mao en el Corazón y dejaron sus condolencias y tributo emotivo a Fello. A todos, gracias por sus anécdotas que nos llegaron profundas al corazón.
Fello, como sabrás no han pasado muchos acontecimientos desde tu partida. Lo único que los Yankees de New York finalmente llegaron a un acuerdo con Jeter y él seguirá en el equipo hasta el final de su carrera. ¡A lo mejor y nos agarramos otro anillo el próximo año y ganamos nuevamente la Serie Mundial! Extrañaré mi complicidad contigo en esos juegos finales, y tú seguro extrañarás las peleas con Luimi ya que él siempre lleva la contraria a nuestros queridos YANKEES.
Te cuento también que a tu partida se movió el viejo y el nuevo continente para expresar su pesar. ¡Qué orgullo viejo! ¡Cómo se te ha querido! Desde el rincón escondido del Rubio que te vio nacer hasta lugares como Madrid, Francia, Carolina del Norte, Pennsylvania, New Jersey, Massachusetts, mi adorado New York, Miami, por mencionar algunos se oyeron ecos de pesar por tu partida.
Ahora debo contarles a los presentes de tu travesía y cómo han ido las cosas para ti por allá donde estás:
A Fior y Rafelito quieres darles las gracias por el gallinero que te hicieron en su patio, que no estén tristes. Que ese gallinero te llenó de vida en la tierra y que allá en el cielo tienes el mejor de los gallineros. ¡Hasta te re-encontraste con mi pollito Coti! Tío Eduardo y Tío Fillico están felices junto a ti y se ayudan entre sí en el gallinero.
¡Ah, ya volviste a relajar con Tío Eduardo! y se oyen repetir sus cuentos de antaño “Puerca empapacotá, quien te empapacotó, el que te empapacotó que buen empapacotador sería”.
¡Oh, y lo que suponía! Celebraron con un buen Mangú tu llegada, Tía Taraza como siempre aportó la leche de “compaña”, Tía Nena recogió los huevos del gallinero, Tía Celeste y Margot se encargaron de preparar el mangú; mamá Luisa aportó la manteca para darle sabor y de seguro se puso loca de alegría al verte. Tías Juana y Lola te acariciaron con dulzura y después ¡qué comelona se tiraron!, hasta el Viejo Titila aportó su buen queso de piloto para representar los vecinos que con gran alegría te recibieron. Desde Faelo, Bienvenido, el viejo Francisco, Zeneida hasta Salomón Zaglul que de seguro te dará unas buenas clases de finanzas. Se oían a lo lejos el ring ring de los timbrados de Blanco Peña y sus bicicletas.
Me has dicho que le diga a Fernan que hay mangos Mameyitos en Bruto y buenos. Y que allá arriba la cañada de Tía Lola no da miedo, que te hicieron siempre muy feliz sus afectos para contigo y la Rusa Mónica.
A Carmen, que sea feliz, que los momentos son cortos; ya a ti te los hizo bien largos con su amor, devoción y cuidados de hija. Que no se preocupe por ti, que eres muy feliz donde ahora estás, que no sabes de problemas, de angustias y que ni el saco de plátanos a tus costados pesa. A todos nosotros: a Mami, tus hijos y nietos que nos quieres siempre dónde estés; que estemos siempre pendientes del paso que damos al frente. Hay que fijarse en el camino y con quien lo caminamos. Que tú siempre estarás al pendiente pero últimamente somos cada uno de nosotros los Arquitectos de Nuestro Propio Destino, como nos recordara el más grande de los maestros, tu entrañable Manuel Torres Ferreira (Manuelito), que segura estoy está hoy recordándote.
A tu picola Rochy, a Chachy, Carolina, Lily, Leanni, que donde estés les echas la bendición siempre y que todas te hicimos muy feliz con nuestras travesuras de niñas, siempre comandadas por Rochy. Que has recordado como todas las Navidades me llevabas a dar la vuelta a la Manzana para que el Niño Jesús pudiera entrar y dejarme los juegos. Como todos los años al amanecer, no había tal juego. Tu siempre decías, mi hijita seguro que los camellos tenían sed y solo les dio tiempo a pararse donde Taraza y Norman; ahí seguro sí te dejaron algo. Sabías que podías contar con tía Taraza y Lucía para que te cubrieran tus carencias. ¡Te duró el encanto hasta que Rochy se hizo dormida y en una de sus tantas descubrió que Norman y Lucía eran el niño Jesús! ¡Desde luego que corrió a decírmelo! Yo de tonta lloré mucho y tú solo decías, “¡Qué picola esa!”
Y al hablar de esto, ahora que se acerca la Navidad, tu mensaje para todos es que te recuerden con alegría, no llanto, no tristezas. Te fuiste con el deber cumplido, nos toca a nosotros continuar la tarea, de honestidad, de entereza, de amor infinito a la familia y los amigos. Al final es el único tesoro conque llegamos a la última morada. Nada más cabe.
Como escribió alguien de Fello en MEEC, su pobreza, fue su gran RIQUEZA.
Que al disfrutar todos lo mucho o poco que tenemos, lo hagamos con la certeza de que al final del camino el cariño verdadero es lo que cuenta.
¡Solo los privilegiados pueden recoger mangos Mameyitos, y comer un buen gajo de caña al llegar al cielo!
¡Gracias a todos! A esta “paiba” de gente que han estado al lado de mi Familia, presente y a distancia. ¡RECUERDEN QUE SIEMPRE LES QUERRÉ EN BRUTO! (Fello)
Un fuertísimo abrazo.
De Gisela, en nombre de Mónica, Fior, Luis Miguel, Carmen, Rafael, Joselito y Genny, y todos los nietos y nietas.
New York, 12/13/2010 Siga leyendo...
lunes, 6 de diciembre de 2010
MURIÓ TÍO FELLO
Relacionado: LOS 9 DÍAS DE TÍO FELLO
Tío Fello, Mónica, su esposa, y Gisela, su hija
Murió el sábado 4 de diciembre 2010 el Sr. Rafael Azcona, mejor conocido como Fello. Era Tío Fello para sus docenas de sobrinos, esposo para Mónica, papá para Fior, Luis Miguel, Carmen, Rafael, Joselito, Gisela y Genny, y abuelo para una legión de nietos. Pero, don Fello era más, mucho más: mas que nada era un ser humano único, súper bueno, de esos tan buenos que no hay exageración cuando se dice que era casi un santo.Gisela, aun dentro de su dolor inmenso, escribió la carta que sigue a continuación, la cual fue leída en el velorio de su padre. Es un testimonio de amor, de ternura, de orgullo, de respeto, de admiración a su integridad y dignidad, de confianza, lleno de humor, de amistad y de gratitud al padre amado.
Querido Viejo,
Desde el día de Acción de Gracias aquí en Los Estados Unidos, esta Gran Nación que se ha vuelto también mi Patria y la de Genny, hemos tenido el Corazón adolorido por la incertidumbre, la distancia y el presagio de un final que ya estaba cerca. Pero más dolor sentíamos al saberte sufrir, al saber que ya tu mente navegaba por espacios infinitos donde ya no podríamos alcanzarte. Desde entonces te recuerdo todo el día y aunque las lágrimas y el dolor me han invadido, me empeñé en recordar los mejores momentos vividos.
Scott, al verme llorar me recordó que no debía atormentarme por las cosas que yo no llegué a proporcionarte y que a veces me llenan de culpas. Que tu GRANDEZA no es medida por las cosas que tuviste o no llegaste a tener; tu Grandeza estuvo en la nobleza de tu Corazón, en tu pulcritud, tu honestidad inquebrantable, en la familia que junto a mami levantaste a puro lomo.
De ti, que nunca supiste leer y escribir, aprendimos lo mejor para encaminarnos en la vida; de tu sabiduría innata. Grabado se quedó por siempre en mi memoria aquello que me dijiste un día: “mi hija es tan ladrón aquel que roba un centavo como el que roba un millón de pesos. Al final, la intención de robar es lo que hace al ladrón; no la cantidad robada”.
Desde niña, siempre fuiste mi héroe, no tenías capa y espada, pero tus piernas que siempre fueron mías, eran mi caballo de acero y al sentarme en ellas siempre tuve la certeza de saberme protegida, querida infinitamente.
¿Cómo olvidar mi felicidad al divisarte a lo lejos cuando llegabas en el único vehículo que alguna vez poseíste, “tu burro”, que era el burro del barrio? Como me recordara Rafael recientemente, los únicos vehículos del barrio cuando niños fueron el Viejo Chevrolet de Neno, tu burro y por supuesto la Vespa de Blanco Peña. ¿Cómo olvidar que aunque te faltó dinero para comprarme un perro de raza, me hiciste muy feliz con lo único que pudiste darme de mascota, mi pollito Coti? Joselito y yo lo quisimos tanto que nunca permitimos que mami lo sirviera de comida aun cuando había la más grande de las necesidades. ¡Era nuestra mascota querida! Y también nos llevaste un cerdo de mascota, le pusimos Chonchy; pobrecita, esa no corrió la misma suerte del pollito, ¡más pudo la necesidad de entonces que el amor que le teníamos!
¿Cómo olvidar como una vez saliste en una tremenda vaguada a buscar mi pollito que yo al no encontrar lloraba desconsoladamente? Llegaste más MOJAO que el pollo… pero llegaste con él.
¿Cómo olvidar que una sola vez en la vida me distes una pela y todavía no se quien lloró mas, ya que te sentaste a llorar conmigo?
¿Cómo olvidar que cuando la suerte cambió y te quedaste sin burro, llegabas caminando de muy lejos con un saco de plátanos al hombro para darle de comer a tu familia y a tus vecinos?
¿Cómo olvidar lo feliz que eras cuando Norman venía los Domingos a dejar a Rochy a la casa de su “tito Fello” a hacer travesuras de niñas? Norman, ese sobrino que siempre te ha llenado de orgullo. Segura estoy, él ahora está aquí en el velorio contigo; ese Norman a quien siempre dijiste teníamos que agradecerle toda la vida, a él y a su Lucía. ¡Y te juro que sí le agradeceremos toda la vida!
¿Cómo olvidar el orgullo que has sentido siempre por tus hermanos y sus hijos a los que has querido como tuyos? Siempre nos recordaste: miren a los hijos de Taraza, de Nena, de Celeste, de Antonio, de Fillico, de Guillermo, de Eduardo, de Lola, de Telma y de tu querida Luisa (guyso), son buenos muchachos: ¡Carajo, sean buenos como ellos!
¿Cómo olvidar mi confusión de niña cuando me decías esos muchachos de Nena son muy INTELIGENTES, y me quieren en “BRUTO”? Luego entendí que era tu manera de expresar “MUCHO”.
¿Cómo olvidar tu primer viaje a New York, cuando te llevamos a ver un Juego de béisbol de Grandes Ligas con los Mets de Nueva York? El brillo de tus ojos... ¡parecías arbolito de navidad de la alegría, querías que todo Mao te estuviera viendo! Y cómo nos reímos mami y yo cuando te llevamos a comer a un restaurant Chino y dijiste muy calladito: “Mónica, esto no me lo como yo, me parece que nos han dado BABOSAS”.
¿Cómo olvidar tu cuento, repetido mil veces, aquella vez cuando muchacho enamorado y sin saber leer o escribir te valiste de Tío Eduardo (creo que fue él) para que te compusiera un poema para esa muchacha que te traía alborotado, y el poema leía así: “TUTA TU ME GUTA TUS OJOS SON DOS CEPA”? ¡Después de tal poema me imagino jamás volviste a ver a Tuta!
Viejo querido, nunca supiste de lujos y grandezas materiales. Como dije al principio, tu GRANDEZA va mas allá de todo eso, trasciende la vida misma. Tú que aparte de tus hijos, quisiste a muchos como propios, tuviste una hija llamada Lucía a quien la muerte te llevó muy niña, y luego la vida te regaló dos Lucías más: la de Norman, y la de Luchy y Tío Antonio. A Lourdes, que también te ha llenado de orgullo, a Magda y Rafe de tu querida Taraza; a Freddy de tu Fillico; a Vilerca que se hizo tu hija cuando vino a vivir con nosotros; a Teo y Jorge que más que hermanos de Mami, has querido como a hijos propios, y todos los hijos de tu querida Guyso que fueron siempre tuyos; Nenena, Tía Altagracia, Noelito por mencionar solo algunos, y debo parar porque a todos has querido por igual, ¡y si sigo mencionando Azcona hay loco para rato! Y como dije en nuestro inolvidable encuentro en el verano: ¡LOCOS, pero NOS QUEREMOS! Y para copiarte: ¡NOS QUEREMOS EN BRUTO!
A todos quienes hoy y en tus días difíciles te acompañaron, a quien llamó de lejos o de cerca: ¡UN MILLÓN DE GRACIAS!; a los amigos, a la familia, ¡GRACIAS! De tu parte y de nosotros tus hijos, yernos y nueras que también son tus hijos, de tus nietos y de Mónica, la heroína callada de la historia de Fello y sus hijos, ¡GRACIAS!!
Viejo querido, Fello, Papi, Papá:¡Misión cumplida! ¡Ojalá se llene el mundo de tantos como tú! ¡Gracias! Recuerda lo que hablamos: nunca nos olvidaremos, no habrá distancia ni tiempo, ni nada que borre nuestro amor infinito, inmenso. Ya escucho tu risotada, ¡cuánto tendrás de contarle a Blanco Peña, El Viejo Carpín, Zeneida, El Viejo Neno, Blanco y Bruna Mendoza; tus queridas Taraza, Celeste, Margot, Lola, Juana, Guyso, Fillico, Eduardo, Mamasía, Papanino! Ya seguro te divisaron con tu saco de Plátanos a tus costados entrando al CIELO, ¡UMMM qué buen MANGÚ les espera! ¡Hey, a lo mejor y ahora aprendes a montar en bicicletas con Blanco Peña!
HASTA SIEMPRE FELLO, GRACIAS POR DEJAR ESTE MUNDO MEJOR DE LO QUE LO ENCONTRASTE, CON TU NOBLEZA, HONESTIDAD, Y TESÓN; ¡LA TIERRA POR SIEMPRE SERÁ MEJOR CON EL ABONO DEL SUDOR COPIOSO DE TU CUERPO AL TRABAJARLA TAN DURO! ¡SIEMPRE SERÁS MI MÁS GRANDE ORGULLO, VIEJO! ¡NO TE CAMBIO POR NINGUNO!
Gisela Azcona de Roubeck
12/04/10 Siga leyendo...
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