miércoles, 30 de septiembre de 2009

Arrozales y prostitución en Mao

De Mao
Por Rafael Darío Herrera R.
Director Ejecutivo del Archivo General de la Nación

El desarrollo de las plantaciones arroceras, si bien contribuyó a catapultar el desarrollo demográfico de Mao, también dio origen a tendencias negativas como es el auge de la prostitución, actividad degradante para el ser humano que la ejerce.

De acuerdo con los registros del imaginario colectivo de esta localidad, el primer burdel se instaló en los años cuarenta del siglo XX y estaba ubicado en la calle Beller esquina Gregorio Luperón, propiedad de Pata de Palo y su esposa Pola.

Al lupanar sólo tenían acceso los estratos altos de la sociedad y se restringía de manera severa la entrada a los menores de edad. Los propietarios traían combos desde Santiago para amenizar las fiestas, pues en esa época sólo existían las victrolas, llegadas al país con la primera intervención de los Estados Unidos en 1916 y a las cuales había que darles cuerda para funcionar.

Ese momento en los bares del país los combos tocaban merengues a base de instrumentos de cuerda y percusión, un merengue que era la mezcla de la guitarra española, la tambora africana y la maraca indígena.

Con la llegada de la vellonera al país, a inicios de la década de 1940, numerosos músicos y cantantes dominicanos quedaron desempleados. La mayoría de estos músicos tocaban de oído, es decir, carecían de formación musical, al igual que los bachateros actuales, incapaces de leer e interpretar una partitura musical.

Por lo regular los músicos de esa época se desempeñaban también en otras actividades laborales. Sergio Frías Kent (Sergio el Feo), por ejemplo, vino a Mao a trabajar ebanistería y me confesó de paso que no pudo tocar en el bar de Pata de Palo debido a que era menor de edad. Hay una anécdota graciosa del músico Sergio García, que durante muchos años tocó en nuestra Banda municipal de música, y Sergio Frías, oriundos ambos de la ciudad de Santiago, la meca del Cibao.

Vamos a hacer una breve digresión para contar el gracioso hecho. Aquí va. Al principio que arribaron a Mao ambos personajes eran confundidos frecuentemente por los maeños, y el primero, padre del locutor del mismo nombre, y una de las personas con mayor sentido del humor que he conocido, le dijo a Frías, compadre para evitar la confusión a partir de este momento usted será Sergio el Feo, y hasta la fecha el mote persiste.

Retomando el tema, diremos que la vellonera revolucionó el ambiente festivo del país e insufló nuevos bríos a la pasión danzaria de los maeños, ya que los bailadores quedaron fascinados con el nuevo artefacto, aunque algunos burdeles continuaron utilizando las victrolas, pues el precio de las velloneras era bastante elevado.

Tal fue el caso del Bar de Mera (madre de un conocido mecánico de esta ciudad) de los Cambrones que congregó un significativo grupo de prostitutas (persona que sostiene relaciones sexuales a cambio de dinero), las cuales posteriormente se trasladaron al célebre Bombillo Rojo de Mao, propiedad de Consuelo Santiago. Este burdel inicialmente se hallaba instalado en la calle Independencia esquina 19 de Marzo y luego se trasladó a la calle Fructuoso Rodríguez, donde funcionó hasta la década de los ochenta.

El Bombillo Rojo se convirtió en el más famoso burdel de Mao y de toda Línea Noroeste, compitiendo incluso con el Samoa Bar. Allí alternaban los combos de cuerdas, que tocaban merengues y bachatas a la antigua usanza, con la vellonera. En este centro de diversión llegaron a presentarse incluso grupos de bailarines y cantantes cubanos.

Todavía en Mao vive una mujer que vino con una de esas agrupaciones. En la sórdida atmósfera del burdel también se alojaban homosexuales como fue el caso de Minguito quien luego de la desaparición del Bombillo Rojo instaló su bar (El Teleférico) en la parte sur de la ciudad, frente a donde funcionaba un helipuerto de la Grenada Company.

A las prostitutas se les instruía para que demandaran canciones de las velloneras además de incitar a los clientes a consumir bebidas y en torno a los prostíbulos funcionaban una gran cantidad de negocios informales para el expendio de frituras (carne frita, vísceras, etc.), cuyos principales clientes eran los jornaleros del arroz y las propias meretrices.

Las zonas rurales contiguas a Mao constituían el principal coto donde se reclutaban las prostitutas. Los propietarios de los prostíbulos, o “marpiolos”, las intercambiaban de la manera más ruin y vulgar como si se tratara de una mercancía cualquiera. Su precio dependía de su juventud y belleza. Cada vez que se iba a instalar un nuevo cabaret, los buscones salían por los campos y bares a comprar meretrices.

El trabajo de los tratantes de blancas no era tan difícil dada la gran pobreza en el mundo rural dominicano durante la dictadura de Trujillo. Sólo las hijas de familias de recia raigambre católica, de firmes principios morales, no sucumbían a las ofertas de los buscones de mujeres en las zonas rurales del país.

En los años cincuenta muchas ciudades del país registraron saldos migratorios negativos por la elevada emigración rural urbana. Todavía muchos habitantes urbanos recuerdan cómo los habitantes rurales intercambiaban los pollos criollos por ropa o zapatos usados y ofertaban sus hijas para el servicio domésticos, las cuales en muchos casos terminaban ejerciendo la prostitución por la explotación a que eran sometidas. En los prostíbulos de Santo Domingo, particularmente en el de Herminia, ubicado en la calle Máximo Gómez cerca de la antigua manicera, las meretrices de Mao alcanzaron notoriedad por su supuesta fogosidad sexual.

Pero cuando se haga la historia de la prostitución en Mao, habrá que mencionar otros célebres burdeles como el de Tomasina, El Caribeño, El Brisa del Canal, El Palo de los Judíos, El Rincón Latino (en la carretera Mao – Sabaneta). La primera especie de motel que existía en Mao fue el de María Marquesina, al final de la Máximo Cabral, que operaba junto al de Filandés (famoso por su indiscreción). Hubo otros prostíbulos cuyos nombres son impublicables.
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Poema XXI

Por Juan Nicolás Tineo
Del libro Versos en cautiverio

Surcando el sendero nuevo
me detengo horizontalmente
en la planicie del cuello húmedo y sediento

a contemplar la cara ingenua
convertida en agua deslizándose
en la superficie del espejo
que proyecta distorsionadas
imágenes de su interioridad.
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De interés-1


La palabra
Por Pablo Neruda
De sus memorias: Confieso que he vivido

… Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperelijo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció… Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Qué buen idioma el mío, que buena lengua heredamos de los conquistadores… Éstos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.

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La defensa de "Júa"

Cosas de Mao
Por Isaías Medina Ferreira

En mis tiempos de mozalbete, recuerdo que en Mao habían dos estudios fotográficos, la Foto “El Arte”, fundada por Quírico Güichardo, la que luego pasó a ser de una familia que tenía un hijo llamado Luís, quien era mi amigo; y la Foto Viena, de Rafael Reyes, ambas en la calle Duarte; la primera cercana al parque central, por los alrededores de la Farmacia Bogaert, y la segunda casi llegando al canal Bogaert.

Entre los fotógrafos ambulantes recuerdo a Sixto y a Judas, o “Júa”, como llamaba comúnmente el pueblo a este último. Las cámaras “instantáneas” de entonces eran unos cajones cerrados montados en un trípode, con una manga o un paño negro, debajo del cual se metía el fotógrafo para centrar la imagen del sujeto a retratar.

Debido a esa composición tan peculiar, algunas personas se referían a dichas cámaras como “la parturienta”, y al fotógrafo como “el partero”. En el negociado de cédulas, que a la sazón quedaba en los alrededores del parque, siempre había dos o tres de esos fotógrafos esperando clientes. Como se podrá imaginar el lector, esos cajones no se prestaban mucho para la transportación y al ser tan primitivos, revelaban fotos en blanco y negro borrosas, de muy pobre contraste, las cuales con el tiempo se borraban por completo.

Con el tiempo, recuerdo que Júa, por ser el “decano” de los fotógrafos de Mao, recibió de manos de uno de los políticos en boga, una de las verdaderas cámaras “modernas”, cuadradita, que podía colgarse del cuello, lo cual le daba libertad para desplazarse por el pueblo en busca de clientes.

De la destreza de Júa, que según la gente era más labioso que buen fotógrafo, se decía que cuando enfocaba a alguien delante de un jardín, a veces “salía” el jardín, pero no la flor (la persona). Según las malas lenguas, siempre faltaba o una cabeza o un brazo y a menudo todo: no era inusual, decían, ver revelarse un “paisaje” negro con rayas blancas, o blanco con rayas negras.

De Júa recuerdo que le aterraban las culebras, sobre todo las verdes. Era suficiente mencionarlas en su presencia para que Júa comenzara a sudar frío, llegando en ocasiones hasta a desmayarse. La muchachada cruel, que sabía de ese miedo infernal de Júa a las serpientes, no dejaba pasar oportunidad para torturar al pobre señor voceando cuando este pasaba por las calles, “Júa, cuidao con la culebra”, lo cual ponía visiblemente nervioso al Sr. de los lentes redondos, gruesos como fondo de botella.

Creo que Júa vivió hasta pasado los cien años; no creo que tuviera familia en Mao y nunca se dejó ver sin su saco y su corbata. Todos quienes le conocimos veíamos en él a un señor muy correcto y respetuoso, que no se metía con nadie, quien vivía dedicado a su oficio todo el tiempo.

Para nosotros Júa siempre fue viejo y no recuerdo a alguien que pudiera decir que vio a Júa joven. No obstante, por el año de 1965, Júa fue acusado de violar a una menor, lo cual él negaba vehementemente.

La familia de la menor, no satisfecha con las negativas de Júa, lo sometió a la justicia. Ya finalizando el juicio, Júa tuvo la oportunidad de dirigirse al juez en su propia defensa, y esto fue lo que dijo:

Sr. Juez:
Dicen que ‘tuve con ella,
Me lo ‘tán acumulando.
Ella sí ‘tuvo conmigo,
Pero yo con ella, ¿cuándo?

La avanzada edad de Júa introducía un elemento de dudas en el proceso, consideración que tomó en cuenta el tribunal para declararlo inocente; sin embargo, cuando él contaba la historia, a la primera estrofa, que a decir verdad lo condenaba, añadía la siguiente:

No sé lo que tiene la gente,
Que todo lo dice al revés.
Porque a lo Judas, Judando,
Judas picó y se fue.

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martes, 29 de septiembre de 2009

Saudade


Por Carlos Reyes
Del Poemario "Saudade" (2002)

Suspiro de nieve
bajo la tristeza de mi puerta
hacia los fuegos interiores.

La lluvia que ayer encendió
este pedazo de piedra
en mi garganta
corrió hacia el horizonte
con un nudo en los ojos.
Cantará sobre polvo
la silueta del temor
cuando una hoja caiga
del árbol de mi lengua.

Este momento que se desgaja
en pasado y futuro
me alienta a escuchar
el latido de la soledad.

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El Mariachi y las películas

Cosas de Mao
Por Isaías Medina Ferreira

En los años de 1950 y 1960, Mao tenía muy pocos sitios de entretenimiento. Entre las pocas diversiones existentes estaba El Samoa Bar, el exclusivo Club Quisqueya (frente al parque), ir al “play” los domingos, bañarse en la zanja (así llamábamos a los canales) o en el río, marotear e ir a dar vueltas al parque los domingos en la noche, mientras al compás de los conciertos de la banda municipal de música, los mocitos hacían estupideces para llamar la atención de las nenitas y “Enerito”, el charro de los Cajuiles, llamaba asimismo la atención con su atuendo mejicano, cuyos pantalones llevaban “aletones” hechos de cajetillas de cigarrillos, y su “chaquetín” alamares y cachiruelas, mientras portaba sus “pistolas” de “cacha blanca” al revés, y una cuerda de “vaquero” con la que daba demostraciones de piruetas y enlace.

Estaba, además, el teatro Jaragua y, una vez al año, teníamos la presencia de un circo de mala muerte que se instalaba en algún lote vacío de la ciudad, cuya atracción principal eran los camellos muertos de hambre, sarnosos y hediondos, el Mago Casimir, el hombre “comefuego”, la mujer "vampiro", las “sillitas voladoras”, Mr. X, la cabeza sin cuerpo, o “Pumpo”, el motorista extraordinario, quien por varios minutos daba vueltas dentro de un globo hueco, desafiando la gravedad; y, por supuesto, los bares no aptos para la “gente decente”.

El teatro Jaragua de don Mario Evertz estrenaba un par de películas semanalmente, muchas veces un “doble hit”, y ofrecía tandas matinales y matinée los domingos. Las tandas y los matinée, además de ser testigos de citas amorosas furtivas, eran una bomba de adrenalina: ¿Cómo olvidar las series del Capitán Maravilla, de Tarzán, de Batman, de Superman, de Red Ryder, de Roy Rogers, de Hoopalong Cassidy o Rod Cameron, que todos los domingos te dejaban en suspenso, ora con el héroe atrapado mientras el edificio ardía y una sierra eléctrica gigantesca se acercaba a su cabeza, o estaba próximo a ser hervido vivo, al tiempo que la amada o heroína, amarrada a los rieles de un ferrocarril luchaba por zafarse, mientras un tren se deslizaba a velocidad de rayo a triturarla? ¡Qué va!

Otras veces, El Jaragua ofrecía carteleras de boxeo y lucha, donde se destacaban Kid Ojito, Kid Mechita y Kid Mabilí; y una que otra vez traía una “vedette” de quinta categoría que al remeneo de sus voluptuosas caderas y senos marchitos, y al ritmo de “y yo canto a Cuba querida, la tierra de mis amores...”, impartía lujuria por los aires que dislocaba las testosteronas de los mocitos.

La forma de anunciar las películas y espectáculos era a través de unos cartelones pintados a mano que, pegados con almidón a una base de hojalata con marco de madera bruta, se colocaban estratégicamente en las esquinas de las calles más concurridas y también por medio de una guagua anunciadora que recorría el pueblo acarreando la voz “dramática” de El Mariachi, para quien todas las películas estaban llenas de “acción, valor, coraje, ondas pasiones”. A veces, cuando la guagua se “desgüañangaba”, que era a menudo, las películas las anunciaba “Foro”, quien parado en las esquinas, con su “jututo” rojo nos recordaba de la cita que teníamos con la fantasía del celuloide.

Cada película se anunciaba de la forma particular que su contenido precisaba. Si era de horror, Mariachi decía, “no venga solo, pues las imágenes reales de este largo metraje le harán creer que las garras del mismo pecusio lo acarician”; si era de vaqueros, “vea como un hombre valiente salva el honor de su familia tirando más tiros que el diablo, sin tener que recargar el revólver”. Las románticas eran descritas como “hombre cegado por los celos, desinfiela a su contrario”; o si no, “vea como un hombre celoso, ante los ‘ojos bonitos’ que su amada hace a su contrario, se amarga y le saca la jiei”. A veces era, “venga a presenciar esta gran producción del cine mejicano en que las canciones de Miguel Aceves Mejía, (o de Pedro Infante, o de Jorge Negrete), hacen llorar hasta a las cebollas”. Para las de guerra el conjuro era: venga a ver las metralladoras vomitar fuego graneado en los campos de batalla y a los hombres volar por los aires al impacto de los cañonazos.

Pero donde Mariachi se esmeraba, era cuando anunciaba “La Pasión de Cristo”. Su voz se volvía lúgubre y penosa; comenzaba casi en un susurro y a medida que se emocionaba iba en crescendo que se convertía casi en aullido de rabia: “venga y acompañe al mártir del Gólgota en su pasión dolorosa y vea cómo saca a los mercaderes del templo a puras trompadas... llore con María Magdalena lágrimas desoladas ante el sufrimiento del Señor... acción, valor, coraje, ondas pasiones en esta gran producción del cine español… asista, no deje que le cuenten, pues no es como estar ahí y además, nadie cuenta las cosas como son… Venga temprano para que encuentre asiento; no se quede en casa o se lamentará; después no diga que Mariachi no lo invitó... vea la Pasión de Nuestro Señor, crucificado salvajemente por nuestros pecados… perdónalos Señor que no saben lo que hacen… ¡partía de herejes sin concepto!”.

Cuando acababa de decir sus palabras, o sonaba música por el altoparlante a tono con la película, o el mismo Mariachi silbaba como “pajarillo enjaulado”, y para terminar, decía, en tono “amejicanado”, “ai, nos vemos, manito... uyu, yuy, ¡mariposa de mil colores!... ¡Pa’que me desvelo por ti, mi china, si te causan asco mis ojeras!… No lloro porque te vas, sino porque no te aj ido… No se preocupen mis cuates, ya volverá el Mariachi… Ay, chatita rechula, qué bueno el sufrimiento, si lo causas tú con tus tormentos… adiós que me voy… se va el Mariachi, se va; se va, pero volverá”.

Y así iba el Mariachi de barrio en barrio, como silueta errante en el marco de la sombrilla fabulosa de color violeta, amarillo quemado y rojizo de los fuegos artificiales del rey sol mientras se acostaba en el majestuoso atardecer maeño, repitiendo su mensaje emocionado a todo el pueblo, y mientras lo hacía, afianzando su presencia en la historia vernácula de nuestro querido Mao. Trozo de historia inconsecuente quizás, pero al fin parte invaluable de nuestro folclore.

Glosario:
Pecusio = el diablo
Miguel Aceves Mejía, Pedro Infante y Jorge Negrete = Cantantes/galanes mejicanos de moda en esa época. Por “embromar”, la muchachada decía Miguel Aveces Gemía, en lugar del nombre correcto.
Jututo (fututo) = instrumento tubular, de forma cónica, como de pie y medio de largo, abierto en ambos extremos. El anunciante habla por la parte estrecha hacia la más ancha lo cual, con la concentración que da el instrumento, provee cierta “amplificación” a la voz.
Aletón = Es esta una extensión en los pantalones de charros mejicanos de aproximadamente dos centímetros de ancho que lleva el pantalón a todo lo largo, en ambos lados, colocados en la parte exterior de cada pierna. Las cajetillas de cigarrillo Hollywood, de la Tabacalera, eran de papel (no cartón) y junto a la parte plateada que protegía los cigarrillos, eran dobladas en zig-zag por Enerito, como en cadeneta, las cuales colocaba en la parte exterior del pantalón negro ajustado, al estilo charro. Por un par de horas, Enerito era un puro charro, hasta en su forma de hablar.
Chaquetín = chaqueta de charro.
Alamar = bonito adorno trenzado que sirve para abotonar el chaquetín.
Cachiruelas = adornos en la espalda, en los brazos o en los puños del chaquetín.
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lunes, 28 de septiembre de 2009

El dolor de los pájaros

Cuento
Por Emmanuel Rodríguez

Sucedió una tarde tibia de enero. El rey sol había brillado con exquisita esplendidez. Estaba cansado y su manto de luz cristalina esparcido por el valle era reflejo de que muy pronto se lanzaría en la cima penumbrosa del ocaso. Pero antes bañaba con caricias tibias los hombres, las bestias y la ternura del vergel.

Los árboles estaban quietos y azorados, como quien contempla inmóvil de un amor la triste despedida. La juguetona brisa enerina besaba los cerros, las espigas doradas que brotan de las entrañas de mi pueblo. Nunca había visto la naturaleza a un vivo compás. Todo parecía dirigido por sabio e invisible maestro. Al tiempo que nuestro hombre, nuestro hombre de campo dejaba los surcos preñados y se dirigía a la tranquilidad del hogar, unas que otras bandadas de garzas surcaban el aire rasgando así las áureas mansiones de nuestro azul celeste.

Las garzas vestidas con su blanco ropaje de nieve danzaban en circo frente a la mirada sonriente del sol que se marchaba. Su cadencia era alegre y al unísono. Sólo un corazón duro como las peñas de nuestro río podía ser indiferente aquel espectáculo sin igual.

Todo aquello me parecía un sueño, una vaga ilusión.

Una bandada de aves cubiertas de un negro ropaje rasgó mi éxtasis con su inesperada llegada. Entablaron juego en uno de los arbustos que está a la orilla de la polvorienta carretera, al tiempo que regaban en el aire su ronca sinfonía. El cielo azul manchado con copos de nubes blancas, con ídolos saltos que de los arbustos a la maltrecha vía hacían de aquella escena hermosa algo sin igual. No comprendí hasta entonces por qué ni cómo viven las aves. ¡Cómo aman la libertad! Quizás ellas impulsen a los hombres a que germinen ellos esa palma cuya semilla sembró Dios en la naturaleza de los seres humanos.

Las aves parecían sumergidas en un grato concierto. No le importaba la mirada indiferente del hombre. La bandada de aves se unió a su hermano asfalto, su color, pero fue corta la alegría, pues uno de ellos cayó herido por un monstruo hecho por la inteligencia de un ser llamado hombre. El alegre concierto cambióse entonces, por un lastimero ambiente de luto. Sus alaridos helaban, y sus hermanos que habían escapado volvieron. Eran alaridos que rechinaban el alma con pavoroso dolor, sus alas se movían inquietas, pero junto a él estaban sus hermanos que parecían preguntarse con lenguaje que solo las aves que sufren el dolor de los suyos pueden entender, ¿dónde te duele? ¿Es de sangre que está manchado tu plumaje?

Mientras vivía este espectáculo sombrío volví la cara hacia el sol, pero ya no existía. Sólo abigarrados mechones de nubes grises y rojizas fulguraban en el infinito. Sus flechas ya no penetraban en las espigas vestidas de oro que en su fulgor brillaban con grato esplendor.

La danza de las garzas en circo había concluído sólo densas tinieblas que arropaban con su manto de negrura la tierra, había en redor.

Yo también comencé una marcha torpe y vacilante, me marchaba, pero mi pensamiento iba forrado de muchas interrogantes. ¿Por qué se odian los hombres? ¿Por qué no se comprenden? ¿Por qué no prima el amor? ¿Por qué no sufre el hombre el dolor de su hermano? ¿Por qué? ¿Por qué...?

Mis pasos eran nostálgicos, me sentía solo. Se engrifaron mis pelos, un frío extraño me abrazó. Reinaba un silencio que me causó un terror indescriptible, me sentía como un niño indefenso, a la intemperie del calcinante desierto. El sol ya estaba en sueño profundo. Me muero pensé de repente, algo misterioso recorrió mi ser, no sé por qué pero me sentí un prisionero que ve refulgir la luz de la libertad después de la esclavitud del barrote.

Seguí mi camino en forma suave… No quería volver a mi reciente pasado. Momento después una estrella como encantada por la espesura nocturna había disuelto tímidamente las pesadas tinieblas.

Brilló en mí la alegría, recordé las estrellas, las doradas espigas que nacen en las entrañas de mi pueblo, las bandadas de aves vestidas de fina blancura y cuando a mí volvió el recuerdo del ave de negro ropaje resonaron en mi ser sus apesadumbrados alaridos, y al no querer caer nuevamente en la falta pesadilla revoloteó en mis adentros un triste y doloroso ¿por qué?
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El Merengue: su nacimiento, desarrollo y metamorfosis



DO-RE-MI
Por Juan Colón

La fecha exacta del nacimiento del Merengue seguirá siendo motivo de especulaciones. Sólo se tiene una idea de haberse escuchado el ritmo merengue por primera vez en la región del Cibao por los años 1844-1845.

Existen datos concretos donde se demuestra que ese ritmo también se tocaba en otras partes de las Antillas. Tampoco se sabe la semejanza rítmica con la nuestra. Sabemos que se tocaba merengue, y ya.

Lo que sí es cierto es que fuimos nosotros quienes le dimos esa forma que hoy el mundo conoce como Merengue.

También se alega que este ritmo viene del Meringué, ritmo haitiano, pero nada es seguro. Ninguno de los grandes investigadores como Julio Alberto Hernández, Fradique Lizardo, Catana de Pérez, y otros ha logrado dar con datos concretos sobre el nacimiento de nuestro ritmo, el cual vino a ser el sustituto de otros ritmos existentes en nuestro suelo.

El dictador Trujillo contrató al investigador folklórico norteamericano Cooper Smith para lograr esclarecer el nacimiento del merengue, pero tampoco se logró.

Dentro de la variante rítmica del merengue podemos citar el merengue cibaeño, el merengue joyao y el merengue liniero. Sólo escuchando a un tamborero podría el oyente entender la diferencia en cuanto a patrón rítmico se refiere, la cual es muy leve para poder ser identificada por cualquier persona.

Durante los años de la ocupación americana (1916-1924) ya existían grupos de música típica, los cuales amenizaban bailes. Los soldados americanos querían bailar en las fiestas pero encontraban el merengue muy rápido y se les hacía imposible bailarlo. Entonces le pidieron a los músicos que lo tocaran más despacio y los músicos empezaron a complacerlos. Al tocar más despacio, de una manera inconsciente, empezó a alterarse el patrón rítmico del merengue.

Durante esos años de la ocupación estaba muy de moda una tela que usaban mucho los americanos llamada Palm Beach, entonces los músicos cuando veían llegar a los soldados a las fiestas decían, vamos a tocarles un Palm Beach. El sonido de estas dos palabras, al parecer, no fue asimilado muy bien por las personas ni los músicos de esos tiempos y cuando las pronunciaban decían vamos a tocarle un Pambiche y ahí quedó establecido ese nombre.

Los músicos actuales, cuando queremos tocar este patrón no decimos “vamos a tocar un merengue Pambiche”, sino, “vamos a tocar un Pambiche”; eso significa que tenemos muy claro dentro de nosotros que cuando un ritmo sufre una metamorfosis ya no es el mismo, así pasó con el nacimiento del merengue a lo Maco y el merengue de Calle.

El Pambiche no es muy popular dentro de los grupos de música típica, pero sí se escucha con frecuencia en sus fiestas. Tenemos algunos merengues muy famosos como Juan Gomero, Juana Mecho, Dominicanita, A la Rigola, con ritmo Pambiche. Si pueden escuchar esas grabaciones, podrán apreciar la diferencia rítmica.

Pero el merengue cibaeño, joyao y el liniero fueron los que se sembraron en los corazones de nuestros compositores.

Si escuchamos un merengue tocado por El General Larguito, El ciego de Nagua, Francisco Ulloa, podremos escuchar la tambora de una forma muy diferente a como escuchamos un merengue hoy de Crispi, El Prodigio, por citar algunos.

Luego viene el Merengue de Orquesta el cual abarca varios años: Orquesta Santa Cecilia, Félix del Rosario, Rafael Solano. Si escuchamos con detenimiento la tambora y la comparamos con un merengue de los Rosario, por ejemplo, veremos que el patrón rítmico de la tambora es diferente. Ya no suena ka-ta-pa-ka-ta-ka-tu-ku-tu-ku-tu, sino que ahora suena ka-ta-qu, ka-ta-ku. El patrón rítmico cambió totalmente dándole a la tumbadora (también llamada Conga) una interacción con el patrón de la tambora, - ku-ti-ri- ku-ku, logrando una combinación que se bautizó como a lo Maco.

Claro, este “nuevo patrón”, se quiso adjudicar a Los Hermanos Rosario como los creadores, lo cual no es cierto. Antes de ellos, El Negrito Truman y Cheché Abreu ya lo habían hecho, aunque sin el éxito de los Rosario, por supuesto.

Luego viene Pochy Familia y comienza un merengue mucho mas rápido y obliga a cambiar el patrón de a lo Maco, por otro ajustable a mayor velocidad. Esto, mezclado con el rapeo, cambia todo el panorama, no sólo rítmico sino de cómo orquestar las trompetas y los saxos, los tumbaos de piano y la forma del bajo, lo cual ya con el ritmo a lo maco había sufrido transformaciones. Entonces coge fuerzas el merengue de calle, quitando del medio toda la forma de cómo se tocaba el merengue, incluyendo al de a lo maco, creando esto una degeneración completa del ritmo, quedando ahora mismo en una especie de limbo que si no actuamos rápido nos conducirá a perder nuestra identidad musical.

Si se escuchan con detenimiento diferentes grabaciones, se podrá entender la problemática rítmica que hemos venido realizando y de las que he hablado.

La tumbadora no fue parte del merengue desde su principio. Ni la utilizaban los grupos típicos, ni las orquestas de merengue. Trujillo invitó al país al gran músico Xavier Cugat, y los grupos de esos años, por imitación, la comenzaron a utilizar ya que el Sr. Cugat tocó un merengue y lo hizo con la tumbadora. A partir de su actuación, los grupos han venido utilizando las congas en la parte rítmica del merengue.

Según registra la historia acerca del merengue, por los años 1845-1848, el entonces gobernador de Puerto Rico, el Sr. Pezuela, condenaba a diez pesos de multa a quien bailara merengue y cárcel para quien lo tocara. Eso se quiso implementar en Republica Dominicana por los años de 1850, pero sin éxito alguno.

Venga de donde venga el merengue, fuimos nosotros quienes le dimos su forma musical adoptándolo como nuestro y lo explotamos para el mundo convirtiéndolo en nuestro ritmo nacional.

Nos vemos en la próxima entrega, espero les haya agradado este reportaje.

El autor es un destacado saxofonista maeño, hijo de Lucero Colón, que ha formado parte de las orquestas de Millie y los Vecinos, Rafael Solano y Juan Luís Guerra, entre otros grandes. Reside en Nueva York y hoy día se dedica a tocar jazz con su grupo Sonido Latino.

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En Mao aprendí a soñar


Letra y música
Antonio Mateo Reyes (Monchy)

En Mao aprendí a soñar,
en Mao aprendí de todo,
en Mao aprendí a cantar,
en Mao aprendí a amar.

En Mao conocí la novia ,
con quien procreé mis hijos,
recuerdo de una bella historia,
a Mao yo nunca lo olvido.

Al campo junto a mis amigos,
me iba siempre a marotear,
de mangos los bolsillos llenos,
al pueblo solíamos llegar.

Después de una vuelta al parque,
entraba al Samoa Bar,
y cuando la orquesta tocaba,
con todas yo quería bailar.


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domingo, 27 de septiembre de 2009

Velas, velorios, rezadores y Pancho Quesada


Cosas de Mao
Por Isaías Medina Ferreira
(Lenguaje un poco encendido)

La muerte, acontecimiento natural, concluyente e inevitable de todo ente vivo, por ser misteriosa, es acogida por los humanos con todo tipo de ritos de despedidas para el occiso. De esos ritos, en la tradición católica en primer lugar están los rezos, tanto en el velorio como durante los primeros 9 días de haber ocurrido la partida, y luego mensual, para alivianar y limpiar el alma del “viajante” a fin de hacer su paso por el purgatorio lo más breve posible y allanarle el camino hacia el cielo.

Aunque la muerte es motivo de sentimientos de recogimiento y respeto, es también motivo de irreverencia y toda clase de chistes y dichos crueles, y por eso decimos que el que muere estericó la pata, pateó la bacinilla, se le vació el “aljibe”, estericó los tenis, firmó con los Angelinos, se lo llevó la flaca, vendió a cuatro, firmó con los Carmelitas, colgó los guantes, se tiró tres peos y se fue pa’l carajo o dijo adiós a este mundo cruel e ingrato.

Cuando las funerarias no habían llegado a nuestro Macondo, y los ataúdes los fabricaban Chaguito y otro señor cuyo nombre no registro ahora, los muertos eran velados en sus casas (como creo que todavía se hace en muchos hogares que no pueden sufragar los gastos exorbitantes a que conducen esos tétricos lugares). Las casas en esas situaciones se convertían en sitio de convergencia de todo tipo de personas, íntimos unos, y extraños la mayoría.

En Mao, como supongo que sucedía en otros pueblos, esa combinación de respeto e irreverencia muchas veces creaba un ambiente raro en que se juntaban los dolientes, con razón compungidos por la partida del ser querido; los rezadores, medios transmisores para depositar los ruegos implorantes de purificación en las ondas etéreas que llevan al reino de los cielos, y aquellos a quienes les gustaba la chercha y veían en el velorio o los rezos una oportunidad más para gozar haciendo sus chistecitos y reír, unas veces disimuladamente, y otras descaradamente, a carcajadas.

Recuerdo que en Mao había rezadores y rezadoras profesionales, no porque cobraran (aunque tampoco decían que no si le mojaban las manos), sino porque eran experimentados o tenían buena voz y cadencia para el rezo. No olvidemos que en ese tiempo el latín era todavía la lengua predilecta de la Iglesia Católica y no era cualquiera que podía decir “Per Secula Seculoroum” (1) lo cual las viejas, con razón, confundían con “porque me acecha socorro”. Algunos de ellos eran considerados “estrellas del rezo” y como piezas imprescindibles de las ofrendas al altísimo estaban en casi todos los velorios. Además del rezador o la rezadora central, había todo un elenco de señoras devotas (entre ellas viudas y "señoritas", las desdeñadas por San Antonio, o simple almas desdichadas y ajadas por la tristeza de la soledad) que al parecer encontraban aliciente y sosiego en esos hermosos momentos de comunicación con el Señor y estaban presente en casi todas las novenas y velorios. Había, además, una serie de jodones que iban a hacer cuentos y a disfrutar del criollo don Pancho Quesada (pan y queso blanco), o del italiano don Pancho Salami (pan y salchichón), con café (o jengibre), que era parte del rito y una forma de los familiares agradecer a aquellos que los acompañaban en su duelo.

En las “velas” de los nueve días, o del aniversario, por lo regular daban comida. Algunas de esas velas eran verdaderos banquetes en que mataban vacas o puercos y daban “romo”, dependiendo de la situación económica de los dolientes, lo cual añadía otros actores al elenco: los comilones del pueblo como Segueta, Marrañao, Mandufe y René, quienes siempre armaban su propio show buscando posición para poder comer mas de una vez.

Aparte de la abundancia de cuentos, las novenas, nueve días y velorios eran un foro de murmuraciones y chismes de parte de las señoras (y hasta señores) presente: “¿Viste a fulanita como estaba vestida? ¡Qué viuda!…”; “Mira, mira que desfachatez, ¿No pudo encontrar otra cosa para ponerse?”; “¿Viste la hija de zutano comiéndose con el novio?”. “Ay, ¿sabes quien quedó encinta?...”. “Coño, ¿cuánto le pagarían a esa pa’que llorara?… ¡con qué gusto lo hacía!...”. "¡El millero de la viuda tiene unos cuantos kilómetros corridos, pero todavía se ve bien!..., ¿Usted se atreve a hacerle algo?... ¡Qué si me atrevo!", y así sucesivamente.

En Mao había varios rezadores (y rezadoras) experimentados. De las rezadoras recuerdo a Fefín, creo que la mamá de Ñobo; y de los rezadores recuerdo a Niño y a un muchacho, Fernando, a quien le llamaban “el santo”, ambos de El Rincón. El santo era un católico devoto y practicante, como su madre, que por no salir de la iglesia todos creíamos que se había ganado su viajecito sin escala al cielo. Niño, si bien iba a la iglesia, no era tan allá en esos menesteres y era un poco pintoresco y hasta suelto de la lengua. No era raro que en medio de un rezo “… santa María, madre de Dio…”, Niño metiera un “… a perro ei diablo, carajo…”, y siguiera como si nada rezando, “… ruega poi nosotro lo pecadores…”, o tirara un “… ¿y cuándo e que van a dai ei pan y ei café?”; o si no, “… mira muchacho’ ei diablo, apéate de ahí, infajnate…”. Todo un espectáculo… ¡y que me parta un rayo si miento!

Un grupito de adolescentes de la época creíamos una obligación “sacrificarnos” y cumplir con asistir a los velorios, no importa de quién fuera ni cuán distante tuviéramos que ir. Las velas de nueve días y novenas no nos atraían, pues lo de nosotros no era rezar, sino joder. Nuestro líder e informador de las muertes acaecidas en Mao era Papito Rincón, quien en el parque nos informaba “Pancho Quesada en las 300… o el Rincón… o Sibila”, o cualquiera que fuera el lugar. Por supuesto, como sólo íbamos a hacer cuentos y a reírnos, tuvimos más de un problema con familiares que sintiéndose ofendidos se incomodaron y nos llegaron a sacar de mala forma.

Nuestro “sacrificio” en los velorios duraba hasta las 12:30 de la medianoche, a más tardar la 1:00 de la madrugada, después que daban el Pancho Quesada, o Pancho Salami, y el café o jengibre. Creo que la última vez que nos “sacrificamos” fue cuando Papito, al ver que era casi la 1 de la madrugada y no hacían el brindis, se paró y proclamó de manera que todos lo oyeran: “Vámonos de aquí, muchachos… estos malagradecidos ni siquiera café tienen para brindar….”.

Los del grupo, al ver que a Papito le habían parado el discurso en la palabra brindar, con un tremendo pescozón en la nariz que lo puso a sangrar profusamente, más por decencia y respeto que por miedo, (¡Unjú!), no queriendo armar allí un lío (¡y era fashi!), sigilosamente comenzamos a evacuar el lugar uno a uno, cuidándonos de no dar a entender que andábamos con Papito. Caminando lento primero, trotando después, y al final cogiendo la velocidad de Lilís Santana o Miguel Diloné al doblar la esquina, corrimos como condenados, sin mirar hacia atrás, y juramos nunca más volver a “sacrificarnos” en ningún otro velorio. Al fin y al cabo, ¿para qué sacrificarse por el prójimo si tomaba uno el riesgo de ser agredido? razonábamos. Y de verdad, nos sentíamos ofendidos e incomprendidos…
¡ah, qué lindo haberlo vivido, para poderlo contar!

NOTAS: (1) Frase en latín que quiere decir Por los siglos de los siglos, o eternamente.



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Valverde brilla en La Vega


El día 25 de septiembre de 2009 fue declarado día de la Provincia Valverde, y específicamente dedicado al poeta don Juan de Jesús Reyes, por los organizadores de la feria regional del libro de La Vega. Con tal motivo se apersonaron al evento el Gobernador de la provincia, el Sr. Manuel Güichardo, la Vicesíndica del municipio de Mao, Handry Santana, el Dr. Rafael Estévez Reyes, quien dio las gracias a los organizadores en nombre de la familia Reyes, el Dr. Monchy Mateo Reyes y el Lic. Manuel Rodríguez Bonilla, quien pronunció una charla acerca del poeta.

A continuación las palabras de agradecimiento del Dr. Rafael Estévez, nieto del insigne poeta maeño. Siguiendo a estas palabras de agradecimiento se podrán apreciar varias fotos del evento.

Señores Organizadores de esta exitosa feria regional del libro:

Distinguidos Miembros de la mesa directiva:

Señores:

La familia del poeta Juan de Jesús Reyes agradece en toda su amplitud el esfuerzo de los organizadores de este evento de rendir un homenaje a su trabajo literario y a su provincia.

Recordamos como en su época y con los pocos recursos disponibles hacía todo el esfuerzo de hacer llegar sus trabajos no sólo a sus amigos en el país, a las diversas revistas, a los periódicos, sino también al exterior, donde hizo innúmeras amistades.

Publicó varios libros de poesías, que distribuyó a todos los que ya tenían un contacto literario con él y a instituciones de arte en diferentes países.

No es la primera vez que está aquí en la culta ciudad de La Vega, hace años que participó en algunos de los juegos florales que se organizaban como parte de esa tradición literaria que ha tenido siempre esta comunidad, a la que dedicó también algunos poemas.

La mayor parte del trabajo literario de este insigne poeta Dominicano está inédita, apenas hace unos meses después de varias recopilaciones y el arduo trabajo de un destacado profesional maeño, el señor Francisco Almonte se está publicando el primer libro sobre su obra que se ha llamado La Atesorada Luz Poética de Juan de Jesús Reyes, que queríamos fuera puesto a circular en este evento, pero que por motivos técnicos tendremos que esperar por lo menos dos semanas más.

Esta oportunidad significa para la familia el comienzo del ansiado propósito de hacer que su obra poética salga del anonimato y se lance a la palestra a competir por la opinión de los versados en el arte de la poesía y tratar de llevarlo al sitial que debe ocupar dentro de la literatura Dominicana y talvez más allá.

Mas adelante el Licenciado Manuel Rodríguez Bonilla, prominente munícipe e historiador de Mao, tendrá a su cargo una charla sobre la vida y obra de Juan de Jesús Reyes, el poeta de la ¡Villa de los crepúsculos del rojo de las tunas!

Muchas Gracias


En esta foto se puede apreciar la presencia del Gobernador de la Provincia Valverde, Sr. Manuel Güichardo; la Vicesíndica, Handry Santana, el Dr. Monchy Mateo Reyes, El Dr. Rafael Estévez Reyes, y otras autoridades

Momento en que el Dr. Rafael Estévez daba gracias a la concurrencia a nombre de la familia Reyes

Momento en que la Vicesíndica de Mao, Handry Santana, daba las gracias en nombre del municipio de Mao

El Dr. Rafael Estévez junto a un retrato del insigne poeta Juan de Jesús Reyes.
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sábado, 26 de septiembre de 2009

El Piqui


Cosas de Mao
Por Isaías Medina Ferreira

Le decían "Piquilín", cariñosamente el "Piqui", vivía en el barrio el Rincón, era de profesión "Chofer", y manejaba un camión de don Miguel Peña, su cuñado.

El banano y el arroz eran los principales productos del Mao de los años de 1950 y 1960. La producción y transportación del banano era entonces un negocio rentable y don Miguel participaba en éste en pequeña escala; digo pequeña, porque en esos tiempos la Grenada Company, con asiento en Mao y Montecristi, dominaba el negocio en toda la línea.

Casi todas las semanas llevaba Piqui su camión atiborrado de guineos a la capital, que era la mayor plaza de actividad y consumo. Piqui era jovial y un hombre decente, pero le gustaba “empinar el codo” y cuando lo hacía no consideraba una falta abusar de la confianza de su cuñado, quien al fin y al cabo, según Piqui, “tenía cuartos”. Debido a esa manera de actuar y de pensar de Piqui, era una preocupación constante de don Miguel que éste borracho se fuera a accidentar; o que, como había pasado anteriormente, se fajara a beber una vez vendidos los guineos.

Las andanzas de Piqui tenían a don Miguel más que molesto, hasta el punto de que lo había despedido hacía ya dos semanas; cosa que Piqui, con una familia que mantener, estaba dispuesto a cambiar, por lo que se desvivía en promesas para que don Miguel borrara cualquier pensamiento negativo que pudiera haber generado su más reciente borrachera en el “Casino Bar” de don Faustino Rodríguez, en el Rincón, lo que causara retraso de un día en el último viaje que debió dar a la capital y por lo que don Miguel registró pérdidas.

Los razonamientos de Piqui hacían sentido: “Miguel, nadie conoce el camión y la carretera mejor que yo”; “yo me sé to’ los trucos; tú lo sabe… tú sabe que a mi no me engañan como engañan a ese otro zángano que tu ha pueto ahí”.

"Está bien, Piquilín", le dijo don Miguel al fin resignado, "vas a llevar este viaje; pero eso sí, Piqui, ¡óyeme bien!; este puede ser tu último viaje a la capital en mi camión… lo primero que vas a hacer cuando hayan desmontado los guineos, es ponerme un telegrama, dándome todos los detalles del viaje y a cómo se vendió".

En eso quedaron y arrancó Piqui de madrugada, feliz de estar trabajando de nuevo, de Mao para la capital, dispuesto a no faltar a la promesa que había hecho al cuñado.

Pasó el día, y no llegan noticias de Piqui. Llega el otro día, y nada. “Hasta aquí llegó”, decía don Miguel con ira una y otra vez, “¡Hasta aquí llegó el enano ese!”.

Como a eso de las 4 de la tarde del segundo día por fin recibió don Miguel un escueto telegrama que decía: "Miguel: guineo vendío; el Piqui prendío”.



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viernes, 25 de septiembre de 2009

Ledesma Colón


Vivencias
Por Pablo Mustonen

La foto a la izquierda es una de las más emblemáticas de la Revolución de Abril: muestra a un mulato dominicano, todo odio, frustración y coraje, enfrentarse a un soldado invasor con sólo sus puños como arma.

El siguiente relato (junto a otros que iremos publicando) lo hizo Pablo hace unos años en la difunta página de Mao, maovalverde.com

Regordete y rechoncho, pero ágil como una gacela, pequeño y de un gran coraje, le conocí cuando Mao más lo necesitaba. Acababa de llegar del Ingenio Catarey, (propiedad de la egregia figura apellidada Trujillo), en donde era chofer de un camión que también llamábamos Catarey. Los "paleros" azotaban a la población y el terror se arraigaba cada día más. El miedo se apoderaba de todos nosotros; ese cuerpo paramilitar, apoyado por la guardia, se adueñaba de la ciudad a partir de la siete de la noche; las calles deshabitadas lucían lúgubres y por las noches sólo se escuchaban las carcajadas de aquella manada de enardecidos borrachos que se pavoneaban con el orgullo de defender al régimen de aquel momento.

Ledesma forma valientemente un cuerpo que él llamó “contrapaleros”. Vestían ropa negra y se confundían con la oscuridad de la noche y para distinguirse entre ellos, se colocaban una pañoleta roja sobre sus cabezas y otra en el brazo izquierdo; por medio de silbidos se comunicaban unos con otros; armados de cuchillos, piedras y palos, patrullaban todos los barrios. Normalmente, los "paleros" evitaban enfrentarse con ese cuerpo "elite" de autodefensa, ya que siempre llevaban lo peor del combate; al poco tiempo los "paleros" desaparecieron y la calma retornó a nuestro pueblo. Ledesma se inscribió en Unión Cívica y yo pertenecía a otra parcela opuesta.

Salí para New Hampshire, para profundizar mis conocimientos y regresé al país un poco antes de la Revolución de Abril de 1965. Más tarde me entero que Ledesma capitaneaba un comando que bautizó con el nombre de "Cucaracha 20" y que era uno de los frentes más aguerrido y temido por los invasores. Ledesma tenía un "talismán" y me dijo una vez: "Tú ves este resguardo que tengo colgado en mi cuello, me lo preparó una bruja haitiana, a mi no me entran los tiros, mientras lo lleve puesto", le contesté que no creía en esos disparates y que era mejor que se cuidara por sí mismo.

Cuando la división 82 aerotransportada emprendió la tarea de abrir el corredor, los combates se volvieron mucho más intensos y al llegar esta columna por las cercanías de Radio Televisión Dominicana, debieron enfrentarse con el comando liderado por Ledesma.

El combate fue cruento y los constitucionalistas no cedían un solo ápice, pero al final la maquinaria moderna de los invasores se imponía. Ledesma seguía con más valor y según pasaban las horas, más coraje sentía; hasta que en un momento dado salió de las trincheras, en contra de las voces que le recomendaban que se protegiera; ametralladora en mano disparaba ráfaga tras ráfaga, se movía de un lado a otro con una agilidad increíble, disparaba en todas direcciones hasta agotar todos los peines que llevaba y la última bala salió de aquella metralleta dejando el cañón de su arma al rojo vivo y humeante. Como era lógico, una bala segó su vida, dejando su cuerpo sin camisa en medio de la desolada calle, mirando al enemigo con los ojos llenos de odio y la cara con una muesca de desprecio al invasor.

Luego de la tregua, el cadáver de Ledesma fue levantado por las llorosas mujeres del cuerpo de enfermeras y fue sepultado con todos los honores de aquellos que por la patria dan lo más preciado que es la vida.

Paz a sus restos y recordemos su gran valor.

Es de patriotas morir luchando por la patria. Aquí bien vale mencionar la bella frase de José Martí: "Dulce y decoroso es morir por la patria".

Quise recordarlo ya que en Mao pasa sin penas ni gloria.

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jueves, 24 de septiembre de 2009

Cosmovisión poética de Juan de Jesús Reyes


Portada de La Atesorada Luz Poética de Juan de Jesús Reyes

Por Francisco Almonte

Está próximo a salir al mercado el libro La Atesorada Luz Poética de Juan de Jesús Reyes del intelectual y profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, Francisco Almonte. Según la contraportada de la obra, esta consta de dos secciones bien diferenciadas: una primera parte que contiene siete ensayos merced a los cuales se comentan diversos textos poéticos escritos por el bardo maeño, y una segunda parte que incluye una antología con una selección de los mejores poemas del portalira criollo, a la luz del conocimiento del autor.

Cabe destacar, además, que el prólogo está escrito por el Dr. Manuel Mora Serrano, autor y crítico literario de proyección internacional. Mora Serrano fue fiscal de Mao a final de los años de 1950 de donde nació una admiración y un respeto profundos por la obra del poeta maeño.

El siguiente trabajo, Cosmovisión Poética de Juan de Jesús Reyes, es parte de la esperada obra la cual esperamos reciba el apoyo necesario para que se siga difundiendo la poesía de don Juan de Jesús Reyes, extraordinario artista del Parnaso Nacional. A continuación, el artículo.

En el poema titulado Mi Credo, Juan de Jesús Reyes enarbola sus conocimientos filosóficos y proyecta su cosmovisión en la esfera de la transparencia. El poema, de concepción metafísica, se transcribe en su totalidad para que el lector tenga una visión diáfana de las creencias proyectadas en los versos. He aquí la pieza poética en su integridad:

Mi credo

Creo en los vibriones
y en los electrones
y en su tremenda potestad;
creo en el eterno gravitar de los átomos,
de las moléculas y de los mundos…

Creo profundamente en la fecundidad
de todos los sistemas planetarios
que surcan el espacio, radiantes y jocundos.

Creo que cuanto existe fué luz, fué luz divina,
fué luz siempre triunfal
en la matemáticamente armónica
y ubicua inteligencia del Padre Universal…

Creo en el alto vértice del triángulo
que las almas recorren de crisol en crisol
hasta ganar la máxima belleza
hasta ganar la máxima pureza
hasta integrarse al Sol, al primitivo sol,
hasta integrarse al Padre, radiosas como el día…

Creo en las jerarquías del reino espiritual
y en la ignorancia mía,
la que mira sin ver
tantos y tantos signos que no sabe leer…

Creo que las almas puras irradian alegría
fragante, azul y suave cual la hora matinal…

En la primera estrofa, el poeta teoriza sobre los corpúsculos del reino microscópico, tales como las bacterias (vibriones), así como los elementos que conforman el átomo que orbitan alrededor de su núcleo. La alusión a estos elementos del mundo científico aparentan no propios del discurrir poético, pero sucede que en la lucha histórica entre filósofos idealistas y materialistas, el descubrimiento de tales corpúsculos en los entes materiales, principalmente, provocó una euforia tal en los filósofos espirituales de la época, que les permitió robustecer su tesis de que la idea se impone sobre la materia hasta en los entes materiales, de apariencias inanimadas.

En la segunda estrofa, el poeta eleva su canto hacia la dimensión de la vía láctea y fija su creencia en la gravitación de los astros, dentro de la inmensidad del espacio sideral. Se pone de manifiesto, de acuerdo al aeda, que los fenómenos del micro mundo como del macro cosmos constituyen obras perfectas del Dios omnipotente, concepción teocéntrica confirmada en la tercera estrofa del poema.

A partir de la cuarta estrofa se establece la jerarquía del espíritu sobre la materia, y se revelan distintos estadios de purificación del alma (asociada a la irradiación de la luz) hasta el logro de un nivel pleno de pureza, como condición sine qua non para el acceso a la eternidad, junto al sumo creador. Además, el bardo alude a la incapacidad de los sentidos para la correcta interpretación de los misterios del universo.

El contexto socio-cultural del poema devela la estatura intelectual del portalira maeño en cuanto a su erudición en los ámbitos de la ciencia y filosofía, de la poética y religión.

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miércoles, 23 de septiembre de 2009

Feria del Libro de La Vega dedicada a don Juan de Jesús Reyes

La Feria del Libro de La Vega se efectuará el viernes día 25 de septiembre y estará dedicada al eximio bardo maeño, don Juan de Jesús Reyes. A la misma asistirán el Lic. Manuel Rodríguez Bonilla (Manuelo), quien leerá un trabajo acerca de don Juan, el Dr. Antonio Mateo Reyes, y el Dr. Rafael Estévez Reyes, quien dará las gracias a nombre de la familia.

¡Enhorabuena! Siga leyendo...

Los "Cachila Brass"

Cosas de Mao
Por Isaías Medina-Ferreira

En su historia, de las entrañas de Mao han nacido varias agrupaciones musicales. Vienen a la mente las de Lucero Colón, quien fundara un par de ellas, en las que dieron sus primeros pasos Juan Colón, su hijo, uno de los mejores saxofonistas que ha dado la RD; Papo Núñez, buen trompetista, quien ha tocado con las mejores agrupaciones del país incluyendo a Johnny Ventura y a Ramón Orlando; Darío Estrella, considerado por muchos un genio de la música, pero que se autodestruyó, y otro saxofonista extraordinario, Humberto Reyes, a quien se le conoció como “el chivo, el musiquito o el guajirito”.

¿Cómo olvidar el “Teléfono a larga distancia”, cuando Rico Luna salía al parque con su trompeta y Lucero desde el Samoa le contestaba la melodía quejumbrosa de esa interpretación famosa? Entre los otros grupos que se destacaron localmente y en los alrededores están los Cachila Brass, Alcedito y sus muchachos típicos, Los Chea, Sergio El feo y su grupo, y Ricardo Gutiérrez, quien al escribirse estas líneas todavía está activo y ha tenido, además, proyección nacional.

De todas esas agrupaciones, sin embargo, ninguna ha dejado un recuerdo más vívido e imperecedero entre quienes disfrutamos de su música que Los Cachila Brass. Lo de “Brass” era en referencia a un conjunto norteamericano de música instrumental-jazz, los “Tijuana Brass”, que estaba de moda en esos tiempos. Es posible que nuestros ‘Brasses” no fuesen los de mayor calidad musical, pero sí fueron los más genuinos y los más pintorescos, y por lo tanto los que tuvieron mayor impacto en la imaginación del pueblo, al que legaron un sinnúmero de anécdotas y recuerdos.

Todavía debe repicar en los oídos de quienes se estrujaron al ritmo de los Cachilas, “.... ¡la llave!, ¿dónde está la llave?… cuando me emborracho, rracho, no sé que me pasa, pasa, no encuentro la llave, llave, no encuentro la casa... (coro) ¡la llave!, ¿dónde está la llave?”, su interpretación más famosa, la cual comenzaba como bolero montuno y cogía velocidad hasta que todo el público bailaba a velocidad de rayo y hacía un coro estruendoso sacando llaveros y repitiendo “¡la llave!, ¿dónde está la llave?”. Fue tanto lo que tuvieron que interpretar la dichosa llave, que una vez me dijo Bolívar: “¡la llave me tiene el ombligo como un chele ‘e salsa!”. Pero nada, que yo sepa, no creo que alguna vez se negaran a tocarla.

En los Cachilas todo llamaba la atención, comenzando con sus cantantes Bolívar Ventura, de 6’5” de estatura y Luis José, de 5’6”. Esto, al tener un solo micrófono, como podrán imaginarse, creaba un gran problema cuando debían hacer dúos.

Bolívar, que era muy buen cantante, tenía, además, un gran sentido del humor, y cuando terminaba de cantar, en su voz grave y particular solía comentar al público cosas tales como: “Buena harina, buena harina”; “Iban tan apretados, que están sudando espaguetis”; “Sal Andrews, Sal Andrews”; “...Y recuerde que Brugal refresca su memoria”; “Si toma para olvidar, pague antes de tomar”. O si no, cosas picarescas tales como “Carlitos si te vas, deja la pistola ya”; “Mamá se quema la malla”; “Repica Joselo, que Morelo alza vuelo”; “Harina fina, aunque pareca almidón”. A veces, cuando Cachila, quien además de ser director del grupo tocaba la guitarra, se perdía en la música, le decía Bolívar: “Compadre, la próxima vez, deje dirección”, lo cual, demás está decir, molestaba sobremanera a Cachila, su compadre del alma. Sin embargo, por lo que recordaremos más a Bolívar es por la frase: “¡qué sería de los pobres si Dios cortara toda fuente de espaguetis!”.

Uno de los músicos de Cachila, Lolo, el saxofonista, era muy bueno, pero como decía Luis José, era “temperamental” y por lo tanto impredecible. Si uno de los “tígueres” iba y le decía: “Lolo, esa muchacha hace rato que lo está mirando mucho”, él podía contestar “¡déjala que mire!”, de mala gana, o podía lucirse metiéndose dentro de la multitud de bailadores tocándole exclusivamente a ella, sin importar que fuera un merengue, una güaracha o un bolero. A veces, Bettis, quien a pesar de que la polio lo había dejado en silla de ruedas vivía una vida muy productiva, y tenía la de músico entre sus muchas profesiones, los acompañaba con su saxo alto. Un día, en medio de un “solo”, en que está Lolo “regao” dando notas a lo Félix del Rosario y el Manso, entra Bettis con su saxo a hacerle coro y a Lolo le enfadó tanto eso, que paró la música y fue al micrófono y dijo: “querido público, yo he parado la música, porque Bettis se cree que sopla y no sopla ná”.

¡Ah, Los Cachilas! ¡Fueron únicos! En tiempos difíciles como eran aquellos, su música era un antídoto efectivo para contrarrestar la inseguridad y el ambiente intimidante que se vivía, a pesar de que una vez, en tiempos de la Revolución de Abril en que tocaban en el Club Juvenil, hubo una corredera de todos los demonios cuando interpretando “… y dicen que Caamaño no ganaba ná… Caamaño un hombre guapo jefe e’ la revolución, ay, ay, ay, Caamaño si ganó…”, la guardia roció el área a tiros. Estaban los instrumentos “regao” por doquier, y los jirones de piel, los pedazos de camisas y pantalones y las “cabelleras” guindando en los alambres de púas, que metía miedo.

Tanto Bolívar como Cachila hace unos años que se fueron hacia su morada final, pero donde estén, le decimos gracias por la música, gracias por los momentos amenos y gracias por ser únicos. Extendemos nuestra gratitud a quienes estén vivos del grupo.

Glosario:
Sal Andrews = Polvo, parecido al Alka-Seltzer, que al ligarlo con agua se volvía efervescente, el cual decían era bueno para los dolores de estómago y para aliviar resacas.

Félix del Rosario = famoso músico dominicano, director de los Magos del Ritmo, agrupación de sólo 6 músicos, de fama internacional que con dos saxofones y sin trompetas, incursionaba en varios ritmos entre los que estaba el jazz, el bossa-nova, el merengue, el bolero y el guaguancó.

El Manso= saxofón barítono de los Magos del Ritmo, el conjunto de Félix del Rosario.
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lunes, 21 de septiembre de 2009

Baúl de los recuerdos

Cortesía de Jochy Ferreras
Amo a Mao


Don Carlos Juan Rodríguez, con el bandoneón, y Pedro Santana Aquino, “El tenor romántico”, celebrando el cumpleaños de la señora Melba de Núñez en el Salón Rosado del Restaurante Don Manuel. ¿El año?... bueno... más o menos 1985.

Don Carlos, el padre de Chachy, Carolina, Juan Carlos y Denisse, es (o era) tremendo músico. Además de bandoneón, don Carlos era guitarrista y si la mente no me traiciona, también tocaba saxofón. Sí, sí... sé lo que van a decir quienes vienen de esa época y conocen la situación: "quien tocaba saxofón era Cucha, su hermano...", pero creo que el Míster, como lo llamábamos, sí tocaba un instrumento de viento, probablemente el saxofón. IM

Dos excelentes seres humanos.
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A la villa del Mao

Por don Juan de Jesús Reyes

¡Villa de los crepúsculos del rojo de las tunas,
de nácares y perlas, a veces, y otras veces
todos tintes violetas, o todos palideces!
De las nieblas... ¡Oh, villa de mis breves fortunas

y de mis largas bregas! ¡Quisiera ser un río
y darte frescas músicas, vitalidad y arrullo,
o darte el oro nítido de mi luz con orgullo,
si atesora luz el sentimiento mío!

¡Oh, villa que está viendo mis tardes pensativas!
Ayer viste los gozos de mis mañanas vivas
frente a las altas cumbres y hollando tus praderas.

Mañana cuando veas al infinito abiertos
mis ojos, cuando asilo me des entre los muertos,
bríndame de las flores que dan tus primaveras.
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sábado, 19 de septiembre de 2009

Cuando Sísifo escribe en verso

Por Amelia de Querol Orozco

Prólogo a la obra Juego de espantos del joven poeta maeño, Carlos Reyes.

El poeta expresa así su propósito en Las babas del purgatorio que da apertura a la obra: “Sí, yo lo puedo decir. Soy dueño absoluto de mis demonios y de ellos deriva la expresión delirante del verbo. Me habita la agonía de las palabras, las que nunca han sido dichas, las que hierven en el tintero mortal de los amaneceres. Estoy aquí en un punto del universo y ninguna circunstancia me escamotea la libertad para extenderme sobre el papel como lo que soy: el sueño más absurdo que habita la casa de Asterión”.

A continuación el prólogo de Amelia de Querol Orozco:

Pensamos, con demasiada frecuencia, que no hay nada nuevo bajo el sol, que no somos más que Sísifos que cumplen el penoso castigo de vivir día a día, arrastrando el absurdo de una existencia vacua hacia la cima de ninguna parte, conscientes de que el despertar de un nuevo día sólo traerá una nueva noche. Ese mito del absurdo, que Camus reflejaría con la maestría que caracterizaba sus obras, nos enfrenta a nosotros mismos. El eterno retorno se hace dolor consciente, y en la propia consciencia hallamos la victoria sobre el hecho inalterable e inalterado de vivir que, desafiando al libre albedrío, nos ha sido dado sin nuestro concierto. Sólo la consciencia da sentido al sinsentido que nos atormenta y nos hace actores de una obra impuesta. Porque incluso Sísifo sonríe cuando su pesada roca llega a la cima y, durante unos segundos apenas, se siente dueño de su existencia, aunque, por lo mismo, terriblemente esclavo de ella. La paradoja, en este punto, está servida.

Paradoja que, de forma magistral, encontramos reflejada en la obra poética de Carlos Reyes. En su ascenso hacia la cima de la colina, olvida la piedra que le ata al destino ineludible y llena sus sudores de íntima reflexión, de profunda introspección, de una búsqueda apasionada del sentido último de su existencia. Y halla en la literatura, y de forma especial en la poesía, esa consciencia que le devuelve su propio yo al que dota de personalidad cognoscitiva.

Son sus versos una vía de escape, una migración, una huida. Pero, vuelve a ser paradójico, podríamos decir que una huída hacia dentro. Decide no escapar de la piedra sino ser, él mismo, piedra. Y es entonces cuando la clarividencia que debía constituir su tormento consuma, al mismo tiempo, su victoria.

Artista del intimismo, éste se hace tan patente en las figuras con las que recrea su obra poética, sobre todo en ésta que hoy nos ofrece, “Juego de espantos”, que motivan en el lector sentimientos encontrados. Tan desnudo y, a la vez, tan oculto, se nos muestra verso a verso. La retórica elegida por el autor no son más que retazos de sí mismo. Fogonazos que nos ciegan apenas unos segundos y que muestran luego, descarnadamente, toda la realidad existencial del artista. No hay sol sin sombra y Carlos Reyes nos recuerda, en cada predicado, que es necesario conocer la noche.

Repito, asumiendo el riesgo de ser redundante, que hallo en su obra ese profundo ejercicio de búsqueda cognoscitiva y solitaria que sitúa al propio autor frente al mundo y frente a sí mismo. Nada es dejado al azar en su camino poético, y cada palabra adquiere un valor único, alzándose como luz y como sombra. Sus versos abren las ventanas a los ricos, pero duros, paisajes interiores con que se adorna y decora el joven poeta maeño, a la vez que levantan muros tras los que ocultar la tremenda soledad del individuo ante la propia aceptación de su existencia y su eterno castigo. Es entonces cuando sus metáforas se perfuman de miel y, atentando al propio dictado del autor, escapan por los resquicios de esos mismos muros, derramando sus esencias. Nihilismo y ternura se entremezclan de forma manifiesta con la dura consciencia de la soledad y el vacío que pregonan. Paradoja, pura paradoja, el versar de este poeta que no deja, no puede dejar, indiferente al lector. Paradoja que inunda de sensaciones yuxtapuestas la mirada atenta del espectador.

Empecé este homenaje al poeta con una aseveración condicionada; aquello de que “no hay nada nuevo bajo el sol”. Tras la lectura de la obra poética de Carlos Reyes uno se replantea la sentencia y formula un nuevo postulado: “Hoy, bajo el sol, al menos, hay letras nuevas y versos de renovado espíritu”. La piedra de Sísifo se convierte, ahora, en cristal de luz.

En Narón (Galicia, España), 13 de octubre de 2008.
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jueves, 17 de septiembre de 2009

Los Mangos

Vivencias
Por Pablo Mustonen

Los había por todas partes, pero el lugar más famoso era El Palmar, finca que debía su nombre a las palmeras que allí habían sido plantadas como alimento primario de los cerdos, pero también a la par se habían sembrado una considerable cantidad de matas de mango.

La finca en sí no era de una gran extensión, pero se aprovechó todo el espacio disponible.

Había mangos de todas las variedades, pero el más abundante era el "Vizcaíno", que por su baja calidad usábamos para hacer "tetas" las cuales vivíamos chupando, principalmente en el recreo de la escuela.
Entre los más sabrosos se contaban el "Yamaguí", que se suponía de origen haitiano, y el "Colón o Mamellito", que según los comentarios entre la muchachada los había sembrado Ramoncito Colón, que a la sazón fungía como capataz del secadero.

Yo casi no iba al Palmar, ya que en el patio de la casa de mis padres adoptivos crecieron de manera silvestre dos gigantescas matas de la variedad "Mariposa", la cual era de un alto contenido de pulpa y si se cosechaban en su "punto", eran sabrosísimos. Pero como siempre la época de mangos coincidía con las vacaciones escolares, una que otra vez iba por la finca, y más cuando el tío Huberto daba permiso para que la "trulla" de muchachos entrara a hacer de las suyas. Normalmente el permiso terminaba con el pito de las cinco y allí, en la puerta principal, erguido con la majestad del miedo, siempre esperaba el tío, quien no vacilaba en confiscar lo que él considerara más de lo necesario, lo cual enviaba a la "pocigla" como alimento secundario de los puercos que esperaban ser sacrificados.

Para mí, los mangos más placenteros eran el "Bullita" y el "Tablita", pequeños en tamaño pero sabrosos; recuerdo que cuando los conseguía, chupaba la semilla hasta dejarla blanca en canas. Alguna que otra vez teníamos que salir corriendo, ya que los "barracos" en celos creían que íbamos por sus hembras y raudos debíamos buscar la "palizá" más cercana, para cruzar a un lado seguro. Estos "señores" no jugaban con sus cosas y preñar a las hembras, era su principal labor (envidiable trabajo ese).

¡Eso era vivir!

Glosario de Los Mangos
Preparado por Isaías M. Ferreira

Tetas = Las tetas de mango se hacían golpeando el mango cuidadosamente en toda su superficie. Cuando estaba completamente blando, se abría un orificio en la parte baja por donde se chupaba el néctar en forma de jugo.

En su punto = Algo está en su punto cuando alcanza un nivel de madurez o de cocimiento perfecto. También tiene connotaciones lujuriosas, como cuando se dice “Fulanita o fulanito está en su punto”.

Trulla = Grupo de muchachos y muchachas, generalmente en una misión, casi siempre divertida y con fines traviesos.

Pito de la cinco = Uno de dos pitos (sirenas) que se emitían en la Casa Bogaert, el primero a las 5:00 de la mañana, señalando el comienzo de la faena diaria, y el otro a las 5:00 de la tarde, señalando el fin de la faena. Esos pitos se oían en todo el pueblo.

Pocigla = Pocilga; cercado conteniendo un pozo de lodo donde los puercos se revuelcan. Como podrán imaginarse, ni las letrinas “jieden” tanto como las pociglas.

Barraco = Puerco padrote que por haber sido apartado para la reproducción no ha sido “capado”. Decirle a alguien que jiede a barraco es casi una invitación a pelear.

Palizá = También empalizá. La empalizada es una cerca hecha de palos, de alambres o Cayucos secos.

Marotear = El arte de salir por montes y fincas a tumbar frutas. El maroteo requiere esfuerzo propio; lo que tumbas te comes. Se considera un arte porque envuelve nervios de acero y atletismo. Por un lado hay que ser “arretao” (guapo) para meterse en terreno ajeno y en segundo lugar hay que correr más que el diablo si llega el dueño o el capataz de una finca y encuentra a uno maroteando. Pero ese era el 75% por ciento del goce de marotear.
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miércoles, 16 de septiembre de 2009

Don Radhamés Reyes Alfau

DO-RE-MI
Por Juan Colón

Nació en la ciudad de Mao, Valverde, el 14 de septiembre de 1923. Inició sus estudios bajo la dirección de los profesores Emilio y Tontón Arté y los continuó con Gabriel del Orbe, gran pianista y violinista mocano.

Emigró a la ciudad capital e ingresó a la entonces Voz Dominicana como saxofonista de la Orquesta Melódica de Pepín Ferrer, terminando como arreglista oficial de dicha orquesta. Su carrera en Santo Domingo no fue relevante. Buscando nuevos horizontes, Reyes Alfau viajó a la vecina isla de Puerto Rico, donde residió por espacio de 25 años.

Es ahí realmente donde se destaca como gran arreglista de los artistas de renombre de la isla. Fue el arreglista por excelencia de artistas de la talla de Bobby Capó, Gilberto Monroig, Yolandita Monje, Nidia Caro, El Gran Combo, etc.

Paralelo a su trabajo de compositor se dedica a los jingles comerciales, mercado que domina en su totalidad; tuvo tanto éxito económico y comercial en ese campo, que dejó a un lado el trabajo de arreglista para artistas.

Tuve el gran honor de conocer a don Radhamés y en una conversación que tuvimos traje al caso lo hermoso de sus melodías y la armonía (acompañamiento) de sus composiciones y arreglos, y me dijo que al ser amante de las melodías hermosas eso lo expresaba al componer.

Dentro de sus composiciones tenemos: La Maricutana, El 19 (hecho famoso por Alberto Beltrán), Gratey, Quiéreme, A tu lado, Fiesta Cibaeña, Mao adentro, por citar algunas de ellas. También escribió danzones, entre ellos “suerte 58”, e incursionó en el mundo clásico escribiendo cinco merengues para orquesta sinfónica. Algunos de estos fueron ejecutados por la orquesta de Conciertos de la Voz Dominicana, bajo la dirección del maestro José Dolores Cerón. Estas piezas se pueden encontrar en el Archivo Nacional de Música.

Don Radhamés fue un arreglista muy sutil, profundo, y al mismo tiempo simple. Profundo porque demostraba gran conocimiento armónico y excelente concepto acerca de cómo escribirle a los instrumentos; y sencillo, porque sus ideas las asimilaba cualquier persona aun sin tener conocimiento de música. Al escuchar las grabaciones de los artistas que interpretaron su música podemos darnos cuenta del inmenso caudal de sentimientos y conocimientos que impregnaba este genial músico a sus trabajos.

Alrededor de los años de 1990 retornó a Santo Domingo, ya retirado; hace trabajos esporádicos, pero su salud se quebranta y lo trasladan a Miami, donde fallece en el 2006.

A la hora de su muerte contaba 83 años.

Escribo con orgullo y sentido respeto a la obra de un extraordinario orquestador nuestro. Un gran orgullo de nuestra querida tierra, Mao.

En paz descanse, maestro.
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lunes, 14 de septiembre de 2009

Macachicles y el Patrón Santiago

Cosas de Mao
Por Isaías Medina Ferreira

Aunque Macachicles provenía de Villa Vásquez, era famoso en toda la línea noroeste; pero al parecer Mao era su lugar favorito porque siempre estaba allí bebiendo y causando problemas. “Yo soy ei varón… soy boiseadói, yudoca, Karateca… ando de copa en copa… hice un cuiso de moidía, patá y cabezazos… no se metan conmigo, que le pue pesái”, advertía. O si no, “me siento sugutunón, medio putón y chiviricón… siempre con ei pico prendío… hoy arranco jata con leña…”

Su capacidad para beber era legendaria y no respetaba marca. Un día llega a Mao y comienza a buscar “romo”. Le dan un trago aquí y otro allí, pero eso no lo deja ni topao. Chicle decide entonces ir donde Silvino Pichardo, por mucho tiempo representante de Bermúdez en Mao. “No hay na’, Chicle”, le dice Silvino, quien ya estaba cansado de darle ron a Chicle casi todos los fines de semana. Lo mismo le dice Humberto, el representante de Brugal, “llegate tarde, Chicle”.

Entonces se dirige Chicle donde Chichito Rodríguez, fabricante del vinagre Patrón Santiago, cuya fábrica estaba en el patio de su casa, en la Máximo Cabral, cerca de la escuela Juan Isidro Pérez. “Chichito, ¿quiere que te le haga propaganda ai vinagre?”, le propone a Chichito el Chicle. Chichito, quien no tiene nada que perder, decide darle 4 botellas al Maca. Enrumba Chicle hacia el parque central y se planta en un banco con sus 4 botellas de vinagre y a todo el que le preguntaba “¿y qué Chicle, qué hay de nuevo?”, éste, después de darse un trago largo del contenido de una de las botellas, le contestaba: “aquí con mi Patroncito Santiago aimándole un lío, y no de ropa, a Brugái y a Beimude, pa’ entre mi socio Chichito y yo tumbailo”.
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Empresaria inaugura nuevo estudio de producción de TV


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La empresaria y conductora de televisión maeña, Dorys Rodríguez, inauguró el nuevo estudio desde donde se transmitirán sus producciones Estampas TV, el Árbol de Navidad y Tele-Semana Santa.

Doris Rodríguez inaugura nuevo estudio de Producciones Estampas

Mao, Valverde, Rep. Dom. Con la bendición del diácono Nicolás Rodríguez fue inaugurado en Tele-Novisa, canal 43, el estudio y escenografía de Producciones Estampas desde donde se transmitirán los programas de dicha empresa: Estampas TV, el Árbol de Navidad y Tele- Semana Santa.

Dicho acto fue transmitido en vivo y en él el diseñador gráfico Riyer Rodríguez explicó cada uno de los elementos utilizados en la escenografía, en tanto su productora Doris Rodríguez habló de la importancia de tener un estudio y nueva escenografía que vaya acorde a los nuevos tiempos, y que cada elemento de la escenografía tenga una función específica para cada segmento de sus producciones, sobre todo ahora que el canal tendrá mayor cobertura a partir de noviembre a nivel regional.

Los asistentes a dicho acto enfatizaron que sin duda estos cambios realizados en Producciones Estampas son un ente motivador para los demás productores que realizan programas en el canal 43 ya que Doris, como la pionera en la TV de Mao, siempre vive innovando y ofreciendo al público calidad en cada una de sus producciones.

Entre los asistente estaban todo el equipo que trabaja en dicha empresa, entre ellos Eridania Gómez, víctor Pérez, Leaquina Rodríguez, José Tejada, Joselito, Miguelín y productores de otros espacios de TV como José Guzmán, Carlos Domínguez y Jesús Hernández, entre otros.
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