sábado, 22 de junio de 2019

CALLE DE MAO - MORENO ALMONTE


Cuadro del artista (pintor, escultor, muralista) maeño Leandro González Tito​. Ese es un trozo de la calle General Luperón y el señor sentado enfrente de la casa rosada es Moreno Almonte (fallecido), padre de Domingo Almonte, en cuya casa en Lynn, Massachusetts, se encuentra la pintura.

Más sobre Leandro se puede encontrar haciendo clic en el siguiente enlace: https://mao-en-el-corazon.blogspot.com/2011/10/conozca-nuestros-artistas.html
Siga leyendo...

jueves, 6 de junio de 2019

RAMÓN ECHAVARRÍA (RAMONCITO)

YO ME ACUERDO...
Por Evelio Martínez


A los compañeros Milet Haddad, Piculín Fondeur, y también a Ramoncito Echavarría por su valiente y digna oposición a la dictadura de Trujillo. Y a todos los hombres y las mujeres que los acompañaron en su resistencia, muchos de los cuales murieron en su intento.

Ramoncito nació en los alrededores del Mao que él dice ama con pasión, en el municipio de Laguna Salada. A los 4 años sus padres Ramón Echavarría y María Mata, se trasladaron a Mao. Don Ramón, su padre, fue un popular sombrerero de Mao. A temprana edad se fue a vivir a Palave, San Cristóbal y allí de forma casual vio al dictador Trujillo y al acercarse el teniente encargado de la finca, de apellido Barrientos, le dijo que se retirara, no sin antes ver lo suficiente para darse cuenta que Trujillo era igual que todos, de carne y hueso.

A medida que crecía, se desarrolló y acrecentó en él la rebeldía de su juventud y en su mente el convencimiento de que "Trujillo es un tirano".

Volvió a Mao siendo un mozalbete, alrededor de 1957.

Allí comienza su lucha contra el sátrapa y su dictadura, fundando junto a Fulvio Felipe la "UA", Unión Antitrujillista, cuyo objetivo principal era denunciar el régimen y crear conciencia en la población de sus acciones opresoras y asesinas, lo que hacían a través de panfletos. Para ello crearon una imprenta clandestina rústica utilizando letras hechas de gomas de bicicletas, con las que hacían los volantes contra el régimen que pegaban de noche en los postes de electricidad del pueblo.

Pedro Felipe, hermano de Fulvio, era miembro cooperante; él contribuía con algún dinero para los materiales. De los golpes, la presión y los maltratos tanto físicos como sicológicos que recibió en la cárcel las 40 quedó loco, de lo que nunca se recuperó. Fulvio Felipe se ahorcó, después de muchas penurias.

De sus experiencias en UA nos dice Ramoncito:

“Escuchábamos por radio desde Venezuela los programas de los exiliados dominicanos y sus consignas y recomendaciones, en casa de Isidro Corcino en nuestro barrio, Los Cambrones, quien tenía uno de los pocos radios que había en ese sector; de ahí copiamos elaborar volantes con la sigla "CT", contra Trujillo. Yo ya había tenido contacto con Enrique Almánzar de los panfleteros de Santiago y habíamos programado la distribución de panfletos en Mao, lo que yo realicé con éxito. Los pegué y regué en todo el pueblo y por lo que tuve que salir huyendo para Manzanillo ante la persecución tenaz de que fui objeto en todo Mao. Eso fue a principios de 1959. En Manzanillo estuve una semana escondido donde unos familiares, pero un soplón me delató y fui hecho prisionero y trasladado a la Fortaleza del ejército en Mao, ante el temible general Alcántara; yo no quise declarar y este me dijo: ‘Yo te voy a mandar pa’rriba, pa’ la capital, a ver si tú vas a cantar".

“En Mao, cuando agarraron a Fulvio también agarraron a Milet y los carearon a ver si vomitaban; ellos eran amigos y hablaban contra Trujillo; Fulvio dijo que Milet no era de la Unión Antitrujillista, aunque lo tenían en observación, porque además era hijo de un mártir antitrujillista, Salomón Haddad caído en las Lomas de Gurabo junto a Desiderio Arias.

“Me llevaron a la capital a la famosa cárcel de las 40; yo había oído hablar de estas ergástulas, cárcel de terror y miedo y cuál fue mi sorpresa al llegar allí y toparme frente a frente con ese monstruo de la tortura y el escarnio, el mismísimo Johnny Abbes, quien con presteza y autoridad me conminó a declarar todas mis andanzas dándome un bofetón que vi estrellitas. Estaba desnudo y frente a mí pararon un hombre bajito sostenido por dos carceleros porque no se podía tener en pie por los golpes que había recibido. Su rostro era irreconocible pues era una bola de sangre amoratada; era imposible que yo lo reconociera al preguntarme los torturadores si yo lo conocía. Al contestarle que no me entraron a latigazos y comenzaron a sacarme las uñas de los pies y me enseñaron la silla eléctrica que se veía cerca y Johnny Abbes me dijo: "si no hablas y dices quiénes son tus compañeros, te voy a sentar en esa silla" y me dio dos bofetadas. “¿Ud. no ve que ese es su compañero Fulvio Felipe?”, me dijo. Yo al ver a Fulvio en esas condiciones supuse que él había hablado y le dije a Johnny Abbes que Fulvio y yo habíamos fundado la UA, Unión Antitrujillista, pero que los panfletos era yo quien los regaba en Mao. Me dio pena y dolor ver a Fulvio en esas condiciones y supuse que a mí me iría peor o igual. Me dieron varios latigazos con el "güevo de toro" y me sentaron en la silla eléctrica diciéndome: "di ahora cuáles son los otro compañeros tuyos". No me dio tiempo, la primera descarga me desmayó y desperté en el suelo en un charco de vómitos y sangre al lado de Fulvio. Duramos tres días encerrados en una celda solitaria de 4 por 3 metros y sólo nos daban chocolate de agua y un pan duro. Al tercer día me sacaron a mí para interrogarme de nuevo; me dieron varios latigazos, siempre desnudo; yo sostuve lo que había dicho y me dieron la ropa sucia y estrujada y me trasladaron a la Victoria, cárcel cerca de la capital. Allí, en la Victoria, conocí a casi todos los conspiradores contra el tirano y me di cuenta que nuestro movimiento era a nivel nacional y me llené de orgullo, no obstante estar bien magullado por los golpes y las torturas. Me sacaron de la cárcel de la Victoria y me llevaron de nuevo a la 40, y pude ver que era una finca cercada de blocks con un portón grande que al abrirse dejaba ver algunas construcciones de blocks y madera que hacían las veces de centro de tortura y a veces asesinatos. Llegué allí para identificar a unos maeños que habían sido hecho presos y me preguntaron si eran mis compañeros. Eran Adolfo y Belarminio Sánchez (Belancito), y Niño Sánchez. Ellos eran mis compañeros del barrio; dije que los conocía pero que ellos no habían participado conmigo en nada. Con ellos yo escuchaba donde Isidro Corcino la emisora de Venezuela y hablábamos contra Trujilo, pero por supuesto, yo no dije nada de eso. Me volvieron a llevar a la Victoria hasta supuestamente indultarme antes de que ajusticiaran al sátrapa.

“En Mao mi vida transcurrió siendo perseguido, sumido en la soledad que significaba ser desafecto del régimen. El 30 de mayo, al producirse el ajusticiamiento del tirano, nos recogieron a siete de los que habíamos estado presos por política y nos llevaron a la Fortaleza de Mao, que la comandaba el Coronel Atilano López y allí, después de formarnos en el patio de la misma, nos dijeron que nosotros nos reímos porque habían matado al jefe, cosa que desconocíamos aún. Soltaron los presos y los guardias con palos de leña la emprendieron contra nosotros a palo limpio hasta dejarnos inconscientes; a Milet Haddad le partieron los dos brazos”.


Ramoncito vive hoy en Mao junto a su familia, siempre solidario y participando en todos los actos y faenas revolucionarias y las causas justas.

¡Salve Ramoncito Echavarría, héroe valiente torturado por la tiranía trujillista, pero jamás derrotadas su integridad ni su dignidad!
Siga leyendo...