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domingo, 8 de junio de 2014
domingo, 4 de agosto de 2013
TERCER CAMINO
A LA PATORIEGA
Por Lavinia del Villar Jorge
A Don Jorge, mi padre
Mi papá tenía un armario que era como esas cajas de los magos de las que mientras más cosas salen, más le quedan. Ahí había de todo, desde cortauñas, tijeras y tijeritas, agujas, hilos de distintos colores, potecitos vacíos, funditas dobladas, alfileres, alcohol, Mejoral, el calmante de la época, clavos, grapas, en fin…solo teníamos que preguntar: “Papá ¿tienes un botón azul?, -“Claro que sí, ustedes nunca encuentran nada porque viven a la patoriega”.No sé de dónde sacó la palabra “patoriega”, porque jamás se la he escuchado a nadie, pero según como él la decía, intuíamos que significaba vivir en el desorden, en el descuido, o en el no me importa.
Pero eso sí…, si prestaba una aguja se sentaba a tu lado a esperar que terminaras de usarla, porque “después se olvida, y cuando usted la necesite de nuevo, ya no está”.
La llave de ese armario no estaba disponible para nadie, y de niños, mis hermanos y yo, ansiábamos que por olvido la dejara mal puesta, para chequear las cosas que guardaba allí.
Paradójicamente, cuando murió, con llave en mano, toda una vida de intriga se convirtió en sentimiento de culpa, ante la posibilidad de hurgar entre sus cosas.
Al abrirlo encontramos, dentro de un estricto orden, ropa nueva desde medias hasta corbatas, y todo una mini farmacia, ferretería y quincallería, que preferimos no tocar, para no profanar lo que había sido su santuario.
No sé si el mensaje que nos quiso dar era que debíamos ser organizados y preventivos, o si por el contrario, que no necesitábamos serlo porque él estaba ahí para asistirnos.
Costó tiempo y trabajo valorar su empeño, pero cuando busco y no encuentro las cosas, cuando dejo ropa tirada y zapatos fuera de sitio, todavía lo recuerdo recriminándome: “No se puede vivir a la patoriega”.
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