Por Rolando (Cuchara) Espinal
Era por allá por las décadas de los 60, 70, cuando el amor por el deporte le brotaba por los poros y le circulaba por las venas a los que practicaban algunas de las diferentes disciplinas deportivas existentes. Era un entusiasmo verdaderamente romántico en el que a veces era casi imposible reconciliar el sueño, solo con saber que al día siguiente había un compromiso de intercambio, en béisbol en este caso, en el cual debíamos competir con algún otro equipo representativo de alguna de las provincias de la línea noroeste, y había que participar con altruismo, pero había que ganar, porque como se decía en esa época y se dice todavía, el que gana es el que goza.
Para cada jugador era una responsabilidad cumplir con lo que el dirigente y los fanáticos esperaban de él. Por esa causa, cuando se cometía algún error en el terreno, o no se bateaba en el momento oportuno, eso significaba una gran vergüenza interna para el jugador envuelto en ese triste episodio. Cuando ocurría lo contrario, o sea, que el jugador hacía una buena jugada o conectaba el batazo oportuno, la alegría era inconmensurable.
Anteriormente decía que había una gran responsabilidad para el jugador, porque los fanáticos daban un apoyo total a esos intercambios. Era tal ese apoyo, que con el sol casi quemando la piel, a las 12 del medio día, y parados por 3 horas detrás de la caja de bateo, la cual estaba protegida como a 5 metros hacia atrás, por una verja construida con alambres de púas, de ahí no se movía nadie hasta que no terminara ese partido, que a veces duraba hasta la 1 de la tarde. En vista de que había juego matutino y vespertino, algunos fanáticos se quedaban de corrido, para esperar el juego de la tarde.
Entre los fanáticos, siempre había personas de buena posición económica que obsequiaban regalos a los jugadores más sobresalientes de los partidos. Esos regalos consistían en dinero en efectivo, camisas, invitaciones a sus casas, etc., etc.
Por mi parte recuerdo que un día llegué feliz a mi casa con tres camisas en su estuche y 400.00 pesos en efectivo (eso era mucho dinero).
Entre tantos, uno de esos momentos románticos y emocionantes, fue aquella ocasión en que el equipo de Mao después de ganarle a todo el mundo en la línea noroeste, nos enfrentamos al equipo de Santiago, que a su vez había ganado en su circuito, y bebíamos jugar la serie final en el Estadio Cibao. Por una jugada del destino, ese juego lo perdimos en el noveno episodio por el error de un jugador que estaba reforzando nuestro equipo. Si hubiéramos ganado ese partido, entonces tendríamos que subir a jugar con el equipo de la capital para discutir el campeonato nacional.
Quiero decirles que cuando perdimos ese juego en Santiago, y salimos del terreno, al entrar al dogaut, era un silencio sepulcral que terminó en lágrimas y llantos desconsoladores de todos los jugadores del equipo.
Así era el béisbol romántico de esa época.
Dedico esta remembranza al buen amigo Ley Simé porque él es testigo de lo que narro en estas líneas, ya que siendo el anotador oficial él andaba para todas partes con ese equipo . También al buen amigo Manito Santana por el gran esfuerzo que hizo en los años 80 para mantener vivo el béisbol de la época.
Cuchara : Para que todos duerman tranquilos con los peloteros que faltan por conocer; mi hermano Rafael Santana (Lilí) los reconoció enseguida y ahí les van : de pié entre Archivaldo Taveras y Ticuí está Rafael Villalona (el Cojío)'que no le hiciste mención.
ResponderBorrarEn cuclillas, los últimos dos,despues de Dega, Rafael Reyes (pitcher zurdo,hermano de Turito)y el 4to.y 5to.bate Antonio Toña.
Ley Simé no era anotador para esa época,sino José Antonio Colón),hijo del sastre Toño,con la sastrería frente a Aquilino Castillo.
No te has equivocado al mencionar esa fanaticada,lo único en que te equivocaste fue en la distancia donde se colocaban,porque recuerda que ninguna línea o rolin de foul salía del terreno de tan cerca que estaban;muchas veces a los fanaticos del lado de la tercera base había que empujarlos para que el bateador pudiera ver al coach.
Ese juego decisivo de Santiago,el Cojío estaba tirando una joya contra Jesus Frómeta, o Maceo Monción ,los dos mejores pitcher del Cibao (sacando a Jovellano).Capimpo de la Cruz,Umpire del home plate,al ver el juegazo,y por temor a que Santiago perdiera,busca la forma de sacar al Cojío y antes de comenzar el inning,le pide la bola para revisarla,el Cojío se la lanza y el mira para otro lado para que la bola le pegara y ahí lo expulsó,alegando que fue adrede.
El pelotero refuerzo que cometió el error fue Ramón Lozada,primera base de Guayubin,zurdo,bajito,con mucha fuerza. Se apretó con un fly al infield.
Recuerdo,al final llaman a Mitibón de emergente y pegó un batazo debajo de los 385 del Stadio Cibao,por poco la saca.
Sobre estos juegos Regionales haremos mención de su calidad y su fanaticada.
Gracias Cuchara por recordar mis años de mandato del beisbol del cual luego explicaré de como pude mantener el interés de los fanaticos que llenaban ese play todas las noches de juegos.
Siempre
Manito
Cuchara : Creo que todavía hay errores en la foto.
ResponderBorrarEl recoge bolas no es Marrañao,sino aquel señor que me parece vivía por la 18 y el último de los peloteros es de Santiago Rdguez.Calín o el Chivo Villalona reforzando. Su camisa tiene las iniciales SR y tiene el pelo bueno.
Siempre
Manito
Mi estimado manito,el objetivo de mi cronica, es precisamente ese; que participen mas personas que vivieron esa epoca, para que podamos obtener la realidad en cuanto a la identificacion de cada uno de los jugadores que conformaban ese equipo.Tu tienes razon en cuanto al lanzador conrtario, cuando dices que era Jesus Frometa.
ResponderBorrarEl jugador refuerzo que hizo el error lo inscribian en el roster con el nombre de Hipolito lozada.Proximamente, seguiremos haciendo aclaraciones al respecto.
Mella, el último en cuclillas se trata de el Chivo Villalona, hermano de Calín. Para ese entonces la foto se tomó cuando el equipo se preparaba para enfentar a Santiago en las eliminatorias del Cibao.
ResponderBorrarFelicidades,
Afectos
Ley Simé.
Distinguidos todos, el anotador sera Juan Agustín Colón, hijo de Toño el sastre como apunta Manito, recuerden que el hacía cachuchas antes de aparecer Paquito en la industria. El recogebate se llamaba Manuel, trabaja en el Ayuntamiento y era nativo de Sabana Grande.
ResponderBorrarFelicidades
Miguelín Marrero
oirsa@codetel.net.do