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viernes, 9 de agosto de 2013

CUCHARADITAS

QUE NUNCA LLEGUE LA ESPERA
Por Rolando Espinal


No sé qué será de mi vida cuando estés lejos,
porque cuando siento cerca tu presencia
la paz embarga todo mi ser.

Si tú no estás mi mundo se torna en penumbras,
y al buscar en el horizonte,
la mirada se pierde en la distancia
y tu rostro angelical no aparece.

Me siento aturdido, y no sé qué hacer,
porque no nací para vivir lejos de ti;
donde no me llegue el perfume que emana de tu cuerpo
y no pueda ser yo el guardián de tu sueño.

Si te vas, te llevas la mitad de mi vida,
mientras la otra mitad queda inerme
esperando tu regreso.

Combatiendo mis fantasmas... ya que el alcohol no surte efectos.

¡Coge ahí, papá! RE
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viernes, 7 de junio de 2013

HORA DE INSPIRACIÓN

EN POS DE MI ELUSIVA MUSA

Antes de irme a la recámara, quise escribir un poema,

por más que busqué y busqué, la musa no me abrió sus puertas;

seguí el intento, y nada;

luego recordé, que si ella duerme, mi corazón se acongoja y también quiere dormir para hacerle compañía,

y mientras duerme, soñar que despertamos juntos, y que sus ojos negros me miran hasta hacer enloquecer los míos,

y el calor de su cuerpo me libera del frio que produce el rocío de la mañana;

aún sigo sin poder escribir el poema, pero me consuela saber, que en el intento, pude imaginarla

y pensar en ella.

Rolando Espinal
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jueves, 8 de septiembre de 2011

TIEMPO DE INSPIRACIÓN

SEPTIEMBRE   
Del Poemario Extraña Hora: Madrugada
Inédito de Narcisa Ferreira de Pimentel

Un abrazo silencioso marcó nuestra despedida
Mas, cuando te dije adiós no logré mirar tu rostro
Pues las lágrimas vertidas el día de mi partida
Me opacaron la visión y a penas te percibía

La congoja se hizo dueña de mí desde aquel instante
Te prometí muy solemne desde el fondo de mi alma
Que estarías en mi mente, que nunca te olvidaría
Y por doquiera que fuere, por siempre mi amor serías

Entre los fuertes sollozos que irrumpían por mi pena
Yo pude apreciar también que alguna promesa hacías
Pero no logré escuchar con claridad tus palabras
Pues con mi angustiado llanto tu juramento no oía

Fue en Septiembre lo recuerdo ¡cómo lo habría de olvidar!
Sentí un dolor tan profundo ante nuestra despedida
Nunca pensé que en otoño me dejarías escapar
Como la hojarasca al viento, o como la ría al mar

Serás para siempre en mi vida, y hasta después de mi muerte
Remembranza inolvidable, si es que no volviera a verte
Te convertiste en mi sombra desde aquella despedida
Y la añoranza es tan grande, que me rebasa la vida

Surges del fondo de mi alma al nacer la primavera
Con el olor de los pinos y flores de las praderas
Mas, aunque cambien los aires al nacer cada verano
Septiembre estará en mi alma todos los meses del año

Cada hoja de septiembre que se adosa a los caminos
Me recuerda aquel otoño, de cuando nos despedimos
Y ha pasado tanto tiempo desde que me hice ausente
Que te pienso y me pregunto si aun cavilo en tu mente
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miércoles, 13 de julio de 2011

LA FLAUTISTA DE LA PLAZA MAYOR

Del Poemario Extraña Hora: Madrugada
Poema Inédito de Narcisa Ferreira de Pimentel

Cada día la observaba con igual curiosidad
Tocar con su vieja flauta su incansable melodía
Esperando un transeúnte le diera por caridad
Unas poquitas monedas con las que pan compraría

Por los hoyos de la flauta salía vaho de su aliento
El que se elevaba al cielo confundido con la niebla
Mientras todos la ignoraban y con desprecio decían
¡Es por droga y no por frío por lo que su cuerpo tiembla!

Tenía aspecto descuidado, por demás desaliñado
La melena enmarañada le ocultaba todo el rostro
Y tocaba hora tras hora hasta terminar el día
Repitiendo sin descanso esa misma melodía

La bóveda celestial fue siempre su inmenso techo
Temía mucho a la noche y solo ella lo sabía
Pues la lluvia le mojaba el cartón que era su lecho
Y en rincones tenebrosos, del turbión se guarecía

¿Es que no tendrá parientes esa indigente flautista?
Me preguntaba al mirarla ir por la plaza mayor
En tanto la indiferencia pone un velo en la mirada
De los que van a la plaza, que es toda la población

Una mañana de octubre el pueblo se congregó
Alrededor de una grada en plena plaza mayor
Y al acercarme entreví sobre el pelo enmarañado
El rostro de la flautista que sin vida había quedado

Sin duda era muy hermosa, dijeron los parroquianos
Pues en su inmensa belleza nadie jamás reparó
Y la divinidad de su alma que tras el vicio ocultaba
Tras su muerte como lirio, sobre un fangal floreció

Era en octubre y la fronda su ropa se desvestía
Y cada hoja cobriza sobre su cuerpo cayó
Mientras la roja hojarasca le daba su vestidura
El viento una melodía muy conocida silbó

Todos sintieron la culpa de lo que había sucedido
Nadie le ofreció su ayuda pecaron de indiferentes
Que tristeza, pobre suerte, solo después de la muerte
Logró llamar la atención de una casta de indolentes

Pasó el tiempo y con los años aun el viento silbaba
Esa extraña melodía que la flautista dejara
Sobre techos, y ventanas de una comarca lejana
Para que la recordaran cuando el otoño llegara.
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martes, 28 de junio de 2011

MIGRAR

POEMA INVITADO

Estando aquí algo de mi es de allá y cuando allá llego,
me falta lo que aquí quedó.
No soy ni de aquí ni de allá,
emigrante soy
con dos tierras que a veces son ninguna
y otras veces son las dos

Tomado del blog de Catalina Baeza
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lunes, 27 de diciembre de 2010

YISEL, ÍNTIMAMENTE ELEGÍACA

Por Carlos Reyes

“Ya no sé si es que la vida es muy larga
y la muerte resulta corta.
O ¿será acaso que la vida
es muy corta y la muerte resulta larga?

Con estos versos filosóficos y cargados de desaliento se expresó Yisel del Carmen Arias Vargas en su libro Yo, íntima en treinta poemas elegíacos, publicado en diciembre de 2008.

Eran los suyos momentos de angustia permanente por la corrosión interna de su enfermedad, misma que no pudo nunca robarle la sonrisa y el ánimo de vivir. En su libro nos ha dejado el testimonio amargo y feliz del que ha vivido en carne propia el dolor de una pena que no le impide reír.

“Cerré mis ojos y me fui con el viento”. El 21 de diciembre Yisel cerró sus ojos y se nos fue con el viento, pero no lloremos, porque ella tal vez no se ha ido, si se ha ido con el viento es probable que esté enredada en los árboles, bailando la danza de la alegría valiente que la vida no pudo quitarle.

Yisel se queda en sus poemas, se queda en su casa, en la universidad y por último se queda en el camposanto convertida en una flor, símbolo de una nueva etapa en su vida: la de la pureza total.

No, no lloremos porque su vida haya parecido un mar de lágrimas repleto de peces salados, oremos en silencio, en la secreta oscuridad de nuestra alma, porque nos ha dejado el inigualable paradigma de la lucha sin cuartel por alcanzar una estrella.

Yisel no ha muerto, Yisel tan solo ha cerrado sus ojos y se ha ido con el viento.

Datos biográficos

Yisel del Carmen Arias Vargas nació en Mao, Valverde, el 29 de marzo del año 1982. Estudió Filosofía y Letras en el CURNO-UASD, donde se graduó magna Cum Laude. Actualmente estudiaba otra carrera en la misma universidad y se preparaba para realizar una maestría en lingüística. Había publicado el poemario Yo, íntima en treinta poemas elegíacos, y tenía casi listo otro libro. Fue entrevistada en el programa Zona 5 de la capital y en el programa Expectativa Cultural de Bergson Rosario, en Arcoiris Digital; también fue incluida en la antología Letras del Sol de Carlos Reyes. Murió el 21 de diciembre de 2010 en Santiago. Vivía en Cacique, Monción, provincia Santiago Rodríguez.

Todas las actividades que realizaba Yisel eran en medio del padecimiento, por su enfermedad; tenía que tomar muchos medicamentos costosos para sobrevivir. En varias ocasiones perdió la vista y volvía a recuperarla parcialmente; así, ciega, pudo escribir su libro de poemas.

Poema XXV

Soñé que el sol me iluminaba con su bella luz,
y que la luna me arrullaba con su maravilloso canto.
Soñé que mi existencia era blanca, mágica y eterna
como la tierna sonrisa de un niño
que caminaba alegre por la calle.
Soñé que las nubes eran de fresa
y que el cielo era un hermoso jardín
sembrado de margaritas y crisantemos.
Que mi voz era el susurro que emanaba del viento,
y que mi canto era una maravillosa
psicofonía de amor a la humanidad.
Soñé que la vida transcurría serena
en un eterno solsticio de verano,
que mi espejo era el mar, y que las olas
eran un torbellino de sueños y esperanzas para mi alma.
Que mi música era la lluvia que resbaló por la ventana
de mis recuerdos,
y que mi risa se confundía con el sonido del mar
y con el trinar de los pájaros que se posan
entre las rosas primaverales de los jardines de mi infancia.
Soñé que jugaba con el tiempo,
y que volaba al infinito a través de una mirada dulce
y eterna, que atrapaba el mundo con mis suaves
y delicadas manos,
y que era mariposa que abrió sus inmensas alas al sol.
¡Soñé, soñé, y soñé hasta perderme en mi mundo
de fantasías e ilusiones profundas, como el mar,
inmensas como el cielo, azules como la eternidad!
Soñé hasta encontrarme y reconocerme pura, casta y clara...
Hasta creerme mi propio sueño y perderme en él,
hasta convertirme en tu lluvia de estrellas
y duendes o en la flor que cortas cada mañana,
o en el beso que ansías cada noche de tus largos y tristes días...

Del libro Yo, íntima en treinta poemas elegíacos. Yisel del Carmen Arias Vargas. Editorial Somos Literatura, Santo Domingo, 2008. Páginas 112-113.
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