miércoles, 26 de agosto de 2015

ORGULLOSAMENTE VIVO EN LA CALLE MÁXIMO CABRAL


Debemos participar en este extraordinario evento que debe llenarnos de orgullo.
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viernes, 21 de agosto de 2015

NUESTRO SENTIDO PÉSAME A LA FAMILIA PERDOMO-RODRÍGUEZ

Nuestro más sentido pésame a la familia Perdomo-Rodríguez por la dolorosa partida de su querida madre Dña. Juana Rodríguez, cariñosamente doña Chicha.

Hermano Humberto, reciban tú y tus hermanos y hermanas nuestras condolencias y afectos. Esperamos el Todopoderoso los arme de fortaleza, consuelo y conformidad ante tan irreparable pérdida.

Paz al alma de Dña. Chicha.

En la hora del dolor y siempre, a nombre de MEEC y los MEECianos, reciban nuestra solidaridad.

Isaías
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miércoles, 19 de agosto de 2015

NOTA LUCTUOSA

HA FALLECIDO JOSÉ GÓMEZ (EL RUBIO)

Pasamos por la pena de informarles del fallecimiento de José Manuel Gómez Núñez (El Rubio), acaecida antier, a causa de un infarto fulminante al miocardio. La parca lo sorprendió frente al volante de su vehículo, mientras esperaba que un semáforo cambiara a verde, a una cuadra del negocio de su esposa, Juana Fernández (Negra). Al parecer, se sintió mal y decidió buscar a su esposa para que lo llevara al médico…

Sus restos mortales están siendo velados en la Capilla D, de la Funeraria Blandino, ubicada en la avenida Abraham Lincoln, de esta capital, de donde partirá el cortejo fúnebre, a las 10:30 AM de hoy. Será sepultado en el Cementerio Puertas del Cielo, de esta ciudad.

Le sobreviven, además de su esposa, sus hijos Leyla, Juan, Mónica y José (fallecido).

¡Descanse en paz el buen amigo, colega y compueblano!

Compilado de una nota enviada por Fernan Ferreira.
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jueves, 13 de agosto de 2015

EL AYUNTAMIENTO DE MAO INVITA A LA CELEBRACIÓN DE LA RESTAURACIÓN


APOYEMOS LAS CELEBRACIONES DE LA RESTAURACIÓN
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domingo, 9 de agosto de 2015

NUESTRO PROPIO CAMINO

TERCER CAMINO
Por Lavinia del Villar


“Una cosa es pensar que estás en el camino correcto, y otra es pensar que el tuyo es el único camino.” Paulo Coelho.

Uno de mis libros favoritos es “Manual del guerrero de la luz” de Paulo Coelho, y en una de esas releídas que le doy de tiempo en tiempo, me di cuenta de que el guerrero de la luz cree, como yo, en el Tercer Camino, y admite que aunque a veces nos sentimos derrotados y nos cunde el desánimo, la esperanza nos lleva a la búsqueda de ser mejor de lo que éramos.

Bien lo expresa en una de sus reflexiones:

“Todo guerrero de la luz ya tuvo alguna vez miedo de entrar en combate… ya traicionó y mintió en el pasado... ya recorrió un camino que no le pertenecía… ya sufrió por cosas sin importancia... ya creyó que no era guerrero de la luz. Todo guerrero de la luz ya falló en sus obligaciones espirituales... ya dijo sí cuando quería decir no… ya hirió a alguien a quien amaba. Por eso es un guerrero de la luz; porque pasó por todo eso y no perdió la esperanza de ser mejor de lo que era.”

Nadie traza una línea recta en el camino del bien, o se mantiene hollando de por vida el camino del mal. Cambiamos cuando nuestro aprendizaje nos hace consciente de que debemos crecer y tratar de ser mejores personas. Así creamos nuestro propio camino, y para andar con fe en él, no necesitamos probar que el camino del otro está equivocado. Condenar al que creemos que actúa erróneamente, al que pensamos no merece nada porque no es bueno, o al que afirmamos que se le pasó el tren para cambiar, es subestimar el poder y el valor de despertar al bien, y desestimar el derecho divino de cambiar de senda.

No existe mejor ni peor camino, sino el camino individual, que es el que trillamos con nuestros propios pasos, y que nos conduce a la puerta que nos abrirá Dios con su misericordioso perdón.
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miércoles, 5 de agosto de 2015

LA PENA DE LA MUERTE

PARA CURAR EL ALMA
Por Doris Rodríguez


No existe manera alguna de describir la magnitud del dolor que se siente tras la muerte de un ser querido. Si buscamos una definición a ase dolor probablemente digamos que sentimos que el corazón se nos rompió, que nuestra alma se fue del cuerpo, negándonos aceptar la realidad, incluso quisiéramos irnos con ese ser que nos dejó el alma vacía.

La muerte de un ser especial como una madre, un padre, un hijo parece detener la vida y de pronto el dolor se apodera de cada momento sin que podamos hacer mucho para mitigarlo. La confusión, la angustia, la depresión o simplemente vacío de aceptación son algunas de las emociones que sentimos cuando perdemos un ser querido. Ni los amigos, ni el exceso de trabajo, ni las salidas forzadas pueden curar la herida que abre la muerte.

El dolor por la muerte de una persona amada nos produce algunas reacciones físicas como opresión en el pecho, llanto, músculos tensos, problemas para relajarnos, poca energía, nerviosismo o problemas para concentrarnos.

Las emociones pueden ser más intensas o más profundas de lo habitual; lo importante es, no fijarnos plazos para salir de la situación de pena en la que nos encontremos, sino vivir el presente y dejar este proceso que siga el curso del día a día. Es preciso exteriorizar los sentimientos, hablar de lo que se siente. Nada más alentador que aprender a comunicar la verdad que habita dentro de uno mismo; se siente una descarga que acompañan las lágrimas y nos sentimos mejor

Asumir con serenidad la ausencia, centrándonos y volviéndonos a las actividades cotidianas, no creer que si no se llora no se sufrirá. Muy por el contrario, no hay que cerrarse al dolor, pues tarde o temprano termina por explotar, afectando nuestro cuerpo y mente. Además, es esencial mantener los espacios personales, y respetar esa privacidad, si queremos estar sola/o y llorar hasta secar los ojos. Debemos ser respetadas /os.

En medio del dolor, es reconfortante recibir la visita de amigos, que te den un abrazo, escuchar unas palabras de aliento, apoyarnos en las personas que nos rodean, que siempre son las que tienen la posibilidad de escucharte sin asustarse o intentar callarnos.

En todas las familias hay muertos porque todos tenemos antepasados. Pensar en los que ya no están puede ayudarnos a reconsiderar la relación que mantenemos con los que tenemos cerca.

Una pérdida puede llevarnos a encontrar fuerza en la fe, a cuestionar creencias religiosas o a descubrir significados y conexiones espirituales.

Para los cristianos la fe en Dios es la única dosis que podemos tomar para superar el dolor y reconocer que solo él sabe porqué ocurren las cosas, y que debemos agradecer su voluntad; sólo Dios nos da la conformidad, con el tiempo el dolor se va acomodando en un rinconcito del alma donde quedan dormidos los recuerdos velados por el amor eterno.
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lunes, 3 de agosto de 2015

PARADIGMAS

Por Fernando Ferreira Azcona

Recientemente, nuestro dilecto amigo y compueblano, Lic. Jesús María Hernández, publicó unas notas muy halagadoras, acerca de la familia Ferreira Azcona, las cuales leímos en el blog Mi Rinconcito Maeño, dirigido por Humberto Perdomo, otro amigo de toda la vida. Gracias a Jesús María por la labor de su intelecto y por su alto concepto acerca de nuestra familia, y gracias a Humberto, por darle cabida en hoja electrónica, la cual se ha convertido en una costumbre diaria en muchos de nosotros.

Como la nota que nos ocupa generó decenas de comentarios favorables de viejos amigos y de jóvenes, a quienes no tengo el honor de conocer, pero que probablemente, son amigos de mis hermanos menores, me permito compartir con mis amables lectores, algunos de los paradigmas bajo los cuales fuimos criados.

Lo ajeno, no se toca. Nuestros progenitores nacieron y se criaron en hogares muy humildes y con muchas carencias materiales. Papá nos cuenta, con lágrimas en los ojos, las precariedades con que vivieron en casa de nuestros abuelos paternos. Sin embargo, ¡Cuidado con coger lo ajeno! ¡Cuidado con robar! Fueron criados en base a una honestidad acrisolada. Por estas razones, papá se vio forzado a abandonar el hogar cuando apenas era un niño de 13 años de edad y dedicarse a trabajar como empleado de un colmado ubicado en Magua. Su mísero salario lo enviaba íntegro a sus padres, con el propósito de contribuir a mitigar la situación de su hogar.

Afortunadamente, en nuestro hogar, producto del trabajo honesto, las precariedades fueron más ligeras. Pero, la frase “lo ajeno no se toca” siempre fue un paradigma inviolable. Si alguno de nosotros llegaba a casa con un chele, o un objeto con el cual no salió, tenía que explicar convincentemente cómo y dónde lo adquirió y… nuestros padres se encargaban de verificar la versión ofrecida.

El trabajo honrado, no importa cuán sucio sea, dignifica al hombre. Tengo una fotografía grabada en mi mente. Yo era entonces un niño de alrededor de diez años de edad. El Juzgado de Paz estaba en el segundo piso de la casa donde vivía Don Damico Reyes, diagonal a la nuestra, en la calle Duarte. Mientras Papariro, con su silbido incesante barría la calle próximo a nuestra casa, por la acera más distante, un policía llevaba un preso, con un pollo en las manos, para ser juzgado. Papá me llamó, echó su brazo sobre mis hombros y señalándome la escena me dijo: “Si usted tiene que barrer la calle, hágalo con la frente en alto. Pero nunca le dé a la familia el dolor de que lo paseen por las calles con lo que usted se ha robado, en sus manos”. Es imposible que una lección tan contundente se borre de la mente de un niño.

Estudien, es lo único que les vamos a dejar, pues las herencias dividen las familias. Esta frase la escuchábamos con frecuencia en nuestro hogar. Nuestros padres, cuyas escuelitas de campo sólo llegaban hasta tercer grado de la primaria, eran abanderados de la academia, y además, para ellos, la familia estaba por encima de todo bien material. “Cuenten con nuestro apoyo para todos los títulos universitarios que quieran alcanzar, pero no esperen ni un chele de herencia”, nos repetía una y otra vez El Visionario… y ese apoyo, nunca nos faltó. Lo anteriormente enunciado, sin lugar a dudas, explica dos cosas: las decenas de títulos universitarios alcanzados por nuestra familia y la unidad monolítica que la caracteriza. Como colofón, nuestro adorado Viejo se lamenta de que a ninguno de nosotros nos atrajo el comercio, en su opinión, “la más rentable de las profesiones”. Y yo les pregunto, sin que él se entere, ¿Quién es el responsable de que esto haya sucedido?

La gente seria, ni ve, no oye. “Si por casualidad, usted ve la novia o la esposa de alguien con otro hombre, usted no ha visto nada. Si alguien le cuenta que fulano es un tal por cual, esto, aquello y lo otro, usted no ha escuchado nada”. Con esta frase lapidaria siempre nos ha invitado El Visionario, a no convertirnos en herramientas destructivas de reputaciones ajenas, ni en cómplices de quienes hacen de esta mala costumbre, un oficio. Obviamente, este sabio consejo nos ha mantenido alejado de “chismes de barrios” y/o conflictos entre familias y amigos. Soy tan fiel seguidor del mismo, que cuando voy a un restaurante y me encuentro con un amigo que anda con una mujer, que sé que no es su esposa o novia, ni siquiera lo saludo. ¡Lo ignoro completamente! ¡Yo no he visto nada!

La familia Ferreira Azcona nunca tendrá con qué pagarle a Mao. Nuestra familia llegó a Mao en el año 1944, proveniente de La Sierra. Yo aun no había nacido, pero me imagino que “con una mano adelante y la otra atrás”. Con la ayuda de sus hermanos mayores, tío Félix y tío José, papá puso una tienda en la calle Máximo Cabral, en Sibila. Debido a una enfermedad que lo mantuvo en cama por casi dos meses y a que mis hermanos mayores aun eran niños muy pequeños, este negocio quebró. Sin embargo, esto no amilanó a El Visionario, quien empezó desde cero nuevamente. Y con trabajo tesonero y el apoyo de nuestro querido pueblo logró criar a su familia de manera decente, educarla y prosperar económicamente. La frase que encabeza este párrafo y el contenido del mismo, explican por sí solos el porqué de nuestra solidaridad y compromiso con el Mao de nuestros amores, que hace tres cuartos de siglo, nos acogió como hijos suyos.

Ni el agiotismo, ni la especulación tienen cabida en mi negocio. Papá fue un comerciante “atípico”. En una ocasión, un suplidor suyo le informó que la tela kaki del uniforme escolar de la época subiría mucho de precio y le propuso que acaparara toda la que pudiera, “para que se hiciera rico”. Sin inmutarse, nuestro viejo le respondió: “yo no soy especulador, y mucho menos con la gente de Mao, a la que tanto le debo”. De igual manera, con frecuencia le escuchábamos decirle a un cliente que le pedía rebaja con insistencia, “No se puede. Pero está bien, lléveselo a ese precio. Yo hago más con su amistad y fidelidad como cliente, que con el peso que le pueda ganar”.

La dignidad no se negocia. Nuestro papá fue desafecto al régimen de Trujillo, lo cual era de conocimiento de las autoridades civiles y militares de la época. Por esta razón, era “invitado” con frecuencia a pasar por la fortaleza, donde pasaba horas detenido, siendo interrogado y amenazado. No faltaron amigos que le aconsejaran, que por su seguridad, se fuera de Mao, a lo cual, nunca accedió. De forma sutil nos trasmitió sus sentimientos, de tal manera, que Norman siendo ya estudiante de medicina, se enroló en el Movimiento Clandestino 14 de Junio, y posteriormente, ya muerto el sátrapa, nuestra casa fue la primera asaltada por los tristemente célebres paleros del Cojo de Catuca, Niñito El Buzo y otros perversos, “de cuyos nombres, no quiero acordarme”. En esa ocasión, las autoridades que fueron a casa, a “investigar los hechos”, le dijeron: “Controle a sus hijos”, y papá les respondió: “Yo no soy un dictador. Mis hijos son jóvenes y tienen todo el derecho a vivir en libertad”. La frase que sirve de subtítulo a este párrafo ha sido mi fiel compañera en mi periplo por la vida, y ha jugado un rol de primer orden en el limitado éxito que he alcanzado tanto individual, como profesionalmente.
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