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sábado, 16 de marzo de 2013

MANOLO, DE EDWIN DISLA

ELEGIDA ENTRE LAS MEJORES NOVELAS DOMINICANAS

Galardonada con el Premio Nacional de Novela Manuel de Jesús Galván del año 2007, la más alta distinción narrativa del país.

Relacionado: ACERCA DE MANOLO

El destacado hombre de letras (Ph.D., McGill University), de origen italiano, Giovanni di Pietro, autor de la crítica más completa de la literatura dominicana, acaba de publicar la segunda edición, revisada y ampliada, de su ensayo Las mejores novelas dominicanas. En el capitulo Breve nota acerca de las mejores novelas dominicanas en la actualidad (p.133) considera que ellas son únicamente: a)La guerrillera Sila Cuázar (1991) y La canción de la hetera (1992), de Freddy Gatón Arce; b)todas las novelas de Roberto Marcallé Abreu; c)Vórtice (2009), de Armando Almánzar; d) El ángel plácido (2010) que es la segunda versión de Goeíza (1980), de Manuel Mora Serrano; e) y finalmente Manolo (2007), de Edwin Disla. Afirma di Pietro (p.136) que estos narradores saben lo que están haciendo, tanto en términos de su arte como del contenido de sus obras. Si no lo fueran, de ningún modo se encontrarían en la lista de las mejores novelas dominicanas.

Respecto a Manolo, obra también seleccionada por Franklin Gutiérrez en su Diccionario de la literatura dominicana (2010) como de las que merecen especial atención (p.499), di Pietro expresa (P.138) es una obra épica en sus intenciones. Que a Disla, de nuevo, se le haya cuestionado acremente su manejo de la escritura, poco importa. El hecho es que esta novela funciona a las mil maravillas en términos de su contenido, polémico, sin duda, ya que se propone desmitificar a ese importante protagonista de la historia patria reciente. Para Disla, la aventura de Manolo –como ser humano en el que concurren fallas y aciertos, y no como una figura cuya aureola de antitrujillista y de rebelde izquierdista la elevan hasta la cima de un ser inmaculado y perfecto-, es, en todos los sentidos –y valga la comparación-, similar a la de un Cristo que, contra viento y marea, se sacrifica por el bienestar de su país. Por lo tanto, la imagen contundente que de manolo sale de sus páginas no podía se otra que no fuera la de un Cristo.

Para que la República Dominicana eche a andar y forje un auténtico futuro como nación, no se necesitan hombres elevados al pedestal de la santidad, como casi siempre se ha hecho con Manolo; se necesitan, más bien, simples “cristos” dispuestos sinceramente a emprender lo que invariablemente ha sido una muy ardua tarea. Entonces, para Disla, trazar la vida y la obra de uno de estos “cristos” redentores fue integrar una obra de carácter épico. Y él no solo se atrevió, sino que, según nuestro criterio, hasta logró lo que se había propuesto. Es por eso que Manolo se encuentra en esta lista.
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domingo, 16 de diciembre de 2012

CUENTO DE EDWIN DISLA

LA BOTIJA DEL ABUELO
Por Edwin Disla


Edwin Disla nació en Mao, provincia Valverde, en el año 1961. Narrador, ensayista e ingeniero. Hijo de Evaristo Disla y Lourdes Rojas. Ha escrito varias obras entre ellas la novela histórica, Manolo (2007), basada en la vida de Manolo Tavárez Justo, que fue galardonada con el premio nacional de novela Manuel de Jesús Galván del año 2007, la más alta distinción narrativa del país y Dioses de cuello blanco (2011), considerada una de las obras mejor estructurada e intensa de la literatura dominicana. Nos llena de orgullo traer a ustedes este cuento de nuestro distinguido compueblano. Esperamos le guste.

Acostado sobre la yerba de la orilla del río, rodeado de niebla y oscuridad pensaba en su madre que no estuvo de acuerdo con su viaje a Mao este verano.
-Mi hijo -le había dicho-, tengo malos presentimientos, ¿por qué no dejas ese viaje para después?
-Ya te lo dije, mamá: si no voy ahora moriré de ansiedad en este edificio.
-Tú sabes que cuando tengo malos presentimientos algo lamentable siempre sucede.
-Sí mamá, yo sé que cuando tiene malos presentimientos por lo menos un muerto hay en la familia.
Escuchó:
-¡Ramón, Ramón!, ¿dónde estás?
-¡Aquí!-se puso de pie-, ¡aquí!-agitó el brazo derecho.
-¡¿Aquí dónde?!
-¡Aquí, cerca del río!-Lo alumbraron con un foco.
-¡Aaah…!
Su tío Ambrosio, seguido de Tito, que apagó el foco, se acercó con calma. Traía al hombro un pico y una pala.
-Vámonos -le dijo y dobló hacia su derecha, donde tenía parqueado su motor Vespa, muy usado en esa época post trujillista.
-¿No encontraste nada?
-No.-El hombre, cansado, iba con la cabeza baja-.Aunque sí, encontré muchas hormigas y carbones.
-¿Estás seguro que Piro te dijo que era ahí donde estaba?
-Ahora no lo estoy.
Ambrosio, caminando, trataba de recordar el lugar exacto donde debería estar enterrada la botija que le reveló el espíritu de su abuelo, Piro Reynoso.
Éste, a altas horas de la noche, emergía de la nada convertido en sombras de la que sobresalía su sombrero de Panamá y su revólver de cachas gruesas. Ambrosio lo vio por primera vez una noche que se levantó sin sueño (pensaba ir a beber agua) y encendió el bombillo de la sala. Al principio creyó estar viendo visiones producto quizás de los tragos alucinantes tomados sin control ese día, mas cuando la sombra se movió con parsimonia hacia el patio, traspasando la puerta, cambió de parecer, y entonces decidió seguirla, temblando de pies a cabeza, olvidando pisarse el pulgar del pie izquierdo con el talón del derecho como hacía cuando le salía un muerto. La sombra, atiborrada de un negro brillante, desapareció tan pronto él abrió la puerta en medio del bullicio de los gallos que despertaron espantados. “¡Pero era mi abuelo!”, se dijo aún temblando, “¡era él, Dios mío!”.-Se hincó persignándose, y oró apoyando la cara en sus dos manos juntas. Minutos después, se levantó lleno de dudas: “¿Por qué me saldría?, ¿qué querría…?”

Ramón, por su parte, en la casa de su tío Ambrosio, disfrutaba de sus vacaciones de verano, motivado por la presencia en el pueblo de Ana Silvia, con quien tenía amores desde que era pequeño y los había continuado pese a verse obligado a emigrar hacia Nueva York por decisión de sus padres. De manos de ella, los domingos en la mañana iba al cine, donde lo único que le disgustaba era el público que a veces, si se le cortaba el rollo a la película iniciaba con los pies un contra golpe sobre el tambor del piso, armonizado por una bulla estruendosa, que terminaba en un pleito (de la segunda planta lanzaban escupitajos y hasta botellas) si el encargado no lo reinstalaba de inmediato, hecho que difícilmente ocurría.
Ese día Ambrosio, seguido llegaba de ordeñar las vacas de la parcela de Sabana Grande, casi siempre antes de que su esposa Blanquita regresara de la iglesia, atendía sus gallos de múltiples colores, los cuales sacaba al sol y previo a echarles maíz, los rociaba en sus estacas. Como era un domingo, en vez de desplumar con tijera a los de turno y topar y traquear a otros, se preparaba, vistiéndose con un ropa de caqui bien almidonada y planchada, para ir a la gallera rebosado de optimismo y deseos de ganar dinero. Esta actitud, sin embargo, la invertía en amargura y tormento si perdía. Entonces, al regresar no hablaba con nadie y se ocupaba únicamente de curar al derrotado con pomada y vitaminas, y si moría lo regalaba en la gallera porque comérselo daba mala suerte. Pero si ganaba, especialmente cuando era el canelo Revolvito, volvía borracho, por lo general acompañado de su compadre, Vale Pedro, apodado La Biblia Gallística, y sin dejar de reír a carcajadas, rememoraba los episodios más emocionantes de la pelea, sentado, debajo de la enramada de cana del patio de su casa. Ambos se burlaban del perdedor, a quien había que ver, había que ver la cara que puso Sabá, cuando Revolvito le pegó un bolsón a su cenizo:
-Eh, eh, ¿tú lo viste Vale Pedro?
-Sí. -También reía a carcajadas.
-Mira cómo la puso -y abría la boca como un pato con los ojos atónitos, entonces La Biblia Gallística se caía de la silla tumbándose el sombrero con las manos, riéndose hasta más no poder, y Ambrosio reía relinchando como los caballos.
Vale Pedro, clamaba, con los ojos llenos de lágrimas alegres:
-¡Compadre!, lo que pasa es que Sabá vivía diciendo que su Revolvito no era más que una de esas pavas que traían los banilejos los domingos, que huían ante cualquier adversario.
-Pero no se huyó Revolvito ante el gallo de las seiscientas cargas, ahora se va a huir ante un manilo de gallinero como el cenizo.

Ana Silvia y Ramón, volverían a encontrarse en la noche. Esta vez para ir al parque a escuchar el concierto de la banda municipal al igual que un sinnúmero de jóvenes bien vestidos, muchos de los cuales le darían la vuelta al parque en sentido contrario a las enamoradas. Estas vueltas, para Ana Silvia y Ramón que escuchaban la música en la glorieta, parecían interminables, pues continuaban y con un mayor número de personas aún después de concluir el concierto, ya que se les unían las parejas que compartían sus amores escondidos en el Samoa Bar de la esquina. Dentro de éstas se encontraba Tito, el mejor amigo de Ramón, y su novia Sofía, india de cabellos largos y cuerpo bien formado, hija de Sijo Almonte, el más próspero hacendado del pueblo. Nadie se explicaba cómo Tito siendo pobre y feo (le decían El Hurón) pudo “levantarse” a Sofía, desplazando a pretendientes hasta de Santiago y de la capital. Ahora bien, Sijo no lo podía ver ni en pintura. Por esta razón, Tito planificaba llevársela no obstante estar consciente de que podía perder la vida en el intento…

El jueves, Ambrosio, en la cama, esperando altas horas de la noche para ver al espectro de su abuelo, se quedó dormido, y empezó a roncar con más energía que su esposa. Hubo un momento en que las fue reduciendo, reduciendo hasta quedar sumergido en un silencio profundo, pero de pronto volvió a roncar.
En sueños oyó dentro de sí un sonido lejano y reiterativo ¡tang! Despertó, y el sonido ahora lo oyó en la sala ¡tang!: era de un objeto que chocaba contra la mesa: fue cuando se dio cuenta que estuvo dormido mientras esperaba. De una vez se levantó, y ofuscado caminó hacia la sala, donde para su sorpresa encontró a Ramón parado marcialmente fumando cachimbo y bebiendo ron con los ojos saliéndosele de las órbitas.
Ambrosio, que nunca lo había visto así y menos con esos ojos de serpiente y ese talle militar, por poco se muere del susto. El muchacho, al depositar el vaso de ron sobre la mesa le daba el golpe ¡tang!, y en seguida volvía a beber mirando la nada. El tío lo escuchó hablar con voz gruesa:
-Tú, Gugú -y el otro tiritando de terror, se dijo, “¡oh Dios, así era que me decía mi abuelo!”-, te has vuelto un disparate de hombre, no eres ni la sombra de lo que esperé de ti.-Manteniendo la firmeza del rostro extrajo humo del cachimbo-. Mírate cómo estás -lo expulsó-: Te has convertido en un alambique sin fondo, bebiendo todos los días, y el poco dinero que ganas lo pierdes en la gallera. Pero tu irresponsabilidad no tiene límites: sin poder acabas de mudar dos mujeres, y tu esposa que para mantenerte tiene que pasarse todo el día cosiendo, ni hijo quiere darte -se dio otro trago de ron, y de la mesa tomó la botella y llenó el vaso manteniendo la inmovilidad del rostro-. ¿Y tu padre Gugú?, ¿ya lo olvidaste, eh?, ¿ya olvidaste al viejo Francisco que con tanto esfuerzo te crió, y te dejó su finca para que la trabajaras y vivieras dignamente y hoy tú ni lo recuerdas?, ya se te olvidó que está postrado en una cama, abandonado en su rancho a su propia suerte -bebió largamente y otra vez golpeó la mesa ¡tang! con el vaso, y en seguida apuró el cachimbo y expulsó el humo-. Gugú, ya casi no me quedan fuerzas para seguir hablando, así que sólo te diré lo que no puedo ocultar, de lo contrario mi alma seguiría penando. En la mata de mango que está del otro lado del río, en la vereda que conduce a Sabana Grande, donde tú siempre me veías orinar los viernes en la tarde, hay una cruz dibujada en su tronco y a dos pasos de ella una botijuela que debes sacar. Antes es preciso que te pongas frente a la cruz para dar los pasos, luego cavarás y la encontrarás.-Se tomó otro trago temblándole las manos por primera vez y dejó el vaso sobre la mesa-. Cuando vayas, llévate a Ramoncito y a otra persona del pueblo -e instantáneamente se desmayó y cayó boca arriba con los brazos abiertos.
Ambrosio lo auxilió enseguida:
-¡Ramón!, ¡Ramón!-lo semilevantó-, ¡Ramón!
-Ambrosio, ¿y qué es lo que pasa? -Blanquita se había levantado, con la cara roja de preocupación, y al ver al sobrino exclamó-:¡¿Y qué le pasó a Ramoncito?!
-Ahora te explico -y señaló el seibó-. Anda, ve, trae el berrón…Anda, date rápido ombe.
La mujer obedeció con desespero. Pero ni el Bay Rum ni el aguardiente que luego trajo lo hicieron despertar. Él solo despertaría al día siguiente y sin recordar nada. Ambrosio, consciente ya del porqué de las apariciones de su abuelo, quien se le había “montado” a Ramón para informársela, de ninguna manera se lo diría, como tampoco se lo comunicaría a su esposa, a quien consideraba una ambiciosa deslenguá. Piensa sí, de encontrar la botija, mejorarle su estado de vida, lo mismo que a su padre y también ¿por qué no? a las dos mujeres que tenía mudadas.
Así que lleno de entusiasmo y con una decisión de acero empezó a planificar la búsqueda de la botija cumpliendo al pie de la letra los señalamientos de su abuelo. A Ramón le mentiría diciéndole que en sueño Piro Reynoso le había dado una botija:
-Eso sí, no se lo digas a nadie, a na-die.
-Despreocupa tío, que no se lo diré a nadie -y lo miró fijamente para repetir con su voz de adolescente-:a na-die, se lo juro por mi madrecita santísima.
Ambrosio añadió que esta misma noche iría a desenterrarla y quería que lo acompañara.
-¡Qué bueno!
El hombre pensó en Vale Pedro como el posible tercer acompañante, pero lo descartó de plano por ser, como su esposa, extremadamente indiscreto, a tal punto que afirmaba no ser baúl de nadie, por lo que en la práctica convertía la intimidad de los amigos en un secreto a voces y los chismes de los galleros en el obligado comentario del pueblo. Con él pensaba juntarse el domingo que viene en la gallera, y quizás ¿quién sabe? también lo gratificaría con el dinero de la botija. ¿Y entonces quién será la tercera persona en acompañarlo?
-Ah, eh…-Pensó, luego preguntó-:¿Tienes un amigo serio y discreto que nos pueda acompañar?
-¡Claro!
-¿Y quién?
-Tito.
-¿Tito? -De un vaso de hojalata que tenía en la mano bebió leche-.Aaah, Tito el de Chencha -lamió la que le quedaba en el bozo.
-Sí, ese mismo.
-Está bien -bebió más-, aunque no lo conozco a fondo lo creo un buen muchacho. Ahora eso sí: explícale que no debe decírselo a nadie, ¡a nadie! ¿comprendes?
-Comprendo, tío.
Cuando Ramón se lo informó, Tito vio el cielo abierto de par en par.
-¡Una botija! -vociferó-, ¡oooh seremos ricos, ricos! -y abriendo los brazos, mirando hacia arriba queriendo ver a Dios, repitió-: ¡Seremos ricos, ricos!
A partir de entonces, no volverían hablar de otro tema que no fuera del posible hallazgo de la botija, del futuro exitoso que les depararía, de la vida de ricos que se darían y todo gracias al oro, al oro de metal, a las morocotas de oro de la botija, oro, oro…seguro aparecerán más de mil libras de oro, seguro.
Sin embargo, en la noche, cuando fueron al sitio, como es sabido, no encontraron nada. Aunque sí, Ambrosio encontró muchas hormigas y carbones. Esa noche, él no durmió pensando dónde se equivocó, “¿dónde, Dios mío?”. E intentó memorizar los pasos indicados por el abuelo, pero por más que lo memorizaba, no alcanzaba a darse cuenta dónde estuvo el error, “¿por qué no aparecería a dos pasos de la cruz de la mata de mango?, ¿por qué?”. En la siguiente noche, después de las doce, volvería a intentarlo. Esta vez, Tito, aparte del foco, llevaría una pala y también un pico, y en una motocicleta Honda que cogió prestada, iría detrás de la Vespa de Ambrosio, quien llevaría en la parte de atrás a Ramón. Tito ya le había informado a Sofía lo de la botija, y había acordado, si la encontraba, convertirse en ganadero, y antes de casarse haría las paces con Sijo. Ramón, por igual, había hablado con Ana Silvia y acordado casarse con el dinero de la botija. Ambas parejas pensaban juntarse a celebrar el hallazgo en el Samoa Bar.
En el trayecto no tuvieron problemas en salvar las largas calles sin asfaltar que los separaban del lugar, viendo a lo lejos las gotas amarillentas de los pocos bombillos encendidos que sobresalían en las casitas de madera.
La ansiedad de riquezas y fortunas entrelazaba el pensamiento de los tres y hacía brillar sus caras. En menos de una hora alcanzaron el río, el cual cruzaron zigzagueando entre las piedras de la parte con menos agua. Luego subieron una lomita llena de yerbas, donde se detuvieron, no muy distantes de la mata de mango. Ésta era gigantesca y frondosa, con el tronco de más de un metro de diámetro.
Al desmontarse, Ambrosio extrañó la ausencia del zumbido de los grillos e inhaló un desagradable olor a ratón muerto. Con calma caminó hacia el árbol y le pidió a Tito que le alumbrara con el foco la cruz seca y envejecida del tronco.
-Ya, apágalo -ordenó cuando estuvo complacido.
Y al disponerse a dar los dos pasos fue que se dio cuenta del error: su abuelo había especificado que era de frente a la cruz, y él lo había dado de espalda. Así que un poco nervioso, lo dio según lo indicado, y prácticamente se paró en el mismo sitio hoyado, el cual había sido tapado y apisonado, y lo marcó con una raya hecha con el pie derecho. A Ramón le solicitó el pico y la pala y en lo que lo traía volvió a inhalar el desagradable olor a ratón muerto y a extrañar el zumbido de los grillos, el cual le restaba tensión a su alma ansiosa. Mirando en derredor detuvo su vista en los árboles que en medio de la oscuridad parecían personas impávidas, y al seguir, divisó una silueta blanca brillante sobre un terraplén bordeante al río, de la cual sobresalía un sombrero de Panamá y un revólver. Un poco asustado, dedujo que era el espíritu de su abuelo esperando hoy librarse de la pena.
-Mire tío -Ramón le pasó el pico y la pala.
En esta ocasión, Tito le aclaró:
-Ambrosio, antes de empezar es necesario que invoquemos a Dios.
-¿Qué invoquemos a Dios? -plegó la cara-. ¿Y para qué?
-Para que aleje de aquí las fuerzas del mal.
-Bueno -se rascó la cabeza calva-, empiezas tú.
-Hinquémonos y formemos una ronda.
Los tres se pusieron de rodillas, y Tito encendió una vela con un fósforo, y previo a centralizarla en la ronda, la invirtió para que escurriera cera. Luego la colocó encima de ella. La luz chisporroteaba en las caras.
El muchacho cerró los ojos para exclamar:
-Oh Dios de las alturas, hoy te invocamos a nombre de nuestra Virgen Santísima para que nos proteja de Satanás y nos ayudes a liberar de la pena a los espíritus guardianes de la botija. Te lo pedimos en nombre de tu hijo, nuestro señor Jesucristo que vino al mundo para librarnos de la esclavitud de los pecados. Con Él y en Él, con su honor y gloria aaamén.
-Amén -repitieron los demás.
Ambrosio, que no estuvo muy de acuerdo con la invocación por considerarla innecesaria, se levantó y le pidió a Tito:
-Prende el foco y alúmbrame aquí -señaló con la pala el área marcada con su pie derecho.
Cuando el otro intentaba localizarla con la luz, repitió:
-Aquí.-Y al verla añadió-: Bien, empecemos de una vez.
Antes de dar el primer picazo miró hacia donde estaba la silueta del abuelo, y como no la vio supuso que ésta se había ido porque estaba seguro de que la librarían de la pena. La silueta jamás reapareció.
A los veinte minutos irrumpió un rayo estridente que partió en dos un árbol a tres metros de la mata de mango e hizo caer a Ramón, quien había estado de pie, cerca de ellos para que no lo amonestaran por apartarse como la noche anterior.
-¡¿Te pasó algo?! -le preguntó Tito con la pala llena de tierra.
-¡No -se puso de pie como un autómata-, no me pasó nada!
-¡Aaah…! -Volvió a trabajar concentrado en el oro, seguro que aparecerán más de mil libras, seguro…
A Ramón le empezaron a temblar las piernas y por momentos el pecho, y después las manos y volvían las piernas, el pecho y las manos. Estos temblores eran los efectos de una inestabilidad muscular que padecía, la cual calmaba con una pastilla que dejó en la casa. De su interior expulsó una sensación enigmática, desesperante. Y en el cielo irrumpió por segunda vez otro rayo estridente, y él, aunque no se desplomó perdió fuerzas en sus piernas. A partir de ese instante dejó de interesarle la botija, pues necesitaba urgente regresar a la casa y beber la pastilla, de lo contrario podría hasta perder el conocimiento. “¿Y si decido marcharme?, ¿podría? ¿Podría irme y dejar aquí a Tito y Ambrosio? No, no; sé que no puedo”.
En el cielo los rayos relampagueantes empezaron a aparecer y a desaparecer en tantas direcciones que a él le pareció estar viendo mallas fluorescentes.
Hubo un instante en que tuvo la necesidad de sentarse y pensó hacerlo en un toconcito de enfrente, pero no pudo: los pies no les respondían. Viró su cara desfallecida hacia los que cavaban pensando pedirle ayuda, mas sintió que su organismo se paralizó por completo. En el cielo volvió a irrumpir, por tercera vez, otro rayo estridente, y Ramón se desplomó de nuevo como un árbol desforestado, y en esos precisos momentos Ambrosio le dio el primer picazo a una vasija y Tito a otra.
-¡Alto, un momento! -mandó Ambrosio sospechando el hallazgo-. Tito, busca el foco y alumbra aquí.
El muchacho obedeció con rapidez, y al fijar la luz en las vasijas partidas vio asombrado las morocotas de oro que habían saltado por doquier.
-¡La encontramos -gritó alzando la pala-, la encontramos, encontramos la botija!, ¡encontramos la botija!
-¡Ni cuánto oro Dios mío! -Ambrosio estaba en el límite de su alegría-, ¡ni cuánto! -y empezó a recogerlo con las manos y a ponerlo al borde de la fosa. Tito hizo lo mismo dejando el foco encendido sobre la superficie.
Ramón, en el suelo, ajeno a todo, muriendo de ansiedad pudo gritar en sollozos ahogados:
-¡Auxilio, auxilio, ayúdenme!
A Tito le pareció oírlo, por lo que lo alumbró con el foco.
-¡Oh, ¿y qué le pasó a Ramón?!- salió de la fosa, y corrió hacia él.
Lo mismo hizo Ambrosio exclamando:
-¡¿Qué te sucedió, Ramón?!
Tito intentó levantarlo.
-Ttengo que beberme uuna pastilla -masculló agonizando con la cara llena de tierra.
“Yo sé lo que le pasa”, se dijo Tito soltándolo, y miró a Ambrosio que también intentaba levantarlo. “Él va a morir porque uno de nosotros tenía que fallecer como pago al demonio por habernos dado la botija.”
-Lllevenme aa la casa -suspiró, siendo al fin levantado, tambaleante, por su tío.
-¡Ramón, Ramón! -aquél lo jamaqueó-. ¡¿Y qué es lo que te pasa?!
Tito sacó con cuidado un revólver que guardaba debajo de la camisa, y sin pensarlo dos veces le dio un balazo en la frente a Ambrosio. Éste cayó muerto al instante, y con él sus ilusiones de riquezas, de vender el oro conseguido, ya cuando en verdad había aparecido. Ramón entonces, producto del impacto del crimen, recobró vida en el acto:
-¡¿Qué hiciste maldito Jurón?! -exclamó con los ojos bien abiertos.
-Lo maté.
-¡¿Y por qué lo mataste coño?! -casi le entra a trompada.
-Pa’salvarte a ti.
-Pero tú si eres desgraciado -amagó con entrarle, pero el otro le pegó la luz del foco en la cara, y con el revólver sostenido en la mano derecha le apuntó.
-Óyeme bien, Ramón -le habló con firmeza-: Ya desenterramos la botija, por lo que si tú no lo sabías uno de nosotros tenía que morir como pago al demonio -hablaba apretando los dientes-. Y aparentemente el elegido fuiste tú, y para evitar eso maté a Ambrosio. ¡Lo maté para que el elegido fuera él y no tú! ¡¿Me entiendes?!
-¡Yo no entiendo na’ maldito loco! -el muchacho se disponía a írsele encima.
-Psss -vertical a los labios se puso el índice- Psss -apagó el foco-. Cállate -bajó el tono de voz-. ¿No oyes galopes de caballo?
-¡Yo no oigo na’ maldito Jurón! -le lanzó una trompada y el otro se echó a un lado, por lo que el puño golpeó el aire.
-Cálmate muchacho del Diablo. Baja la voz coño.-Tito no perdía el equilibrio, y con razón porque en efecto, por la vereda venían bajando dos hombres a todo el galope de sus caballos, los cuales ahora se escuchaban claramente-. Tú, ve escóndete allá, rápido -le ordenó, y le señaló unos matorrales, y él corrió hacia el lado opuesto.
Los hombres, jadeantes, se detuvieron al llegar. El más gordo ladeó su sombrero para decir:
-Alcalde, pero aquí no hay nadie.
-Eeeh -se bajó del caballo, y se dio el último trago del cuartillo de ron que cargaba-, Cuncún, te he dicho que nunca dudes de mis palabras. Si yo te digo que en este lugar hay alguien porque vi una luz prendida hay alguien -botó la botella- y además oí un tiro.
-Muuuh. -También se apeó.
-Cuncún, vas a seguir dudando de mis palabras.
-…
Los hombres empezaron a buscar a ese alguien, caminando cada uno por su lado, bordeando lomitas cubiertas de matorrales y matas de coco.
-¡Alcalde aquí hay un hombre! -exclamó al tropezar con el muerto. El alcalde se viró:
-Te dije que en este lugar había alguien ¿no? -Y fue rápidamente.
Próximo a la cara del caído, se agachó y prendió una encendedora:
-¡Pero es Ambrosio Reynoso, el de Francisco!
-Síí, y tiene la frente llena de sangre.
-Está muerto -se le apagó la encendedora. Se levantó y del suelo recogió un paquete de pencas secas de coco y le pegó fuego con la encendedora. Volvió a agacharse y las acercó al rostro-. Tiene un balazo en la frente.
El otro alzó la vista y vio el tumulto de tierra alrededor del hoyo. Musitó:
-Alcalde, ¿y qué es aquello que se ve allá? -lo señaló.
-Vamos a ver.
Y caminó con las pencas encendidas entre las manos. Los dos iban inmersos en interrogantes, contrarrestando lo resbaladizo del suelo. El alcalde llegó al canto de la fosa y alumbró su contenido:
-¡Pero…es una botija! -exclamó abriendo más los ojos, y Cuncún se tiró en el interior de la fosa.
-Así parece -se agachó y empezó a recoger con las manos las morocotas de oro diciendo-: ¡aquí si hay oro Dios mío!
Los caballos relincharon prolongadamente.
-Me pregunto si la muerte de Ambrosio tuvo que ver con esto -se le apagaron las pencas.
-No importa alcalde, vamos a llevarnos el oro, y cuando amanezca lo investigamos.
Volvieron a relinchar los caballos.
-Déjame buscar un saco que tengo en la silla para que lo eches ahí -se volvió, y Cuncún empezó a llenarse los bolsillos de morocotas, algunas de ellas sucias de tierra mojada: era la parte que no pensaba compartir con el alcalde.
Éste, en cambio, caminaba preocupado: “¿quién mataría a Ambrosio? ¿Y el hoyo?, ¿quién lo cavaría y dejaría dentro el tesoro…?” Y cómo que no creía o no quería creer lo de la botija. “¿No es posible que de una manera tan fácil nos hagamos ricos?”
Al volverse recogió mucho más pencas, las depositó al lado del hoyo, y les pegó fuego: el entorno se aclaró. A Cuncún le lanzó el saco:
-Ten -le dijo-, espero que lo llenes -y, al observar las morocotas que estaban del otro lado del borde agregó-: Detrás de ti hay más onzas de oro.
Cuncún se volteó, y feliz de la vida las introdujo en el saco.
En eso se acercó Tito, con sumo cuidado, aguantando la respiración. Sosteniendo su arma con firmeza, le disparó a corta distancia a Cuncún, quien cayó al sentir el paso volcánico de la bala por su vientre. Con rapidez, le tiró al alcalde, a quien le voló el sombrero. El hombre entonces sacó su pistola con más prontitud que Jesse James, y Tito erró el tercer disparo, no así su oponente que le perforó el pecho con dos proyectiles: Tito se desplomó sin fuerzas cerca del borde de la fosa.
-¡Alcalde estoy herido! -gimió Cuncún en el suelo-. ¡Venga, sáqueme de aquí rápido!
El alcalde, hirviendo de coraje, tomó del piso una de las pencas encendidas, y fue a ver al que le disparó.
-¡Alcalde me muero!, ¡por favor venga, sáqueme de aquí pronto!
Se agachó para alumbrarle la cara: “¿Y quién será este muchacho?”
-¡Alcalde…!
“¡Qué maldita vaina!”, se levantó y se le apagó la penca. “Déjame ir a ayudar a Cuncún”, la soltó.
Ramón aprovechó el momento para huir en dirección al río, pero el alcalde, que oyó los pasos, lo siguió a toda velocidad. Y aunque no lo visualizaba con claridad le disparó con éxito, y cuando la bala penetró por su espalda, Ramón cayó aparentando estar muerto.
-¡Alcalde…!
El hombre, transpirando, se detuvo frente al muchacho, y se agachó prendiendo la encendedora: “¿Y quién será este otro muchacho?”
-¡Alcalde…!
“Andaaa laaa mieeerda”, se levantó. “Déjame ir a ayudar a la gallina de Cuncún”. Y regresó confundido, “quizás no debí dispararle a este otro muchacho”, y al no ver los caballos supuso que huyeron despavoridos, “¿quién sabe el problema que todo esto me traerá?”
A un paso de la fosa, pensó recoger más pencas pues la balsa estaba muy debilitada, pero optó por ayudar a su amigo y se tiró de pie en el hoyo.
-Alcalde me muero -seguía Cuncún-, me muero alcalde.
Él lo levantó con esfuerzo, y el otro dejó caer de los bolsillos varias morocotas.
-Tú no te vas a morir -lo mantuvo de pie-. ¿Y dónde fue que te hirieron?
-Aquí -se quitó la mano ensangrentada de la cintura.
-No parece grave -mintió pues no podía ver su magnitud.
Y lo ayudó a subir a la superficie.
-¡Aay, aay me duele!, me duele la herida alcalde.
-Vamos Cuncún, déjate de ñoñerías que tú eres un hombre, coño.
Y casi se lo tiró al hombro para terminar de ayudarlo a salir, manando sangre y dejando caer más morocotas de los bolsillos.
-Alcalde -continuó, ahora tratando de pisar firme sobre la tierra-, recoja usted el oro antes de irnos.
-Pero tengo que llevarte urgente al hospital -lo agarró mejor.
-Olvídese del hospital por ahora y vaya, recoja el oro por favor.
-Está bien- lo soltó-. ¿Te puedes mantener de pie?
-Sí, creo que sí.
-Bueno…
Se volvió, y de los alrededores recogió más pencas secas y las tiró en la balsa preguntándose en qué terminará toda esta maldita vaina. Después entró al hoyo y empezó a introducir al saco las morocotas restantes. Éstas, a veces, la introducía junto con tierra mojada principalmente las de la segunda vasija. “¿Y por qué huiría el último muchacho?, ¿sería de los que desenterraron la botija? ¿Y a Ambrosio?, ¿quién lo mataría…?”
Tito abrió los ojos. En ningún momento estuvo inconsciente, más bien lo aparentó, y con un dolor intenso en el pecho irguió la cara lo más que pudo hacia el alcalde y recobró fuerzas. Con el revólver aún en la mano le disparó, y el soplo del proyectil traspasó el pecho del alcalde, quien antes de caer muerto sacó su pistola y le disparó con éxito a Tito en la cabeza, quien falleció enseguida.
Cuncún con su cara en el limbo y en extremo débil, balbució:
-Aaalcalde, ¿qqué pasó? -Veía borroso, y al no oír respuesta decidió caminar a duras penas, con la intención de verlo mejor. Intentándolo, cayó desmayado en el interior de la fosa, encima del cuerpo agonizante del alcalde. Moriría antes de que salieran los primeros rayos del sol. En lo adelante reinó un silencio profundo roto solo por el quiebre de las pencas encendidas. Ramón, vivo aún pero no por mucho tiempo, y acostado sobre las yerbas de la orilla del río, recordaba la voz de su madre: “Mi hijo, tengo malos presentimientos, ¿por qué no dejas ese viaje para después?”. “Ya te lo dije mamá: si no voy ahora moriré de ansiedad en este edificio”. “Tú sabes que cuando tengo malos presentimientos algo lamentable siempre sucede”. “Sí, mamá, yo sé que cuando tienes malos presentimientos por lo menos un muerto hay en la familia”.

Edwin Disla. Santo Domingo, 17 de marzo del 2002
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domingo, 25 de septiembre de 2011

VOCES Y ECOS

DIOSES DE CUELLO BLANCO DE EDWIN DISLA
Por Rafael Peralta Romero
(rafaelperaltar@hotmail.com)

El escritor Edwin Disla presentó su quinta novela, “Dioses de cuello blanco”. La misma narra una sucesión de negocios sucios, crímenes, robos, prostitución, homosexualidad y sexo desenfrenado.

En esta novela el consumo y tráfico de drogas se presentan como una situación rutinaria para sus personajes. Lo mismo que quitar la vida a una persona por sórdida paga o para rendir el producto de un robo en equipo. Es una gran alegoría para presentar con sentido crítico y notable osadía, los vicios que corroen a la sociedad de hoy.

Hay dos tipos de personajes en la obra de Edwin Disla. Unos son aristócratas y otros son lúmpenes, procedentes de la marginalidad, pero todos son ciudadanos del bajo mundo. En algunos de estos personajes, el nombre sugiere la especie a la que pertenecen: Caifás, la Calavera, el Bacá, la Gata, Latica y Drácula. Caifás, la Calavera y Bacá son narcotraficantes, atracadores y matones por encargo. La Gata es prostituta y lesbiana, amante fija de la Calavera.

Los personajes de Disla tienen sus arquetipos en la realidad y sirven al autor para describir un Estado corrompido, presa del narcotráfico. Cuando el Estado y sus instituciones no son dignos de confianza, se está en presencia de la descomposición social, la cual trae inexorablemente corrupción e impunidad.

El concepto de descomposición social se asimila con mayor prontitud y facilidad, si lo comparamos con la descomposición biológica. Un organismo comienza a descomponerse poco después de la muerte. Una de las etapas del proceso se llama putrefacción. En la sociedad, la putrefacción se siente cuando se pierden los valores morales y la desvergüenza es lo que predomina.

Cuando jueces emiten sentencias complacientes para el crimen, y fiscales se involucran en otros actos de violación a la ley y la ética, cuando miembros de la Policía roban drogas incautadas por las autoridades para venderlas en su provecho y miembros de la Marina facilitan la entrada por nuestras costas de drogas y contrabandos, estamos exactamente y lamentablemente en presencia de descomposición social, o sea putrefacción. Y hay más, aunque sea triste admitirlo.

Los dioses de cuello blanco que aparecen en la novela de Disla son finos y elegantes, viven en mansiones, dirigen empresas, hacen obras de caridad, se retratan con los prelados, tienen esposa y amantes, en unos casos femeninos y en otros masculinos. Engañan al Estado con el no pago de los tributos, engañan a la sociedad porque tienen doble fachada, engañan a sus socios y son capaces de contratar a un sujeto del otro bajo mundo para matar por celos a su amante como ocurre con el cineasta.

Edwin Disla penetra un bisturí, cual diestro cirujano, a un cuerpo llagado del que brotan miasma y hedor. Disla ha puesto sus ojos en un punto al que no llegan todas las miradas, pues para ello se requiere agudeza, sensibilidad y valentía, todo lo cual muestra este autor en la novela “Dioses de cuello blanco”.
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sábado, 23 de julio de 2011

SE PUBLICA LA ESPERADA NOVELA DE EDWIN DISLA

Después de ganar el Premio Nacional de Novela en el 2007 con la obra Manolo, el escritor maeño, Edwin Disla no había vuelto a publicar hasta que el jueves 21 de julio, en un acto escenificado en el salón del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos (CODAP) repleto de un público entusiasta, el escritor Rafael Peralta Romero le presentó su nueva y quinta novela Dioses de cuello blanco. Según Peralta Romero, en el texto, “los personajes no se dividen en buenos y malos, como ha sido tradición en las obras de este género. En Dioses de cuello blanco todos los personajes son malos, ante cualquier código de moral con el que se le juzgue.


“Se narra aquí una sucesión de negocios sucios, crímenes, robos, prostitución, homosexualidad y sexo desenfrenado. En esta novela el consumo y tráfico de drogas se presentan como una situación rutinaria para sus personajes. Lo mismo que quitar la vida a una persona por sórdida paga o para rendir el producto de un robo en equipo (…) Los personajes de Disla tienen sus arquetipos en la realidad social. Y el autor corre riesgo de que los delincuentes de alcurnia, vinculados a la banca, a las apuestas, y otras actividades que facilitan mezclar los negocios lícitos con los ilícitos, incluidos el crimen, se sientan identificados en esta obra (…).


“Asimismo, en el texto, la realidad y la fantasía se complementan, pues los sucesos reales parecen ficticios y los inventados resultan muy reales. Tenemos ante nosotros una historia de las que el lector suele sentir, es el tipo de libro que el lector disfruta y recomienda a sus relacionados. Porque al lector le gusta entender lo que lee, el lector goza y acepta sufrir con los personajes. Con Dioses de cuello blanco, Edwin Disla penetra un bisturí, cual diestro cirujano, a un cuerpo llagado del que brotan miasma y hedor. Disla ha puesto sus ojos en un punto al que no llegan todas las miradas, pues para ello se requiere agudeza, sensibilidad y valentía, todo lo cual muestra este autor en la novela”.

Al acto asistieron numerosas personalidades, entre las que se destacan Mateo Morrison, Jesús de la Rosa y Basilio Belliard, y entre los maeños, Evelio Martínez, Rolando Espinal, Miguel Octavio Tineo, José Gómez Hernández y Sergio Peña.

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sábado, 14 de mayo de 2011

ACERCA DE LA NOVELA MANOLO, DE EDWIN DISLA

Ya está circulando la segunda edición de la novela Manolo de Edwin Disla gracias al patrocinio de la Secretaría de Estado de Cultura. Se vende en la librería La Trinitaria, ubicada en la Arzobispo Nouel No.16, de la Zona Colonial, Tel.:809-682-1032.

ACERCA DEL AUTOR

Edwin Disla nació en Mao, provincia Valverde, en el año 1961. Narrador, ensayista e ingeniero. Hijo de Evaristo Disla y Lourdes Rojas. Ingeniero Civil por la Universidad Autónoma de Santo Domingo (1986). Se reveló como escritor en 1988 con la publicación del ensayo Historia de la Revolución Nicaragüense, considerada como la obra más acabada que sobre Nicaragua y sus luchas ha escrito un dominicano. A este ensayo le siguieron tres novelas: Un Período de Sombras (1993), la cual le pareció excelente a la Biblioteca Popular Domingo F. Sarmiento de Argentina, “por la naturaleza de su tema, difícil y conflictivo, que da como resultado un vasto fresco de una época de triunfos y fracasos evocados con objetividad, y con un ameno estilo narrativo”; Vida de un Tormento (1997), que fue llevada al teatro en el año 2000 por el grupo Los Rinocerontes; El Universo de los Poetas Muertos (2004) y la novela histórica, Manolo (2007), basada en la vida de Manolo Tavárez Justo, que fue galardonada con el Premio Nacional de Novela Manuel de Jesús Galván del año 2007, la más alta distinción narrativa del país.

COMENTARIOS ACERCA DE MANOLO, LA NOVELA

Sin duda alguna, la publicación de la novela Manolo, por Edwin Disla, en el mes de noviembre del 2007 fue el acontecimiento literario más importante de ese año en la República Dominicana, pues solo La Fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa generó tantas polémicas y artículos como la obra de Disla. El escritor Manuel Mora Serrano considera a Manolo incluso superior a La Fiesta del Chivo en cuanto a lo dramático e histórico. “Historia poco conocida y nunca tratada debidamente, contrario a la del peruano que tenía documentos a granel”. El humanista Diógenes Céspedes, el más importante crítico literario dominicano, ganador del premio nacional de literatura del 2007, publicó 9 artículos sobre la novela. En ellos analizó, entre otros puntos de vistas, la intrahistoria del texto. Afirmó que Disla derribó la puerta cerrada de la historia “para ver qué pasó dentro del cerebro de todos los que idearon el más grande fracaso histórico de la izquierda dominicana”. El ingeniero Leandro Guzmán, concuñado de Manolo y compañero de partido, expresó, que cualquier irreverencia que se interprete en el libro de Disla, “debe ser vista como un derecho de cualquier intelectual o simple ciudadano, aunque a veces uno preferiría que ciertas cosas no sean magnificadas, no obstante se trate de una obra que puede ser considerada como producto de la ficción. Pero hay que reconocer que por más liberal que sea una persona, no todas las cosas son buenas para ser contadas”. El reconocido cardiólogo y escritor, Nelson Castillo, dijo que Disla con su novela presenta a un Manolo de carne y huesos. “El ser humano que como todo, tiene que ir al baño a defecar y que en su mente tiene que tener espacio para cantar, reír, llorar y amar”. El historiador José C. Novas, residente en los Estados Unidos afirmó, posiblemente sin haber leído la novela, que Disla presenta a un Manolo “envuelto en numerosas aventuras amorosas, rufián cazador de faldas, un Juan Tenorio que supuestamente le era infiel a su esposa. Para los que no conocen al personaje, tanto Manolo como su esposa Minerva Mirabal son reconocidos por un gran segmento del pueblo dominicano como héroes nacionales y aclaro eso, porque he comprobado que la mayoría de los extranjeros que han leído la novela o visto la película ‘La Fiesta del Chivo’, cree que esa es la verdadera historia del dictador Trujillo, cosa que no es verdad…” El afamado patólogo forense, Sergio Sarita Valdez, resaltó de la obra “la interacción directa entre el fundador del Partido Revolucionario Dominicano, profesor Juan Bosch, y el líder catorcista. En la página 355 de la novela se hace alusión a unas declaraciones de Tavárez Justo hechas con anterioridad a las elecciones generales celebradas en diciembre de 1962. En ellas, Manolo criticó al PRD acusándolo de asumir una postura complaciente con los trujillistas. Ello preocupó a don Juan.

Escribe Disla que en el libro Crisis de la Democracia, Bosch expresaría: ‘que los catorcistas eran patrióticos, honestos y buenos luchadores, pero no habían tenido ni tiempo de estudiar a su pueblo, ni luz que los orientara’. Aduce que luego de una reunión entre ambos dirigentes políticos, Bosch le comentaría a don Antonio Guzmán ‘la inexperiencia de estos muchachos, los lleva a actuar como políticos de tercera’. A dicha opinión Guzmán le agregaría: ‘Sí Juan, actuarán como políticos de tercera, pero también como patriotas de primera’...” En internet, entre los numerosos comentarios, sobresale éste: “…abundando sobre la vida de Manolo, el escritor Edwin Disla recién acaba de publicar una novela que es la comidilla de los medios intelectuales, ya que en ella se habla no solo de una de las épocas más impactantes de nuestra historia, sino como dice el autor ‘abunda sobre los secretos del líder, defectos, fracasos, triunfos, tácticas y mujeres’... La primera edición ya está agotada y la verdad es que la lectura del libro engancha”. El ex presidente de la república Salvador Jorge Blanco, invitó a la lectura del libro por todos esos “momentos históricos que vivió el país a principios de la década de los sesenta, muy recordados y sentidos a todos los niveles, de manera muy especial para el movimiento político 14 de Junio… A mí me llegó profundamente el contenido de esta novela justamente calificada histórica…” El importante periodista José Rafael Sosa, afirmó “me ha impresionado la lectura de la novela Manolo, del ingeniero y narrador Edwin Disla, no sólo por cuanto es la primera narración de ficción (basada en la realidad) sobre la vida de Manolo Tavárez, sino porque conjuga una serie de factores, el primero de los cuales es la revelación de una serie de acontecimientos cotidianos y políticos escasamente conocidos y en segundo lugar por la belleza y agilidad de la prosa, lo recomiendo”. El doctor Rafael Taveras Reyes, dijo que “en reuniones, tertulias de amigos, independientes unos, otros, con afiliación política, el tema principal es Manolo de Edwin Disla. La primera edición se agotó. Las críticas a favor o en contra, se publican en la prensa. En los medios audiovisuales se hacen comentarios al respecto… Desde el punto de vista investigativo hay que felicitar la labor realizada por el autor, él no perteneció a esa generación, no obstante, la recopilación de datos y anécdotas, son fidedignas a los acontecimientos vividos. El valor de Edwin es llamar al pan pan. Los autores aparecen con sus nombres de pila, como los héroes, mártires y, sacrificados por un ideal y los traidores, infiltrados, entreguitas y, asesinos uniformados. Por esa razón, la novela adquiere una importancia extraordinaria, puede ser recomendada como texto educativo, así las nuevas generaciones podrán conocer la verdad histórica y se preguntarán: ¿Cómo fue posible tanta impunidad y complacencia? No es de extrañar que por esta razón Edwin Disla haya recibido amenazas de muerte”. La destacadísima periodista, Ángela Peña, se hizo eco de los rumores de amenazas a Disla… Dijo que “la obra ha sido ponderada por historiadores y hasta por algunos luchadores no muy bien tratados en el texto porque consideran que es un trabajo serio”. El escritor de San Cristóbal, Orlando Alcántara Fernández (Orly) dijo en un trabajo titulado Edwin Disla, El historiante, publicado en internet, que “Disla se lanza con un ímpetu sutil y una pasión bien dosificada a la imperiosa aventura narrativa de hilvanar una novela histórica sobre el héroe dominicano Manuel Aurelio Tavárez Justo tomando como punto de partida su juventud rebelde o la rebeldía de su juventud en pleno apogeo y decadencia de la Era de Trujillo. La circularidad es certera: asesino. Esa es la palabra insustituible en toda la novela”.

El lunes 26 mayo del 2008, Edwin Disla, en horas de la noche, se enteró por vía telefónica que Manolo había sido galardonado con el premio nacional de novela Manuel de Jesús Galván, la más alta distinción literaria del país. Fue la consagración definitiva de él como uno de los mejores narradores dominicanos.
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jueves, 21 de abril de 2011

MANOLO TAVÁREZ JUSTO Y SU TIEMPO

Por Edwin Disla

El autor es Ingeniero Civil, hijo de ese gran maeño a quien varias generaciones admiramos y respetamos por su inteligencia, honradez, sencillez y, más que nada, por ser un baluarte de diginidad, don Evaristo Disla (QEPD) y de la Sra. Lourdes Rojas. Bienvenido a MEEC, su casa, ingeniero.

1931 2 de enero: nace Manuel Aurelio Tavárez Justo en la casa de sus abuelos paternos, al lado de la casa materna, ubicada en la calle Santiago Rodríguez número 55 de Montecristi. Sus estudios primarios y parte de los secundarios los realizó en la Escuela de Varones Número Uno, llamada después Honduras. En esta escuela le dio clases en el octavo curso, la distinguida maestra, Mariana “Manona” Aguilera. Manolo estudió en Honduras hasta el segundo de bachillerato. Su sensibilidad social y política tomó cuerpo desde la niñez por los relatos familiares sobre las luchas de los nacionalistas en 1916 contra la primera invasión norteamericana, la cual le abriría las puertas a la dictadura de Trujillo, instaurada en 1930.

1945-1947 Domingo Peña Castillo “La Cuca”, lo ingresa a La Legión Azul, que era una organización fundada en 1922 en Montecristi, con el fin de que los jóvenes aprendieran a amar la libertad y en nombre de ella se unieran para defenderse contra la incierta realidad del medio social. Gracias a La Legión, Manolo solidifica su inherente valor personal y su disposición de pasar a la acción. Posteriormente haría que La Cuca sumara La Legión a la resistencia. El padre de Manolo, don Manuel Francisco Tavárez Ramos, debido a la rebeldía que estaba adquiriendo su hijo, quien ya había dado muestras antitrujillistas, lo manda a terminar el bachillerato a la capital, en la Escuela Normal de Varones. Vive entonces en la casa de su tía, Isabelita Justo. Ese año se organiza en Cayo Confites, islote de Cuba, una expedición armada financiada por Juancito Rodríguez contra la dictadura. En la expedición participan Juan Bosch, Fidel Castro, Dato Pagan, Pedro Mir y Chito Henríquez. Ellos no pudieron arribar al país porque Trujillo compró al jefe del ejército cubano, general Genovevo Pérez, quien detuvo la embarcación en el mar. En la capital, Manolo conoce a su condiscípulo, Leo Nanita.

1948 Manolo es reclutado para Juventud Democrática (JD) clandestina por Oscar Torres de Soto. La JD, aunque en sus inicios fue una filial del Partido Socialista Popular (PSP), siempre actuó de forma independiente. Manolo, por primera vez lee la filosofía marxista, la ideología política más avanzada de la época, y se convierte en simpatizante de ella sin variar su fe en Dios. Empieza a adquirir experiencia política en la JD y recluta adeptos y crea sus propias células. En esa época conoce a Rafael Mieses Peguero (Cocuyo), alma de la resistencia antitrujillista y el primero y único revolucionario en esa época que laboraba políticamente las veinte y cuatro horas del día. La decisión, la entrega y la valentía de Cocuyo, alimentaron decisivamente la de Manolo.

1949-1950 Entra a la universidad de Santo Domingo a estudiar derecho. Ese año se produce otra acción revolucionaria contra la dictadura, esta vez por la bahía de Luperón de Puerto Plata, también apoyada económicamente por Juancito Rodríguez. La encabeza Horacio Julio Ornes, y usaron dos hidroaviones. La acción fracasa, pero Julio Ornes, quien en 1963 apoyaría el golpe de Estado contra Juan Bosch, salva la vida. En una reunión conspirativa, celebrada en la capital, Manolo conoce a Leandro Guzmán, quien ya para ese entonces tenía amores con María Teresa Mirabal.

1951-1953 Hay un reflujo revolucionario por el desmedido aumento de la represión y el fortalecimiento económico de la dictadura. Oscar Torres de Soto sale del país y la célula de Manolo pasa a ser dirigida directamente por Cocuyo Mieses.

1954-1956 Los organismo de la seguridad del Estado detectan a Cocuyo Mieses en el malecón, lo llevan al cuartel policial de Güibia, y le descargan una tunda de palos en la cabeza y el cuerpo. Así, desactivan el alma de la resistencia interna antitrujillista. La célula de Manolo pasa a ser dirigida por Juan José Cruz Segura con base en la casa de Carlos Lizardo. En el verano de 1954, en una fogata en Jarabacoa, conoce a Minerva Mirabal, apenada por la muerte de su padre ocurrida el año anterior. Los dos se enamoran y se casan el 20 de noviembre de 1955. Ya Manolo era abogado. Viven en la casa de los padres de él. Ese año, Trujillo celebra la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre para conmemorar los veinte y cinco años de su dictadura. Esta Feria marca el inicio del declive económico del gobierno. Por órdenes de Trujillo, se secuestra en New York a Jesús de Galíndez, de origen español y agente del FBI. Se le traslada a República Dominicana, donde es asesinado. El reflujo del movimiento revolucionario se agranda por la dispersión de sus líderes debido al recrudecimiento de la represión por la proliferación de antitrujillistas. El 2 de diciembre desembarcan cerca de la playa Los Colorados, en el oriente de Cuba, Fidel Castro y el Che Guevara junto a ochenta expedicionarios que vienen a luchar contra la dictadura de Fulgencio Batista.

1957-1960 La lucha de Fidel Castro y el Che Guevara adquiere magnitudes epopéyicas. Manolo y Minerva le dan un seguimiento cronométrico escuchando a Radio Rebelde, la cual entraba en Montecristi a causa de la cercanía con Cuba. En 1958 Cocuyo Mieses intenta agrupar a todos los grupos dispersos de la resistencia en una sola organización nacional, y planifica junto con militares, un complot para ajusticiar a Trujillo, pero fue detenido. Esta vez la dictadura lo desaparece. A finales del año 1958, en Cuba, el Che Guevara derrota la espina dorsal del ejército de Batista en la histórica batalla de Santa Clara. El ocho de enero de 1959, entra triunfante en La Habana, junto a Fidel Castro, hecho que conmueve la conciencia dominicana, especialmente la de Manolo y Minerva. Aquél, que hacía tiempo quería reiniciar la lucha contra la dictadura, ve la actual coyuntura como la favorable. Acompañado de su esposa, el día de reyes de ese año, y Leandro y María Teresa, almuerza en la casa de Guido D’Alessandro Tavárez (Yuyo), sobrino de Manolo. Minerva, apoyada por su esposo, plantea la necesidad de organizarse contra Trujillo. Es el reinicio de la lucha. El 14 de junio llegan los expedicionarios sin contar con el suficiente y necesario respaldo interno. Manolo junto a su colega y amigo, Alfredo Parra Beato, intenta sumársele sin éxito. Trujillo aplasta la expedición. De los cuatro sobrevivientes dominicanos, solo Poncio Pou Saleta apoyaría el golpe de Estado contra Juan Bosch en 1963 y traicionaría la república en 1965 al también apoyar la invasión norteamericana colaborando con Imbert Barrera. Manolo asume la responsabilidad de organizar la resistencia interna con una visión insurreccional basada en la sociedad secreta La Trinitaria, creada por Juan Pablo Duarte en 1838, y se plantea, además, unificar todas las células dispersas, a excepción de las vigiladas por la dictadura. Para esta titánica tarea cuenta con la ayuda de su esposa y de sus amigos íntimos, Domingo Peña Castillo “La Cuca” y Leandro Guzmán. El Movimiento lo inicia en su ciudad natal, Montecristi, luego lo expande a Santiago, Salcedo, San Francisco de Macorís y la capital. En menos de un año lo desarrolla casi en toda la geografía nacional, convirtiéndose en el primer y único revolucionario que lograría esa proeza histórica. Uno de los reclutados fue el seminarista, Nicolás de Jesús López Rodríguez, actual Cardenal de la república. Sólo esperaban las armas que deberían llegar del exterior para pasar a la acción. Los Estados Unidos, para evitar el surgimiento de otro incontrolable Fidel Castro, bloquea la gestión de las armas. Jorge Lama, enviado por la resistencia a Nueva York para que la gestionara, en cierta medida se confabula con Washington. Como medida preinsurreccional, Manolo constituye formalmente la vanguardia: primero organizó una prereunión, el 9 de enero de 1960, en la casa de Patria Mirabal y su esposo Pedro González, en Conuco, y al día siguiente, en la finca de Carlos “Charly” Bogaert, en Guayacanes, provincia Valverde, en una reunión con los miembros más destacados de las provincias, la formaliza con el nombre de Movimiento Revolucionario 14 de Junio. Asumen el programa mínimo de liberación nacional traído por los expedicionarios, y Manolo es elegido presidente. Pero ya la vanguardia había sido descubierta por el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), debido a la infiltración de un informante llamado Andrés Norman. Los primeros apresados fueron Federico Cabrera y Marcos Pérez Collado. Les siguieron Manolo, Leandro, Minerva, María Teresa, Sina Cabral y cientos más. Apresado, resistiendo torturas paleolíticas, superiores a las chinas, no delató a nadie albergando la esperanza de que los que quedaran libres continuaran la lucha. Por efecto de esta posición y de su moral revolucionaria de acero, su liderazgo, hasta entonces clandestino, adquiriría magnitudes mesiánicas. El 25 de enero, ante la barbarie trujillista en las cárceles, la iglesia católica da a conocer la primera carta pastoral, en la que critican abiertamente a la dictadura. Es el primer triunfo político del Movimiento. El 27 de enero trasladan a Manolo a la cárcel La Victoria. Lo juzgan, y lo condenan a diez años y al pago de RD$300,000.00 de indemnización. Luego, en «apelación», se la reducen a 8 años y al pago de RD$150,000.00. El 7 de febrero, la presión interna y externa hace que Trujillo excarcele a Minerva, María Teresa y a Sina Cabral. El 21, diecisiete activistas del Catorce, aún libres porque no fueron delatados, se asilan en la embajada de Brasil. Entre ellos, José Eligio «Mameyón» Bautista, Rafael «Baby» Mejía, Juan Miguel Román, Francisco «Bueyón» Carvajal y los hermanos Marcos y Polo Rodríguez, tendrían dentro del Catorce destacadas actuaciones. En septiembre, Fidelio Despradel, perteneciente a una célula independiente, y quien también tendría una destacada actuación, sale del país con fines conspirativos. El 6 de marzo, la iglesia lanza otra carta pastoral. El 18 de mayo, Minerva, María Teresa y Sina Cabral son nuevamente encarcelada. Para Minerva sería la cuarta y última prisión. En junio, Manolo y Leandro fueron trasladados a la cárcel La 40. Trujillo pensaba asesinar al presidente venezolano Rómulo Betancourt, después liberar a Manolo y a Leandro, entre otros conjurados, para motivarlo a que se asilaran con el objetivo de matarlos. Pero el atentado falla, y los regresan a La Victoria. En agosto, por el atentado contra Betancourt, la OEA decreta contra Trujillo sanciones económicas y políticas. Ese mismo mes, el Tirano, presionado y ante la inminente visita de la OEA para conocer la realidad del país, suelta a Minerva, María Teresa y a Sina Cabral. Minerva continua la lucha, hecho inaceptable ante los ojos del Dictador más por ser una mujer que por conspirar. En octubre, Manolo y Leandro son trasladados a la cárcel de la fortaleza de Salcedo, y luego a la prisión de la Fortaleza San Felipe de Puerto Plata. En realidad los traslados obedecen a un plan de Trujillo para eliminar a Minerva y a María Teresa en la carretera, después que visitaran a sus maridos. Casi seguido las dos van a Puerto Plata a ver a sus esposos y, al regresar, no fueron eliminadas por lo precipitado del viaje. El 18 de noviembre, realizan otro, pero iban con las suegras. El 25 de noviembre harían el tercero, acompañadas de su hermana, Patria. Sería el último. De regreso, las asesinaron a las tres y al chofer, Rufino de la Cruz Disla. Este horrendo crimen sella la caída de Trujillo. Se suicida en Venezuela, Juancito Rodríguez. Algunas fuentes afirman que fue su nieto quien jugando con una pistola lo mató accidentalmente.

1961 El 30 de mayo ajustician a Trujillo. El 2 de julio ponen en libertad a Leandro y a Pedro González. El 5 llegan al país, los delegados del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), ellos eran Ángel Miolán, Nicolás Silfa y Ramón Castillo. El 11 constituyen oficialmente la Unión Cívica Nacional (UCN), la cual había sido organizada en Washington con la participación de Donald Read Cabral y el apoyo del grupo económico Vicini. La UCN, guiada por los Estados Unidos, para alcanzar el poder político utiliza como táctica, la afirmación de que eran apartidista y patrióticos, que desaparecerían una vez liquidado el poder de los Trujillo. Norteamérica también la utiliza como partido neutralizante e intenta hacer converger en ella a los catorcistas y comunistas. El 16, el PRD celebra el primer mitin en el país, en el Parque Colón de Santo Domingo. El 26 ponen en libertad a Manolo, último catorcista en salir, y de inmediato reinicia la lucha en el nuevo escenario aun sintiéndose muy débil tanto por las torturas como por el golpe demoledor del asesinato de su esposa. Es ya un prócer, formador del partido causante de la crisis que determinó la caída de la dictadura. Si no hubiese organizado el Catorce, aun ajusticiado Trujillo, la tiranía hubiese sobrevivido. El 29, la UCN celebra su primera manifestación pública en el Parque Independencia de la capital. Apenas 4 días después de salir de la cárcel, el 30, Manolo celebra, en la calle Las Mercedes, la primera asamblea constitutiva del Catorce, y lo eligen presidente, y a Leandro secretario general. Ahora el Movimiento se llama Agrupación Política 14 de Junio. Por primera vez en el país, tras los treinta años de dictadura, se erige un partido político por la vía democrática. Inicia así la lucha por liberar al país del neocolonialismo norteamericano. Acuerda con Juan José Cruz Segura formar un punto de reunión para actualizarse políticamente. En un principio apoya a los cívicos, quienes movilizan a las masas contra los remanentes de la dictadura representada por Ramfis y Balaguer. El 13 de agosto regresan del exilio Fidelio Despradel, Luis Genao y Juan Miguel Román, y se integran al Catorce. Posteriormente regresaría Polo Rodríguez, el más radical de los exiliados, y por igual se integraría. El 19 de agosto, el partido celebra su primera manifestación política en Santiago, en el Parque Duarte. Sale a luz pública el periódico El 1J4, vocero del partido, y su programa radial, Política y Orientación. El 16 de septiembre, celebran la segunda manifestación política, esta vez en el Parque Colón. Un grupo de catorcistas, encabezado por Alfredo Manzano, trata de involucrar al partido en una aventura peligrosa e inmoral con Ramfis y Máximo López Molina, líder del Movimiento Popular Dominiano (MPD). Ramfis promete financiar guerrillas para «vengarse» de los americanos porque ayudaron a asesinar a su padre. En verdad quiere utilizarlos como conejillos de indias para que los Estados Unidos le levante las sanciones. Manolo, tras reunirse con López Molina, impide la materialización de la aventura. En esa época le envía, con éxito, una carta personal a Fidel Castro con la finalidad de que entrenen militarmente a un grupo de catorcistas en Cuba. Otro grupo del partido, los más moderados, los envía a Costa Rica a hacer un curso en el Instituto de Educación Política sin imaginar que era un organismo financiado por la Cía. Aprovecha la ausencia de los moderados para reestructurar el partido con los elementos a fin a su proyecto de liberación nacional. Escriben el himno del Catorce, Vinicio Echavarría, Leandro Guzmán y Ángel Concepción. Ya en la cárcel, Niní Germán había ideado la bandera y el escudo. El 20 de octubre, regresa Juan Bosch al país tras 25 años de exilio. Su llegada coincide con la ocupación de la calle Espaillat y un tramo de la Nouel, por parte de jóvenes. Era el efecto de las movilizaciones de masas de la UCN y el Catorce. Los jóvenes proclaman los sectores ocupados territorio libre de Ciudad Nueva. La policía los masacra. Los paleros de Ramfis dirigidos por Balá, desatan el terror sobre los opositores políticos. En noviembre, una delegación de la UCN, presidida por Viriato Fiallo y Luis Manuel Baquero, y otra del Catorce, por Manolo Tavárez Justo y Leandro Guzmán, van a Washington a solicitarle a la OEA que no levante las sanciones impuestas al país porque aun permanecen los Trujillo y su régimen de terror. Ciertamente los cívicos van a negociar con el Departamento de Estado la manera de acabar con el gobierno de Ramfis y Balaguer, y acuerdan, unilateralmente, en un principio mantener a Balaguer. Por esta razón tuvieron contradicciones con Manolo. Éste empieza a distanciarse de los cívicos. En todo el país las movilizaciones contra el gobierno no cesan. Los cívicos, usando a los catorcistas, las controlan. Ramfis, que ya sabía que Washington no iba a levantar las sanciones mientras él tuviera en el mando de las fuerzas armadas, en un esfuerzo desesperado, hace retornar a sus tíos, Negro y Petán, quines estaban en el exterior esperando que levantaran las sanciones para regresar. Ramfis pensaba restaurar la dictadura y matar a... Manolo. Con la iniciativa cívica, empieza una huelga general contra el regreso. El 18, Estados Unidos manda barcos de guerra con un mensaje: Si los Trujillo dan un golpe tendrán que enfrentar a Washington. Ese mismo día, Ramfis se ve obligado a abandonar el país, no sin antes asesinar a los que ajusticiaron a su padre. Arrestan a Alicinio Peña Rivera, coordinador del crimen de las hermanas Mirabal y su chofer, Rufino de la Cruz Disla. El 19, el general Rodríguez Echavarría, jefe de la base aérea de Santiago, motivado por Norteamérica, se levanta militarmente para presionar a Negro y a Petán. Estos ceden, sobre todo porque Balaguer les da una millonada. El 21, regresa Manolo, junto con Viriato Fiallo, de Estados Unidos, y lo reciben como un héroe. El general Rodríguez Echavarría reconoce a Balaguer como autoridad legal del poder. Empiezan a saquear las residencias de los Trujillo. El 29, los cívicos, apoyados por el Catorce, llaman a una huelga contra el gobierno. La misma termina a los once días sin que Balaguer cayera, pero se ve obligado a conformar un Consejo de Estado con los cívicos. Manolo denuncia el Consejo como un producto de la interferencia del imperialismo. Empieza a distanciarse de los cívicos de forma definitiva. Se comienza a organizar La Infraestructura, organismo secreto del Catorce que se encargará de crear las bases para la lucha armada. Máximo Bernard tiene una gran influencia en el organismo, el cual Polo Rodríguez le daría un giro radical con el apoyo de Manolo.

1962 El 4 de enero, se recrudecen las contradicciones entre la UCN y el Catorce: seis miembros del Comité Ejecutivo Central, que también tenían cargos dirigenciales en la UCN, renuncian de la Agrupación por la fuerte oposición de Manolo al Consejo. La OEA levanta las sanciones, y por esta razón Balaguer, presidente del Consejo, debería renunciar por acuerdo previo con los cívicos y darle paso al vicepresidente, Rafael F. Bonelly, pero se quedó afirmando que su mandato constitucional termina en 1962. La UCN empieza a presionarlo, y el 16 de enero, usando altoparlantes, ponen a una multitud a corear consignas contra él y Rodríguez Echavarría. Las consignas llegan hasta la oficina del presidente en el palacio. El gobierno cae en la trampa provocativa y ametrallan la multitud frente al local. La consternación fue general. El Catorce pide sanciones por el ametrallamiento. Balaguer se ve obligado a renunciar, y en su lugar nombra a uno de su confianza: Humberto Bogaert. El general Rodríguez Echavarría, con la anuencia de Balaguer, trata de quedarse en el poder, e instaura una Junta Militar presidida por Humberto Bogaert. La maniobra fracasa porque no cuenta con el apoyo de Estado Unidos. El 19 de enero, el mayor Fernández Domínguez, futuro creador del movimiento constitucionalista, hace preso al general Rodríguez Echavarría, quien pararía en el destierro al igual que Balaguer. Se reinstala el Consejo de Estado presidido ahora por Bonelly. A partir de entonces el país pasa a ser una neocolonia de los Estados Unidos. Manolo rechaza una petición del Consejo de que participara un representante del Catorce en el gobierno, debido a las diferencias ideológicas ya abismales entre el 1J4 y la UCN. La UCN anuncia oficialmente su conversión en partido. El 19 de febrero expulsan a Alfredo Manzano por estar promoviendo alianza con el MPD y criticando a Manolo. Éste denuncia al Consejo de Estado por estar creando una dirección de seguridad para perseguir opositores políticos. Afirma que la UCN sustituye al Partido Dominicano. El 20, el Consejo promulga una la Ley de Emergencia, al amparo de la cual se deportan a opositores políticos. Manolo moviliza a las masas contra esta ley. Erróneamente cree a Imbert Barrera amigo y lo trata como tal, siendo uno de los principales ejecutores, por abajo, de la Ley de Emergencia y un incondicional de los Estados Unidos. La Agrupación, por medio a Juan Miguel Román, comienza a comprarle armas al alemán, Camilo Todemann, quien era un trabajador de la Cía, bajo las órdenes de Tony Sileo. El plan de la Cía, el cual contaba con la colaboración de los cívicos, era venderles fusiles saboteados al Catorce, creándole así una base militar falsa, e investigar si tenían otras fuentes de abastecimientos, y motivarlos, en su momento, a que se levantaran en armas para asesinarlos a todos. La primera entrega la hizo Camilo en el mes de marzo. Fidel Castro empieza a apoyar económicamente al Catorce. Manolo, debido a su profunda admiración por el líder de la revolución cubana y a la influencia de los cuadros del partido que se entrenaron en la patria de José Martí, gira más sus pensamientos políticos hacia la izquierda. El 14 de junio, por primera vez, el partido celebra un mitin en honor al sacrificio heroico de los expedicionarios de 1959. Lo convoca frente al baluarte de El Conde en el Parque Independencia. El contenido y la forma de su discurso supera a los anteriores, sobre todo por Manolo ayudarles a las masas a conocer la verdadera fisonomía de los Estados Unidos, por lo que sería considerado precursor de las ideas antiimperialistas. Por esta consideración, los pronorteamericanos tratarían de empequeñecerlo ante la historia, supeditando su papel al de Minerva Mirabal, siendo al revés. Volviendo al discurso, ya cuando lo iba a finalizar, producto de la efervescencia del momento, comete el error político más grande de su vida, al afirmar que el 14 de Junio sabe muy bien donde están las escarpadas montañas de Quisqueya, y a ellas, a ellas iremos... A partir de entonces llovieron las renuncias de los militantes, y la Cía y los organismos de la seguridad del Estado le pusieron especial atención, y aceleraron los planes que ya tenían ventilados contra él y su partido, al que tratarían de desaparecer. Como él es un hombre de palabra, de honor, los agentes que le ha infiltrado la Cía, lo harán esclavo de ellas. El 27, inician la causa contra los asesinos de las hermanas Mirabal y su chofer, Rufino de la Cruz Disla. En el kilómetro doce de la Carretera Sánchez empieza a funcionar una escuela de formación de cuadros del Catorce, de orientación marxista. Esta escuela es la base del proyecto ideológico futuro de Manolo. Un sector moderado del Catorce encabezado por Félix Germán, Blanco Fernández y Cayeyo Grisanty, producto del discurso y por contradicciones ideológicas, renuncia. Los manolistas lo tildan de ser instrumento del imperialismo. Manolo logra mantener cohesionado el partido. Ahora los líderes más radicales, los llamados supersabios, aspirantes a convertir el Catorce en un partido comunista, esencialmente Polo Rodríguez, Fidelio Despradel, Roberto Duvergé y Luis Genao, posiblemente siendo éste ya (en lo que se convertiría luego públicamente): un agente del enemigo, adquirieron más fuerza. Juan Miguel Román, con ideas diferentes, también era del grupo. El 25 de noviembre, se reproduce el mismo mitin de la capital en la Plaza Valerio con motivo a la celebración del segundo aniversario de la tragedia de las hermanas Mirabal. Manolo, en su discurso, dijo que la consigna nacional, es en diciembre no votar. Los asesinos de las hermanas Mirabal fueron condenados a largas penas de cárcel. A los dos años y medio, aproximadamente, serían liberados en el transcurso de la guerra de abril por los remanentes del trujillismo que se fortalecerían con la invasión norteamericana, a excepción de Alicinio Peña Rivera, que fue dejado en libertad por Montes Arache. El 20 de diciembre se celebrarían las elecciones, pero los supersabios propugnaron por impedir la “farsa” por medio de la insurrección. Esta vez, Manolo impuso su autoridad sobre ellos, y la insurrección se dejó de lado y se mantuvo la decisión de abstenerse de participar en las elecciones. Mas los supersabios, liderados, en lo político, por Fidelio Despradel, quien tenía conexiones con el Partido Socialista Popular por medio a Luis Gómez Pérez, y en lo militar, por Polo Rodríguez, lentamente se fueron convirtiendo dentro del Catorce en una especie de célula que poco tenía que ver con el proyecto de liberación nacional, democrático y antiimperialista del partido. Y fueron tomando el control de la organización apoyándose tácticamente en la figura de Manolo. Éste comete el error de darles demasiadas libertades por sus enormes capacidades de trabajo y sus ideales nacionalistas orientados hacia el marxismo. EL 4 de diciembre la policía “descubre” un arsenal de armas del Catorce. Seguro que eran de las no saboteadas, sacadas de la armería por Evelio Hernández, entre otros trabajadores, y no por Camilo Todemann. Lógicamente, el partido negó que las armas les pertenecieran. Los días 8 y 9 de diciembre, el Catorce convoca una Asamblea Nacional. En ella se acepta la reestructuración del Comité Central presentado por Manolo, y se ratifica la decisión de no participar en las elecciones. Entre Juan Bosch y el padre Lautico García se produce un debate televisado porque el segundo tildaba al primero de marxista–leninista. Bosch se lo ganó. El día de las elecciones, los catorcistas, obedeciendo a una línea no supersabia y tampoco oficial del partido, votaron por Juan Bosch, quien ganó abrumadoramente el escrutinio. Manolo dice que el PRD cuenta con el apoyo del Catorce. A partir de entonces, el partido decide hacer más contacto con las masas. El 28 se produce una matanza en Palma Sola, posiblemente organizada por el gobierno para asesinar al general Rodríguez Reyes, quien iba a ser el jefe de las fuerzas armadas en el gobierno de Bosch. Manolo dice que fue una masacre. En sus últimos días como presidente, Bonelly promueve a individuos ligados a los cívicos dentro de las fuerzas armadas y dicta leyes especiales sobre la inmovilidad de otros de alto rango, iniciando así la conspiración.

1963 El 24 de enero, en San Francisco de Macorís, jóvenes relacionados con el Catorce, ciegos seguidores de Fidel Castro, atacan de noche al cuartel de Castillo, con la finalidad de proveerse de armas y establecer un foco guerrillero en la loma Quita Espuelas. La acción, que no contó con la aprobación del partido, termina en fracaso. La policía trata, sin éxito, de vincular al Catorce con el hecho. El 27 de febrero, Bosch asume el poder, y sin una táctica y estrategia definida, estando las fuerzas armadas bajo el control norteamericano y la mayoría de los grupos económicos dirigidos políticamente también por ellos a través de la UCN, intenta realizar un gobierno independiente política y económicamente. El Catorce apoya la enseñanza laica, iniciativa del gobierno. Bosch rescinde unilateralmente un contrato lesivo para el país que había sido suscrito por el Consejo de Estado con The Esso Standard Oil, y en Europa ya había obtenido la promesa de un préstamo…La línea táctica de apoyo al gobierno es boicoteada solapadamente por los supersabios, fanatizados con el foquismo, visualizadores del triunfo revolucionario al doblar de la esquina. Sus poderes dentro del partido seguían en aumento, sobre todo después de lograr incluir dentro del Comité Central a Luis Genao. El 26 de abril, estalla una crisis entre el gobierno dominicano y el de Haití por un ataque de la policía secreta duvalierista a la embajada dominicana en Puerto Príncipe, que albergaba a opositores. Las fuerzas armadas, que fueron movilizadas hacia las fronteras por órdenes de Bosch, se negaron después a continuar obedeciéndolo por recomendaciones de la misión militar norteamericana en el país. En medio de la crisis, el congreso aprueba una nueva constitución, a la que se opone la iglesia y toda la reacción manejada por los cívicos. El 14 de junio, el partido celebra el mitin en honor al cuarto aniversario de los expedicionarios. Fue la consagración política de Manolo porque debido a su táctica de acercamiento a las masas y a la paralización del gobierno de Bosch, que se mantenía a la defensiva de la reacción, tratando de demostrar que no era marxista, que solo ponía en práctica leyes que les convenían al país como la del Tope del azúcar, y no ponía en práctica las medidas populares prometidas, las masas desencantadas se habían sumado al Catorce, posiblemente convertido ya en organización mayoritaria. Ante el posible golpe de Estado, La Infraestructura incrementa los aprestos preinsurrecionales, pero comprándoles armas a Camilo Todemann. Militares de alto rango le ofrecen apoyo a Manolo si se levanta en armas. En verdad era una labor de contrainteligencia, consistente en motivarlo para tener una excusa para asesinarlo. Dentro del partido ocurre otra crisis protagonizada por los llamados flojos, que eran Jaime Durán, Hugo Toyos, ambos del Comité Ejecutivo Central (CEC), y Rafael «Fafa» Taveras y Norge Botello, dirigentes medios. Ellos no se oponían a la existencia de La Infraestructura, a pesar de que fueron excluidos, pero opinaban que debería estar bajo el control del CEC. A los que sí se oponían era a la iniciación de la lucha guerrillera por no haber condiciones. En medio del calor de los debates, los supersabios, por votación en el CEC, lo derrotaron y le dieron plenos poderes a Manolo para que decidiera la táctica de La Infraestructura. Posteriormente lograrían incluir en el Comité Central a Marcos Rodríguez, en sustitución de Baby Mejía, a quien enviaron a Cuba a entrenarse. Esta inclusión afectó todavía más el poder de los flojos, pues aunque Baby era un duro, no era un incondicional como Marcos. Los flojos carecían de coraje y de responsabilidad para enfrentar la crisis. Por esta razón aceptaron irse a Cuba por mediación de Polo, a disfrutar de unas becas que ciertamente no existían. Polo los timó. Además de los flojos, los supersabios alejaron del CEC a Vinicio Echavarría, Bueyón Carvajal Martínez y Miguel Vásquez Fernández, completando así su dominio sobre el partido. Ante la cercanía del golpe, el coronel balaguerista, Neit Nivar Seijas le ofrece a Manolo 200 ametralladoras, para que lo apoye a él en una aventura golpista. Ni las armas, ni él después aparecieron. Fidel Castro le manda a decir a Manolo, que no suba a la loma en la primera etapa de la guerrilla. Los supersabios se opusieron a este mandato. En julio, Bosch comete el error de aceptar reunirse con el alto mando de las fuerzas armadas en San Isidro. Los militares trataron, sin fortuna, de que implementara una serie de medidas impopulares, entre ellas, la deportación de líderes revolucionarios. Esta reunión marca el inicio de la ofensiva final de los golpistas dirigidos por los cívicos con el apoyo norteamericano. Bosch, en la televisión, pronuncia un discurso magistral, y denuncia el golpe. Manolo lo llama, en vano, para felicitarlo. La iglesia católica apoya unas manifestaciones llamadas de reafirmación «cristianas» dirigidas por los golpistas. Las manifestaciones perseguían hacer participar a las masas en la trama. El Catorce denuncia la conspiración, y hace un llamado en pro de la formación de un Frente Nacional de Defensa a la constitución y contra el golpe de Estado. A propósito de la denuncia, Bosch y Manolo se reúnen en la primera planta del edificio de Máximo Bernard, ocupada por los esposos Nidia Peralta y Henry García. Aparentemente no llegaron a ningún acuerdo por la negativa de Bosch de aceptar el apoyo de Manolo en pro de la movilización de las masas y de combatir con la acción a los golpistas. El presidente creía que tales acciones acelerarían su caída. Manolo, previendo la precipitación de los acontecimientos y sus efectos, forma un Comando Supremo, aprobado por el Comité Central, compuesto por él, Benjamín Ramos y Máximo Bernard. Ante la ausencia de él, Benjamín Ramos sería el sucesor. Era una forma de impedir un zarpaso de los radicales supersabios. Pero Manolo desconocía que ya él era el líder de ellos sólo en apariencia, sólo cuando les resultara beneficioso para su proyecto insurreccional, al que posteriormente los catorcistas llamarían «la locura de las montañas». El 23 de septiembre matan al dirigente de la Agrupación, Alexis Brache en Salcedo. Manolo va, y pronuncia el panegírico. En la madrugada del 25 de septiembre, se da el esperado golpe de Estado. Al día siguiente se instaura un triunvirato presidido por Emilio de los Santos, Manuel Enrique Tavárez Espaillat y Ramón Tapia Espinal. Manolo, por un fallo de La Infraestructura y por la claudicación de Máximo Bernard, sin saberlo, ni quererlo, tratando de buscar un refugio, es llevado a la embajada de México. En medio de esta confusión, los supersabios, ya trabajando como una especie de célula, desconocen a Leandro como secretario general y a Benjamín Ramos como sustituto de Manolo, y tratan de tomar el mando del partido como temía el líder. Afirman que dentro de poco todo estará listo para iniciar la insurrección y al mismo tiempo desacreditan a Manolo por haberse “asilado”. El objetivo era irlo ablandando para después utilizarlo para sus fines aventureros, que paradójicamente coincidían con los de la Cía aunque, claro está, con fines diferentes. En una reunión, los supersabios se autonombraron «Comisión Militar Encargada de Preparar la Insurrección». Finalmente Manolo logra salir de la embajada por su cuenta, e intenta asumir el control de su partido, es cuando se entera del accionar supersabio y sus pretensiones de desarrollar su línea política insurreccional por decreto. En medio de esta nueva crisis, sumergido en la clandestinidad, Manolo llega a decirle a Benjamín Ramos, que existen fuerzas dentro del Catorce que tratan de separarlo de la presidencia. Piensa que de enfrentarlas dividiría el partido. Afirma que ellos (los supersabios, n.de ed) han amenazado con denunciarlo por haber estado en la embajada de México y que se irían solos para las montañas, y que en este caso, él no volvería a presentarse en público, ni hablar ante las masas. A fin de mantener la unidad, decide ir a las montañas. Otro día, le manifestó a Daniel Ozuna, quizás ya convertido en colaborador de la policía, que ese grupo (los supersabios, n. de ed), lo consideraba vacilante, y que habrá tiempo suficiente para demostrarle a ellos, quien era él. A estas alturas la célula había nombrado a Fidelio como sucesor de Manolo y en caso de que murieran los dos, sería Roberto Duvergé.
En octubre, el MPD, creyendo que el Catorce no se rebelaría, intentó, sin éxito, establecer un frente guerrillero en las lomas de Cotuí para ser la vanguardia de la revolución. El 6 de noviembre apresan a Leandro Guzmán y de Daniel Ozuna. Los supersabios, basándose en una estructura organizativa falsa, le dicen a Manolo que todo está listo para el inicio de la insurrección. Él, sin estar de acuerdo con el momento escogido para comenzarla, chantajeado por haberse “asilado” y haber dado su palabra de que iría a las montañas, va al levantamiento iniciado el 28 de noviembre tratando de mantener la unidad del partido. A pesar de todo, esa muestra de entrega y de desprendimiento duartiano, marca un horizonte en la historia dominicana. Nunca antes una generación, como la que se llamaría Manolo, combatiría la injusticia social con tanto amor sin estar preparada militar y políticamente. La Infraestructura coloca seis focos en las cordilleras. El triunvirato, asesorado por la misión militar norteamericana, permitió la subida de los guerrilleros a las montañas, sobre todo porque iban con armas saboteadas y además le convenía, pues provocaría tanto un fortalecimiento de su unidad con la derecha civil y militar como el reconocimiento de los Estados Unidos. En un principio, pensaban eliminarlos a todos, pero después, debido a las consecuencias negativas que les traería (la matanza ejecutada por Trujillo contra los expedicionarios había pasado hace apenas cuatro años), ya que conformaban un gobierno de facto, decidieron eliminar a Manolo y uno que otro líder necesario para destruir la Agrupación. Los supersabios, comandando todos los frentes, intentan consolidarlos, fue cuando se estrellaron contra el muro de la gran verdad: eran unos idealistas, románticos de la guerrilla, que no estaban ni mínimamente preparados para la acción que habían emprendidos. Así fueron, en pocos días, derrotados con suma facilidad, a excepción del frente de Manolo. Éste, a pesar de no tener entrenamiento guerrillero se creció en la montaña. Llega a cargar incluso cinco mochilas y la paila de sus hombres cansados. Igual que en La 40, demostró quien era el verdadero Comandante en Jefe. El ejército y unidades élites de la fuerza aérea, comandadas por Ramiro Matos, no solo nunca lograron emboscarlo, sino que un día, creyéndolo tener rodeado, hasta se entraron a tiros ellos mismos. Dándole crédito a un llamado del gobierno de facto, hecho por Manuel Enrique Tavárez Espaillat, de que se entregaran porque sus vidas serían religiosamente respetadas, los guerrilleros presionaron a Manolo para que aceptara la proposición. Lo que ellos no imaginaron fue que no bien Enrique Tavárez Espaillat terminó su alocución televisada, corrió junto a Ramón Tapia Espinal para la base de San Isidro a hablar con los militares comprometidos con el golpe, para que no le hicieran caso a su alocución, ya que si no se eliminaba a Manolo, los Estados Unidos le retiraría todo su apoyo al gobierno. Cuando se consumaron los hechos, uno de los líderes de San Isidro, el general Atila Luna, a la sazón jefe de la fuerza aérea, ebrio, con una sonrisa macabra en los labios, le dijo a Emilio Cordero, preso en la base, Tavárez Justo está listation, ya no joderá más. Manolo, por su parte, no quería entregarse, por el contrario, deseaba trasladarse a las lomas periféricas a Salcedo, Tenares y San Francisco de Macorís, a continuar la lucha en un mejor escenario. Pero tuvo que ceder porque la mayoría lo hizo responsable de sus vidas. (Cinco guerrilleros se salvarían al no creer en las palabras de Enrique Távarez Espaillat). Así, presionado por sus hombres, se acoge al llamado del gobierno de facto, y al entregarse con ellos, son todos asesinados. Con la caída de Manolo, muere el entusiasmo revolucionario de las masas del siglo XX. Pero esta caída se convierte en un triunfo político que provocaría la crisis y posterior derrumbe del triunvirato. Este triunfo político se reflejó en la negativa del noventa por ciento de las fuerzas armadas en apoyar a los de San Isidro cuando un sector minoritario se levantó en armas con las mismas intenciones que Manolo: vuelta a la constitucionalidad sin elecciones. Este sector constitucionalista, con el apoyo decisivo de los manolistas, pues los militantes civiles del PRD no estaban preparados para la lucha armada, venció a los de San Isidro el 27 de abril de 1965, en la histórica batalla del Puente Duarte, produciéndose así el sueño de Manolo Tavárez de la restauración de la democracia por la vía insurreccional. Sueño que convertiría en pesadilla la segunda intervención armada de los Estados Unidos.
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