LA MINA DE JOCHY

LA CAPACIDAD DE ASOMBRO
Por Jochy Reyes

Ante las necias demandas del despreciable pichón de tirano nieto de Chapita Trujillo, el más sanguinario entre sanguinarios

En un mundo lleno de tecnología como el de hoy, no sé si existe un aparato para medir la capacidad de asombro de los seres humanos, pero creo, fuera bueno que algunos de estos genios tecnológicos se inventara uno y estoy seguro que tendría muy pero muy buena acogida; por lo pronto yo haría fila el mismo día que saliera al mercado para comprarme el mío, porque así como tengo mi aparato siempre a manos para medirme la presión, tendría este cerca también cada vez que vaya a leer o escuchar alguna noticia, para de este modo medirme yo mismo mi capacidad de asombro que creo es bastante alta, porque a diario leo y escucho cosas tan increíblemente estúpidas y ni siquiera me duele la cabeza, señal de que mi asombrómetro todavía no se ha llenado.

Ahora me tocó el turno de leer en un diario de nuestro país, la carta que un nieto del sanguinario dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina (alias chapita) le manda al procurador general de la república Domínguez Brito, donde le reclama el derecho que tiene esta familia y sus allegados a defender según él, el legado promisorio de dicha funesta era.

Este personaje de nombre Ramfis Domínguez Trujillo, se queja en su misiva de que la disposición 5880-62 que prohibe las actividades trujillistas en el país es inconstitucional, porque según él viola los artículos 6 que habla de la supremacía de esta sobre las demás leyes, decretos y disposiciones, y el 49 que establece la LIBERTAD DE EXPRESIÓN E INFORMACIÓN.

Les voy a transcribir este art. para luego contestarle a este pichón de dictador, y lo hago por un medio que estoy seguro no hubiese podido circular en su defendida era por la calidad e independencia de sus articulistas. Art. 49 de la constitución: "toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, ideas y opiniones, por cualquier medio, sin que pueda establecerse censura previa". Mire usted señor nieto de chapita, yo no le voy a quitar ni a discutirle el derecho que tiene, de amar y venerar a su sanguinario abuelo, de hecho él se desvivía en protección y amor para con su familia, mientras mataba a los abuelos, padres, hijos y nietos de las otras familias, por el solo hecho de pensar diferente a él. Y como creo que su "distinguida familia" no se ha dignado contarle toda la verdad, yo me permitiré contarle algunas.

En el año 1925, siendo su abuelo capitán del ejército en la plaza de Santiago, instigó a un subalterno para que matara al mayor Lora comandante de la misma, por el simple hecho de que le interesaba la misma y su maldad no le permitía ganársela en buena lid por sus servicios a la patria, cosa que logró de esta manera perversa; luego en el año 1928, y ya siendo jefe del ejército, conspira y derroca a su protector el presidente Vásquez, el hombre que lo llevó a esa posición, y no conforme con eso tres años después, comete uno de los crímenes mas horrendos que recuerde nuestra historia, el de los esposos Martínez Reyna en su casa de San José de las Matas y estando la señora Martínez con casi nueve meses de embarazo. ¿Y cuál fue el móvil de este crimen? Simplemente la amistad que unía al Dr. Martínez Reyna con el derrocado presidente Vásquez. Pero no todo se queda ahí, otro crimen que estremeció los cimientos de la patria fue el de las Hermanas Mirabal, ¿y usted sabe también el motivo, pichoncito de dictador? Pues que esa montaña de dignidad que honra a la mujer dominicana llamada Minerva Mirabal le rechazó sus pretensiones amorosas, demasiado para este megalómano delincuente de su abuelo.

Dígale también a su familia que le cuente sobre las fechorías de su otro tío abuelo llamado Petán, que tenía un feudo y las violaciones a mujeres fueron tantas, que hasta un Merengue inspiró, el famoso JARRO PICHAO.

Y así hay miles de casos de abusos cometido por su defendida dictadura, pero necesitaríamos varios periódicos para llenarlo y su abuelo no merece otra cosa que no sea desprecio. Ahora quiero contarle cual es la la diferencia el día de hoy solo que para esto quiero que nos desplacemos 60 años atrás. Si usted hubiese sido hijo o nieto de Mauricio Báez, Salomón Haddad, Desiderio Arias, Manolo Tavares, etc., etc., etc., y se le hubiera ocurrido la genial idea de mandarle una carta a Trujillo reclamándole el derecho constitucional que tienen sus parientes y usted mismo de defender el legado heroico de estos patriotas en su lucha por la libertad de su pueblo, le aseguro señor Domínguez Trujillo, que usted no estuviera hoy en el mundo de los vivos y muchos de sus parientes tampoco. Esta imperfecta democracia que los Dominicanos tenemos hoy día, es cien veces mejor que la era de su abuelo, porque por lo menos podemos quejarnos sin temor a que nos maten y usted es mi mejor ejemplo; su abuelo era en el año 1918 un simple guarda campestre en los ingenios del este, y a partir de ahí, gracias al padrinazgo de un ejército invasor que lo quiso premiar por su capacidad de maldad y latrocinio persiguiendo a los patriotas que luchaban contra el invasor en el este del país, se convirtió en poco tiempo en uno de los hombres más ricos del mundo, gobernando uno de los países más pobres de ese mismo mundo.

Usted está reclamando derechos constitucionales para una familia que eran paladines violando esos mismos derechos, llegando en algunos casos hasta lo ridículo, como fue el caso de nombrar a quien llevó su mismo nombre coronel del ejército a la edad de 5 años, cuando esa misma constitución establecía en 18 años la edad mínima para ser miembro de dicha institución, o vestirse con un sombrero de plumas que más que un presidente, lo que parecía era un papagayo en desgracia. Estoy seguro que sus parientes mayores solo le hablan de las bondades de su abuelo y créale, fue bastante bondadoso, pero solo con ustedes sus familiares o su corte de cipayos, pero el pueblo dominicano solo lo recuerda como el dictador más cruel y sanguinario de nuestra historia republicana. Por último, contraviniendo los consejos del eminente sicólogo Norteamericano John Gray, de que el peor de los consejos es el que no se pide, y pidiéndoles disculpa a los lectores de este medio por lo que le voy a aconsejar. NO BATA TANTO ESA MIERDA, QUE MIENTRAS MAS LA BATA MAS LE HIEDE.

El autor es abogado