lunes, 29 de abril de 2013
SEGÚN DARÍO 18:07
EL ASESINATO DE PANCHITO MADERA
Por Rafael Darío Herrera
El autor es historiador y profesor universitario; miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Historia
A fines de 1955 la sociedad maeña quedó conmocionada con el asesinato del comerciante y agricultor Francisco Leovigildo Madera (n. 27 de mayo de 1892 y f. 10 de noviembre de 1955), hijo de Francisco Madera y de Juana Rodríguez, hija a su vez de Frutoso Rodríguez, uno de los fundadores de Mao. La familia Madera, una de las de mayor abolengo de la ciudad, mantuvo tensas relaciones con Trujillo y se distinguió por sus vínculos con el caudillo noroestano Desiderio Arias. De hecho, y mientras fungía como senador por la provincia de Montecristi, Arias le dirigió un telegrama al Dr. Federico Rojas en el que le urgía solicitar a Trujillo la solución de un problema que afectaba a Panchito.
Por sus capacidades prácticas para los negocios don Panchito logró acumular una extraordinaria fortuna que algunos han llegado a equipararla con la del empresario santiagués Yapur Dumit. Madera era una persona laboriosa, dotada de firmes principios morales, que no se andaba con reparos para espetarle la verdad en la cara a cualquiera. Su casa comercial, una tienda mixta, se hallaba situada en la Duarte esquina Sabana Larga, frente a su residencia, y en ella laboraban Manuel Tineo, un señor de apellido Morillo y Ramón Gil. Su ganado vacuno, compuesto por miles de reses, estaba reputado como uno de los mejores de toda la región. Además poseía numerosas granjas de cerdos. Como agricultor Panchito descolló como uno de los mayores productores de arroz.
De acuerdo con el testimonio de quienes lo conocieron, Panchito era un hombre solitario, de educación promedio, cuyo único amigo y confidente era su primo Nanito Madera. El 20 de diciembre de 1924 don Panchito contrajo nupcias con doña María Reyes Cabral, hija de Rafael Tobías Reyes Aranda e Isabel Cabral, con quien no llegó a procrear hijos. Madera ostentó la categoría de hidalgo de bragueta pues se estima que mantuvo relaciones maritales con unas doce mujeres, por lo cual se le reconoce un extenso linaje, fruto de su convivencia con Dolores Emilia (Bobita) Rodríguez, (Isis y Diana), Aracelis Domínguez, cuñada del temible Ludovino Fernández, (Esquine y Daisy) y Digna Arté (Francisco Arté, mejor conocido como Brichy).
También a Estela, la madre del extinto médico Charly Manzueta así como Nelson Rojas, Rafael Lozano, Nicolás (nativo de Peñuela) y Edith Madera, la de menor edad, bioanalista oriunda de Monción. Es de interés resaltar que Esquine Madera Domínguez era primo hermano del coronel Rafael Fernández Domínguez, hijo del temible general Ludovino Fernández. Y cuando este iba a ingresar al Ejército a inicios de la década de 1950, Esquine trató de persuadirlo recordándole el deseo de su padre de que hiciera una carrera universitaria.
Según un informe de inteligencia de 1937, don Panchito figuraba en la nómina de los “indiferentes” a la dictadura de Trujillo en la común de Valverde, junto a Rafael (Feso), Luis y Bulín Madera (B. Vega, Unos desafectos y otros en desgracia. Sufrimientos en la dictadura de Trujillo, Santo Domingo, 1986, p. 180.). En la plantilla figuraban también Lilo Rodríguez, Dimas (padre) y Dimas Rodríguez Padrón. Otros maeños que se distinguieron por sus críticas abiertas al régimen despótico trujillista fueron Rogelio Ventura y Jesús María Madera. De acuerdo con informaciones orales recopiladas por el autor, cuando proferían sus diatribas contra el tirano inmediatamente se generaba un vacío en torno suyo por el temor de los demás a sufrir represalias.
A las tensas relaciones de Madera con Trujillo se sumó el conflicto en que se vio involucrada su hija Isis con el tirano. En los años cincuenta del siglo pasado Isis era una mujer de una deslumbrante belleza y eso no pasaba desapercibido para los alcahuetes locales del régimen. De acuerdo con las declaraciones de la propia Isis al médico psiquiatra Ricardo Brea Tió, publicadas por el amigo Isaías en este espacio, ella accedió a visitar a Trujillo en la casa de la caoba de San Cristóbal para lo cual los personeros locales del régimen emplearon la coartada de que dicho encuentro contribuiría a distender las relaciones de su padre con Trujillo. Isis aprovechó el encuentro con Trujillo para solicitar su anuencia para realizar estudios en México y aprovechó para quedarse en la casa de su hermana Diana.
Don Panchito, como es lógico, decidió visitar a sus hijas en México y de regreso a la República Dominicana se entrevistó en Cuba con Juancito Rodríguez que en ese momento era uno de los principales líderes del exilio antitrujillista. Los servicios de inteligencia informaron a Trujillo del encuentro quien de inmediato citó a Madera al Palacio Nacional donde le mostró una foto suya en compañía de Juancito y lo cuestionó sobre el envío periódico de dinero a México.
Los ejecutores del crimen
En noviembre de 1955 los cuerpos represivos de la dictadora le encomendaron el “servicio” de eliminar a don Panchito Madera a un conocido y despiadado sicario de Mao cuyo nombre omitiremos pero este declinó en su pues le unían vínculos de compadrazgo con este. A Madera le dispararon con una escopeta mientras se encontraba en su finca del Junquito y lo hirieron de manera superficial en la cabeza, lo cual le permitió escapar de forma rauda gracias a la calidad del caballo en que andaba. Pero cuando llegó a su casa y su esposa se disponía a llevarlo a un centro médico miembros del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) apresaron a Madera y lo trasladaron al hospital José María Cabral y Báez de Santiago. Doña María Reyes Cabral siguió el vehículo del SIM pero estos la obligaron a devolverse.
En el Cabral y Báez el propio director del hospital, Dr. Antonio Paulino, le inyectó a Madera agua oxigenada por las venas que le provocó una embolia gaseosa aunque otros sostienen que le inocularon una sustancia tóxica (pentotal o fenobarbital) por vía intravenosa. Una enfermera que estaba cerca de la sala solo escuchó la resistencia de Madera. La versión oficial consignada en el acta de defunción atribuyó la muerte de madera a un infarto cardíaco. Transcurrido cierto tiempo desde el propio hospital llamaron a doña María para que fuera a retirar el cadáver de Madera.
El caso está lleno de dramatismo pues cuando avisaron desde el hospital, por el miedo imperante, pocos se atrevían a involucrarse en el caso y viajar a Santiago, hasta que finalmente Luisito Bogaert, hijo de Alberto Bogaert, se decidió a buscarlo. Una vez trasladado el cadáver y empezado el velatorio los guardias rodearon la residencia de la familia e impedían la afluencia de las personas al mismo hasta que una de sus hermanas, Lidia Madera, lanzó numerosas diatribas contra ellos y los obligó a retirarse del lugar. En el momento del crimen mi padre, Darío Antonio Herrera, se desempeñaba como simple enfermero del hospital Luis L. Bogaert, ubicado en la calle Duarte, y doña Lidia, que vivía en la casa contigua al mismo, le vociferó: “Darío, Trujillo asesinó a Panchito”, enfática declaración que significaba riesgo para un empleado público. En esa época el cuartel del Ejército estaba situado en la calle Independencia, al lado del comercio de Emilio Reyes, hoy supermercado Morel.
Posteriormente el Dr. Paulino cayó en desgracia con la dictadura y como castigo lo trasladaron a prestar servicios en el hospital de Seguro Social de Mao, pero se resistía a ejercer sus funciones y se pasaba los días encerrado en su habitación, lleno de pánico, en la casa de la Niña Arté, ubicada en la intersección formada por las calles Santa Ana y María Trinidad Sánchez. Aunque salía poco, muchos maeños conocieron a este médico homicida.
Los personeros de la dictadura así como los altos jefes militares se abalanzaron con voracidad e hicieron pillaje de los bienes materiales de Don Panchito. Se desconoce el destino de la fortuna pecuniaria que poseía Madera, que también se dedicaba a prestar dinero, pues en esa época no existía ningún banco en Mao. Una versión señala que el dinero se lo entregaron en una maleta a unos pastores metodistas que residían temporalmente en una casa contigua. En tanto el ganado vacuno y las bestias caballares fueron trasladados en camiones hacia otras fincas. Miguel A. Santelises, por ejemplo, se adueñó de la finca La Charca que estaba reputada como una de las mejores de toda la región. Luego de la muerte de Trujillo a este señor le confiscaron 793,022 tareas. Una vez defenestrada la dictadura los descendientes de Madera lograron recuperar algunos bienes.
El expediente sobre la muerte de Madera estuvo en poder de un tribunal judicial de Santiago, y luego, cuando a Mao lo elevaron a la categoría de provincia, en enero de 1959, el expediente se remitió aquí, donde los doctores Leo Tuero y Francisco G. Graciano de los Santos, ambos funcionarios judiciales, quienes procedieron a interrogar a las personas sospechosas del crimen, especialmente a los que poseían escopetas. Se formó un grueso expediente pero no se procesó a los implicados en el hecho.
Luego de la caída de la dictadura, el caso se reabrió en enero de 1962 a raíz de un comentario realizado por el cronista Tomás Pujols Sanabia, un antiguo militante de la Juventud Democrática, en su programa “Croniquillas de Radio Mao”, de extraordinaria audiencia. El fiscal de Santiago, Dr. Joaquín Hernández Espaillat, encargó de la investigación a los doctores Ramón Porcela y a Ambiorix Díaz Estrella.
Sobre las causas que impulsaron a Trujillo a liquidar a Panchito Madera se ha especulado bastante y existe una estela de dudas que procederemos a dilucidar. La conclusión a la que hemos arribado es que la decisión estuvo influida fundamentalmente por la renuencia de don Panchito de entregar al dictador las tierras que poseía en el área de influencia del Ingenio Esperanza, contrario a muchos propietarios que optaron por vender a precio vil o sencillamente entregar voluntariamente sus tierras. o la permutaron por otros terrenos.
Otros propietarios decidieron permutar sus tierras. Este es el caso, por ejemplo, del general Ludovino Fernández quien poseía unas dos mil tareas de tierra sembradas de arroz en la comunidad de Damajagua y Trujillo lo llamó al Palacio Nacional para proponerle la entrega de igual cantidad de terreno incautado a Juancito Rodríguez.
La certeza enunciada precedentemente está fundamentada en algunas evidencias documentales como veremos a continuación. El 5 de enero de 1962 el periódico El Caribe publicó una pequeña nota titulada “Reabren en Santiago juicios sobre presuntos asesinatos” y en un pequeño párrafo el autor de la noticia, Rafael Khouri, expresaba: “Se comenta asimismo que el señor Madera se había negado a vender terrenos de su propiedad al ajusticiado dictador, y que al ocurrir su muerte en el citado establecimiento era atendido por su entonces director el doctor Antonio Paulino”.
El 14 de marzo de 1962 El Caribe reseñó una reclamación realizada por una comisión de hacendados de la provincia Valverde al Consejo de Estado, presidida a la sazón por el licenciado Rafael F. Bonelly. La Comisión, compuesta por Eduardo Bogaert, Pedro Nicasio, Arsenio Franco hijo y Francisco Madera (Esquine), demandó la devolución de las tierras que ocupaban los cañaverales del Central Esperanza ya que eran los legítimos propietarios pues fueron desposeídos “violentamente” de ellas por Trujillo, compradas a “precio irrisorio” o sin ninguna recompensa.
Los miembros de la Comisión declararon que durante la Era de Trujillo se arruinaron debido a que las aguas del canal Esperanza se empleaban exclusivamente para irrigar la caña. Declararon que muy pocos propietarios de tierras rehusaron entregar sus tierras ante “el pavoroso cuadro de los campesinos de Boca de Nagua que no quisieron vender sus propiedades para fomentar las fincas arroceras de allí bajo la dirección del sanguinario Rafael A. Espaillat, que ahorcó 68 agricultores. Los miembros de la Comisión pusieron como ejemplo, según el documento publicado por El Caribe, que Madera se opuso radicalmente a entregar sus tierras y el dictador decidió eliminarlo. Calcularon en 70 mil tareas la cantidad de tierra expropiadas por Trujillo.
Por Rafael Darío Herrera
El autor es historiador y profesor universitario; miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Historia
A fines de 1955 la sociedad maeña quedó conmocionada con el asesinato del comerciante y agricultor Francisco Leovigildo Madera (n. 27 de mayo de 1892 y f. 10 de noviembre de 1955), hijo de Francisco Madera y de Juana Rodríguez, hija a su vez de Frutoso Rodríguez, uno de los fundadores de Mao. La familia Madera, una de las de mayor abolengo de la ciudad, mantuvo tensas relaciones con Trujillo y se distinguió por sus vínculos con el caudillo noroestano Desiderio Arias. De hecho, y mientras fungía como senador por la provincia de Montecristi, Arias le dirigió un telegrama al Dr. Federico Rojas en el que le urgía solicitar a Trujillo la solución de un problema que afectaba a Panchito.
Por sus capacidades prácticas para los negocios don Panchito logró acumular una extraordinaria fortuna que algunos han llegado a equipararla con la del empresario santiagués Yapur Dumit. Madera era una persona laboriosa, dotada de firmes principios morales, que no se andaba con reparos para espetarle la verdad en la cara a cualquiera. Su casa comercial, una tienda mixta, se hallaba situada en la Duarte esquina Sabana Larga, frente a su residencia, y en ella laboraban Manuel Tineo, un señor de apellido Morillo y Ramón Gil. Su ganado vacuno, compuesto por miles de reses, estaba reputado como uno de los mejores de toda la región. Además poseía numerosas granjas de cerdos. Como agricultor Panchito descolló como uno de los mayores productores de arroz.
De acuerdo con el testimonio de quienes lo conocieron, Panchito era un hombre solitario, de educación promedio, cuyo único amigo y confidente era su primo Nanito Madera. El 20 de diciembre de 1924 don Panchito contrajo nupcias con doña María Reyes Cabral, hija de Rafael Tobías Reyes Aranda e Isabel Cabral, con quien no llegó a procrear hijos. Madera ostentó la categoría de hidalgo de bragueta pues se estima que mantuvo relaciones maritales con unas doce mujeres, por lo cual se le reconoce un extenso linaje, fruto de su convivencia con Dolores Emilia (Bobita) Rodríguez, (Isis y Diana), Aracelis Domínguez, cuñada del temible Ludovino Fernández, (Esquine y Daisy) y Digna Arté (Francisco Arté, mejor conocido como Brichy).
También a Estela, la madre del extinto médico Charly Manzueta así como Nelson Rojas, Rafael Lozano, Nicolás (nativo de Peñuela) y Edith Madera, la de menor edad, bioanalista oriunda de Monción. Es de interés resaltar que Esquine Madera Domínguez era primo hermano del coronel Rafael Fernández Domínguez, hijo del temible general Ludovino Fernández. Y cuando este iba a ingresar al Ejército a inicios de la década de 1950, Esquine trató de persuadirlo recordándole el deseo de su padre de que hiciera una carrera universitaria.
Según un informe de inteligencia de 1937, don Panchito figuraba en la nómina de los “indiferentes” a la dictadura de Trujillo en la común de Valverde, junto a Rafael (Feso), Luis y Bulín Madera (B. Vega, Unos desafectos y otros en desgracia. Sufrimientos en la dictadura de Trujillo, Santo Domingo, 1986, p. 180.). En la plantilla figuraban también Lilo Rodríguez, Dimas (padre) y Dimas Rodríguez Padrón. Otros maeños que se distinguieron por sus críticas abiertas al régimen despótico trujillista fueron Rogelio Ventura y Jesús María Madera. De acuerdo con informaciones orales recopiladas por el autor, cuando proferían sus diatribas contra el tirano inmediatamente se generaba un vacío en torno suyo por el temor de los demás a sufrir represalias.
A las tensas relaciones de Madera con Trujillo se sumó el conflicto en que se vio involucrada su hija Isis con el tirano. En los años cincuenta del siglo pasado Isis era una mujer de una deslumbrante belleza y eso no pasaba desapercibido para los alcahuetes locales del régimen. De acuerdo con las declaraciones de la propia Isis al médico psiquiatra Ricardo Brea Tió, publicadas por el amigo Isaías en este espacio, ella accedió a visitar a Trujillo en la casa de la caoba de San Cristóbal para lo cual los personeros locales del régimen emplearon la coartada de que dicho encuentro contribuiría a distender las relaciones de su padre con Trujillo. Isis aprovechó el encuentro con Trujillo para solicitar su anuencia para realizar estudios en México y aprovechó para quedarse en la casa de su hermana Diana.
Don Panchito, como es lógico, decidió visitar a sus hijas en México y de regreso a la República Dominicana se entrevistó en Cuba con Juancito Rodríguez que en ese momento era uno de los principales líderes del exilio antitrujillista. Los servicios de inteligencia informaron a Trujillo del encuentro quien de inmediato citó a Madera al Palacio Nacional donde le mostró una foto suya en compañía de Juancito y lo cuestionó sobre el envío periódico de dinero a México.
Los ejecutores del crimen
En noviembre de 1955 los cuerpos represivos de la dictadora le encomendaron el “servicio” de eliminar a don Panchito Madera a un conocido y despiadado sicario de Mao cuyo nombre omitiremos pero este declinó en su pues le unían vínculos de compadrazgo con este. A Madera le dispararon con una escopeta mientras se encontraba en su finca del Junquito y lo hirieron de manera superficial en la cabeza, lo cual le permitió escapar de forma rauda gracias a la calidad del caballo en que andaba. Pero cuando llegó a su casa y su esposa se disponía a llevarlo a un centro médico miembros del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) apresaron a Madera y lo trasladaron al hospital José María Cabral y Báez de Santiago. Doña María Reyes Cabral siguió el vehículo del SIM pero estos la obligaron a devolverse.
En el Cabral y Báez el propio director del hospital, Dr. Antonio Paulino, le inyectó a Madera agua oxigenada por las venas que le provocó una embolia gaseosa aunque otros sostienen que le inocularon una sustancia tóxica (pentotal o fenobarbital) por vía intravenosa. Una enfermera que estaba cerca de la sala solo escuchó la resistencia de Madera. La versión oficial consignada en el acta de defunción atribuyó la muerte de madera a un infarto cardíaco. Transcurrido cierto tiempo desde el propio hospital llamaron a doña María para que fuera a retirar el cadáver de Madera.
El caso está lleno de dramatismo pues cuando avisaron desde el hospital, por el miedo imperante, pocos se atrevían a involucrarse en el caso y viajar a Santiago, hasta que finalmente Luisito Bogaert, hijo de Alberto Bogaert, se decidió a buscarlo. Una vez trasladado el cadáver y empezado el velatorio los guardias rodearon la residencia de la familia e impedían la afluencia de las personas al mismo hasta que una de sus hermanas, Lidia Madera, lanzó numerosas diatribas contra ellos y los obligó a retirarse del lugar. En el momento del crimen mi padre, Darío Antonio Herrera, se desempeñaba como simple enfermero del hospital Luis L. Bogaert, ubicado en la calle Duarte, y doña Lidia, que vivía en la casa contigua al mismo, le vociferó: “Darío, Trujillo asesinó a Panchito”, enfática declaración que significaba riesgo para un empleado público. En esa época el cuartel del Ejército estaba situado en la calle Independencia, al lado del comercio de Emilio Reyes, hoy supermercado Morel.
Posteriormente el Dr. Paulino cayó en desgracia con la dictadura y como castigo lo trasladaron a prestar servicios en el hospital de Seguro Social de Mao, pero se resistía a ejercer sus funciones y se pasaba los días encerrado en su habitación, lleno de pánico, en la casa de la Niña Arté, ubicada en la intersección formada por las calles Santa Ana y María Trinidad Sánchez. Aunque salía poco, muchos maeños conocieron a este médico homicida.
Los personeros de la dictadura así como los altos jefes militares se abalanzaron con voracidad e hicieron pillaje de los bienes materiales de Don Panchito. Se desconoce el destino de la fortuna pecuniaria que poseía Madera, que también se dedicaba a prestar dinero, pues en esa época no existía ningún banco en Mao. Una versión señala que el dinero se lo entregaron en una maleta a unos pastores metodistas que residían temporalmente en una casa contigua. En tanto el ganado vacuno y las bestias caballares fueron trasladados en camiones hacia otras fincas. Miguel A. Santelises, por ejemplo, se adueñó de la finca La Charca que estaba reputada como una de las mejores de toda la región. Luego de la muerte de Trujillo a este señor le confiscaron 793,022 tareas. Una vez defenestrada la dictadura los descendientes de Madera lograron recuperar algunos bienes.
El expediente sobre la muerte de Madera estuvo en poder de un tribunal judicial de Santiago, y luego, cuando a Mao lo elevaron a la categoría de provincia, en enero de 1959, el expediente se remitió aquí, donde los doctores Leo Tuero y Francisco G. Graciano de los Santos, ambos funcionarios judiciales, quienes procedieron a interrogar a las personas sospechosas del crimen, especialmente a los que poseían escopetas. Se formó un grueso expediente pero no se procesó a los implicados en el hecho.
Luego de la caída de la dictadura, el caso se reabrió en enero de 1962 a raíz de un comentario realizado por el cronista Tomás Pujols Sanabia, un antiguo militante de la Juventud Democrática, en su programa “Croniquillas de Radio Mao”, de extraordinaria audiencia. El fiscal de Santiago, Dr. Joaquín Hernández Espaillat, encargó de la investigación a los doctores Ramón Porcela y a Ambiorix Díaz Estrella.
Sobre las causas que impulsaron a Trujillo a liquidar a Panchito Madera se ha especulado bastante y existe una estela de dudas que procederemos a dilucidar. La conclusión a la que hemos arribado es que la decisión estuvo influida fundamentalmente por la renuencia de don Panchito de entregar al dictador las tierras que poseía en el área de influencia del Ingenio Esperanza, contrario a muchos propietarios que optaron por vender a precio vil o sencillamente entregar voluntariamente sus tierras. o la permutaron por otros terrenos.
Otros propietarios decidieron permutar sus tierras. Este es el caso, por ejemplo, del general Ludovino Fernández quien poseía unas dos mil tareas de tierra sembradas de arroz en la comunidad de Damajagua y Trujillo lo llamó al Palacio Nacional para proponerle la entrega de igual cantidad de terreno incautado a Juancito Rodríguez.
La certeza enunciada precedentemente está fundamentada en algunas evidencias documentales como veremos a continuación. El 5 de enero de 1962 el periódico El Caribe publicó una pequeña nota titulada “Reabren en Santiago juicios sobre presuntos asesinatos” y en un pequeño párrafo el autor de la noticia, Rafael Khouri, expresaba: “Se comenta asimismo que el señor Madera se había negado a vender terrenos de su propiedad al ajusticiado dictador, y que al ocurrir su muerte en el citado establecimiento era atendido por su entonces director el doctor Antonio Paulino”.
El 14 de marzo de 1962 El Caribe reseñó una reclamación realizada por una comisión de hacendados de la provincia Valverde al Consejo de Estado, presidida a la sazón por el licenciado Rafael F. Bonelly. La Comisión, compuesta por Eduardo Bogaert, Pedro Nicasio, Arsenio Franco hijo y Francisco Madera (Esquine), demandó la devolución de las tierras que ocupaban los cañaverales del Central Esperanza ya que eran los legítimos propietarios pues fueron desposeídos “violentamente” de ellas por Trujillo, compradas a “precio irrisorio” o sin ninguna recompensa.
Los miembros de la Comisión declararon que durante la Era de Trujillo se arruinaron debido a que las aguas del canal Esperanza se empleaban exclusivamente para irrigar la caña. Declararon que muy pocos propietarios de tierras rehusaron entregar sus tierras ante “el pavoroso cuadro de los campesinos de Boca de Nagua que no quisieron vender sus propiedades para fomentar las fincas arroceras de allí bajo la dirección del sanguinario Rafael A. Espaillat, que ahorcó 68 agricultores. Los miembros de la Comisión pusieron como ejemplo, según el documento publicado por El Caribe, que Madera se opuso radicalmente a entregar sus tierras y el dictador decidió eliminarlo. Calcularon en 70 mil tareas la cantidad de tierra expropiadas por Trujillo.
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Rafael Dario Herrera,
Segun Dario 18:07
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Otro tremendo artículo, Licenciado. Gracias por sus interesantes e importantes colaboraciones.
ResponderBorrarIsaías
Excelente trabajo Rafael Darío, esas son de las cosas conocidas pero desconocidas a la vez, sólo se sabia de
ResponderBorrarla enemistad de los Madera con Trujillo y la muerte de Don pero las razones eran prácticamente desconocidas.
Patpito Mármol
Rafael Darío ,tremenda reseña articulada para que la entendamos. Me siento complacido porque yo te había pedido este trabajo. me cupo el honor de trabajar con tu padre Darío en el hospital muchos años después . Enhorabuena . Abrazos. Evelio Martínez
ResponderBorrarOtra vez tiene vigencia lo dicho por George Ruiz de Santayana "Los pueblos que desconocen su historia,están condenado a repetirla".Que bueno y que privilegio es tener un historiador de la categoría de Rafael Dario escribiendo sus amplios conocimientos a través de MEEC.Artículos como este son los que hacen sentir a un pueblo orgulloso de sus héroes y mártires caídos en la lucha por la libertad.Así se hace Patria. Te Felicito hermano,tremenda y educadora narrativa. Jochy Reyes.
ResponderBorrar¡Tremendo artículo! Gracias Rafael Darío.
ResponderBorrarA pesar de que yo era un niño de 9-10 años,recuerdo perfectamente el ambiente reinante durante el velatorio de Don Panchito, pues vivíamos casi frente a frente.
Por otra parte, dicen que los pastores a quienes supuestamente le dieron a guardar una suma considerable de dinero en efectivo, al ver la tensa situación creada, se metieron en miedo, y lo devolvieron a los familiares, y que estos, por temor a que el régimen volviera a requisar la casa, se lo dieron a guardar a otra persona, cuyo nombre me reservo, porque no tengo pruebas para aseverar o probar estos posibles hechos.
Fernan Ferreira.
¡Excelente artículo! Herrera es un brillante intelectual. Lo felicito. Una narración para disfrutarla y aprender. Me recordó a su padre, quién cada vez que me llevaban al viejo Hospital L. L. Bogaert de la calle Duarte a coser las repetidas heridas que me perseguían, era el infaltable para-médico de aquel lugar.
ResponderBorrarCésar Brea
Con todo respeto merecido a nuestro historiador,Rafael Dario, considero que dentro de las informaciones obtenidas,tal como él expresa, existen algunas que las considero excesivas y mal informadas;primero Nanito Madera era hermano de padre de Panchito Madera .
ResponderBorrarAdemas,Panchito ya herido con un rifle de municiones, llega a la casa y quien le extrae parte de las municiones ,la mayoria en su espalda fue el conocido Dr. Peña Andujar y luego el SIM se lo llevó a Santiago.
En cuanto a sus riquezas,no eran las tantas para compararlas con los Dumit. Panchito no era arrocero, si ganadero y comerciante, pero no con esas cantidades de miles de reses que se le atribuyen .Arroceros para esa época ,la Familia Bogaert que creó un imperio,Toño Brea,y otros pocos y que para esa época en Damajagua eran pequeños predios que se cultivavan de arroz,ni cercana a 500 tareas por las condiciones de los terrenos y el sistema de reguío.
Por otra parte,¿ quién o quienes emboscaron y dispararon contra Panchito ? ¿quién es el despiadado sicario que por su compadrazgo con la víctima se negó actuar ? ¿se atrevía un sicario decirle que no al jefe? creo que debe saberse el nombre del despiadado sicario aunque no haya participado porque es un asesino y los asesinos tienen su historia.
Panchito no puede ser dotado de firmes principios ,cuando era un hidalgo de braguetas. Noto la facilidad conque se citan los nombres de las amantes y no de los culpables .Digo todo esto,porque si Panchito se acostaba con fulana y no tuvo hijo con ella ,¿para que citarla en este caso.
Existen muchas estelas de dudas de estos datos obtenidos ,y aclaro que no los consideros necesariamente como parte de nuestra historia,hasta que se confirme su contenido.
Con esto no le estoy restando méritos a su calidad como historiador ya reconocida,pero si callo mi pensar al respecto entonces no llegaré a conocer la verdadera historia.
Es lo que pienso,con todo el respeto merecido.
Manito
Lo que digo en este escrito lo sabe muchísima gente en Mao pero nadie se había atrevido a escribirlo. Hay nombres que se han omitido para no herir susceptibilidades y que todos los maeños conocen.
ResponderBorrarA Panchito le dispararon con una escopeta, no con un rifle de municiones como dice Manito. De lo contrario Leo Tueros y Graciano de los Santos, funcionarios judiciales de la época, no hubieran interrogado a los propietarios de escopetas en Mao. Reitero que Panchito era el hombre más rico de la Región Noroeste. Tenía una gran riqueza líquida en un momento en que en el país había escasez de circulante y funcionaba el cambalache. Manito desconoce que los Madera fueron de las pocas familias que no vendieron sus tierras a los Bogaert, quienes a inicios de la década de 1930 le tomaban prestado sumas considerables de dinero a Yapur Dumit, como lo evidencian los registros contables de los Bogaert. Por ende, la fortuna de Panchito superaba con creces la de los Bogaert. La cantidad de terreno que poseía Toño Brea no se puede comparar con la de Madera. Si este último no hubiera sido un gran terrateniente, Trujillo no lo hubiera asesinado para despojarlo de cientos de tareas de tierras en el área de influencia del ingenio Esperanza. Asimismo, si el general Ludovino Fernández hubiera poseído una pequeña parcela en Damajagua de seguro Trujillo no le hubiera solicitado la entrega de las mismas ni le hubiera entregado tanta tierra en La Vega a cambio de ellas.
Panchito si era un productor de arroz y cuando se creó la sociedad de regantes fue de los que más aportó para construir el canal de riego y contaba con capacidad económica para poner a producir sus tierras (desmonte, arado, etc.). A Manito que se lea los estatutos de esta Sociedad.
De acuerdo con el testimonio de mi padre, que era practicante en esa época y se pasaba todo el día allí, a Panchito no lo llevaron al hospital, por consiguiente, Peña Andújar no pudo brindarle asistencia.
Rafael Darío Herrera
Antes de "descuartizar" al Lic. Rafael Darío Herrera, quien es un estudioso de respetada trayectoria, quiero aclarar que la omisión de nombres es consecuencia de una petición que yo le hiciera, la cual él aceptó en contra del principio fundamental de un historiador de ser absolutamente fiel a la verdad, la que no puede en ningún momento tergiversar, amañar ni omitir.
ResponderBorrarNo es que MEEC practique la censura, pero antes que nada somos una comunidad de amigos en que nos hemos propuesto que reine la armonía. Por ende, cuando veo que algo puede dislocar esa armonía, sea porque considero que se ataca verbalmente a mansalva a uno de sus miembros, se compromete el derecho a la privacidad e inocencia de los descendientes de personajes del pasado o es simplemente un chisme cuyo propósito es dañar a un individuo o familia, y no pasa la prueba de la sensatez y la certitud, le pedimos al autor que borre esas partes o simplemente lo ignoramos y no lo publicamos.
Sí, somos democráticos, pero aun la democracia más experimentada y funcional tiene que tomar decisiones en encrucijadas a favor de un derecho u otro. En MEEC todos tienen derecho a expresarse, pero solo si ese derecho no lesiona el derecho de otro miembro.
Isaias
Estimado Isaías;
ResponderBorrarEs innegable que R. Darío Herrera es una de las personas mejor informadas de Mao y el Noroeste, desde luego es natural que con temas tan complejos y para los cuales hasta hoy no todo el que sabe algo, quiere decirlo, pues aún hay vivos descendientes de los sicarios y alcahuetes de la Era de Trujillo, amén de los aires"democráticos" que se dice que respiramos.
Quiero decirles que hace años vengo compilando datos y tengo un promedio de 100 fotos de don Panchito, sus hijas, Enriqueta Rodríguez (Bobita, su prima y madre de Diana e Isis), el atentado en México contra Tancredo y algunos datos más que agregar como los médicos de servicio en el hospital Cabral y Báez el día del vil asesinato, testigos del ominoso hecho, entre ellos el deportista y médico, Jorge Gobayra (epd.), y mi profesor de psiquiatría en la UASD., Dr. Lino Romero, a quien facilité los datos que incluí en mi libro "Mao y su Gente", págs.57-59., sobre Don Panchito y su asesinato.
Darío, por lapsus, omitió el nombre del compadre al que encomendaron el crimen, y el de su hijo en quien delegó dicha inicua tarea. Desde luego, yo no tengo las relaciones que tiene Darío en el Archivo Gral. de la Nación, donde trabajó, lo cual tampoco es óbice para yo no adquirir información fidedigna, pues esa es la Institución mas cooperadora al público, que tiene el país ahora mismo.
Además a Trujillo le molestó un comentario de Don Panchito, para cuando se estaba recaudando fondos de los ricos de Cibao, para erigir el Monumento a los Héroes de Santiago, que pese a contribuir, dijo que el mismo era para vanagloria de Trujillo y su narcisismo o egolatría y no para los pobres del Cibao . Yo espero que si Dios me da vida y salud, y pueda publicar mis investigaciones al respecto, algunas de las cuales ya se han publicado en el "HOY", unas respondiendole a Darío un artículo sobre los Madera, y otras en otros diarios nacionales , como en el prestigioso espacio de MEEC y que no aparezcan "graciosos" que les molestan los aportes ajenos, y dicen que son plagios, sin reconocer el arduo sacrificio que implica publicar y costear un libro de investigación, en un país como éste, al menos en mi caso, que ni tengo padrinos, ni me gusta dar lástima.
Un abrazo de HÉCTOR BREA TIÓ.
Parece que antes de escribir su comentario Ricardo no leyó la aclaración que hizo Isaías, pues no fue por lapsus que omití los nombres de los sicarios.
ResponderBorrarEn el AGN no hay huellas, ni rastros sobre el asesinato de Panchito. Busqué todos los índices del Fondo Presidencia, compuesto por más de 40 mil cajas, y ahí no hay nada. De ese tipo de crímenes no se dejan evidencias, pues los "servicios" se encomendaban de manera oral. Tampoco hay nada documentos en el Fondo Bernardo Vega.
La causa fundamental del asesinato de Trujillo está bastante clara en el artículo: Su negativa a entregar las tierras que poseía en el área de influencia del ingenio Esperanza.
Un saludo para Ricardo.
Rafael Darío Herrera
Aunque no acostumbro hacerlo,creo es mi deber dar mi versión en relación al comentario de nuestro querido manito al articulo del historiador y amigo Rafael Dario Herrera sobre el asesinato de Don Panchito Madera.Y digo que es mi deber porque,hace mas de dos meses en una conversación que sostuve con nuestro querido director Isaías Ferreira tocamos el tema del cuidado que el debía tener en publicar ciertos artículos,que entendíamos (y digo entendíamos porque yo estaba de acuerdo con el) podían herir susceptibilidades de personas aun vivas,muy queridas,y entes positivas en nuestra comunidad hoy día ,y que el único vinculo que tuvieron con la dictadura fue,ser familia de gentes comprometida con el régimen.En esa conversación,nuestro director me dijo que tenia un articulo sobre la muerte de Don Panchito,pero que no lo iba a publicar Hasta que el autor Rafael Dario Herrera corrigiera eso de los nombres.Siempre he dicho que la historia no es mas que: La narración de los hechos acontecidos,y que el que no quiera que se sepan las cosas malas que haga,pues que no las haga y punto.Pero también entiendo que MEEC. debe ser un medio de unión y fraternidad entre todos nosotros los Maeños,por lo cual apoyo el estricto cuidado con el que lo maneja nuestro director. Cooperemos,investiguemos,y después hablemos. Jochy Reyes.
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