Año mil novecientos sesenta y uno. Todo cambió en este año, de repente dejábamos de ser niños y el mundo se precipitaba a nuestro alrededor, se revoloteaban las hormonas y en la capital, un grupo de valientes ajusticiaba al tirano. La libertad asomaba tímidamente a un país encadenado desde hacía treinta años. Pre-adolescentes asistíamos sorprendidos a los cambios más espectaculares del siglo. Arrancaba una revolución en la cercana Cuba. Los periódicos traían la noticia de la fecundación de óvulos humanos en probeta. A los doce- trece años poco sabíamos de óvulos, de fecundaciones y de probetas pero la noticia estaba allí. Más tarde entenderíamos bastante. John F. Kennedy asume como presidente de los EE.UU. Se ausenta Josefina Padilla la profesora titular del octavo grado, llega una nueva profesora que recién sacaba su primera cédula.
“Tú me enseñaste a volar / con alas de pajarillo/ cuando no era más que un niño/ sin miedo a la libertad”
1961. Asistíamos perplejos a cosas incomprendidas, escuchar de “guerra fría” cuando nos quemaba el sol. Los rusos envían al primer hombre al espacio. Julio Verne dejaba de ser ficción. Balaguer pronunciaba en San Cristóbal aquél lúgubre panegírico. Con gorros militares y corbatas negras, los estudiantes de la vieja escuela primaria rendíamos culto a la bandera y al tirano. Lo único agradable era el olor a niña de la maestra nueva. “Mater et Magister”, así se llamaba la última encíclica publicada ese año por el papa Juan XXIII, nosotros solo entendíamos un poquito del catecismo, pero algo tenía que ver la nueva maestra con el título de esta encíclica.
“Te han robado el corazón/ los muchachos de la escuela/ ellos pasan tú te quedas/ algo de ti llevarán”.
1961. Teatro Jaragua, estreno de la película “El viejo y el Mar” inspirada en un libro de Ernest Hemingway. Vista la película, leído el libro, llega la noticia: se suicida de un tiro el escritor americano Ernest Hemingway. Construyen en Alemania el muro de Berlín. Seguimos confundidos: un mundo y un país que no entendemos. Acontecimiento importante para nosotros era la nueva maestra, cuerpo menudo, ojos pequeños, larga cabellera negra. Aún creíamos en los ángeles y ella era como uno de ellos (definen a los ángeles como seres espirituales, con aspectos de inteligencia, emociones y voluntad), poco le faltaba para volar como Wendy, aquella niña-mujer del país de nunca jamás. Tenía un nombre extraño: Lavinia. Pero era un año de muchos nombres nuevos y extraños: Las Mirabal, Juan Bosch, Viriato Fiallo, Manolo Tavárez, Catorce de Junio, Antonio de la Maza, Imbert Barreras, Amiama Tió. Poco entendíamos de lo que pasaba pero el ángel nos llevaba de la mano cruzando aquel mundo raro y tenebroso.
“Tu decidiste volar/ dejando crecer a todos/ cada cual tuvo a su modo/ su sueño de libertad”
1961. En este año nace en Inglaterra, Diana, una niña de carne y hueso como todas, solo que al crecer se convertiría en princesa de cuentos tristes. En los EE.UU. nacería un niño moreno que enorgullecería a sus bisabuelos esclavos, su nombre: Barack Obama. Balaguer era “un muñequito de papel” al que todos detestábamos. El Cojo de Catuca y sus paleros sembraban de terror las noches maeñas. Vale Toño aparece ahogado en el canal mayor. En el Reino Unido surgen los Beatles, para gloria de la música y de la humanidad. Pero solo nosotros teníamos la mejor noticia: seguíamos la nueva maestra por los caminos de la ternura por donde se llega más fácil a cualquier lugar. Su tarea no era fácil, llevar este grupo de púberes, zánganos en la edad del pavo, atrapados en el tiempo en que no son niños ni gente grande, hacia un aprendizaje en valores, hacia una formación en el deber, hacia una utilidad a la sociedad. Todo eso demandaba de mucho coraje, fino talento y extremada paciencia. Sacar adelante un curso tan difícil como ha sido siempre el octavo grado de la escuela básica, era un compromiso muy fuerte para aquella aprendiz de profesora, pero qué bien lo hiciste, qué lejos nos llevaste, años después ese grupo transitó los caminos de la excelencia. Todos rindieron servicios a la sociedad, ninguno pisó jamás ninguna cárcel, ni traicionó su país, nadie acumuló riquezas materiales pero siempre nos acompañó el tesoro de tu ejemplo. En la edad más difícil de todas, aprendimos tantas cosas buenas de ti. Gracias por marcarnos positivamente, por dejar tus huellas en nosotros. Profesora, puedes volver a las páginas del libro de Virgilio, habitar el mundo de “La Eneida” como aquella primera Lavinia, hija del rey de los latinos, por la que se pelearon reyes y príncipes, por la que se enfrentaron ejércitos y hasta se apasionaron los dioses. Ella, que en el célebre poema griego...”en que la virgen Lavinia, estaba al lado de su padre quemando en los altares castos inciensos, viose, ¡Cosa horrible! prenderse en fuego su larga cabellera y arder con resonante llama todas sus galas e inflamarse su velo real”. No temas, tu misión está cumplida, ningún fuego quemará tu obra. Tu vida ha sido hermosa porque la sagrada palabra lo dice muy claro…“por sus frutos lo conoceréis”. Para ti el cariño eterno de todos tus hijos-alumnos. Felicidades en este día. ¡DIOS SIEMPRE PREMIA LAS EXISTENCIAS DEL BIEN!
“Nunca he podido olvidar/ aquella lección pequeña/ cada cual es lo que sueña/ sueña un poco cada cual”
“Vas diciendo que alzarás/ el vuelo como un chiquillo/ hermana, maestra, amiga/ quédate un poquito más”.
“Siempre tendrás un lugar/ en mi corazón de niño/ compañera de camino/ tú me enseñaste a volar”. (Cancionero Lasallista).
Para Lavinia del Villar… maestra, madre y amiga.
De: César Brea
Abril 2013.
TO SIR WITH LOVE – LULU | AL MAESTRO CON CARIÑO – KELA GATES & LOS BELKINGS |
Me toco el honor de leer este magistral trabajo en el acto de reconocimiento a la maestra Lavinia.Debo felicitar a César Brea por esa cronología de los hechos que marcaron a su generación y por ende a la maestra ,que fue para ellos lo que reza el trabajo de marra.Mejor regalo no podía ser. doy fe de lo emotivo que fue aquella lectura para todos los presentes.Abrazos César. Evelio Martínez
ResponderBorrarMi hermano se la comió,que tablazo por los 411 a dado con esta semblanza,cuanta armonía y belleza literaria contiene esta narrativa.aunque honestamente viniendo de ti no me sorprende ya que te conozco muy bien,y se de tus capacidades intelectual.Felicidades. Jochy Reyes.
ResponderBorrarCesar,me sentí triste y un poco derrotado al no ver la cantidad de exalumnos deseado en este encuentro.
ResponderBorrarLuego me dí cuenta que la calidad no dependía de la cantidad, porque al Evelio leer tus recuerdos que provocó erizamiento de piel y brillo en los ojos,las emociones y el derroche de alegría expresado durante esa tarde,nesesitaban el espacio empleado.
Gracias Cesar
Manito
Apreciado César:
ResponderBorrarTuve que delegar la lectura del documento que elaboraste y me encargaste entregar a nuestra querida Profesora Lavinia Del Villar, en nuestro mutuo amigo Evelio Martínez, pues al leer el mismo varias veces en la quietud de mi oficina, me emocionaba hasta las lágrimas. Entonces, comprendí que no sería capaz de leerlo en público por su alto grado de ternura. Mis disculpas y congratulaciones por el excelente trabajo.
Un fuerte abrazo,
Fernan Ferreira.
A más de tres años del encuentro, vuelvo a leer por no se cuántas veces este hermoso escrito, y no solo me llena de orgullo haber sido inspiradora de él, sino que me convence cada vez más de la calidad de la pluma del autor. No hay palabras para agradecer el gesto mi querido alumno de siempre. Eres genial César. Recibe mi admiración y respeto. Lavinia.
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