lunes, 22 de abril de 2013

EN EL DÍA DE LA TIERRA

CUANDO SE ACABE EL PLANETA
Tomado del blog de Darío Martínez Batlle


Hoy se conmemora en diversas partes del mundo el llamado “Día de la Tierra“, como cada 22 de abril desde hace unos años. El enfoque de este día procura concienciar sobre temas de conservación, cambio climático y demás puntos de la agenda de moda en las bocas de la mayoría de políticos y los pocos ambientalistas serios que quedan.

Sin embargo, el día también es propicio para traer a colación otra preocupación más gruesa y definitiva, y una que parece a largo plazo pero no lo es tanto. Tenemos que mudarnos de este planeta. Y ya.

La semana pasada Stephen Hawking, una de las mentes más maravillosas de nuestra generación, volvió a ser noticia cuando alguien rescató unas declaraciones suyas que, como siempre, ponen a cualquiera a pensar.

“No sobreviviremos otros 1000 años como especie, a menos que escapemos de nuestro frágil planeta”. —Stephen Hawking

Y antes de que Greenpeace me lance misiles, hay que comprender que Hawking no está en contra de cuidar nuestro habitat actual, sino que va previendo el lío en el que estamos encaminados desde ya. Nuestro planeta no es eterno y sus recursos son finitos. Peor aún, cada día somos más habitantes que andamos aquí, consumiendo montañas inmensas de alimentos, utilizando millones de toneladas de materiales para construir infinidad de productos que producen a su vez infinidad de desperdicios que sumados a los que naturalmente producimos nosotros están convirtiendo el planeta en un Duquesa gigantesco.

La humanidad alcanzó hace poco la cifra de 7mil millones de habitantes y se calcula que mucho antes del fin de este siglo estaremos bordeando los 10mil millones de humanos (algunos piensan que podríamos duplicarnos en lo que resta antes del 2100). No existe ningún plan orientado a controlar el crecimiento poblacional y la verdad es que me parece improbable que alguna vez haya algo concreto de índole mundial.

Y aunque existiera un plan, aunque la humanidad de repente se detuviera en una cifra “manejable”, los recursos se están acabando. El petróleo no se renueva, el agua potable cada vez es menos y cuesta montón reciclarla, la atmósfera se comienza a hacer difícil de retener y los que antes eran bosques interminables ya empiezan a estar amenazados.

La realidad es que nuestros nietos van a vérselas feas en este planeta.

Mil años

Un milenio parece mucho tiempo, pero la realidad es que estamos contra el reloj. También la semana pasada se dio a conocer la noticia de que el telescopio Kepler había encontrado lo que hasta la fecha son los dos planetas más parecidos a nuestro mundo. Están en la constelación de Lyra, a “apenas” 1,200 años luz de distancia. Como eso suena a poca cosa, vale señalar que esa distancia equivale a más o menos 9,861,118,848,000,000 kilómetros (yo ni siquiera sé pronunciar esa cifra). Y todavía falta saber si en dichos planetas realmente se podría vivir, y en cualquier caso, qué tipo de vida encontraríamos.

La sonda Voyager I es el objeto hecho por humanos que más lejos ha viajado hasta la fecha. Fue puesta en el espacio en 1977 (hace casi 36 años). En ese lapso de tiempo, se estima que Voyager I ha recorrido 18,470,000,000 kilómetros. Esa “enorme distancia” es solamente el 0.00018730126% del trecho que hay hasta Kepler-62f. Es decir, que nos está cogiendo lo tarde.

Pero volviendo al planteamiento de Hawking, me preocupa sobremanera que el científico piense que la única esperanza de nuestra especie es abandonar el planeta. Que lo piense yo es paja para la garza, pero si alguien como Hawking lo declara de manera tan categórica, no cabe duda de que la hipótesis tiene mucha zapata intelectual que la sustente. En otras palabras, estamos bien jodidos.

Mudanza y acarreo

Hagamos un ejercicio. Vamos a suponer que la semana pasada nos dijeron que en el sistema de Kepler-62f podemos mudarnos y que ya tenemos aparatos capaces de viajar, al menos, a la velocidad de la luz (sí ombe, estilo Star Trek… total).

¿Qué vamos a enviar a Kepler-62f? Y no, no me refiero a las semillas que enviaremos, ni a los animales que viajarán. Me refiero principalmente a qué humanos irán para el nuevo lugar. ¿Qué ideología deberán tener los nuevos habitantes? ¿Habremos aprendido algo del desastre que hemos hecho aquí, para no repetirlo en Kepler-62f?

Se dice que nuestro planeta se formó hace 4,540 millones de años. Y se dice que la especie humana apenas tiene 200,000 años caminando sobre el planeta. Eso quiere decir que nos tomó apenas un pestañear acabar con los recursos de nuestro planeta, algo que jamás pensaron nuestros antepasados hasta hace quizás un siglo. ¿Cómo evitaremos que se nos acabe Kepler-62f? O es que nos pasaremos saltando de planeta en planeta hasta que no quede nada más que consumir?

Esta es mi lista de cosas que no deberíamos llevarnos a ningún lugar.

Las fronteras deben quedarse aquí. Si algo ha jodido nuestro mundo por milenios es ese infantil afán de demarcar las cosas. Las fronteras que cualifican un pedazo de tierra como “País A” y dos metros a la derecha “País B” son profundamente innecesarias. Kepler-62f debe ser un solo inmenso país.

Las religiones no deben viajar. ¿Algo peor que las fronteras en nuestro mundo? Sin duda alguna, las religiones. La cantidad de muertes, guerras, divisiones y odios que han generado las religiones no puede ser contada. El concepto de “Dios” es la fuente principal de odio entre los seres humanos. En Kepler-62f no debe haber más religión que la ciencia.

Las distintas monedas se quedan. ¿Qué cosa es un dólar que lo haga mejor que un peso? No es más que papel con dibujitos. Las diferentes monedas del mundo sólo producen oportunidades para especular, negociar y enriquecer a un grupo de avivatos.

Los sistemas de gobierno deben morir con este planeta. Y no es que no deba haber un mecanismo de gobernar, de hacer que Kepler-62f funcione ordenadamente, pero no puede ser basado en nada de lo que hemos conocido. Ni la monarquía, ni el capitalismo, ni el socialismo, ni nada semejante. Hay que idear un nuevo método de trabajar y hacer que las cosas funcionen.

Las diferencias raciales también deben sepultarse en este mundo. Ojalá que en el autobús de mudanza quepamos todos pero como iguales. Si un ser humano tiene por dentro los mismos órganos y la misma sangre con el mismo tipo de ADN, la envoltura no puede ser un problema. Nunca más.

…Diache, pero esta limonada me está saliendo demasiado seria y filosófica. No es que eso esté mal, pero creo que vale la pena ponerle algo de humor a la lista. A ver:

Tampoco van

En nuestro planeta tenemos millones de animales e insectos que definitivamente están de más y que no necesitaremos en Kepler-62f. Esta es mi lista de pasajeros que no tienen que vestirse porque no van.

Los mimes. Mesimpolta que sean parte del alimento de los alargartíjaros, esos insectos son totalmente innecesarios.

Las cucarachas. Otra vaina que está de más en este mundo, y como sobreviven a todo, mejor que este planeta sea el mundo de las cucarachas, pero que se queden aquí.

Las salamanquejas. Nada más sirven para asustar a uno cuando salen al lado de la ducha y te miran con esos ojos de pervertido sexual mientras das un brinco.

Las matas de guasábara. La mata más inútil del mundo, no sirve ni para que los burros maquen algo y no produce ni flores.

Los cadillos. Esa es otra vaina que no tiene razón de ser en la vida. Su único propósito es pegarse de las medias cuando uno corretea y después de ahí hay que pasar un rato puyándose con ellos.

Por supuesto, los más desagradables organismos que merodean nuestro frágil mundo actual también deben quedarse. Me refiero, por supuesto, a Juan Hubieres, Ramón Pérez Figuereo, Antonio Marte y su legión de pobres padres de familia que no aportan más que problemas en nuestra sociedad.

Tampoco deben pisar Kepler-62f los diputados y senadores y la mayoría de presidentes que hemos tenido. Con ellos y sus leyes de retroceso, Kepler-62f no duraría ni 100 años.

Los dembowceros no van. No questions asked.

Dejemos de ser un virus

En un planeta “nuevo”, donde pueda haber vida, necesitaremos sin dudas muchas cosas que aquí han sido muy útiles. La humanidad ha hecho avances prodigiosos a lo largo de su (breve) existencia, pero a pesar de ello no hemos pasado de ser una plaga para el mundo. No hemos aprendido a convivir con el entorno y a darnos cuenta de que somos nosotros los que estamos de paso. El día que se acabe el mundo (cosa que según Hawking no tardará en suceder) nuestro planeta poco a poco se regenerará y volverá a ser, quizás, un lugar hermoso.

Mientras no comprendamos que solo somos tierra, no pasaremos de ser, como bien dijo el Agente Smith, un virus en el universo.
Hoy, Día de la Tierra, es momento propicio para reflexionar y ACTUAR a favor del planeta. Actuar en serio. No sé qué pasará con los hijos de Vielka ni con sus nietos. Seguramente ya yo no estaré aquí, pero no obstante, es a nosotros (a mí) que nos toca empezar seriamente a protegerlos de lo que se avecina.

2 comentarios:

  1. Isaias,que articulo mas contundente,cuantas verdades,esto es para tomarlo muy en serio.Me identifico plenamente con lo vertido en el,incluyendo lo que se quedan y lo que se van.Solo le agregaría entre los que se quedan,deben de incluir los SOMBREROS y las PELUCAS que tanto dinero le han costado a este Pais. Jochy Reyes.

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  2. A mi primo Darío que con tanto acierto ha caminado el sendero de lo desconocido,quiero sugerirle dos cosas : Por favor no lleves los malditos apagones y a Vincho y sus secuaces llévalo ,pero tíralo en el camino para se queden purgando sus culpas en la fría estratosfera. Se lo merecen. Muy buen trabajo. Salud,mi primo. Evelio Martinez(El hijo de Clemen).

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