jueves, 27 de junio de 2013
MANICOSAS
MAEÑOS QUE OLVIDARON A SU PUEBLO
Por Manito Santana
En conversación sostenida con un amigo, luego de ver figureando a un maeño en foto sobre un periódico, le dije: "¡pero ese hombre más nunca ha vuelto a Mao!", y con un "ayy, ¡verdad!”, de asombro me confirmó lo dicho. Seguimos conversando, recordando la última vez que lo vimos en la "Villa de los bellos atardeceres" y promediamos unos 35 años de ausencia de ese viejo y reconocido amigo.
¿Y qué le habrá sucedido que más nunca ha vuelto? Pienso así, y lo hago debido a que muchas veces algo sucede para uno no volver, como sucedió con el difunto don Otoniel Acevedo, quien al recibir una picada de una avispa sentado en el parque, no volvió a este lugar de recreo durante 15 años, y con razón, porque al volver a sentarse tuvo la desgracia de verse picado de nuevo por otra avispa; olvidándose por el resto de sus días de tan siquiera subirse a su acera para visitar al Padre Franco, quien residía cercano del famoso odontólogo y violinista Otoniel, quien prefería pasar frente al Club Quisqueya, frente al parque Amado Franco Bidó y no cruzar por su cuadro para acortar camino.
Vuelvo al tema.
La distancia desde cualquier pueblo de nuestro país a Mao no toma 8 horas de viaje; vivimos en el país con más días de fiesta, arreglados para salir viernes y regresar lunes, sin temor a encontrarse un policía para detener por exceso de velocidad, y de aparecer, pues con la clásica papeleta se resuelve (¡qué paisote el nuestro!).
Hay justificaciones extremas que te obligan a tardar en volver a tu lar nativo 10, 20, 30 y hasta 40 años. Circunstancias imprevistas. Pero, ¿no volver por puro gusto? Nooo, ¡yo regreso hasta a saludar mis enemigos!
Un viaje en yola a la isla de Puerto Rico y otro por México, ambos para llegar a USA en busca de mejoría, y así evitar seguir masticando el cable dejado atrás; eso justifica su ausencia de Mao por un buen tiempo, hasta que usted consiga la anhelada Green Card americana a través del matrimonio. Boda con esa dama sobregirada en el calendario, con venta media pesada por la mala repartición de libras sobre su anatomía y con rostro incómodo de acariciar, cualidades estas que luego de dos tragos te obligan a verla como una Jennifer López, solo con el objetivo de conseguir esa privilegiada Green Card residencial americana.
Otras justificaciones:
a) Consiguió un trabajo fuera y en ese lugar Cupido de traicionero le consigue novia con bienes futuros muy aprovechables y se casa, dejando plantada su antigua vecinita cargada de promesas. Esto justifica una ausencia de unos 7 u 8 años, tratando de no encontrarse con su ex y su familia. Estos años pueden disminuir al enterarse del matrimonio o amores de la sufrida.
b) Mudanzas. El profesional con poco campo en su pueblo tras su mejoría levanta vuelo en busca de nuevos horizontes; esto provoca un cambio de ambiente, nuevas relaciones y amistades, consigue afincarse, lo que le restringe la vuelta al pueblo de viejos amigos y familiares.
c) Un cuantioso desfalco cometido en la comunidad; hombre serio del lugar según lo creía el pueblo. Esto lo obliga emigrar como dicen "cundío de la vergüenza", regresando si lo traen, directo a su última morada construida en 1948.
d) Otra ida con regreso tardío es cuando un amigo(a) se abastece de varios préstamos de usureros silentes (desconocidos por el pueblo), para prestar a unos terceros o empleados a otro módico %; llegándose a conocer ese grupo de silentes por sus gritos parecidos a los de Independencia lanzados luego de explotar la bomba de que ese amigo(a) con un "madrugón" (o desaparecer del pueblo de madrugada, ignorando su paradero) les había pagado a todos. Aquí se produce una ausencia que supera los 35 o 40 años. Son muchos los ingleses que quedan atrapados.
e) Otro abandono de su pueblo es con la quiebra de su negocio, un "bultero orgulloso" que por su figureo con litros de Whisky, pistola al cinto y carro del año con la amante al lado, fue preparando su quiebra con la suerte de tener una visa y olvidarse sin querer de su pueblo, pero no de sus líos.
A estos citados, en parte le concedo razones de sus ausencias, al igual que a los residentes fuera del país.
Pero, hay otros, que no les concedo razón para alejarse de ese Mao por tanto tiempo y estos no caben dentro de los antes citados, sin embargo se comportan con su tierra entre ríos tal si fueran partes de estos y no lo son.
Voy a curiosear sobre muchos amigos nuestros que se han olvidado de Mao. Sé que algunos han ido una o dos veces debido a circunstancias, lo cual no justifica la no ausencia, y ni por el parque han cruzado.
Vamos a comenzar con...
Orlando Gil, conocido por sus escritos en el Listín Diario, compañero de estudios, residía en la Máximo Cabral, próximo al canal mayor.
Los hermanos Nano y Octavio Tineo, residentes en la Sánchez, frente al parque; los hermanos, Lisandro, Mumú y Diego Muñoz de la Agustín Cabral frente a la Banda de Música; en la misma calle y casi vecino de enfrente mis viejos amigos Athos e Ilonka Reyes; me devuelvo y en la misma calle esquina Emilio Arté residía Orlando Reyes, joven popular. Desde ahí, tomando la 27 de Febrero donde está la Farmacia Feliciano, se fueron Miguelina, Berenice y Miguel Pérez Evertz y su vecino Tito (trueno) Valenzuela. Me voy por los lados del Mercado y por ahí tenemos a Nelson García, Teresita, Miriam y Altagracita Mañé, hijas de doña Ina, exgobernadora. Rodamos por la Beller y nos recordamos de Nelson Ramírez, hijo de Numita. Y la familia Franco: Leo y Mon, residentes donde hoy está el Colegio de doña Camelia. Por la Máximo Cabral, no hemos visto a Ingrid, Alicia y Marino Arbaje Tió, hijos de Salomón Arbaje. Continúo por la misma y llego donde Orlando Peña y Filiberto Peña. Por los "Chalecitos", frente al Club Juvenil, estaban Tato, Yuly, Gladys y Anneris Cabrera, mi enllave Alberto José Cabral, Nelson y Belkis de la Rosa. Rudy y Salvador Fondeur picaron para Dajabón; Manseca, Ana y Melba Peña (mi dama de baile en el Samoa) quienes vivían cerca de la iglesia, y quiero cerrar con el Dr. Eduardo Pou, residente en Puerto Plata.
El resto faltante se lo dejo a los lectores, quienes sí conocen ese gran lote de maeños que han olvidado a su pueblo.
Mao, aquel pueblito que dejaron con 30 mil habitantes es el mismo hoy con 300 mil ¿ ?, pueblito alegre, fiestero, hospitalario y aunque ustedes no lo crean es uno de los menos violentos dentro de las tantas crisis vigentes; no obstante ser uno de los pueblos que más héroes y mártires les han servido a nuestra Patria en busca de la Libertad y Democracia que hoy disfrutamos.
Cuando nos vamos de nuestro pueblo, alguien de por vida estará preguntando por ti, alguien dejaste siendo tu amigo y todavía al tu regresar te dará un fuerte abrazo. Siempre habrá un vecino a quien saludar.
Maeño, regresa a tu pueblo y te sentirás orgulloso cuando alguien te pregunte ¿de dónde eres?
Por Manito Santana
En conversación sostenida con un amigo, luego de ver figureando a un maeño en foto sobre un periódico, le dije: "¡pero ese hombre más nunca ha vuelto a Mao!", y con un "ayy, ¡verdad!”, de asombro me confirmó lo dicho. Seguimos conversando, recordando la última vez que lo vimos en la "Villa de los bellos atardeceres" y promediamos unos 35 años de ausencia de ese viejo y reconocido amigo.
¿Y qué le habrá sucedido que más nunca ha vuelto? Pienso así, y lo hago debido a que muchas veces algo sucede para uno no volver, como sucedió con el difunto don Otoniel Acevedo, quien al recibir una picada de una avispa sentado en el parque, no volvió a este lugar de recreo durante 15 años, y con razón, porque al volver a sentarse tuvo la desgracia de verse picado de nuevo por otra avispa; olvidándose por el resto de sus días de tan siquiera subirse a su acera para visitar al Padre Franco, quien residía cercano del famoso odontólogo y violinista Otoniel, quien prefería pasar frente al Club Quisqueya, frente al parque Amado Franco Bidó y no cruzar por su cuadro para acortar camino.
Vuelvo al tema.
La distancia desde cualquier pueblo de nuestro país a Mao no toma 8 horas de viaje; vivimos en el país con más días de fiesta, arreglados para salir viernes y regresar lunes, sin temor a encontrarse un policía para detener por exceso de velocidad, y de aparecer, pues con la clásica papeleta se resuelve (¡qué paisote el nuestro!).
Hay justificaciones extremas que te obligan a tardar en volver a tu lar nativo 10, 20, 30 y hasta 40 años. Circunstancias imprevistas. Pero, ¿no volver por puro gusto? Nooo, ¡yo regreso hasta a saludar mis enemigos!
Un viaje en yola a la isla de Puerto Rico y otro por México, ambos para llegar a USA en busca de mejoría, y así evitar seguir masticando el cable dejado atrás; eso justifica su ausencia de Mao por un buen tiempo, hasta que usted consiga la anhelada Green Card americana a través del matrimonio. Boda con esa dama sobregirada en el calendario, con venta media pesada por la mala repartición de libras sobre su anatomía y con rostro incómodo de acariciar, cualidades estas que luego de dos tragos te obligan a verla como una Jennifer López, solo con el objetivo de conseguir esa privilegiada Green Card residencial americana.
Otras justificaciones:
a) Consiguió un trabajo fuera y en ese lugar Cupido de traicionero le consigue novia con bienes futuros muy aprovechables y se casa, dejando plantada su antigua vecinita cargada de promesas. Esto justifica una ausencia de unos 7 u 8 años, tratando de no encontrarse con su ex y su familia. Estos años pueden disminuir al enterarse del matrimonio o amores de la sufrida.
b) Mudanzas. El profesional con poco campo en su pueblo tras su mejoría levanta vuelo en busca de nuevos horizontes; esto provoca un cambio de ambiente, nuevas relaciones y amistades, consigue afincarse, lo que le restringe la vuelta al pueblo de viejos amigos y familiares.
c) Un cuantioso desfalco cometido en la comunidad; hombre serio del lugar según lo creía el pueblo. Esto lo obliga emigrar como dicen "cundío de la vergüenza", regresando si lo traen, directo a su última morada construida en 1948.
d) Otra ida con regreso tardío es cuando un amigo(a) se abastece de varios préstamos de usureros silentes (desconocidos por el pueblo), para prestar a unos terceros o empleados a otro módico %; llegándose a conocer ese grupo de silentes por sus gritos parecidos a los de Independencia lanzados luego de explotar la bomba de que ese amigo(a) con un "madrugón" (o desaparecer del pueblo de madrugada, ignorando su paradero) les había pagado a todos. Aquí se produce una ausencia que supera los 35 o 40 años. Son muchos los ingleses que quedan atrapados.
e) Otro abandono de su pueblo es con la quiebra de su negocio, un "bultero orgulloso" que por su figureo con litros de Whisky, pistola al cinto y carro del año con la amante al lado, fue preparando su quiebra con la suerte de tener una visa y olvidarse sin querer de su pueblo, pero no de sus líos.
A estos citados, en parte le concedo razones de sus ausencias, al igual que a los residentes fuera del país.
Pero, hay otros, que no les concedo razón para alejarse de ese Mao por tanto tiempo y estos no caben dentro de los antes citados, sin embargo se comportan con su tierra entre ríos tal si fueran partes de estos y no lo son.
Voy a curiosear sobre muchos amigos nuestros que se han olvidado de Mao. Sé que algunos han ido una o dos veces debido a circunstancias, lo cual no justifica la no ausencia, y ni por el parque han cruzado.
Vamos a comenzar con...
Orlando Gil, conocido por sus escritos en el Listín Diario, compañero de estudios, residía en la Máximo Cabral, próximo al canal mayor.
Los hermanos Nano y Octavio Tineo, residentes en la Sánchez, frente al parque; los hermanos, Lisandro, Mumú y Diego Muñoz de la Agustín Cabral frente a la Banda de Música; en la misma calle y casi vecino de enfrente mis viejos amigos Athos e Ilonka Reyes; me devuelvo y en la misma calle esquina Emilio Arté residía Orlando Reyes, joven popular. Desde ahí, tomando la 27 de Febrero donde está la Farmacia Feliciano, se fueron Miguelina, Berenice y Miguel Pérez Evertz y su vecino Tito (trueno) Valenzuela. Me voy por los lados del Mercado y por ahí tenemos a Nelson García, Teresita, Miriam y Altagracita Mañé, hijas de doña Ina, exgobernadora. Rodamos por la Beller y nos recordamos de Nelson Ramírez, hijo de Numita. Y la familia Franco: Leo y Mon, residentes donde hoy está el Colegio de doña Camelia. Por la Máximo Cabral, no hemos visto a Ingrid, Alicia y Marino Arbaje Tió, hijos de Salomón Arbaje. Continúo por la misma y llego donde Orlando Peña y Filiberto Peña. Por los "Chalecitos", frente al Club Juvenil, estaban Tato, Yuly, Gladys y Anneris Cabrera, mi enllave Alberto José Cabral, Nelson y Belkis de la Rosa. Rudy y Salvador Fondeur picaron para Dajabón; Manseca, Ana y Melba Peña (mi dama de baile en el Samoa) quienes vivían cerca de la iglesia, y quiero cerrar con el Dr. Eduardo Pou, residente en Puerto Plata.
El resto faltante se lo dejo a los lectores, quienes sí conocen ese gran lote de maeños que han olvidado a su pueblo.
Mao, aquel pueblito que dejaron con 30 mil habitantes es el mismo hoy con 300 mil ¿ ?, pueblito alegre, fiestero, hospitalario y aunque ustedes no lo crean es uno de los menos violentos dentro de las tantas crisis vigentes; no obstante ser uno de los pueblos que más héroes y mártires les han servido a nuestra Patria en busca de la Libertad y Democracia que hoy disfrutamos.
Cuando nos vamos de nuestro pueblo, alguien de por vida estará preguntando por ti, alguien dejaste siendo tu amigo y todavía al tu regresar te dará un fuerte abrazo. Siempre habrá un vecino a quien saludar.
Maeño, regresa a tu pueblo y te sentirás orgulloso cuando alguien te pregunte ¿de dónde eres?
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Her-Manito.Si tu ves a Lisandro Muñoz en Mao mándate a "juir",porque el si iba a Mao ,y fue algunas veces conmigo ,pero ya esta en el Cristo Redentor haciéndole cuento a Peña y a Balaguer.
ResponderBorrarMuy buen artículo .Faltan muchos ,muchachon !
Evelio Martínez .
Mano caco como te dice Jose Manuel, se te olvidaron: Chichy Morel, Aleida Muñoz, Tony Caraballo.Y este no se si fue intencional que lo olvidaste, porque viniendo de ti que goza de tan buena memoria tengo mis dudas, Yuyi Marrero. Jochy Reyes.
ResponderBorrarBien por Usted Her-Manazo!!!
ResponderBorrarCon permiso de los poetas ahí le envió a mis compueblanos lo que intenta ser un pequeño poema dedicado a nuestro querido Mao:
Mao incomparable tierra mía
tierra hermosa de cerros y valles
de gente laboriosa por sus calles
antes que salga el sol del nuevo día.
Mao del noroeste es la perla
más brillante y la más fina
es mi tierra la más linda
con sus montes y colinas
Nada en el mundo se compara
con el orgullo que siempre siento
de este mi terruño tan pequeño
al decir con orgullo… soy Maeño!
Y, recordemos que: "De músicos poetas y locos...todos tenemos un poco". De ustedes, deferentemente.
Diomedes Rodriguez
Ramón,Mano-Caco dejo en la gatera a ciertos caballos y yeguas por payola recibida .Pero oye que dejar a Yuyi Marrero le ronca la bicicleta ,y tanto que se lo señale ,y otros también . Bueno............Evelio MARTÍNEZ .
ResponderBorrarMuy bueno Manito, yo comence a elaborar una lista, pero mi problema es que yo no los he visto por largo tiempo; no se si viven en mao o no, ni tampoco si visitan su pueblo. Tendre que a averiguar sobre ellos para estar seguro que pasó.
ResponderBorrarPapito Mármol
Manito, siempre he manifestado y reconocido tu proverbial inquietud sobre todo acontecer en y de nuestro pueblo, lo que a mi parecer, te identifica como un "Maeño Auténtico".
ResponderBorrarCon este aporte genial, entre otros comentarios, me has permitido recordar a maeños, en su mayoría contemporáneos, de gratas remembranzas y anecdótico convivir.
La lista de los no mencionados previamente, es muy prolija como para poder retrotraerla con suma fidelidad y certeza; no obstante, el esfuezo desplegado es muy meritorio e incentivador para que otros se motiven aportando variadas informaciones concernientes.
Continúa con este espíritu integrador de genuinos sentires y ricas remembranzas, que enaltecen en mucho nuestro acervo cultural, facilitando una ágil y dinámica intercomunicación efectiva, afectiva y eficaz.
Gracias por los extraordinarios arribos de tus geniales aportes.
Con los cordiales y reiterados afectos de siempre,... Cuqui Rodríguez Martínez.