miércoles, 19 de junio de 2013

ESTAMPAS DE MAO

LAS 300 EN SUS INICIOS
Por Dileccio Guzmán


Nota del autor: esta entrega se ha dividido en más de una parte para evitar que los lectores de MEEC se aburran por lo extensa. Como en las series, al final aparece un Continuará.

El nuevo barrio nace simultáneamente con un hecho que dividiría en dos la historia de nuestro país.

El ajusticiamiento de uno de los dictadores más sanguinarios de América.

Por más de 30 años padecimos una tiranía que nos cambió hasta nuestras conductas mas profundas. Parecíamos haber vivido un mundo surrealista, quizás como sujetos de una de esas obras como el Guernica o uno de esos personajes deformes que habitan en las pinturas del divino loco Salvador Dalí, pero definitivamente en un mundo donde la realidad se había convertido en una farsa y parecíamos títeres destinados a complacer la megalomanía de un ser grotesco y perverso que de alguna manera nos hizo vivir una noche que parecía interminable, una pesadilla tan larga que perduró por más de 30 años.

Ese mundo tan particular fue marcado por los tabúes y la represión; el gran señor determinaba lo que podíamos o no hacer, y nuestras actividades sociales, aun las mas triviales, debían concluir con loores y agradecimientos al dictador.

Nuestros ciudadanos, con sus muy honrosas excepciones se convirtieron en hombres y mujeres diferentes hasta en la manera de expresarse. Aprendieron a desconfiar de todo y de todos. El dictador que felizmente acababa de ser ajusticiado, los había convertido en seres temerosos y desconfiados. Aquella época significó una especie de paranoia colectiva. Se desconfiaba de cualquier desconocido. El tema político estaba desterrado de nuestra conversación cotidiana. Ni siquiera en reuniones familiares se hablaba de política por temor a que un deslenguado, ante una frase, una expresión dicha sin ninguna intención, fuera malinterpretado y considerado un agravio al jefe. Con el peligro que ello significaba.

Era tal la situación, que ante el tradicional saludo de ¿cómo estás?, había una respuesta guardada en la psiquis de cada quien, que surgía de una de manera casi automática, como si estuviera siempre lista para salir: muy bien gracias a Dios… y a Trujillo. El solo hecho de no colocarle este último estribillo podía ser interpretado como una señal de desafección. Es que no había derecho a estar mal en la dichosa era. En un gran número de hogares de nuestro país colgaba una pequeña placa que rezaba: en esta casa Trujillo es el Jefe.

Todo este estado de cosas y este nivel de loas al excelentísimo benefactor, había sido posible gracias a la postración de la intelectualidad del país, a cambio de prebendas y el favor del tirano, y al uso de una ofensiva mediática que alcanzó extremos inimaginables. Esto último ha seguido utilizándose de manera permanente por los diferentes gobiernos post-dictadura, excepción hecha por el de los 7 meses de Bosch.

Cada uno vivía con la impresión de que el largo brazo del tirano podía penetrar hasta nuestros actos más íntimos. Hasta soñar, tan frecuente en el dominicano parecía riesgoso si en el sueño se agraviaba al dictador y en el fondo subyacía el temor de que de alguna forma se pudiera penetrar a los mismos.

Nadie podía mudarse de una ciudad a otra sin que fuera debidamente informado a las autoridades, y por supuesto, ningún ciudadano podía salir del país sin una autorización expresa y directa del jefe.

En ese panorama vivió esa generación y por supuesto que en gran medida estuvo marcada por esta época tan oscura y triste de nuestra historia.

Para entender lo que fue aquella generación, comprender y explicar a nuestra juventud en esa época, hay que situarla dentro de ese contexto. Nuestros muchachos, nuestra juventud, creció con enormes tabúes, restricciones, atavismos, desbalances, esto no se puede, el hombre debe ser así, una mujer debe ser de este modo, y una interminable lista de mandamientos.

No tengo temor a equivocarme si aseguro que muchas de las modas que surgen en los 60, como aquella de los cabellos largos en los varones, y que decir estas actuales de los varones usando aretes y otras tantas que son propias de la juventud, no se hubieran popularizado en nuestro país, de haber surgido en medio de la tiranía. Esta, afortunadamente, llegó a su fin en la primavera de 1961, después que la tanta sangre derramada por el cruel tirano colmara los niveles de tolerancia de toda la nación.

En este contexto nace el nuevo barrio.

Las ansias de una juventud de romper esquemas, de liberarse, de vivir en contacto con el resto del mundo, de divertirse en la misma medida en que se divierte la juventud que se conoce a través de las revistas permitidas, en fin… el let it be, convierte rápidamente el nuevo barrio en el lugar adecuado para realizar todas estas cosas, y así surgen como por encanto un sinnúmero de establecimientos de diversión, y vaya usted a ver el tipo de diversión.

La aparición de estos lugares convirtió al nuevo barrio en lugar de peregrinación nocturna de jóvenes y adultos con deseos de vivir nuevas experiencias; el barrio les brindaba placer a través de los tantos bares, prostíbulos y casas de cita, especialmente a los procedentes del pueblo, término que usábamos al referirnos a los que venían del centro de la ciudad.

Si bien no había estadísticas o Gallup que lo confirmara, pero la percepción era que las 300 contaba con el nada envidiable record de tener la mayor cantidad de bares y lupanares en toda la ciudad y, por consiguiente la mayor cantidad de putas y meretrices por metro cuadrado de todo el país. Posiblemente los lectores entrados en años, al leer estas notas, estarán recordando vivencias de la época, cuando acompañado de lolita, marinita, o una de las tantas muchachas de compañía disfrutaban largas noches de placer, jurándose un amor eterno, una eternidad que a lo sumo alcanzaría unas pocas semanas, pero emborrachados de pasión bajo el estímulo del G5 o el M7 o uno cualquiera de los tantos discos cuya combinación de letra y número, generalmente conocidos de memoria de tanto repetirlo, en la vieja vellonera Wurlitzer, la que, al introducirle una moneda de 5 centavos, nos devolvía una canción de Lucho Gatica, Javier Solís, Tito Rodríguez o cualquiera de aquellos cantantes que nos hacían adentrarnos en las ardientes pasiones de un amor correspondido aunque fuera a cambio de unas cuantas monedas.

¡Cuántas virginidades se perdieron en estos lupanares trescientiles!

Por el tipo de música se podía conocer el nivel del cabaret y quienes los frecuentaban. La bachata, era música rural y de guardia, pero de guardia raso, de baja ralea. A un joven de cierto nivel no se le ocurría escuchar este género tan propio de la chusma. Eran frecuentes los amargues con una bachata de José Manuel Calderón, Rafael Encarnación, Tommy Figueroa o el añoñaito, Luis Segura.

No era nada extraño hacer el crossover de un placentero atardecer teniendo como testigo unas cuantas cervezas en el Samoa, a una noche de placer en uno de los tantos cabareses de las trescientas. El de Tomasina fue uno de los que adquirió más popularidad por la voluptuosidad de las féminas que se ofertaban en el mismo.

En mi barrio, como la gente dice de nueva york, había de todo. Y además de los asuntos normales, como pulperías, ventorrillos, y otras trivialidades propias del barrio, nos dimos el lujo de tener a doña Fefín quien fue en su momento catalogada como la mejor rezadora de la región. No bien se había enterrado el difunto, doña Fefín, que era no vidente, llegaba asistida por una sobrina, y se declaraba formalmente abierto el ritual donde se iba a interceder por el alma del fiel difunto, a los fines de que se les abrieran de par en par las puertas del cielo.

Se mantenía rigurosamente cerrada la puerta del frente durante nueve días, y todo el ambiente se impregnaba de un fuerte olor a café mezclado con incienso, y el requieneternaldomino con un sincronizado coro de voces que sin esperar el final respondía con un aloperpetuoeclesiaté, y continuaba con una serie de madre mía del Carmen etrella de eterna lú… llévame esa alma al cielo y entregaselajesú y así se repetía de manera continua, hasta el cansancio, pasando por todas las 7 estaciones, o lugares de sufrimiento del señor, y las penas no terminaban hasta no dar la vuelta completa a las cuentas de un desgastado rosario en manos de doña Fefín, quien dirigía el rezo. Posiblemente los que intercedían tratando de abrirle la puerta del cielo al difunto, desconocían lo que se estaba pidiendo en esta traducción libre del latín.

También tuvimos nuestros brujos y hechiceros, expertos en predecir el futuro con una precisión asombrosa. Con solo observar las huellas dejadas al voltear la taza de café que había sido consumido por el interesado. Un café muy claro no dejaba rastros preciso del porvenir. Creo que por esa razón, la gente de mi pueblo tomaba un café extremadamente tinto, era una forma de dejar bien definido los rasgos del futuro.

Nuestros brujos eran expertos en la curación de cualquier tipo de dolencia, no importa el origen, dolencia física o dolencia sentimental, se curaban todas en base a unas botellas que ellos mismos, o sus asistentes preparaban usando fórmulas ultra secretas que posiblemente las habían aprendido quién sabe por cuales medios, de los antiguos egipcios, o quizás mas recientemente de los incas o los mayas. Era un gran acontecimiento ver a uno de estos hechiceros montarse frente a un altar donde recibían los luases o los misterios representados por beliebercán, candelo, metresilí, anaisa, o cualquier otro miembro de nuestra rica santería.

Fueron tantos los que recurrieron a uno de estos adivinos en procura de la botellita que le proporcionara éxito en el amor, o para amarrar la mujer deseada, alejar la mala suerte o los mas increíbles de los deseos, a los varones se le podía amarrar con solo darle a beber el agua resultante de la mujer al lavarse sus partes más íntimas. El que bebía este brebaje se convertía en un amemao o un mamita. A veces tengo el temor de haber consumido de este brebaje, claro que sin saberlo. Lo digo por mi comportamiento en estos últimos años de vida hogareña, demasiado hogareña. (Continuará).

4 comentarios:

  1. Bueno mi hermano "Trecientino",si usted la segunda parte la va a narrar como esta ,apunteme para esperar el próximo capítulo bebiéndome una fría donde Chiche o un pote donde Agapito ,detrás del Hospital de Seguros . Abrazos .Enhorabuena ! Evelio Martínez

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  2. Amigo Dileccio, reconozco tu ejundioso trabajo sobre aconteceres costumbristas de épocas pasadas en nuestro querido pueblo, esbozando fielmente el discurrir con tu exquisita y folclórica narración.

    Al igual que Evelio, me suscribo a la espera de tu siguiente aportación, para así emburujarme con el recuerdo de tradicionales vivencias, traídas con elegancia y mucha certeza como para uno involucrarse con las renovadoras energías que recrean esa gratas e inolvidables remembranzas.

    Con las sinceras deferencias,... Nelson Rodríguez Martínez.

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  3. Estimado Dileccio, tu trabajo constituye un aporte valiosísimo a la juventud del pueblo maeño, especialmente a quienes nacieron en el barrio "las 300" y desconocen el origen de ese populoso sector de la ciudad.

    Me suscribo dentro de los que esperan con vehemente ansiedad la segunda parte de tu relato, aunque sin ánimo de quitarle brillantez y solo interesado en clarificar, quiero precisar algo sobre el mismo.

    Empieza diciendo que el barrio nace simultáneamente con el ajusticiamiento del tirano, cosa que no es estrictamente cierta, porque quién lee podría intepretar que ambos hechos ocurrieron al mismo tiempo, lo cual es incorrecto. Quizás debiste decir:
    "casi simultáneamente".

    El barrio nace a principio del año 1959, cuando el dictador decide construir la fortaleza "General Benito Monción", para lo cual construye el barrio y desplaza a los moradores del barrio "cruce de copeyito", que existía frente a ésta, al nuevo barrio, ordenando construir allí un barrio militar.
    Cuando la fallida expedición de los mártires de constanza, maimón y estero hondo, el 14 de Junio de 1959, ya mi barrio estaba totalmente poblado por los que morabamos en "cruce de copeyito".
    Como la tiranía fué decapitada el 30 de Mayo de 1961, ya habían transcurrido más de dos años, por lo que creo, no podemos hablar de "simultáneo".

    Aunque se que es de tu conocimiento, quería finalizar diciendote, que el barrio debe su nombre a que Trujillo ordenó construir 300 casas, pero que lo que llamamos "las 300" solo se construyeron 260, ya que las restantes se hicieron en el sector que se conoce como "las 40".

    Confio no haberte importunado con mi aclaración y espero que un dia que visite la ciudad, me honre con tu visita, ya que sería de mucho agrado poder saludarte personalmente.

    Deferentemente, te saluda,

    Humberto Perdomo.
    Perdomoh27@hotmail.com.

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  4. Estimado Dileccio, Otra cosa que quería aclarar sobre tus remembranzas del barrio las 300 es que,la señora a que te refiere como Doña Fefín, es cierto que era reconocida como la mejor rezadora de la ciudad de mao, pero su apodo era "Doña Fifín",no Fefín, y su nombre de pila era Estaurofina Gómez. Una señora delgada, ciega,que se hacia acompañar de una pariente, exquisita en el trato con los demás, originaria del paraje la Yagua, Distrito Municipal de Jaibón (Pueblo Nuevo), pero quién se quedó a residir con su familia en el municipio de Mao,donde falleció.
    Como sabes, llegué al barrio con la fundación del mismo, siendo un adolescente y viví en el parte de mi juventud lo que me permitió conocer a Marinita,y otras antes que ella como Jovinita, Migdalia, etc., porque es bueno señalarte que aunque es cierto que el bar de Tomasina fué uno de los de mayor esplendor en su tiempo, éste no nació con el barrio mismo, sino más adelante, ya que al inicio el de mayor renombre era del de Doña Yoya, según creo recordar.
    A mi amigo Evelio, que el bar de chiche donde el se tomaba sus frias, era en principio el bar de Faelo, un señor de los Cambrones, pasando después de algunos a ser propiedad de Chiche Ramos y que frente a ese lugar quedaba el bar de Doña Yoya.
    Estas aclaratorias solo tiene por finalidad dejar edificada a la juventud que desconoce el origen de este importante barrio de Mao.

    Humberto Perdomo
    Perdomoh27@Hotmail.com.

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