lunes, 17 de junio de 2013
LA OPINIÓN DE MELVIN
FRANKLIN FRANCO
Por Melvin Mañón
Un amigo talentoso y respetable me dijo hace algunos años: “de los muertos no se habla mal”.
Ahora, tras el fallecimiento de Franklin a quien dispensaba grande aprecio y de quién recibí solamente estima y consideración caigo en la cuenta de cuan incompleto y acomodaticio resulta el dicho invocado por mi amigo, años atrás.
¿Qué se ha dicho de Franklin en la prensa?
Ha muerto un gran historiador.
Ha partido un dominicano de muchos méritos.
Un luchador de larga data ha fallecido.
Todo lo anterior es verdad, pero demasiado incompleto.
Franklin no fue solamente un historiador, sino un hombre que hizo historia que no es lo mismo ni es igual. Fue relator y actor.
Pero fue más que eso.
Franklin, desde los tiempos de su libro titulado: Clases, Crisis y Comandos” trató de entender y decodificar la sociedad dominicana al mismo tiempo que militaba en partidos y labraba la historia con su propio quehacer.
Pero Franklin también fue más que eso.
Y si uno puede elegir libremente el momento que considera más grandioso en la vida de una persona yo tengo ese momento y quiero recordarlo y compartirlo con mis lectores.
Ocurrió en el año 2009.
Franklin renunció a su membrecía en la Academia Dominicana de la Historia.
Este es un país donde la gente se traga los desacuerdos pero casi nunca renuncia. Entre nosotros se suele rumiar el descontento sin hacer nada al respecto y la idea de despojarse de una membrecía bien ganada huele a derrota y no a dignidad.
Franklin renunció a la ADH porque no estaba de acuerdo en la forma en que el presidente de la entidad enfocaba y manejaba el proyecto mediante el cual, esa Academia produciría, con fondos proporcionados por el gobierno una HISTORIA DEL PUEBLO DOMINICANO.
Franklin discrepó de dos maneras importantes.
Primero objetó que el número de académicos a participar fuera reducido en lugar de ser ampliado, algo que le parecía inapropiado vista la amplitud y trascendencia del proyecto. El número de voces no estaba supuesto a ser restringido sino aumentado porque con ello se lograba un debate de tal amplitud y profundidad que eliminaba la posibilidad de manipulación como temía que pudiera ocurrir y me refiero a un tema sobre el que platicamos varias veces.
La segunda objeción de Franklin tenía que ver con el enfoque pues, mientras la presidencia de la Academia fijaba un parámetro elitista, como un libro de historia concebido y escrito para expertos, estudiosos y profesionales él defendía otro donde todo el mundo, expertos y legos pudiera encontrar cuanto necesitara para el estudio de nuestra historia. La diferencia no era trivial.
Pero, ¿qué es lo que quiero decir y destacar?
Al hablar del Franklin Franco historiador, pensador y sociólogo no he visto una sola mención (y si hay alguna pido excusas) a ese acto de dignidad y respeto por sí mismo y por sus convicciones que llevó a Franklin a renunciar de la ADH.
Hablando loablemente del historiador todo el mundo queda bien.
Reivindicando los méritos de su renuncia se puede disgustar a otra gente.
Como Franklin, prefiero lo último.
Por eso lo reivindico.
Por eso y por todo lo demás lo despedí con afecto y con respeto de hombre, de intelectual, de luchador.
Por Melvin Mañón
Un amigo talentoso y respetable me dijo hace algunos años: “de los muertos no se habla mal”.
Ahora, tras el fallecimiento de Franklin a quien dispensaba grande aprecio y de quién recibí solamente estima y consideración caigo en la cuenta de cuan incompleto y acomodaticio resulta el dicho invocado por mi amigo, años atrás.
¿Qué se ha dicho de Franklin en la prensa?
Ha muerto un gran historiador.
Ha partido un dominicano de muchos méritos.
Un luchador de larga data ha fallecido.
Todo lo anterior es verdad, pero demasiado incompleto.
Franklin no fue solamente un historiador, sino un hombre que hizo historia que no es lo mismo ni es igual. Fue relator y actor.
Pero fue más que eso.
Franklin, desde los tiempos de su libro titulado: Clases, Crisis y Comandos” trató de entender y decodificar la sociedad dominicana al mismo tiempo que militaba en partidos y labraba la historia con su propio quehacer.
Pero Franklin también fue más que eso.
Y si uno puede elegir libremente el momento que considera más grandioso en la vida de una persona yo tengo ese momento y quiero recordarlo y compartirlo con mis lectores.
Ocurrió en el año 2009.
Franklin renunció a su membrecía en la Academia Dominicana de la Historia.
Este es un país donde la gente se traga los desacuerdos pero casi nunca renuncia. Entre nosotros se suele rumiar el descontento sin hacer nada al respecto y la idea de despojarse de una membrecía bien ganada huele a derrota y no a dignidad.
Franklin renunció a la ADH porque no estaba de acuerdo en la forma en que el presidente de la entidad enfocaba y manejaba el proyecto mediante el cual, esa Academia produciría, con fondos proporcionados por el gobierno una HISTORIA DEL PUEBLO DOMINICANO.
Franklin discrepó de dos maneras importantes.
Primero objetó que el número de académicos a participar fuera reducido en lugar de ser ampliado, algo que le parecía inapropiado vista la amplitud y trascendencia del proyecto. El número de voces no estaba supuesto a ser restringido sino aumentado porque con ello se lograba un debate de tal amplitud y profundidad que eliminaba la posibilidad de manipulación como temía que pudiera ocurrir y me refiero a un tema sobre el que platicamos varias veces.
La segunda objeción de Franklin tenía que ver con el enfoque pues, mientras la presidencia de la Academia fijaba un parámetro elitista, como un libro de historia concebido y escrito para expertos, estudiosos y profesionales él defendía otro donde todo el mundo, expertos y legos pudiera encontrar cuanto necesitara para el estudio de nuestra historia. La diferencia no era trivial.
Pero, ¿qué es lo que quiero decir y destacar?
Al hablar del Franklin Franco historiador, pensador y sociólogo no he visto una sola mención (y si hay alguna pido excusas) a ese acto de dignidad y respeto por sí mismo y por sus convicciones que llevó a Franklin a renunciar de la ADH.
Hablando loablemente del historiador todo el mundo queda bien.
Reivindicando los méritos de su renuncia se puede disgustar a otra gente.
Como Franklin, prefiero lo último.
Por eso lo reivindico.
Por eso y por todo lo demás lo despedí con afecto y con respeto de hombre, de intelectual, de luchador.
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