YO ME ACUERDO...

RAMÓN BONILLA (EBANISTA DE FINAS MANOS, MI AMIGO GALILEA)
Por Evelio Martínez

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Las manos de este artista de la talla de la madera también escribieron muchos episodios, unos satíricos y otros donde sus salidas filosóficas dejaron huellas, rastros y recuerdos en el maeño.

“En la subida de un cerro y en la bajada de otro ninguno que tome ron le diga borracho a otro”, decía Galilea. Así nos llamábamos nosotros, él y yo.

Como era un fanático del dios Baco sus salidas filosóficas casi siempre las externaba libando un buen y largo trago de líquido felino (como le decía al ron) y se explayaba por las calles filosofando.

Aquellas borrascas de los tiempos de la caída de la tiranía, de la que Ramón fue desafecto, lo llevó a enfrentar a personeros que en aquellos tiempos le tiraban piedras a las casas y techos de los anti trujillistas. Refiriéndose a una familia que era afecta al régimen y de la que sospechaba que le habían tirado piedras, Ramón se paró frente a la casa de este personero y junto a sus hijos exclamó: “el techo de mi casa ha sido violado, vilipendiado, y agredido por las piedras asesinas de los Cab… pero mis hijos especialistas en piedras, madera, lápiz y palos sabrán vengarse de la ofensa de los Cab… ¡Piedra con ellos!”.

Caminaba Ramón por la calle Duarte justo frente a la casa de los Ferreira (Don Vitalino), quien se encontraba con parte su familia en la galería, eran los tiempos de los días finales de la tiranía, muerto ya Trujillo. Con su pote al hombro, Ramón dijo, del medio de la calle: “Vitalino se jodieron los Trujillo, ¿dónde usted lo oyó compái Ramón? Respondió Don Vitalino, “yo no sé fue en una emisora en alemán” contestó Ramón y siguió libando celebrando la huida de los remanentes del trujillato.

También para esos tiempos de euforia política le oí decir en una esquina del parque “en estos momentos de la vida trágica correrá la sangre como “riaco” natural de la vida por los contenes maeños y escribiremos todos Coca Cola con las nalgas”.

En el gobierno del Triunvirato y oyendo una alocución de su presidente, el Dr. Donald Reid Cabral, pasaba yo por su casa, lugar donde solía esconderme de la persecución político-policial e intempestivamente entré en su taller de ebanistería y este me saludó diciéndome: “Galilea ese es el hombrecito más bueno pa’ ajoicailo con una toalla mojada”. Yo me metí debajo de su banco de trabajo y él me tiró encima virutas y pedazos de tablas hasta que pasaran los que me perseguían.

“Guanjuma está perdida, morroño la echó a perder ahora si estamos bien metidos en el culo del buey”, exclamaba, mientras un trago largo de Brugal acompañaba esta arenga.

Mao es tierra prometida pero también se ha visto lo trágico, con lo acontecido entre Caín y Abel, ejemplo: Rumbito Ureña mató a mansalva, con asechanza y alevosía, de un escopetazo a su hermano Raimundo, conmoviendo con este hecho a la sociedad maeña, Ramón Bonilla que sentía a Mao en sus adentros creyó que debía protestar ese fratricidio en algún momento. Llegó la oportunidad y un día se encontró con el fratricida (Rumbito) en un bar de El Samán y pidiendo un litro de Brugal, lo empuñó en su mano derecha y se dirigió donde estaba Rumbito estrellándoselo en la frente y diciéndole “Caín mataste a Abel” y emprendió las de villa Diego.

De Ramón Bonilla pudiéramos escribir un anecdotario extenso y largo, pero cuando más me conmovió, y le conocí profundamente, fue al regresar de mi exilio en el año 1963 que fui a visitarle para llevarle un litro de Valantine que le traía, me abrazó y emocionado me dijo: “estás rosadito como el muñequito de la avena Quáker”, y me invitó a un trago, algo que él hacía como una costumbre.