sábado, 3 de julio de 2010

Eras lluvia que conversaba con mariposas y perros (*)

Por Augusto Bueno

Toda esta inmundicia te sabe a sangre

desde la lengua hasta lagrimar huesos

de gusanos a través de tus manos. Hoy

te convertiste al ofrecer estos versos en

vastedad. Ayer eras el resto de la Vida.

Despacio, ríe por ella, canta angustia,

vuélvete extraño sigilo de libertad en

la tarde, en su ancho vientre de musgo.

Hay un mar en tus rodillas, son olas y

olas amamantando la tristeza, el frío.

Toda la casa te sabe a bilis, a pedradas

aventadas del corazón, a excrementos

de aves, a huérfano, te sabe a noche

desde la ventana y el despojo de tus

silencios. Mutaste apenas del poema

en hombre, en una mujer y ayer fuiste

migaja de la esperanza tendida al lodo.

Hoy eres eso sin nombre, ni siquiera

peso, ni vacío que soporte. Eras lluvia

que conversaba con mariposas y perros

por tanta sangre derramada.

(*) De En respuesta a la ausencia

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