sábado, 17 de julio de 2010
YO ME ACUERDO...
VALE TOÑO
Por Evelio Martínez.
Uno de los personajes más folklóricos que había en mi pueblo era este limpia botas que tenía su asiento en el Parque Amado Franco Bidó.
De estatura mediana y vestido casi siempre de fuerte azul, Vale Toño lustraba los zapatos de los prestantes hombres de Mao y el público en general y se jactaba de ello “en la repúbliquita de Valverde, Mao hay un limpia botas presidente, Vale Toño”, decía.
Su debilidad era el alcohol y se daba unos jumos olímpicos que los transformaban en un hombre de barricada. Se subía en un banco del parque y arengaba a los transeúntes diciendo: “repúbliquita de Valverde Mao ¿tiene hambre? Come m… ¿tiene sed? bebe miaos”.
En uno de esos famosos jumos que cogía Vale Toño una vez se cayó en el Canal Mayor y la corriente lo arrastraba peligrosamente y ante la alarma de quienes lo presenciaban, preocupados por su final, gritó: “gran cosa se lleva la zanja, a Vale Toño”.
Una noche tenebrosa en la postrimerías de la dictadura, los remanentes del trujillato mataron a Vale Toño, y, ¡oh ironía del destino!, lo tiraron a la zanja y esta vez la zanja sí se llevó a Vale Toño.
Por Evelio Martínez.
Uno de los personajes más folklóricos que había en mi pueblo era este limpia botas que tenía su asiento en el Parque Amado Franco Bidó.
De estatura mediana y vestido casi siempre de fuerte azul, Vale Toño lustraba los zapatos de los prestantes hombres de Mao y el público en general y se jactaba de ello “en la repúbliquita de Valverde, Mao hay un limpia botas presidente, Vale Toño”, decía.
Su debilidad era el alcohol y se daba unos jumos olímpicos que los transformaban en un hombre de barricada. Se subía en un banco del parque y arengaba a los transeúntes diciendo: “repúbliquita de Valverde Mao ¿tiene hambre? Come m… ¿tiene sed? bebe miaos”.
En uno de esos famosos jumos que cogía Vale Toño una vez se cayó en el Canal Mayor y la corriente lo arrastraba peligrosamente y ante la alarma de quienes lo presenciaban, preocupados por su final, gritó: “gran cosa se lleva la zanja, a Vale Toño”.
Una noche tenebrosa en la postrimerías de la dictadura, los remanentes del trujillato mataron a Vale Toño, y, ¡oh ironía del destino!, lo tiraron a la zanja y esta vez la zanja sí se llevó a Vale Toño.
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Evelio:
ResponderBorrarPobre Vale Toño, pero los dos turpenes rameados que ordenaron que lo tiraran a la Zanja, estan muertos
Saludos
Angel Berto Almonte