miércoles, 14 de julio de 2010
Dayan
VIVENCIAS
Por Pablo Mustonen
Debí comprarme una pecera de 10 galones, para de esta manera aminorar la ansiedad de un buen trago, ya que por prescripción médica solo debo tomar vino y tan solo tres copas -aunque muchas veces se me olvidan las matemáticas.
Al llegar a casa noté que uno de los peces había perdido un ojo: desde ese momento le llamo Dayan en honor al general israelí, que ocultaba el ojo tuerto con un parcho negro. Pues mi Dayan se las sabe todas -y no necesita de parcho negro- y aunque le teme a los otros cinco, él es el que acapara la atención de todos mis visitantes. Siempre sale a dar los buenos días, a hacer sus payasadas y dar sus alegres volteretas. Creo que a Dayan en vez de faltarle un ojo, le sobra el que tiene. Le tengo envidia y a pesar de que lo puedo eliminar, lo respeto y lo admiro.
Su espíritu de supervivencia es enorme y ha podido superar con creces este malestar, que para otros hubiese sido motivo de complejos; más él se pasea muy orondo a todo lo largo y ancho de la pecera. Creo que piensa que es el dueño absoluto de todo lo que le rodea. Ojalá muchos humanos tener la valentía y el ánimo de mi Dayan.
Por Pablo Mustonen
Debí comprarme una pecera de 10 galones, para de esta manera aminorar la ansiedad de un buen trago, ya que por prescripción médica solo debo tomar vino y tan solo tres copas -aunque muchas veces se me olvidan las matemáticas.
Al llegar a casa noté que uno de los peces había perdido un ojo: desde ese momento le llamo Dayan en honor al general israelí, que ocultaba el ojo tuerto con un parcho negro. Pues mi Dayan se las sabe todas -y no necesita de parcho negro- y aunque le teme a los otros cinco, él es el que acapara la atención de todos mis visitantes. Siempre sale a dar los buenos días, a hacer sus payasadas y dar sus alegres volteretas. Creo que a Dayan en vez de faltarle un ojo, le sobra el que tiene. Le tengo envidia y a pesar de que lo puedo eliminar, lo respeto y lo admiro.
Su espíritu de supervivencia es enorme y ha podido superar con creces este malestar, que para otros hubiese sido motivo de complejos; más él se pasea muy orondo a todo lo largo y ancho de la pecera. Creo que piensa que es el dueño absoluto de todo lo que le rodea. Ojalá muchos humanos tener la valentía y el ánimo de mi Dayan.
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