lunes, 6 de mayo de 2013
¡QUÉ REINE LA SENSATEZ!
¡BASTA YA DE DESÓRDENES EN LA UASD!
Por Héctor Brea Tió
El pasado martes 23 de abril del año en curso se escenificaron las acostumbradas protestas en el campus universitario de la UASD y sus alrededores con otro saldo negativo, innecesario e imprudente, la muerte del Coronel de la Policía Nacional, Julián Suárez Cordero, un padre de familia en el cumplimiento de su deber, como han sido injustas, las de estudiantes de la misma, ocurridas en los últimos tiempos, cuya incidencia letal, es mayor que la de los miembros de la institución de marras, pues los alumnos han fallecido por heridas de balas o por intoxicación debido a los gases lacrimógenos.
El tiempo de ese tipo de protestas y mal manejo policial de las mismas es anacrónico y desfasado dado que el voltear basura y lanzar piedras en la vía pública no tiene nada de civilizado, pero tampoco encapucharse para hacer actos vandálicos, pues quien ejecuta algo responsablemente, da la cara; tampoco se justifica el uso de armas de fuego en estudiantes que se supone su única defensiva son los libros y el conocimiento.
También la Policía Nacional hace tiempo está atrasada y lo peor, mal entrenada en el manejo de los disturbios acorde con los tiempos modernos, en los que en otros países usan chorros de agua para dispersar protestas con o sin razón.
El personal de dicha institución debe ser edificado un poco más con respecto al derecho más elemental de los Derechos Humanos, el de la vida, algo tan sagrado como el respeto por nuestros padres o tutores, maestros y por la patria.
Tampoco estoy de acuerdo en que se proteste por todo. Los problemas que no atañen directamente a la academia o en casos muy especiales, al país, no deben motivar suspensión de docencia lo cual en nuestra docta casa se ha convertido en un relajo.
Creo que las medidas que ha tomado en este caso la academia son atinadas, pero no suficientes.
Hay que modernizar la vigilancia en la universidad y tener un personal en las puertas mejor entrenado en revisar bultos o instrumentos de uso en las distintas facultades, por ejemplo: Ingeniería y Arquitectura, Medicina, Odontología, Ciencias, Humanidades, etc.
Debe mejorar en mucho la depuración, escogencia y permiso para ingresar a determinadas carreras que en muchos casos no son las más idóneas para sus aspirantes y tampoco prioritarias para el desarrollo social, económico, cultural, legal y ético del país.
El pesquisaje o experticio evaluatorio estudiantil no sólo se limitará a lo académico, sino lo más importante que es la conducta y salud mental equilibrada de los estudiantes, como se supone que aún más debemos tener los profesores, pues si la base de la pirámide esta desajustada, los futuros profesionales tendrán una formación cuestionable o mediocre.
Si las protestas son pacíficas y el manejo policial también, la cosa cambiará, pero mientras se siga inmerso en la vorágine rutinaria del desorden mutuo, los resultados siempre serán nefastos y nuestra respetada Alma Máter seguirá en desmedro de su prestigio que una vez contribuyó a que a Santo Domingo le llamaran “La Atenas del Nuevo Mundo”.
Sabemos que en todos los países del mundo, la juventud independientemente de su cultura, etnia y educación es por naturaleza rebelde.
Basta con recordar las injustificadas matanzas en la Plaza de Tlatelolco, en México, “2 de octubre de 1968”, y la de la Plaza de Tiananmen, en Pekín, China, “15 de abril al 4 de junio de 1989”, con cientos de jóvenes estudiantes muertos; las producidas por las dictaduras argentinas, chilenas y peruanas de la segunda mitad del siglo pasado o las protestas reprimidas en la Venezuela chavista reclamando derechos inalienables. Y por qué no, los asesinatos en nuestro país de estudiantes como Amín Abel Hasbún, Oscar Santana, Amelia Ricart Calventi, Tony Barreiro, Sagrario Díaz Santiago, Frank Díaz y otros que se producen prácticamente anual a partir del gobierno de los 12 años de Joaquín Balaguer.
Mientras sigan obsoletos los métodos de protesta y control de las mismas, estaremos arando en el desierto.
El 18 de abril del 2012, fui reconocido en el Aula Magna, ante las máximas autoridades académicas, por mis 30 años de labor docente ininterrumpida, específicamente por impartir 5 cátedras en la Facultad de Ciencias de la Salud, que es el nombre de la otrora Facultad de Medicina, en la Universidad Primada de América, creada como Universidad de Santo Domingo, hoy Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), por la Bula Pontificia “In Apostolatus Cúlmine”, del Papa Paulo III, el 28 de octubre de 1538, con las mismas prerrogativas que las universidades de Salamanca y Alcalá de Henares en España, por ende mal pudiera yo ser un ingrato y denostar la importancia nacional e internacional que ha tenido nuestra centenaria academia, faro de luz incuestionable, donde no solo me formé, sino que trabajé y se ha también formado una mayoría de los profesionales dominicanos entre ellos lo más granado del país. Pero repito, “amor no quita conocimiento”; ambas instituciones citadas deben sanearse. No estoy de acuerdo con la suspensión del Fuero Universitario, pues “la fiebre no está en la sábana” y tenemos como ejemplo la Universidad Autónoma de México (UNAM), una de las más prestigiosas de Latinoamérica.
El autor es médico siquiatra, profesor de dicha academia y escritor.
Por Héctor Brea Tió
El pasado martes 23 de abril del año en curso se escenificaron las acostumbradas protestas en el campus universitario de la UASD y sus alrededores con otro saldo negativo, innecesario e imprudente, la muerte del Coronel de la Policía Nacional, Julián Suárez Cordero, un padre de familia en el cumplimiento de su deber, como han sido injustas, las de estudiantes de la misma, ocurridas en los últimos tiempos, cuya incidencia letal, es mayor que la de los miembros de la institución de marras, pues los alumnos han fallecido por heridas de balas o por intoxicación debido a los gases lacrimógenos.
El tiempo de ese tipo de protestas y mal manejo policial de las mismas es anacrónico y desfasado dado que el voltear basura y lanzar piedras en la vía pública no tiene nada de civilizado, pero tampoco encapucharse para hacer actos vandálicos, pues quien ejecuta algo responsablemente, da la cara; tampoco se justifica el uso de armas de fuego en estudiantes que se supone su única defensiva son los libros y el conocimiento.
También la Policía Nacional hace tiempo está atrasada y lo peor, mal entrenada en el manejo de los disturbios acorde con los tiempos modernos, en los que en otros países usan chorros de agua para dispersar protestas con o sin razón.
El personal de dicha institución debe ser edificado un poco más con respecto al derecho más elemental de los Derechos Humanos, el de la vida, algo tan sagrado como el respeto por nuestros padres o tutores, maestros y por la patria.
Tampoco estoy de acuerdo en que se proteste por todo. Los problemas que no atañen directamente a la academia o en casos muy especiales, al país, no deben motivar suspensión de docencia lo cual en nuestra docta casa se ha convertido en un relajo.
Creo que las medidas que ha tomado en este caso la academia son atinadas, pero no suficientes.
Hay que modernizar la vigilancia en la universidad y tener un personal en las puertas mejor entrenado en revisar bultos o instrumentos de uso en las distintas facultades, por ejemplo: Ingeniería y Arquitectura, Medicina, Odontología, Ciencias, Humanidades, etc.
Debe mejorar en mucho la depuración, escogencia y permiso para ingresar a determinadas carreras que en muchos casos no son las más idóneas para sus aspirantes y tampoco prioritarias para el desarrollo social, económico, cultural, legal y ético del país.
El pesquisaje o experticio evaluatorio estudiantil no sólo se limitará a lo académico, sino lo más importante que es la conducta y salud mental equilibrada de los estudiantes, como se supone que aún más debemos tener los profesores, pues si la base de la pirámide esta desajustada, los futuros profesionales tendrán una formación cuestionable o mediocre.
Si las protestas son pacíficas y el manejo policial también, la cosa cambiará, pero mientras se siga inmerso en la vorágine rutinaria del desorden mutuo, los resultados siempre serán nefastos y nuestra respetada Alma Máter seguirá en desmedro de su prestigio que una vez contribuyó a que a Santo Domingo le llamaran “La Atenas del Nuevo Mundo”.
Sabemos que en todos los países del mundo, la juventud independientemente de su cultura, etnia y educación es por naturaleza rebelde.
Basta con recordar las injustificadas matanzas en la Plaza de Tlatelolco, en México, “2 de octubre de 1968”, y la de la Plaza de Tiananmen, en Pekín, China, “15 de abril al 4 de junio de 1989”, con cientos de jóvenes estudiantes muertos; las producidas por las dictaduras argentinas, chilenas y peruanas de la segunda mitad del siglo pasado o las protestas reprimidas en la Venezuela chavista reclamando derechos inalienables. Y por qué no, los asesinatos en nuestro país de estudiantes como Amín Abel Hasbún, Oscar Santana, Amelia Ricart Calventi, Tony Barreiro, Sagrario Díaz Santiago, Frank Díaz y otros que se producen prácticamente anual a partir del gobierno de los 12 años de Joaquín Balaguer.
Mientras sigan obsoletos los métodos de protesta y control de las mismas, estaremos arando en el desierto.
El 18 de abril del 2012, fui reconocido en el Aula Magna, ante las máximas autoridades académicas, por mis 30 años de labor docente ininterrumpida, específicamente por impartir 5 cátedras en la Facultad de Ciencias de la Salud, que es el nombre de la otrora Facultad de Medicina, en la Universidad Primada de América, creada como Universidad de Santo Domingo, hoy Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), por la Bula Pontificia “In Apostolatus Cúlmine”, del Papa Paulo III, el 28 de octubre de 1538, con las mismas prerrogativas que las universidades de Salamanca y Alcalá de Henares en España, por ende mal pudiera yo ser un ingrato y denostar la importancia nacional e internacional que ha tenido nuestra centenaria academia, faro de luz incuestionable, donde no solo me formé, sino que trabajé y se ha también formado una mayoría de los profesionales dominicanos entre ellos lo más granado del país. Pero repito, “amor no quita conocimiento”; ambas instituciones citadas deben sanearse. No estoy de acuerdo con la suspensión del Fuero Universitario, pues “la fiebre no está en la sábana” y tenemos como ejemplo la Universidad Autónoma de México (UNAM), una de las más prestigiosas de Latinoamérica.
El autor es médico siquiatra, profesor de dicha academia y escritor.
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Dr;ante todo; mis felicitaciones por su reconocimiento recibido por su labor docente,cosa esta que me llena de orgullo al ser hijo de nuestro pueblo y por unirnos una verdadera amistad.
ResponderBorrarMuy de acuerdo con tus conceptos escritos,con la diferencia de que para realizar las mejoras deseadas debe producirse un cambio general del sistema. Considero que el personal manejador tiene suficiente capacidad y son fieles al cumplimiento de las órdenes dadas ;los que dirigen el sistema e imparten las órdenes son los culpables del malestar.
Recordemos aquella PTJ(Policia Técnica Judicial) que existió al lograr la Democracia, ese grupo de jóvenes policias que se sentaban a dialogar con nosotros en el parque en los años 60'. Hoy vemos jóvenes parecidos ,pero cumpliendo órdenes y pervertidos por la miseria que devengan mensualmente.
Abrazos
Manito
Dr.,
ResponderBorrarAcertado y oportuno llamado a la sensatez. Gracias por su importante colaboración.
Isaias
Voy a limitar mi comentario a felicitar a Héctor Ricardo por el merecido homenaje que recibió por sus treinta años de docencia en la UASD. Esto así, porque hay muchas cosas en esa alta casa de estudios, con las que no comulgo y hoy "no estoy por pelear", ni generar la misma.
ResponderBorrarEnhorabuena, Doctor! Que siga cosechando lauros!
Un abrazo,
Fernan Ferreira.