LA MINA DE JOCHY

BUENA LEY, PERO PÉSIMA APLICACIÓN
Por Jochy Reyes
El autor es abogado

"El pueblo no obedece las leyes si no la obedecen los magistrados". LICURGO

No me cansaré de decir en todos los escenarios que me toquen el tema, que la República Dominicana es uno de los países que cuenta con más leyes en todo el mundo; nosotros contamos con leyes para todo y en abundancia. Para poner un ejemplo, empezando con la constitución: Los Estados Unidos tienen nueve millones 364 mil k² de territorio y 300 millones de habitantes (esto sin contar los territorios exteriores), y su constitución cuenta con 7 artículos y 27 enmiendas para un total de 34 artículos.

República Dominicana tiene 48 mil 400 k² con 10 millones de habitantes, y sin embargo nuestra constitución cuenta con 277 artículos y varias disposiciones, incluso transitorias. Además contamos con el código civil con 2280 artículos, el procesal penal con 449, código del menor, de comercio, de la mujer, tributario, militar, etc., etc., etc.

O sea, que aquel país es 193.5 veces más grande en territorio que la Rep. Dom., y tiene 290 millones más de habitantes que el nuestro. Y sin embargo, con menos leyes de que las que contamos nosotros funciona perfectamente bien en cuanto a su sistema judicial.

¿Qué es la Ley? Según el diccionario jurídico: es un conjunto de normas jurídicas dictadas por el legislador. ¿Y qué son las normas jurídicas? Según el mismo diccionario: Son reglas de conductas.

¿Dónde radica nuestro problema? Muy sencillo. Al sabio chino y genio de la humanidad Confucio, le preguntó el príncipe King del estado de Tsi, cuál era el arte de gobernar y su respuesta fue sencilla pero contundente: "QUE EL PRINCIPE OBRE COMO EL PRINCIPE, EL SÚBDITO COMO EL SÚBDITO, EL PADRE COMO EL PADRE Y EL HIJO COMO EL HIJO”. Con esto, ese gran sabio le quiso dejar saber que no puede funcionar ningún sistema donde nadie está desempeñando el papel que le corresponde por estar metiendo las narices donde no debe.

Uno de estos días leí con cierta ironía, tristeza, y coraje las declaraciones aparecidas en el periódico Hoy, de los presidentes de FINJUS y PC. Cito: "La Fundación Institucionalidad y Justicia, y el Movimiento Cívico Participación Ciudadana respaldaron ayer las declaraciones de la Fiscal del Distrito Nacional, Yeni Berenice Reynoso, sobre el manejo y el rol protagónico de la policía en las investigaciones que debe dirigir el Ministerio Publico, y advirtieron que eso hay que terminarlo ya". Cierro la cita.

¿Por qué la ironía? Porque estas declaraciones es mejor tomarlas como un mal chiste para no morirse de la pena o coraje. Estas personas son todas abogados y deben saber muy bien lo que dice el Código Procesal Penal en sus artículos 88 sobre el papel y responsabilidad de la Fiscalía como órgano de investigación, y el 91 sobre el papel que debe jugar la policía, como auxiliar de la Fiscalía en dicha investigación.

Entonces, ¿por qué ese afán de figureo en la prensa cuando la ley le dice bien claro cuál es el rol que usted debe jugar en el sistema judicial vigente? Por lo tanto lo que usted debe de hacer es actuar y no hablar. Si la policía ha asumido el papel que le corresponde jugar a la fiscalía en la investigación, es porque la fiscalía se lo ha permitido, rehuyendo responsabilidades.

Esta es una de las razones por lo que tantos expedientes se caen cuando llegan a juicio; pruebas manipuladas por una policía llena de analfabetos en sus filas, que las contaminan por su torpe manejo, y después quieren echarle la culpa al bendito código, que si bien entendemos, puede ser reformado en algunos artículos para endurecer algunas penas, en sentido general es un buen y eficiente Código Procesal Penal.

Recuerdo el caso en la muerte del General Beauchamp Javier, y la torpeza que cometieron los jefes policiales cuando encontraron el fusil que supuestamente se utilizó para matarlo. Empezaron a pasárselo unos a otros sin guantes en sus manos dejando sus huellas impresas junto a las del supuesto matador. Yo, como abogado del inculpado hubiera objetado ante el Juez esa prueba, porque todas las huellas que aparecieran en ese fusil para mi eran sospechosas del hecho.

Si queremos un mejor país y vivir en una sociedad sana y progresista, debemos de dejar atrás tanto afán de figureo y que cada uno cumpla con el rol que nos corresponde, con responsabilidad y amor a la patria.

Cuando Argentina cayó en una depresión económica por los años 90, (El famoso corralito), le preguntaron en una entrevista que le hicieron por la televisión al presidente del INSTITUTO TECNOLÓGICO DE MASSACHUSSETS, de visita por ese país, ¿Cuál es el problema que pasa con los países latinoamericanos, que diferente a los Estados Unidos y Europa, cuando caen en una crisis les es difícil salir pronto de ella? ¿Nos faltan leyes? La respuesta fue, ¡No, ustedes tienen muchas leyes pero de aplicación blanda/nosotros tenemos pocas/pero de aplicación fuerte! Una respuesta sabia, que viene a demostrar que no son las leyes ni los códigos los malos, sino quienes tienen la responsabilidad de aplicarlos.

Nuestro país vive hoy día un desorden institucional, nadie respeta a nadie ni a nada; el transito es un verdadero caos, los asaltos están a la orden del día, las autoridades se hacen indiferentes a todo y solo se preocupan por sacar ventajas económicas de sus funciones en el estado.

Uno de los dominicanos más ilustres, y fundador de dos de los partidos políticos más grandes del país, dijo esta hermosa frase proverbial: "HAY QUE EDUCAR AL HOMBRE PARA QUE RESPETE LAS LEYES. SIN LEYES NO HAY SOCIEDAD HUMANA, Y LAS LEYES SOLO TIENEN VALOR SI CADA PERSONA LAS ACEPTA, LAS RESPETA Y LAS HACE RESPETAR”. Esos dos partidos han llegado al poder y en vez de seguir su ejemplo han seguido los de otros perversos y ladrones.

Da pena y coraje que nosotros habiendo tenido tantos buenos y ejemplares líderes que nos han legado una enseñanza maravillosa para seguir, y de esa manera construir un país digno y hermoso, ejemplo y paradigma para el mundo, lo que hemos hecho es seguir las enseñanzas malditas y azarosas de Santana, Báez, Lilís, Trujillo y Balaguer.