martes, 15 de febrero de 2011
UNA ANÉCDOTA DE OCTAVIO PAZ
Por Rafael Darío Herrera
El autor es historiador y educador. Miembro correspondiente Academia Dominicana de la Historia.
Para Rolando –Cuchara- Espinal
A propósito del apodo de Cuchara del profesor de educación física Rolando Espinal quiero relatar para los lectores de Mao en el Corazón lo sucedido al extraordinario escritor mexicano Octavio Paz (1914-1998), referido en su libro Itinerario (Barcelona, Seix Barral, 1993) y que tiene que ver con la ignorancia del idioma, situación que a lo mejor le sucedió a muchos de los primeros migrantes.
Refiere Paz que por motivo de la guerra civil mejicana su padre, su familia, se mudó a los Estados Unidos, específicamente en Los Ángeles donde residía un grupo de exiliados políticos. Y allí, con apenas seis años, Paz fue inscrito en el kindergarten del barrio. Refiere que recordaba el primer día de clase: “la escuela con la bandera de los Estados Unidos, el salón desnudo, los pupitres, las bancas duras y mi azoro ante la ruidosa curiosidad de mis compañeros y la sonrisa afable de la joven profesora que procuraba aplacarlos”.
Se trataba de una escuela angloamericana de la cual solo dos alumnos eran de origen mexicano, aunque nacidos en Los Ángeles. Ante su incapacidad para comprender lo que se decía en clase, Paz optó por el silencio. Y ahora viene lo interesante de este relato, a la hora del recreo y del lunch, pues al sentarse a la mesa se percató lleno de pánico que le faltaba la cuchara y prefirió no decir nada y quedarse sin comer. Sin embargo, una de las profesoras al ver el plato íntegro, le preguntó por señas que le sucedía y Paz susurró entre dientes: CUCHARA señalando la de su compañero más cercano.
Dice Paz que alguien repitió en voz alta “¡cuchara”! y de ahí se derivó un aluvión de “carcajadas y algarabía”: “¡cuchara!”, “¡cuchara!” Comenzaron también las deformaciones verbales y las risotadas de la muchachada. En el área del comedor el bedel impuso el silencio pero a la salida de la escuela Paz se vio rodeado del griterío. Algunos de los estudiantes se le acercaban y le echaban en la cara, como un escupitajo la infame palabra: “¡cuchara!”
Uno de los estudiantes le dio un empujón a Paz y al intentar responderle se vio en el centro de un círculo frente a él, con los puños cerrados y en actitud de boxeo; su agresor lo retaba vociferándole “¡cuchara!” Se liaron a golpes hasta que intervino el bedel y los separó. Resultado: Paz y su contrincante fueron regañados pero no entendió ni una palabra del mismo, además quedó con la ropa destrozada, un ojo entrecerrado y varios rasguños.
Durante quince días Paz no volvió a la escuela, al cabo de los cuales sus compañeros olvidaron la palabra cuchara y él aprendió a decir spoon.
El autor es historiador y educador. Miembro correspondiente Academia Dominicana de la Historia.
Para Rolando –Cuchara- Espinal
A propósito del apodo de Cuchara del profesor de educación física Rolando Espinal quiero relatar para los lectores de Mao en el Corazón lo sucedido al extraordinario escritor mexicano Octavio Paz (1914-1998), referido en su libro Itinerario (Barcelona, Seix Barral, 1993) y que tiene que ver con la ignorancia del idioma, situación que a lo mejor le sucedió a muchos de los primeros migrantes.
Refiere Paz que por motivo de la guerra civil mejicana su padre, su familia, se mudó a los Estados Unidos, específicamente en Los Ángeles donde residía un grupo de exiliados políticos. Y allí, con apenas seis años, Paz fue inscrito en el kindergarten del barrio. Refiere que recordaba el primer día de clase: “la escuela con la bandera de los Estados Unidos, el salón desnudo, los pupitres, las bancas duras y mi azoro ante la ruidosa curiosidad de mis compañeros y la sonrisa afable de la joven profesora que procuraba aplacarlos”.
Se trataba de una escuela angloamericana de la cual solo dos alumnos eran de origen mexicano, aunque nacidos en Los Ángeles. Ante su incapacidad para comprender lo que se decía en clase, Paz optó por el silencio. Y ahora viene lo interesante de este relato, a la hora del recreo y del lunch, pues al sentarse a la mesa se percató lleno de pánico que le faltaba la cuchara y prefirió no decir nada y quedarse sin comer. Sin embargo, una de las profesoras al ver el plato íntegro, le preguntó por señas que le sucedía y Paz susurró entre dientes: CUCHARA señalando la de su compañero más cercano.
Dice Paz que alguien repitió en voz alta “¡cuchara”! y de ahí se derivó un aluvión de “carcajadas y algarabía”: “¡cuchara!”, “¡cuchara!” Comenzaron también las deformaciones verbales y las risotadas de la muchachada. En el área del comedor el bedel impuso el silencio pero a la salida de la escuela Paz se vio rodeado del griterío. Algunos de los estudiantes se le acercaban y le echaban en la cara, como un escupitajo la infame palabra: “¡cuchara!”
Uno de los estudiantes le dio un empujón a Paz y al intentar responderle se vio en el centro de un círculo frente a él, con los puños cerrados y en actitud de boxeo; su agresor lo retaba vociferándole “¡cuchara!” Se liaron a golpes hasta que intervino el bedel y los separó. Resultado: Paz y su contrincante fueron regañados pero no entendió ni una palabra del mismo, además quedó con la ropa destrozada, un ojo entrecerrado y varios rasguños.
Durante quince días Paz no volvió a la escuela, al cabo de los cuales sus compañeros olvidaron la palabra cuchara y él aprendió a decir spoon.
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Rafael Darío, para mi es de gran orgullo y satisfaccióm, saber que mucho antes de yo nacer, ya ese gran escritor poeta y ensallista literario, estaba pensando en mi y mencionándome por mi apodo. Gracias a Don Octavio, por esa premonición 31 años antes de mi llegada al mundo.Eso es algo que yo sé que a manito le pica.
ResponderBorrarRolando Espinal
Que bonito relato! Cosas así son las que hacen que no me despegue de MEEC. No salgo del asombro de la cantera que tenemos en Mao de gente que escribe tan bien. Ven que en algo somos ricos: en talentos y calidad humana. Un saludo al historiador hermano del queridísimo Elving Herrera.
ResponderBorrarCésar Brea
Si para que me pongan un apodo tengan que arañarme,cerrarme casi un ojo,romperme la camisa y ensuciarme los pantalones,prefiero que no me pongan ese bendito apodo.
ResponderBorrarlo que yo quiero saber Sr. Cuchara es cuántas patadas,mordidas,aruñazos (No arañazos),rompida de boca tuviste que aceptar para que te pusieran tu apodo.
Buen lioso. (tú como que me tienes tirria a mi).
Manito
Rafael Dario: Gracias por esta gran enseñanza. Tus grandes aportes nos educan y nos enorgullecen al saber que somos del mismo terruño. Abrazos Hermano,
ResponderBorrarSinceramente,
Juan Colon
Coloquio Internacional “Octavio Paz: Laberintos del Poeta”
ResponderBorrarUniversity of Ottawa, 28 y 29 de marzo de 2014
Solicitud de Propuesta de Ponencias
En ocasión de conmemorarse el centenario del nacimiento del escritor mexicano Octavio Paz Lozano, Premio Nobel de Literatura 1990, el Departamento de Español de la Universidad de Ottawa y el Comité de Estudiantes Graduados de la Universidad de Ottawa, con la colaboración de la Embajada de México en Canadá.
CONVOCAN
a la propuesta de ponencias para la participación en el Coloquio Internacional “Octavio Paz: Laberintos del Poeta”, que se llevará a cabo el Viernes 28 y sábado 29 de marzo de 2014 en las instalaciones de la Universidad de Ottawa.
Los ejes temáticos se centran en, pero no se limitan a, la obra de Octavio Paz como ensayista, poeta, crítico de arte, intelectual, su presencia en los medios y en la televisión cultural, así como la visión del escritor por sus contemporáneos y la escritura miscelánea sobre su vida y obra.
La fecha límite de recepción de propuestas (250 palabras en español, inglés o francés) es el 25 de enero de 2014. Las propuestas e información del ponente deben enviarse por correo electrónico
laberintosdelpoeta@gmail.com
www.facebook.com/laberintos.delpoeta