domingo, 13 de febrero de 2011
GRACIAS...
A PROPÓSITO DE...
Por Fernando Ferreira Azcona.
Quienes me conocen de cerca, o me han escuchado hablar en público para agradecer cualquier actividad o reconocimiento personal o a mi familia, saben que me autodefino como “un hombre privilegiado”.
Siempre hago la aclaración, y esta vez no es la excepción, que esta autodefinición NO obedece a los escasos bienes materiales que poseo, sino a las grandes bendiciones que he recibido de mi Señor. Perdonen la falta de humildad, pero Él me dio los padres más abnegados y amorosos del mundo, y como si fuera poco, me concedió la gran dicha de tener dos madres: mí querida Doña Nena y mi adorada Talla. También me premió mi Dios, con los mejores hermanos y hermanas que un ser humano puede tener.
Asimismo, el Sumo Hacedor me iluminó y guió mis pasos para que escogiera a hombres y mujeres insuperables, en calidad de amigos. Ellos son continuación de mi querida familia. Me dio como esposa y compañera a la mujer de mis sueños, tres adorables retoños para colmar mi felicidad, y hasta ahora, cuatro nietos que son el complemento al otoño de mi vida.
¿A que viene todo lo anterior? Pues como sabe la mayoría de ustedes, recientemente fui sometido a cirugía radical de próstata, y por razones que no vienen al caso explicar, decidí hacerme la misma en Miami, Estados Unidos de América (pueden estar seguros que no fue por el complejo de Guacanagarix).
Señores, las demostraciones de cariño, el calor humano que recibí durante mi estancia en Miami, antes y después de la cirugía, desbordó por mucho mis expectativas. Realmente, no sabía que tengo tantos amigos, tanta gente buena que me quiere y que me lo demostró con creces. ¡Estoy anonadado!
Como ilustración, algunos ejemplos: como era de esperarse, Nana y mis hijos se mudaron para Miami para estar a mi lado. Manito Santana viajó desde Nueva York, y Lilí y Matití Santana vinieron desde Orlando, Florida, porque según sus propias palabras, “no podían dejarme sólo en esa ocasión”. Pero, además movilizaron a todos los maeños residentes en Miami: Papito Rincón, Pedro Tomás Amaro, Ignacio (Papucho) Peña, Juan Antonio (El Artillero) Rodríguez, Rafael Ureña y Mayra De León estuvieron conmigo en todo momento.
Desde Bolivia, Fernando y Annie Muñoz me llamaban todos los días. Javier y Verónica Olaechea, Jorge y Gloria Mendoza hacían lo propio desde Honduras, y desde Guatemala, Juancho y María Elena De León, Mario Alberto y Brenny García-Salas, así como Hugo y Constanza Vélez se quejaban porque mi teléfono estaba constantemente ocupado. Arnaldo y Rosa María Burgos, desde Arizona, nos brindaron su aliento. Del mismo grupo, pero en nuestro país, mi hermano y compadre José Miguel Cordero Mora nos daba su calor a diario. Igual hacía el resto de los Zamoranos dominicanos.
Mis hermanos Isaías y Julita Ferreira llamaban varias veces al día. Mejor dejaba de salir el sol, a que faltara la llamada del Maestro Juan Colón. Las llamadas de Estanislao y Doris Ferreira no mancaban, igual que las de mis cuñados Rosa María, María Teresa, Cuqui y Mayra Núñez, todos residentes en la Gran Manzana. Siricio y Lulú Colón me llamaban desde Búfalo, New York. Gerardo y Carmen Núñez desde Carolina del Sur y mi sobrina Aimee Castellanos, desde Carolina del Norte. Radhamés Estrella viajó a Miami y cambió su vuelo para regresar con nosotros. Su asistencia y ayuda durante este viaje, no tiene precio.
Desde la “Tierra que Más Amó Colón”, Donato Peña Mirabal, Guarocuya Moliné y Melania De Miguel me llamaban a diario. No es de extrañarse que mis hermanos Diogenito y Josefina Castellanos, así como Monchy y Yaniris Colón (estos últimos hasta el sábado 23 de Enero), llamaran todos los días. Lavinia del Villar, nuestra querida Profe, también nos dio muestra de su calor y su cariño. Masín Colón, Evelio Martínez, Rolando (Cuchara) Espinal, Quilvio y Monchy Valerio, Arismendy Bonilla, César Brea, Bolívar (Chofito) Cartagena, y Rafael Tavárez, (Tavarito) me ofrecieron en repetidas ocasiones el testimonio de su amistad. Mis compañeros de trabajo, así como Tío Chichi, Tía Cuca y Tía Telo siempre estuvieron atentos al día a día de mi salud.
La familia Lora-De León, mis consuegros, Don Domingo, Doña Mayra y Doña Guillermina, mis nueras Yoli y Cynthia, mi yerno Iván, quien nos acompañó con nuestro nieto Ian Alejandro, en Miami, mis nietos Stephanie, Fernando José, Farah y Nabilah, con quienes conversaba a diario.
Mi Junta de Directores, con su Presidente Jochi Mallén a la cabeza, seguido por Carlos Leroux Moya y Juan Miguel Madera; así como el pleno de la misma estuvieron atentos a mi progreso. Asimismo, Mario Ginebra y Sigmundo Rivas me llamaron para dar seguimiento a mi salud.
Del Grupo De La Salle, Bichara y Cuchy Khoury; Henry y Martha Sahdalá, Yuyo y Rosina Acosta, Albertucho y Laura Campagna, José Ramón Albaine, Héctor y Josefita Jáquez, Manuel y Elizabeth Battle, Emilio y Evelyn Estévez dieron seguimiento continuo al progreso de mi salud.
¿Y qué decir de mi querida familia en nuestro adorado país? Norman y Lucía, Lourdes y Carlos Juan, Fausto y Angelina, Fonso y Carmen Lourdes, Freddy, Vilerca y Guanchy, Miguelito y Ton, Rafaelina y Tenei, mi querida prima Teresa, Mónica (mi adorada Rusa) y Carmen Azcona, TODOS vieron su cuenta telefónica crecer significativamente durante mi estadía en la “capital de América Latina”.
Mis queridos sobrinos llamaron desde todas partes: Norman Augusto, Kike y Arlette Ferreira lo hicieron desde Nueva Inglaterra, Joan Santos Ferreira desde Washington, Rochy y Licelot Ferreira desde el primer Santiago de América, María de Lourdes, Alfonsina y Judith Ferreira lo hacían desde la Primada de América. Mi ahijada Chachy Rodríguez Ferreira me envió una preciosa carta, la cual conservo. Mis amigos Arismendy y Olga Ramos me llamaron desde Boston.
¿Cree usted en los milagros? ¿Cuál sería su reacción, si le digo que el Señor me envió un ángel para que me cuidara? Créalo, Él me envió a Águeda Almonte, sicóloga y terapeuta de larga data, a quien apenas conocíamos, y prácticamente se mudó para el Baptist Hospital durante los tres días que estuve interno. Su gran ayuda es indescriptible e invaluable.
Es probable que se me haya escapado algún nombre, entre tanta gente buena que estuvo conmigo. Les ruego ser benévolos con este aspirante a escribidor, cuyo cerebro, después de casi trece lustros de existencia, no se comporta como el de un joven de 18 años…
A TODOS, hermanos, amigos, familiares, les doy, desde el fondo de mi alma, las más sentidas y sinceras GRACIAS por todo el apoyo que me brindaron, el seguimiento a mi estado de salud, y sobre todo, por sus oraciones al Altísimo para que mi cirugía saliera bien y mi proceso de recuperación fuera como ha sido: todo un éxito.
Para terminar y en agradecimiento, les invito a escuchar la canción de Alberto Cortez titulada “A Mis Amigos”, la cual empieza diciendo: A mis amigos les adeudo la ternura/ y las palabras de alivio y el abrazo/ el compartir con todos ellos la factura/ que nos presenta la vida paso a paso/ A mis amigos les adeudo la paciencia/ de tolerarme las espinas más agudas/ los arrebatos del humor, la negligencia/ las vanidades, los temores y las dudas…
Por Fernando Ferreira Azcona.
Quienes me conocen de cerca, o me han escuchado hablar en público para agradecer cualquier actividad o reconocimiento personal o a mi familia, saben que me autodefino como “un hombre privilegiado”.
Siempre hago la aclaración, y esta vez no es la excepción, que esta autodefinición NO obedece a los escasos bienes materiales que poseo, sino a las grandes bendiciones que he recibido de mi Señor. Perdonen la falta de humildad, pero Él me dio los padres más abnegados y amorosos del mundo, y como si fuera poco, me concedió la gran dicha de tener dos madres: mí querida Doña Nena y mi adorada Talla. También me premió mi Dios, con los mejores hermanos y hermanas que un ser humano puede tener.
Asimismo, el Sumo Hacedor me iluminó y guió mis pasos para que escogiera a hombres y mujeres insuperables, en calidad de amigos. Ellos son continuación de mi querida familia. Me dio como esposa y compañera a la mujer de mis sueños, tres adorables retoños para colmar mi felicidad, y hasta ahora, cuatro nietos que son el complemento al otoño de mi vida.
¿A que viene todo lo anterior? Pues como sabe la mayoría de ustedes, recientemente fui sometido a cirugía radical de próstata, y por razones que no vienen al caso explicar, decidí hacerme la misma en Miami, Estados Unidos de América (pueden estar seguros que no fue por el complejo de Guacanagarix).
Señores, las demostraciones de cariño, el calor humano que recibí durante mi estancia en Miami, antes y después de la cirugía, desbordó por mucho mis expectativas. Realmente, no sabía que tengo tantos amigos, tanta gente buena que me quiere y que me lo demostró con creces. ¡Estoy anonadado!
Como ilustración, algunos ejemplos: como era de esperarse, Nana y mis hijos se mudaron para Miami para estar a mi lado. Manito Santana viajó desde Nueva York, y Lilí y Matití Santana vinieron desde Orlando, Florida, porque según sus propias palabras, “no podían dejarme sólo en esa ocasión”. Pero, además movilizaron a todos los maeños residentes en Miami: Papito Rincón, Pedro Tomás Amaro, Ignacio (Papucho) Peña, Juan Antonio (El Artillero) Rodríguez, Rafael Ureña y Mayra De León estuvieron conmigo en todo momento.
Desde Bolivia, Fernando y Annie Muñoz me llamaban todos los días. Javier y Verónica Olaechea, Jorge y Gloria Mendoza hacían lo propio desde Honduras, y desde Guatemala, Juancho y María Elena De León, Mario Alberto y Brenny García-Salas, así como Hugo y Constanza Vélez se quejaban porque mi teléfono estaba constantemente ocupado. Arnaldo y Rosa María Burgos, desde Arizona, nos brindaron su aliento. Del mismo grupo, pero en nuestro país, mi hermano y compadre José Miguel Cordero Mora nos daba su calor a diario. Igual hacía el resto de los Zamoranos dominicanos.
Mis hermanos Isaías y Julita Ferreira llamaban varias veces al día. Mejor dejaba de salir el sol, a que faltara la llamada del Maestro Juan Colón. Las llamadas de Estanislao y Doris Ferreira no mancaban, igual que las de mis cuñados Rosa María, María Teresa, Cuqui y Mayra Núñez, todos residentes en la Gran Manzana. Siricio y Lulú Colón me llamaban desde Búfalo, New York. Gerardo y Carmen Núñez desde Carolina del Sur y mi sobrina Aimee Castellanos, desde Carolina del Norte. Radhamés Estrella viajó a Miami y cambió su vuelo para regresar con nosotros. Su asistencia y ayuda durante este viaje, no tiene precio.
Desde la “Tierra que Más Amó Colón”, Donato Peña Mirabal, Guarocuya Moliné y Melania De Miguel me llamaban a diario. No es de extrañarse que mis hermanos Diogenito y Josefina Castellanos, así como Monchy y Yaniris Colón (estos últimos hasta el sábado 23 de Enero), llamaran todos los días. Lavinia del Villar, nuestra querida Profe, también nos dio muestra de su calor y su cariño. Masín Colón, Evelio Martínez, Rolando (Cuchara) Espinal, Quilvio y Monchy Valerio, Arismendy Bonilla, César Brea, Bolívar (Chofito) Cartagena, y Rafael Tavárez, (Tavarito) me ofrecieron en repetidas ocasiones el testimonio de su amistad. Mis compañeros de trabajo, así como Tío Chichi, Tía Cuca y Tía Telo siempre estuvieron atentos al día a día de mi salud.
La familia Lora-De León, mis consuegros, Don Domingo, Doña Mayra y Doña Guillermina, mis nueras Yoli y Cynthia, mi yerno Iván, quien nos acompañó con nuestro nieto Ian Alejandro, en Miami, mis nietos Stephanie, Fernando José, Farah y Nabilah, con quienes conversaba a diario.
Mi Junta de Directores, con su Presidente Jochi Mallén a la cabeza, seguido por Carlos Leroux Moya y Juan Miguel Madera; así como el pleno de la misma estuvieron atentos a mi progreso. Asimismo, Mario Ginebra y Sigmundo Rivas me llamaron para dar seguimiento a mi salud.
Del Grupo De La Salle, Bichara y Cuchy Khoury; Henry y Martha Sahdalá, Yuyo y Rosina Acosta, Albertucho y Laura Campagna, José Ramón Albaine, Héctor y Josefita Jáquez, Manuel y Elizabeth Battle, Emilio y Evelyn Estévez dieron seguimiento continuo al progreso de mi salud.
¿Y qué decir de mi querida familia en nuestro adorado país? Norman y Lucía, Lourdes y Carlos Juan, Fausto y Angelina, Fonso y Carmen Lourdes, Freddy, Vilerca y Guanchy, Miguelito y Ton, Rafaelina y Tenei, mi querida prima Teresa, Mónica (mi adorada Rusa) y Carmen Azcona, TODOS vieron su cuenta telefónica crecer significativamente durante mi estadía en la “capital de América Latina”.
Mis queridos sobrinos llamaron desde todas partes: Norman Augusto, Kike y Arlette Ferreira lo hicieron desde Nueva Inglaterra, Joan Santos Ferreira desde Washington, Rochy y Licelot Ferreira desde el primer Santiago de América, María de Lourdes, Alfonsina y Judith Ferreira lo hacían desde la Primada de América. Mi ahijada Chachy Rodríguez Ferreira me envió una preciosa carta, la cual conservo. Mis amigos Arismendy y Olga Ramos me llamaron desde Boston.
¿Cree usted en los milagros? ¿Cuál sería su reacción, si le digo que el Señor me envió un ángel para que me cuidara? Créalo, Él me envió a Águeda Almonte, sicóloga y terapeuta de larga data, a quien apenas conocíamos, y prácticamente se mudó para el Baptist Hospital durante los tres días que estuve interno. Su gran ayuda es indescriptible e invaluable.
Es probable que se me haya escapado algún nombre, entre tanta gente buena que estuvo conmigo. Les ruego ser benévolos con este aspirante a escribidor, cuyo cerebro, después de casi trece lustros de existencia, no se comporta como el de un joven de 18 años…
A TODOS, hermanos, amigos, familiares, les doy, desde el fondo de mi alma, las más sentidas y sinceras GRACIAS por todo el apoyo que me brindaron, el seguimiento a mi estado de salud, y sobre todo, por sus oraciones al Altísimo para que mi cirugía saliera bien y mi proceso de recuperación fuera como ha sido: todo un éxito.
Para terminar y en agradecimiento, les invito a escuchar la canción de Alberto Cortez titulada “A Mis Amigos”, la cual empieza diciendo: A mis amigos les adeudo la ternura/ y las palabras de alivio y el abrazo/ el compartir con todos ellos la factura/ que nos presenta la vida paso a paso/ A mis amigos les adeudo la paciencia/ de tolerarme las espinas más agudas/ los arrebatos del humor, la negligencia/ las vanidades, los temores y las dudas…
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Fernan: Mi padre trató desde muy temprano de enseñarme a conocer los verdaderos héroes del universo. Siempre me decia que los grandes hombres pasan por la vida de manera desapercibida porque no son hombres públicos, pero que mirara la belleza de sus corazones y aprendiera de ellos. Eso ha sido usted para mi. Desde la distancia siempre segui su vida ejemplar y es de mi gran orgullo ser parte de su séquito....Un fuerte abrazo y que tengamos Fernan por muchos años mas. Nuestro corazón siempre contigo.
ResponderBorrarSinceramente,
Juan Colón
Cabezón : Lo que ud. siembre es lo que vas a cosechar;no podría recibir otro fruto que no fuera la demostración de cariño y preocupación por su bienestar.
ResponderBorrarRecuerde,que los Pueblos están en constante acecho de sus gentes y rompe el silencio cuando siente el temor de perder uno de los buenos como ud.e inicia su cadena de oraciones por temor a perderlo (aunque sea de una gripe).
Los buenos ejemplos no tienen dueños,los tomamos y esa es razón del desbordamiento del calor humano recibido en esos momentos(le soy sincero, estuve asustado,ja,ja).
Abrazos
Manito
Querido Fernan: Durante todo tu proceso, rezaba calladita, y sabes por qué, pero con el convencimiento y la confianza de que todo iba a salir bien. Nunca temí lo contrario, te lo juro. Todo ese amor que recibiste es sólo una pequeña respuesta, porque dijo el Mago de OZ que el tamaño del corazón no se mide por lo mucho que tu quieras, sino por lo mucho que te quieran, así que el tuyo te ocupa el pecho entero. Eres especial, eso es todo... y punto. Un abrazo de Lavinia.
ResponderBorrarQueridos Juan, Cabezón y Lavinia:
ResponderBorrarSiempre he sido muy emotivo (llorón) y al leer sus respectivos comentarios, no he podido contener mis lágrimas. Gracias por sus expresiones de cariño, de afecto, del más puro amor. Mi agradecimiento eterno.
A TODOS, los "llevo en el alma..."
Un abrazo fraterno y un beso para nuestra querida Profe.
Fernan Ferreira.