Por Fernando Rodríguez Céspedes
Si como dice el vicepresidente de la República, doctor Rafael Alburquerque, el 80 por ciento de los asalariados del país gana menos de 10 mil pesos mensuales, y según el Banco Central, el costo promedio de la canasta familiar pasa de los 23 mil pesos, existe una preocupante inequidad contra la clase trabajadora del país.
Independientemente de los tecnicismos económicos que se enarbolen para justificar la terrible desproporción que existe en el país en lo concerniente a la injusta política salarial, nadie con una familia a cuesta puede vivir, con un mínimo de decencia, percibiendo un salario de 10 mil pesos mensuales.
Esto es lo que sugiere el Banco Central, cuyo gobernador devenga más de un millón de pesos mensuales, rompiendo todos los esquemas de proporción en torno a lo que debía ser una política más equitativa en la distribución de los beneficios que genera la entidad. Igual sucede con la banca privada donde existen salarios por debajo de los 10 mil pesos.
Todo esto en medio de los anuncios deslumbrantes sobre sus grandes beneficios . Por ejemplo, al concluir el 2010, la banca dominicana obtuvo utilidades de 15 mil millones de pesos. Sus ejecutivos viven como jeques árabes mientras sus empleados medios y bajos subsisten haciendo malabares para poder sobrevivir con un mínimo de decencia.
La situación del sector empresarial es similar, aunque en menor proporción, por lo que se hace imperioso, si queremos seguir viviendo en paz, que se establezcan mecanismos oficiales de control de precios a la vez que se incrementen todos lo salarios, por lo menos hasta los 50 mil pesos mensuales para una justa mejoría de la clase trabajadora dominicana y del país en general.
SANTO DOMINGO, D.N.
3 de Febrero del 2011.-
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