No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Hebreos 10:35-36
Por César Núñez Jáquez
Si tenemos Fe, entonces confiamos. Sí reconocemos el poder ilimitado que proviene del Creador, debemos vivir con un alto grado de confianza en Él. Solo tenemos que reconocer su grandeza, aceptar que Dios posee el control absoluto.
He aquí la contradicción: decimos tener Fe, pero ante cualquier adversidad que se nos presente o que nosotros provoquemos, nos cunde el pánico. Es precisamente en estos momentos donde debemos demostrar nuestra confianza en ese poder intangible, es esto realmente lo que se nos requiere: creer en lo Supremo y, claro, actuar de la mejor manera siguiendo sus enseñanzas y veremos cómo su promesa se manifiesta. Pues en definitiva, sobre nuestros hombros no es depositada carga que no podamos soportar.
Hagamos nuestra Fe cada vez más fuerte, de igual forma cada día vivamos la presencia del Señor en cada uno de nosotros, confiemos cabalmente, pues siempre obtenemos fidelidad incondicional quienes de corazón pacientemente aguardamos lo prometido.
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