jueves, 10 de febrero de 2011
CARTA A LOS REYES MAGOS
RELATO
Por Handry Santana
La noche sería larga, el reloj se deslizaba lentamente sobre el tiempo suspendido.
No llegarán con su cargamento de regalos y enormes camellos. “A lo mejor se extraviaron en el camino muchas veces las estrellas no alumbran lo suficiente cuando ha llovido” le decía César esperanzado a su hermana. La abuela con tristeza prefería hacerse la dormida.
Debajo de la cama ramos frescos del patio, tres “mentas de espíritu” y una carta detallaba el pedido: “Queridos Reyes, mi hermana Teresa les ha escrito muchas veces y ustedes nunca han venido por aquí. Ella siempre les deja pan, agua y hasta un abrigo por si les da frío. Para mí no quiero nada, prefiero le regalen una muñeca nueva a mi hermanita. Por favor, si como en otros años se la van a dejar junto a un montón de regalos en casa de nuestros vecinos, pongan una nota para que se la entreguen. En espera de que este año recojan mis deseos. César.”
La puerta no se abría, ni algo sorprendente pasaba.
César estaba seguro de que esta vez no fallarían, su corazón no podía equivocarse.
Teresa no era tan optimista, sus sueños no volaban como antes. Lágrimas en silencio mojaban el rostro de la niña, “no llegarán”.
El niño se asomó bajo la cama, tal vez en algún momento la magia había sucedido; pero la carta seguía allí intacta, las mentas y un vacío en su alma.
De repente una idea lo iluminó. Sigilosamente salió del cuarto. Brincó la vieja pared que separaba su casa de la familia González. El amanecer con sus colores se avecinaba. Entró como sombra en la vivienda. Al pie del árbol de navidad, cargado de luces y adornos, hermosos regalos aguardaban los hijos de sus vecinos.
Se sintió decepcionado, con rabia. Otra vez “los Reyes” se habían equivocado; pero allí estaba una bella muñeca, reluciente. La tomó sin pensarlo dos veces y salió.
Se acostó junto a Teresa, dejando el maravilloso regalo donde tenía que estar, bajo su cama. Al amanecer animó a su hermana a buscar la respuesta de los Reyes Magos. Que gran sorpresa estaba allí para ella. Teresa la tomó y corriendo llegó gritando donde sus vecinos ¡los Reyes me trajeron una muñeca, una muñeca!
Doña Francia reconoció aquel juguete que había comprado para su hija menor; pero aquella carita llena de ilusión y ternura transformó su asombro en sonrisa, solo respondió con un fuerte abrazo asegurándole que los próximos años “Los Reyes” seguirían visitando su casa.
César desde el patio disfrutaba la felicidad de Tere, mientras la abuela asombrada no entendía como “Los Reyes” habían dejado un regalo para su nieta.
Por Handry Santana
La noche sería larga, el reloj se deslizaba lentamente sobre el tiempo suspendido.
No llegarán con su cargamento de regalos y enormes camellos. “A lo mejor se extraviaron en el camino muchas veces las estrellas no alumbran lo suficiente cuando ha llovido” le decía César esperanzado a su hermana. La abuela con tristeza prefería hacerse la dormida.
Debajo de la cama ramos frescos del patio, tres “mentas de espíritu” y una carta detallaba el pedido: “Queridos Reyes, mi hermana Teresa les ha escrito muchas veces y ustedes nunca han venido por aquí. Ella siempre les deja pan, agua y hasta un abrigo por si les da frío. Para mí no quiero nada, prefiero le regalen una muñeca nueva a mi hermanita. Por favor, si como en otros años se la van a dejar junto a un montón de regalos en casa de nuestros vecinos, pongan una nota para que se la entreguen. En espera de que este año recojan mis deseos. César.”
La puerta no se abría, ni algo sorprendente pasaba.
César estaba seguro de que esta vez no fallarían, su corazón no podía equivocarse.
Teresa no era tan optimista, sus sueños no volaban como antes. Lágrimas en silencio mojaban el rostro de la niña, “no llegarán”.
El niño se asomó bajo la cama, tal vez en algún momento la magia había sucedido; pero la carta seguía allí intacta, las mentas y un vacío en su alma.
De repente una idea lo iluminó. Sigilosamente salió del cuarto. Brincó la vieja pared que separaba su casa de la familia González. El amanecer con sus colores se avecinaba. Entró como sombra en la vivienda. Al pie del árbol de navidad, cargado de luces y adornos, hermosos regalos aguardaban los hijos de sus vecinos.
Se sintió decepcionado, con rabia. Otra vez “los Reyes” se habían equivocado; pero allí estaba una bella muñeca, reluciente. La tomó sin pensarlo dos veces y salió.
Se acostó junto a Teresa, dejando el maravilloso regalo donde tenía que estar, bajo su cama. Al amanecer animó a su hermana a buscar la respuesta de los Reyes Magos. Que gran sorpresa estaba allí para ella. Teresa la tomó y corriendo llegó gritando donde sus vecinos ¡los Reyes me trajeron una muñeca, una muñeca!
Doña Francia reconoció aquel juguete que había comprado para su hija menor; pero aquella carita llena de ilusión y ternura transformó su asombro en sonrisa, solo respondió con un fuerte abrazo asegurándole que los próximos años “Los Reyes” seguirían visitando su casa.
César desde el patio disfrutaba la felicidad de Tere, mientras la abuela asombrada no entendía como “Los Reyes” habían dejado un regalo para su nieta.
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Es hermoso ese relato; pero mas hermoso hubiera sido si antes de que el nino entrara a esa casa y tomara el ragalo que no le pertenecia, los vecinos se hubieran percatado de que al lado vivia una nina con esperanza y deseo de alcanzar algo que quizas estaba en sus manos lograrlo y no lo habian notado.
ResponderBorrarLa comunicacion y amistad con nuestros vecinos es importante, debemos vivir ayudandonos porque son la familia mas cercana que tenemos en momentos de tormentas. Lo importante de la historia es que el nino cree en los reyes magos y penso en sus adentros que ellos se habian equivocado de casa al dejar la muneca que para el pertenecia a su hermana.