lunes, 25 de octubre de 2010

BAJO LA PIEL

La Daniela que amo está bajo tu piel...

Por Handry Santana

Surca los océanos a tientas, capturando los azules desconocidos en la voluntad ya cristalizada. Experimenta las inauditas sensaciones desnudas bajo el amparo de la oscuridad. La luz es un aroma en su recóndita celda sin rejas, iluminada por las breves horas de las tardes con ella. Profana los labios nunca besados de Daniela en sueños vetados, reservados para otros.

Imagina la sedosa melena deslizarse sobre los ligeros hombros de una diosa. Ha quedado cautivo de la dulce esencia a vainilla escrita en su piel, ahora su castigo.

Entregaría su vida tan solo por verla unos cuantos segundos; pero no sucederá.

Está condenado a vivir en las sombras. Escucha su respiración al ritmo acelerado de un corazón que habla el lenguaje de la omisión.

Moja sus ansias con el rocío que deja aquella tímida voz al despedirse. Puede contemplar la perfecta figura convertida en silueta bailando con el viento en sus sueños.

Escucha sus huellas en cada fracción de un día de espera. Guiado por un bastón camina sonriente en los rincones de la casa, escoge el lugar perfecto para obsequiarle la confesión que esconde su alma. Daniela recibe un módico pago por servir de compañía, en ocasiones colabora con los quehaceres de la casa. De escaza sonrisa, modesta, sutil camina arrastrando un paso mudo.

El íntimo gorjeo del agua de la fuente conspira con los sentimientos atorados.

Marcos está preparado. Sin haberla visto bajo los rayos imaginarios de un sol poético, su voz la delata ¡Es bella! Perfecta. Será un momento mágico, cuando sobren las palabras. La tarde tocó las campanas de su fin. Él continua en su perpetua oscuridad, ha saboreado el pasar de las horas y sabe que ella no vendrá. Es viernes, Daniela y su fragancia a Vainilla no aparecen. Desea salir a buscarla, suplicarle que llene de escarcha plata su esperanza de ser feliz; pero sus ojos muertos y el bastón cantan a la resignación.

Las puertas cerradas a la espera de un toque, coleccionan suspiros.

Suspende su viaje mar adentro, ha naufragado en el retorno a la soledad completa. Lágrimas secas ahogan los anhelos de un corazón que se mojaba en amor. Mece las melodías acongojadas del triste lamento.
Se conforma, ella merece un hombre completo. Daniela regresa, interrumpe su lunes de lamentos y desconsuelo.

No habla, toma las manos de marcos y las pone sobre su rostro. Él recorre las marcas que desfiguran aquel rostro con el que deliraba. “Esta soy yo, la horrenda mujer que aspiras amar”. La abraza con dulzura sonriendo, sabiéndola sorprendida le susurra: “Siempre supe de tus cicatrices y de tu historia. La Daniela que amo está bajo tu piel”.

2 comentarios:

  1. Handry,
    Ese lenguaje suyo, vuelvo y repito, y esa forma de decir sus historias, me fascinan... es como estar en una galería de espejos, ya lo dije antes.
    Lo suyo hay que recogerlo en libro... definitivamente.

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  2. Uuuups...
    El comentario anterior hecho por Isaías
    Enhorabuena, Handry

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