A mi familia de MEEC
Siempre he creído que los buenos deseos de las personas que nos quieren bien, llegan a nosotros en una forma de energía positiva que fortalece y sustenta. Diremos que constituyen la “buena vibra” que nos inyecta ánimo y ganas de vivir productivamente.
Particularmente para mi, esa consideración que recibo de tanta gente generosa, es el alimento que me nutre día a día para tratar de ser más compasiva, y querer ser una mejor persona.
La verdad es que me siento bendecida y muy honrada con el cariño de ustedes. Gracias por su preocupación y sus comentarios reconfortantes con lo referente al atraco de que fui objeto. Sin deseos de hacerme “la brava”, les confieso que no me asusté, y que ese hecho, que considero aislado, no va a cambiar mi forma de ver la vida, aunque ahora intente estar más alerta, y ser menos terca en seguir las recomendaciones que me hacen las personas que me quieren, de andar con más cuidado.
Soy un poco rebelde, por lo que no acepto que otros decidan cómo me voy a sentir y a comportar, y me niego a permitir que otra persona me quite “El privilegio de confiar” (Ha llovido mucho…)
Sentí mucho perder mi anillo de graduación de la UASD por el valor sentimental que para mi representa, pero entiendo que hay cosas más importantes que son las que Dios cuidó ese día. Así que, gracias Señor.
A mis alumnos, mis ángeles guardianes, y a toda esa gente que, aún sin conocerme se preocupó por mi, un millón de gracias.
A Isaías, Daniel el Travieso como le digo, que siempre abusa de mi corazón con las canciones tan especiales que me dedica, gracias…, eres un gigante.
Todos los testimonios que he recibido me confirman que “Los buenos somos más”.
Gracias del alma.
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