miércoles, 16 de marzo de 2011
EL OLVIDO
Del poemario Extraña Hora Madrugada
Inédito de: Narcisa Ferreira de Pimentel
No vieron mis ojos nada cuanto hubo alrededor de mí
pues el tanto pensarte me ausentó de todo, me ausentó de mí
y fue tal la ausencia de mi divagante vida en torno a ti
que de tanta ausencia me olvidé de todo, me olvidé de mí
¿Qué importa mi vida?, o talvez acaso, ¿qué importa mi muerte?
si he sufrido tanto que no temo a nada que cambie mi suerte
pues si mis renuncias doradas al sol se hicieran camino
el más largo viaje de algún peregrino fuera mi destino
Me entregué a la espera en noches serenas de lunas plateadas
escapé mil veces galopando al viento con alas robadas
a las palomillas que en sombra infinita revoloteaban
cargando las penas y melancolías de mi alma amargada.
Preguntóme el aire por tu alegre risa que ya no escucha
y en suave susurro apenas audible le dije llorando
“Una mariposa con alas hermosas se llevó a mi amado
y él me abandonó, dejándome sola, haciéndome a un lado”.
Desde ese día cuantas mariposas pasan por mi lado
les robo las alas, las coso en mi cuerpo en cada costado
y vuelo entre flores de noche, de día y de madrugada
procurando hallar la secreta senda por la que marchara.
Pasaron los años se olvidó mi alma de secar mis ojos
también se olvidó mi cansada vida de vivir de hinojos
y una madrugada mientras quise erguir mi cuerpo encorvado
le pedí perdón a la virgen santa pues la había olvidado.
La brisa soplaba, sentí un suave manto rozar mi cabeza
y luego de años de vivir ausente volví a contemplarme
Miré ante el espejo el desconocido rostro de una anciana
Que por recordar el amor ausente se esfumó en la nada.
La pena infinita del tiempo perdido por tan larga ausencia
me arrulló en sus brazos mientras me cantó con voz apagada
“El amor que añoras habita en el cuerpo de un desconocido
y hoy, tú eres recuerdo que llena su copa sedienta de olvido”.
Inédito de: Narcisa Ferreira de Pimentel
No vieron mis ojos nada cuanto hubo alrededor de mí
pues el tanto pensarte me ausentó de todo, me ausentó de mí
y fue tal la ausencia de mi divagante vida en torno a ti
que de tanta ausencia me olvidé de todo, me olvidé de mí
¿Qué importa mi vida?, o talvez acaso, ¿qué importa mi muerte?
si he sufrido tanto que no temo a nada que cambie mi suerte
pues si mis renuncias doradas al sol se hicieran camino
el más largo viaje de algún peregrino fuera mi destino
Me entregué a la espera en noches serenas de lunas plateadas
escapé mil veces galopando al viento con alas robadas
a las palomillas que en sombra infinita revoloteaban
cargando las penas y melancolías de mi alma amargada.
Preguntóme el aire por tu alegre risa que ya no escucha
y en suave susurro apenas audible le dije llorando
“Una mariposa con alas hermosas se llevó a mi amado
y él me abandonó, dejándome sola, haciéndome a un lado”.
Desde ese día cuantas mariposas pasan por mi lado
les robo las alas, las coso en mi cuerpo en cada costado
y vuelo entre flores de noche, de día y de madrugada
procurando hallar la secreta senda por la que marchara.
Pasaron los años se olvidó mi alma de secar mis ojos
también se olvidó mi cansada vida de vivir de hinojos
y una madrugada mientras quise erguir mi cuerpo encorvado
le pedí perdón a la virgen santa pues la había olvidado.
La brisa soplaba, sentí un suave manto rozar mi cabeza
y luego de años de vivir ausente volví a contemplarme
Miré ante el espejo el desconocido rostro de una anciana
Que por recordar el amor ausente se esfumó en la nada.
La pena infinita del tiempo perdido por tan larga ausencia
me arrulló en sus brazos mientras me cantó con voz apagada
“El amor que añoras habita en el cuerpo de un desconocido
y hoy, tú eres recuerdo que llena su copa sedienta de olvido”.
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Narci,
ResponderBorrarDe cada estrofa de tu poema se desprenden jirones de un alma acongojada y apabullada por la nostalgia. Gracias, primita, por compartir con todos tus hermosos poemas.
Isaías
¡Waaaooo Prima! ¡Que belleza! No le comenté nada cuando nos vimos el fin de semana pasado porque no la había leído.
ResponderBorrarEspero que todo siga bien por allá.
Un beso,
Fernan Ferreira.