¡Oh sorpresa al llegar al hospital! El paciente era el mismo que en el 1961, como jefe de la banda de malhechores conocida como “los paleros” había atacado nuestro hogar, agredido nuestra familia, golpeado a Norman y roto algunos muebles de la sala. Cuando lo reconocí, lleno de rabia, increpé a Norman y le dije: “Tú no lo vas a atender..., ¿Verdad que no?”. Mi hermano, que se estaba poniendo los guantes estériles, calmó al paciente, que al ver mi actitud y escuchar mi expresión casi sale huyendo. Luego, se volteó hacia mí, con sus abigarrados ojos inyectados de sangre por el enojo que le causó mi expresión y con la autoridad del médico actuante, y hermano mayor, me dijo: “Mira... cuando yo ejerzo la medicina, lo que menos me importa es la identidad del paciente... te me sales inmediatamente de esta sala o llamo al policía para que te saque a patadas”.
Por Fernando Ferreira Azcona
La armonía que siempre ha reinado en la familia, es una de mayores bendiciones que el Señor ha derramado sobre nosotros. Cada hermano es como una continuación del otro. Nunca he discutido, ni siquiera sobre béisbol, con uno de mis hermanos.
Sin embargo, desde muy temprana edad mi afinidad con Norman ha sido algo “fuera de serie”. A tal punto, que mamá decía que yo era “la rabiza (la cola) de Norman”.
Por razones que explico en este párrafo, no les voy a hablar del joven médico (25 años), que se apegó al cabal cumplimiento de sus responsabilidades en el Hospital Padre Billini durante la Revolución de Abril del 65. De la forma que este profesional de la medicina cumplió sus deberes para con la Patria, Monchy Valerio, Arnulfo Reyes, Evelio Martínez, Pitifa Reyes, Mumú Muñoz, Arismendy Bonilla, Arismendy Ramos y otros combatientes constitucionalistas maeños pueden dar mejor testimonio que quien embarra esta cuartilla.
Tampoco les hablaré del Síndico del Municipio de Mao que construyó kilómetros de contenes y badenes, instaló los primeros semáforos en la ciudad, y más importante, que saneó las finanzas del Ayuntamiento, dejando en sus arcas millones de pesos de superávit. De este funcionario público, los maeños residentes en la Patria Chica pueden hablar con más propiedad que yo, “de cómo se puede cruzar el pantano sin enlodarse”.
Mucho menos les voy a contar del Embajador Dominicano ante la República de Ecuador. Del diplomático que puso en alto el nombre de la Patria, allende los mares. El Presidente ecuatoriano Gustavo Noboa, a quien conocí durante su exilio en nuestro país, me contó que escogió la Embajada Dominicana para asilarse, porque “reconoció que el Embajador Ferreira era un hombre íntegro, que resistiría las presiones de los golpistas ecuatorianos y le tramitaría el salvoconducto para abandonar su país en calidad de exiliado”.
Les voy a hablar del ser humano que ustedes no conocen.
En casa habían tres costumbres alimenticias “inmancables”: a) Una tasa de yogurt (yogurt, no boruga) en el desayuno; b) Sopa de primer plato en el almuerzo, y c) frutas tropicales con esta misma comida.
Un día, papá llegó a almorzar y no había frutas. Mandó a Norman a comprar diez cheles de guineos a un ventorrillo que tenía Doña Adelina Bonilla, a media cuadra de mi casa, en Sibila. Como yo “era su rabiza”, me fui con él. De regreso, Norman traía aquel montón de guineos en sus brazos doblados en “L”. En el trayecto, apareció Mapa Santana y le gritó imperativamente: “Mira serrano dame dos guineos de esos”. A lo que Norman le respondió: “Ven a cogerlos, coño”, lo cual intentó hacer el fanfarrón de Mapa. En ese instante, Norman tiró todos los guineos al suelo y le dio un derechazo a Mapa, que éste “cayó redondo” al suelo. Fue el primer knock-out que presencié en mi vida.
Posteriormente, siendo un adolescente, cuando la situación económica familiar tocó fondo, le dijo a nuestro Viejo: “Papá cómpreme una caja de limpiar zapatos, para dejar los estudios y ponerme a trabajar, de tal manera, que mis hermanos puedan estudiar”. ¿Se quiere un mayor acto de desprendimiento? Él, que era un estudiante brillante, ponía el futuro nuestro, por encima del suyo. Afortunadamente, “El Visionario”, nueva vez vio más allá de la curva, rechazó la propuesta de Norman, y años más tarde, nuestro protagonista ingresó a la Universidad de Santo Domingo (hoy Autónoma) donde se graduó de Doctor en Medicina.
Después de la Revolución de Abril se radicó en Mao, donde además de trabajar en el Hospital Luis L. Bogaert, tenía su práctica privada. Como en esta última veía muchos pacientitos paupérrimos, cuyos padres no podían pagarle la consulta, mucho menos comprar los medicamentos que les recetaba a sus hijos, abrió una cuenta a nombre suyo, en una farmacia de la ciudad. Allí enviaba a estos con la orden de que les despacharan las recetas y cargaran el monto correspondiente a la cuenta antes citada. Un día, “de metiche”, le dije: “Doctor, si usted sigue con esa práctica, no va a llegar a ninguna parte”. A lo que él me respondió: “Pelú, yo no estudié medicina para hacerme de dinero. Me hice médico, para hacer medicina y así me siento feliz”.
Podría continuar indefinidamente contándoles anécdotas inéditas de mi querido hermano. Por razones de espacio, la última que voy a narrarles ocurrió el 24 de Diciembre de 1966. Ese día, él estaba de servicio en el Hospital y mamá no pudo convencerlo para que fuera a cenar a casa. Conocedora de nuestra afinidad, la Vieja me asignó la tarea. Al final accedió, con el compromiso de que si se presentaba cualquier emergencia, yo lo llevaría al hospital inmediatamente.
Precisamente, cuando nos sentábamos a la mesa timbró el 334. Del hospital informaron que se había presentado una emergencia. Como convenido, nos paramos de la mesa y salimos en seguida para el Luis L. Bogaert. Y… ¡Oh sorpresa al llegar al hospital! El paciente era el tristemente célebre, el bastardo Cojo de Catuca. El mismo que en el 1961, como jefe de la banda de malhechores conocida como “los paleros” había atacado nuestro hogar, agredido nuestra familia, golpeado a Norman y roto algunos muebles de la sala.
El paciente no podía orinar a consecuencia de una hiperplasia prostática. Cuando lo reconocí, lleno de rabia, increpé a Norman y le dije: “Tú no vas a atender a este hijo ‘e puta, ¿Verdad que no?”. Mi hermano, que se estaba poniendo los guantes estériles, calmó al paciente, que al ver mi actitud y escuchar mi expresión casi sale huyendo. Luego, se volteó hacia mí, con sus abigarrados ojos inyectados de sangre por el enojo que le causó mi expresión y con la autoridad del médico actuante, y hermano mayor, me dijo: “Mira coño, Pelú, cuando yo ejerzo la medicina, lo que menos me importa es la identidad del paciente... Coño, te me sales inmediatamente de esta sala o llamo al policía para que te saque a patadas”. Acto seguido, procedió a colocar una sonda al paciente, a quien dejó interno en el hospital. ¡Cuánta calidad humana! Si hubiese sido por mí…
Por lo contado anteriormente, y por otras muchas razones imposibles de incluir en este artículo, Norman Augusto Ferreira Azcona es… ¡MI OTRO LÍDER!
Fernan,
ResponderBorrarNorman, por su inteligencia y juicios certeros, fue un segundo padre para los hermanos más pequeños, por lo que tu testimonio no solo comparto, sino que como tú me enorgullece sobremanera y me llena de dicha que fuese el líder de nuestra "manada".
Son muchas las veces en que mi orgullo ha sido encendido por las cosas buenas que he oído acerca del "Dóctor": que si salvó la vida de mi hijo, que si cuando era estudiante le llevaba "batatas azadas a los presos", que era el médico que no cobraba, etc., etc.
Para todo aquel que tenga una anécdota o un testimonio sobre Norman Ferreira, puede enviarla a maoenelcorazon@gmail.com, las publicaremos todas bajo LO QUE USTED NO SABE DE... Norman Ferreira.
Isaías
Esto no es de ejercicio médico ni nada que se parezca. Se trata del ser humano que actúa en cualquier terreno de la vida.
ResponderBorrarSiendo el Doctor manager del equipo Casino, un día en un juego de beisbol, que se había prolongado hasta cerca de las dos de la tarde le llegó de su casa un tarro de morir soñando y lo repartió entre sus jugadores alegando que su estómago no estaba bien. Oigame... quién rechaza eso con ese solazo y a esa hora. Sólo él. (leysime@hotmail.com)
Cuanto me alegro, de que ya en nuestro pueblo a travez de maoenelcorazon ya se estan conociendo nuestros grandes líderes como el Cabezón Mayor Dr. Norman Ferreira.
ResponderBorrarLíder por sus hechos dentro y fuera de la politica tan mal usada en nuestro País.Ese no tiene vuelta floja, ese es como dice el adagio "seco, sacudido y medido por buen cajón"
En beisbol, sobran sus hechos, y aparte de sus hechos ,corría como una gacela.
Todo mi gran respeto para "EL HOMBRE" Norman Ferreira.
Abrazos, Manito
No dudo nada de lo publicado en este artículo. Estudié junto a Vilerca en el Colegio Santa Cruz de Mao, cuando terminábamos el bachillerato. En ese tiempo que la conocí, también vi en ella la calidad, la capacidad y la entereza de cada uno de ustedes. Creo que la palabra noble no puede describirlos a ustedes y a sus padres. Son gentes buenas, afables. Es una pena no haber estado más cerca de ustedes. De seguro hoy fuéramos de los mejores amigos del mundo.
ResponderBorrar¨Ab imo pectore¨.
Jorge Mustonen Morel.
Mano:
ResponderBorrarEstoy totalmente de acuerdo contigo. Norman asumió el rol de hermano mayor, en función de segundo padre para todos nosotros. Con sus pasos trilló el camino a seguir por sus hermanos. Afortunadamente, todos aprendimos la lección.
Buena idea la que cada quien cuente sus propias vivencias con el Doctor. Ojalá se anime la gente.
Un abrazo,
Fernan.
Apreciados Cabezón, Ley y Jorge:
ResponderBorrarGracias por sus comentarios sobre "Mi Otro Lider". Sus propias experiencias expresadas voluntariamente, ratifican la calidad humana de nuestro hermano mayor.
Un fuerte abrazo,
Fernan.
Qué bueno saber de la entereza e integridad de mi familia, de la cual me siento enormemente orgulloso! Gracias tio por compartir este relato y gracias al comentario de Don Jorge Manuel acerca de mi querida madre, que refleja una vez más lo que ha sido una crianza como Dios manda.
ResponderBorrarJoan David Santos Ferreira
Querido Yujano:
ResponderBorrarA ustedes, la cuarta generación de la familia Ferreira, les corresponde inculcar a la quinta generación, los valores y paradigmas que hasta hoy nos enorgullecen a todos.
Creo que el fundamento es el enunciado de Papá Panchín, el abuelo paterno: "que lloren ellos ahora que son niños, y no que llores tú, cuando ellos sean hombres".
Te quiero mucho,
Tito Fernan.
Papi, es un relato muy hermoso, ustedes sus hermanos fueron muy afortunados al contar de cerca con una figura de tan alta calidad humana, con un caracter y un temple de acero y con tan alto sentido de responsabilidad para con sus padres, sus hermanos, su esposa, sus hijos, sus amigos, sus pacientes y todo su pueblo, compromiso que ha sabido honrar con el trabajo arduo, tesonero y honesto; y afortunados nosotros, los hijos de todos ustedes, porque supieron aprovechar esas grandes lecciones de vida, de éste su otro líder, y transmitírnoslas a nosotros con amor y paciencia, con la confianza de que con ello formarían hombres y mujeres de bien, que más tarde también motivarían el orgullo de esta gran familia en la que nos ha tocado crecer. Un abrazo!
ResponderBorrarPaula
paulaferreiran@hotmail.com
''Que lloren ellos ahora que son niños, y no que llores tú,cuando ellos sean hombres''. Esa sentencia, expresa la sólida formación moral de ese abuelo que soñaba que sus descendientes fueran hombres y mujeres ejemplares.
ResponderBorrarAntonio Mateo Reyes.