martes, 27 de septiembre de 2011

A PROPÓSITO DE...

APÓSTOLES DE LA MEDICINA
Fernando Ferreira Azcona

Cuando yo era muchacho, -¡cuánta agua ha pasado por debajo del puente desde entonces!- el Hospital Ing. Luis L. Bogaert, de Mao, estaba ubicado en la calle Duarte, entre las calles Independencia y Mella, en el local donde luego funcionó la Guardería Infantil Municipal.

Tres razones me hacían frecuentar esa área: 1) Estaba ubicado a media cuadra de nuestra casa paterna y era tránsito obligado hacia la Escuela Pública Primaria e Intermedia Juan Isidro Pérez, y posteriormente, al Liceo Eugenio Deschamps, cuando éste estaba ubicado frente al parque Amado Franco Bidó, antes de que nos apoderáramos del local del antiguo Partido Dominicano; 2) También era tránsito obligado en mis viajes, todas las tardes al hoy Estadio Pucho Marrero, o al play de softbol, a practicar pelota, y 3) La temprana inclinación de nuestro hermano Norman (Mi Otro Líder) hacia la medicina, quien acudía a este centro de salud a realizar prácticas médicas.

En esa época, llegaron a Mao unos jóvenes médicos, verdaderos apóstoles de la medicina, a quienes les guardo un gran respeto, y por la dedicación y el esmero con que ejercían su profesión vivirán por siempre en mi memoria. Son ellos, los doctores Samuel De Moya Inoa, Manuel Peña Andújar, Víctor Cantisano Arias, Rafael (Fello) Rodríguez, Guarionex Flores, quien si mal no recuerdo fue de los primeros en llegar y ejercía en el Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS), y otro joven médico, muy apuesto, que a pesar de su juventud tenía muchas canas en su cabellera, cuyo nombre escapa a mi memoria.

Varios de ellos, Cantisano Arias, De Moya Inoa y aquel cuyo nombre no recuerdo, vivían frente al Hospital, en una pensión que tenía la señora más dulce que he conocido en mi vida, Mamalinda Ureña. Los Dres. Flores, Rodríguez y Peña Andújar ya estaban casados y vivían con sus respectivas familias.

A estos distinguidos profesionales de la medicina, les tocó ser pediatras, ginecólogos, obstetras, cirujanos, neumólogos, y cualquier otra especialidad de la medicina que a usted se le antoje. Esto así, porque eran médicos generales y en su práctica diaria, tenían que recibir toda clase de pacientes, cual que fuera la edad, sexo, enfermedad o dolencia que los aquejara.

Y lo peor de todo, es que a estos portentos de la medicina les tocó practicar la misma, prácticamente “a mano pelá’a”, pues en esa época no existían los análisis de laboratorio, ni los medios de estudios con los que hoy contamos, o a nuestro querido Mao estos avances de la medicina aun no habían llegado. ¡Y cuánto acierto tenían en sus certeros diagnósticos y tratamientos correspondientes! ¡Cuántos conocimientos de medicina clínica adornaban a nuestros protagonistas de hoy!

Sólo como ilustración, tres ejemplos en nuestra propia familia: A nuestro Viejo, le salvó la vida el Dr. Peña Andújar. Papá contrajo fiebre tifoidea, por allá, a finales de los años 40 ó principios de los 50, y este fiel discípulo de Hipócrates, iba dos veces al día, pedaleando en su flamante Raleigh, a nuestra casa en Sibila, a auscultar a su paciente. De este hecho, devino una gran amistad entre ellos, que aun perdura entre las dos familias, lo cual nos honra y nos enorgullece.

Posteriormente, nuestro hermano Alfonso (Fonso) fue rescatado de las garras de la muerte, por el mismo Dr. Peña Andújar. A muy tierna edad, Fonso padecía una septicemia, producto de una peritonitis (se le reventó el apéndice dentro del abdomen). Cuando el Dr. Peña vio el cuadro clínico, le dijo a nuestro Padre: “Compadre, yo lo opero, pero no le aseguro vida”. Después de varias semanas de internamiento (y de “preparar la casa” en más de una ocasión para recibir el cadáver), se hizo el milagro y nuestro querido hermano sobrevivió a esta terrible enfermedad. Cuando Papá le preguntó al Dr. Peña cuánto le debía, éste le respondió: “No fui yo quien le salvó el muchacho, fue Dios. Vamos a celebrarlo”.

Por último, quien embarra estas cuartillas fue operado de apendicitis en Mayo del año 1961, por el Dr. De Moya Inoa. Fue una intervención quirúrgica rutinaria, sin complicaciones y unos días después yo estaba de vuelta a la normalidad.

De estos Maestros de la Medicina, Peña Andújar, De Moya Inoa y Rodríguez ejercieron toda su vida en nuestra Patria Chica. Cantisano Arias se marchó a los Estados Unidos de América, donde se especializó en Radiología y allí ejerció hasta retirarse. El Dr. Flores regresó a nuestra ciudad capital a ejercer su apostolado. Una vez decapitada la tiranía trujillista retornó a Mao como Gobernador Provincial. El joven médico cuyo nombre no recuerdo, según me contó el Dr. De Moya Inoa, estableció una clínica en Navarrete, su lar natal, y falleció recientemente.

¡Loor a estos Apóstoles de la Medicina! ¡Mao tiene una deuda imperecedera con estos ilustres médicos! ¿Qué tal si los honrásemos designando algunas salas o quirófanos del Hospital Luis L. Bogaert con sus ilustres nombres? La idea está planteada…

PD: Creo de rigor recordar y también homenajear a los dedicados paramédicos (practicantes) que asistían a los Maestros de la Medicina a quienes dedico este artículo. Son ellos Rafael (Rafa) Morel, Darío Herrera, Miguelito Pérez, José Fermín (Mimín) Francisco, Evelio Martínez y Zoilo Crespo, quien luego se marchó a España, estudió medicina y hoy es un prestigioso cardiólogo, que ejerce en la ciudad de Santiago de los Caballeros.

6 comentarios:

  1. Estimado Fernan:
    Saludo tu artículo,pues retrata la justeza de tus sentimientos y la virtud de gratitud auténtica que permea tus palabras,la cual en perte se extingue,en las generaciones nuevas.Te informo que en lo que concierne a mi gestión como director del Hospital LUIS BOGAERT(1992-94),se inauguraron en sendos actos solemnes,LA GALERÍA DE FOTOS DE EX-DIRECTORES,Y MESES ANTES DE CONCLUIR MI CARGO,UNA SALA DE HOMBRES CON EL NOMBRE DEL DR.ML PEÑA ANDÚJAR, CON TARJA Y FOTO DEL MISMO,ACTO SEGUIDO DE UN BUFET CULINARIO DONDE NICELIA,EN LOS PALITOS AL QUE ACUDIÓ TODA SU FAMILIA,TU HERMANO NORMAN-,EL DR.GABRIEL IMBERT,DE PUERTO PLATA,(PRIMER DIRECTOR DEL HOSPITAL-),EL DR.MADERA PEROZO,ANTITRUJILLISTA DE FAMILIA,-ARNULFO REYES,-RAFAEL ESTÉVEZ REYES,-SAMUEL DE MOYA,- UN HIJO DEL DR.NICOLÁS CRESPO,-RAFAEL RODRÍGUEZ COLÓN,-PAPY CHÁVEZ,ENTRE OTROS. SU VIUDA HILDA TIÓ E HIJOS,TODOS MIS PARIENTES CERCANOS,DONARON UN COSTOSO TELEVISOR,Y SÁBANAS PARA LOS HUMILDES ENFERMOS, QUE SON A FIN DE CUENTAS,LA RAZÓN DE SER DEL AUTÉNTICO APOSTOLADO MÉDICO.
    UN ABRAZO DE HÉCTOR BREA TIÓ.

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  2. Mi estimado Ing. Fernan Ferreira, es justa la propuesta de reconocer a esos paramédicos que eran los que daban los primeros auxilios a los pacientes que llegaban a ese lugar aquejados con sus dolencias. Solo tu espíritu humanitario le surge esa idea tan bonita que solo lo pueden reconocer aquellos que recibieron su beneficio junto a sus familiares y amigos. Hoy pueda que sea así.

    Un abrazo, Ley S.

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  3. Querido Fernan:
    De los paramédicos que trabajaron en la Caja Dominicana de Seguros Sociales en los 1950s, recuerdo a la señora Alsacia Santana y al Sr. Darío Herrera (padre de nuestro historiador Rafael Darío). Creo que en tareas similares, o anexas, también trabajaron Aquiles Morel y Chelo Tejada. Yo llegué al mundo por las manos de Fello Rodríguez. No olvido a la doctora Popy Tió Brea. Tu crónica es un homenaje a esos talentosos e inolvidables galenos, dignos de imitar.
    Guarionex Flores
    guarionexf@gmail.com

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  4. A mi padre, Darío Antonio Herrera, le correspondió enseñarle a algunos de los primeros médicos cuestiones prácticas que ellos, por su escasa práctica médica desconocían. Pero sobre todo tenía la difícil encomienda, cuando llegaba un paciente después de apagada la planta, de buscar la autorización del síndico Reyes Espaillat, que vivía en la calle Agustín Cabral esquina Emilio Arté, para encederla nuevamente. Y lo hacía con su bata blanca de enfermero para que los sicarios y las patrullas militares del régimen no lo molestaran. Pero además cuando al hospital llegaba algún paciente trujillista de relieve reclamaba con prepotencia atenciones inmediatas, y si no había medicinas para aplicarle, se enconaba y amenazaba con cancelar a todo el personal. A mi padre, junto a Peña Andújar, lo enviaron a prestar primeros auxilios a los heridos de la expedición de Maimón,Constanza y Estero Hondo.
    A todos los lectores de Mao en el Corazón le recomiendo la lectura del libro Mis errores quirúrigicos del Dr. Samuel de Moya que es una memoria a la humildad.

    Rafael Darío Herrera
    rdherrera18@gmail.com

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  5. Rafael Darío,
    ¿Dónde se podría encontrar "Mis errores quirúrgios" del Dr. Moya? Además, su padre vivió un período histórico de gran relevancia para el desarrollo de la medicina en Mao, ¿por qué no escribe un artículo sobre él? A ver, ¡anímese, por favor!
    Un abrazo.
    Isaías

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  6. Apreciados Héctor Ricardo, Ley, Guarionex, José Darío e Isaías:

    Siempre he postulado que los comentarios que realizan los lectores de MEEC contribuyen significativamente a enriquecer los artículos sobre los cuales se hacen los mismos. Y este caso NO es la excepción. Gracias por sus comentarios, los cuales aprecio y valoro en su justa dimensión.

    Un gran abrazo para todos y cada uno de ustedes,

    Fernan Ferreira

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