miércoles, 14 de abril de 2010
Mao visto por Eugenio Deschamps
Por Rafael Darío Herrera
El autor es historiador y al presente funge como Subdirector Ejecutivo del Archivo General de la Nación
En marzo de 1889, a siete años de ser convertida en común de la provincia de Santiago, el notable tribuno dominicano, Eugenio Deschamps, envió una extensa misiva al periódico El Porvenir de Puerto Plata en la que profetiza que Mao “es uno de esos pueblos felices que por fuerza están llamados a brillar” y al que solo le ha faltado publicidad.
A continuación, Deschamps, quien estaba casado con Balbina Chávez, hija de Pedro Chávez y Ceferina Calderón, de Guayacanes, pasa a describir las excelentes condiciones naturales predominantes, y en especial destaca que Mao estaba ubicado en medio de una “vasta llanura de fecundidad prodigiosísima”.
Desde el propio gabinete en que escribía su carta, Deschamps asegura que podía observar “umbrosos platanales” así como “selvas cerradas” en las que se yerguen una gran diversidad de fornidos árboles madereros como el palo amargo, el lirio, el guayacán, la caya, el trejo, el palo amarillo, el roble, el guaconejo, el espinillo, la caoba, y otros árboles de maderas preciosas que representan un invaluable patrimonio forestal.
Estos frondosos y tupidos árboles se beneficiaban de las otrora puras y cristalinas aguas del río Yaque por el norte de la común, el cual continúa hacia Guayubín y desemboca en Montecristi; del río Mao que viene del sur y vierte sus aguas en el Yaque. Hacia el sur, dice Deschamps, el panorama es espléndido pues termina en el gigantesco muro de la cordillera Septentrional “que confunde su ondulante curva con el limpio cielo azul”.
En el siguiente fragmento vemos cómo Deschamps resalta las virtudes de la entonces minúscula comunidad de Mao:
“De ese espacio inmenso es Mao, como si dijéramos, la modestísima metrópoli, y recibe de él constantemente sus maderas y sus frutos. La Cordillera del Norte, interponiéndose hacia este punto, le coloca a Puerto Plata a un día entero de camino; pero, en cambio, tiene ventajas como éstas, de incomparable valor: a cuatro horas de camino, hacia el Este, se asienta Santiago, la ciudad bizarra de los bríos, que baña con sus ráfagas a Mao, y le imprime vigorosos estremecimientos; a otras cuatro, hacia el Oeste, encuentra a Sabaneta, por un lado, y a Guayubín, por otro: este último lo pone en el camino de la frontera, y en tres horas más lo lleva al mar por Montecristi”.
Deschamps destaca cómo la comunidad de Mao, con apenas 18 años de fundada, para la fecha en que escribió el artículo, sobrepasaba a las demás poblaciones cibaeñas de su misma categoría como resultado de la explotación de los inmensos recursos naturales que poseía. El sobresaliente tribuno santiagués da cuenta también de la existencia de la sociedad “FE EN EL PORVENIR”, integrada por veinte o veinticinco de los ciudadanos más progresistas.
Pero hay un hecho que llama la atención y es la afirmación de Deschamps de que se le estaba colocando la última piedra al templo de mampostería, probablemente ubicada en las cercanías donde posteriormente se construiría el Parque Dolores. Además anuncia que la sociedad “Fe en el Porvenir” se proponía impulsar la construcción de escuelas, obras importantes, la fundación de una biblioteca, la instalación del alumbrado público. En Santiago funcionaba una sociedad con esta misma denominación.
Asimismo, estimularían a las autoridades para la construcción de una cárcel y la puesta en funcionamiento de un sistema de correo que, a juicio de Deschamps, es una “alma de propaganda” que facilitaría la comunicación con Guayubín, Montecristi, Santiago, Moca, etc. Esta sociedad expresa su disposición de emprender “cuanta obra de luz en lo material y en lo moral necesitemos aquí para cumplir nuestro destino”. Es muy probable que esta sociedad precediera a la sociedad “El Esfuerzo”, fundada a inicios del siglo XX.
Es de interés destacar, sobre todo para la joven generación, que el primer liceo público de Mao llevó el nombre de este insigne intelectual, paladín de la democracia y de la libertad. El referido centro estaba ubicado en el vetusto local del desaparecido Partido Dominicano.
El autor es historiador y al presente funge como Subdirector Ejecutivo del Archivo General de la Nación
En marzo de 1889, a siete años de ser convertida en común de la provincia de Santiago, el notable tribuno dominicano, Eugenio Deschamps, envió una extensa misiva al periódico El Porvenir de Puerto Plata en la que profetiza que Mao “es uno de esos pueblos felices que por fuerza están llamados a brillar” y al que solo le ha faltado publicidad.
A continuación, Deschamps, quien estaba casado con Balbina Chávez, hija de Pedro Chávez y Ceferina Calderón, de Guayacanes, pasa a describir las excelentes condiciones naturales predominantes, y en especial destaca que Mao estaba ubicado en medio de una “vasta llanura de fecundidad prodigiosísima”.
Desde el propio gabinete en que escribía su carta, Deschamps asegura que podía observar “umbrosos platanales” así como “selvas cerradas” en las que se yerguen una gran diversidad de fornidos árboles madereros como el palo amargo, el lirio, el guayacán, la caya, el trejo, el palo amarillo, el roble, el guaconejo, el espinillo, la caoba, y otros árboles de maderas preciosas que representan un invaluable patrimonio forestal.
Estos frondosos y tupidos árboles se beneficiaban de las otrora puras y cristalinas aguas del río Yaque por el norte de la común, el cual continúa hacia Guayubín y desemboca en Montecristi; del río Mao que viene del sur y vierte sus aguas en el Yaque. Hacia el sur, dice Deschamps, el panorama es espléndido pues termina en el gigantesco muro de la cordillera Septentrional “que confunde su ondulante curva con el limpio cielo azul”.
En el siguiente fragmento vemos cómo Deschamps resalta las virtudes de la entonces minúscula comunidad de Mao:
“De ese espacio inmenso es Mao, como si dijéramos, la modestísima metrópoli, y recibe de él constantemente sus maderas y sus frutos. La Cordillera del Norte, interponiéndose hacia este punto, le coloca a Puerto Plata a un día entero de camino; pero, en cambio, tiene ventajas como éstas, de incomparable valor: a cuatro horas de camino, hacia el Este, se asienta Santiago, la ciudad bizarra de los bríos, que baña con sus ráfagas a Mao, y le imprime vigorosos estremecimientos; a otras cuatro, hacia el Oeste, encuentra a Sabaneta, por un lado, y a Guayubín, por otro: este último lo pone en el camino de la frontera, y en tres horas más lo lleva al mar por Montecristi”.
Deschamps destaca cómo la comunidad de Mao, con apenas 18 años de fundada, para la fecha en que escribió el artículo, sobrepasaba a las demás poblaciones cibaeñas de su misma categoría como resultado de la explotación de los inmensos recursos naturales que poseía. El sobresaliente tribuno santiagués da cuenta también de la existencia de la sociedad “FE EN EL PORVENIR”, integrada por veinte o veinticinco de los ciudadanos más progresistas.
Pero hay un hecho que llama la atención y es la afirmación de Deschamps de que se le estaba colocando la última piedra al templo de mampostería, probablemente ubicada en las cercanías donde posteriormente se construiría el Parque Dolores. Además anuncia que la sociedad “Fe en el Porvenir” se proponía impulsar la construcción de escuelas, obras importantes, la fundación de una biblioteca, la instalación del alumbrado público. En Santiago funcionaba una sociedad con esta misma denominación.
Asimismo, estimularían a las autoridades para la construcción de una cárcel y la puesta en funcionamiento de un sistema de correo que, a juicio de Deschamps, es una “alma de propaganda” que facilitaría la comunicación con Guayubín, Montecristi, Santiago, Moca, etc. Esta sociedad expresa su disposición de emprender “cuanta obra de luz en lo material y en lo moral necesitemos aquí para cumplir nuestro destino”. Es muy probable que esta sociedad precediera a la sociedad “El Esfuerzo”, fundada a inicios del siglo XX.
Es de interés destacar, sobre todo para la joven generación, que el primer liceo público de Mao llevó el nombre de este insigne intelectual, paladín de la democracia y de la libertad. El referido centro estaba ubicado en el vetusto local del desaparecido Partido Dominicano.
Etiquetas:
Historia de Mao,
Histórica,
Rafael Darío Herrera
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Excelente artículo. Felicitaciones para Rafael Darío.
ResponderBorrarUna pequeña acotación, sin embargo. El Liceo Eugenio Deschamps estuvo primero ubicado en una casona de madera, frente al Parque Amado Franco Bidó (donde posteriormente fue construido el Cine Elda). En ese lugar inicié mis estudios de bachillerato. Un día, los estudiantes decidimos mudarnos al antiguo local del Partido Dominicano. Nos echamos los pupitres y pizarrones al hombro, marchamos a pie por la calle Duarte y "tomamos" las instalaciones del desaparecido Partido Dominicano, que a la sazón estaba desocupado. No sé hasta qué año estuvo en ese lugar, pues luego me marché a la universidad.
Fernan Ferreira (arapf@codetel.net.do)