lunes, 5 de abril de 2010
El decálogo del buen periodista
Tomás Eloy Martínez
Escritor y periodista argentino
(Julio 16, 1934 – Enero 31, 2010)
En el día del periodista felicitamos a quienes por su integridad y dedicación a elevar la profesión merecen llamarse como tal y enviamos nuestro repudio más enérgico a los periodistas "vedettes" y a los que se prostituyen y con ello rebajan la profesión.
Para que el propósito y el compromiso no se olviden, en este día creímos oportuno publicar las reflexiones respecto al oficio de uno de los hombres de letras más destacados de los tiempos modernos.
I. El único patrimonio del periodista es su buen nombre. Cada vez que se firma un texto insuficiente o infiel a la propia conciencia, se pierde parte de ese patrimonio, o todo.
II. Hay que defender ante los editores el tiempo que cada quien necesita para escribir un buen texto.
III. Una foto que sirva sólo como ilustración y no añada nada al texto no pertenece al periodismo. A veces, sin embargo, una foto puede ser más elocuente que miles de palabras.
IV. Hay que trabajar en equipo. Una redacción es un laboratorio en el que todos deben compartir sus hallazgos y sus fracasos, y en el que todos deben sentir que lo que le sucede a uno les sucede a todos.
V. No hay que escribir una sola palabra de la que no se esté seguro, ni dar una sola información de la que no se tenga plena certeza.
VI. Hay que trabajar con los archivos siempre a mano, verificar cada dato y establecer con claridad el sentido de cada palabra que se escribe.
VII. Evitar el riesgo de servir como vehículo de los intereses de grupos públicos o privados. Un periodista que publica todos los boletines de prensa que le dan, sin verificarlos, debería cambiar de profesión y dedicarse a ser mensajero. Las clases política y empresaria y, en general, los sectores con poder dentro de la sociedad, tratan de impregnar los medios con noticias propias, a veces añadiendo énfasis a la realidad. El periodista no debe dejarse atrapar por las agendas de los demás. Debe colaborar para que el medio cree su propia agenda.
VIII. Hay que usar siempre un lenguaje claro, conciso y transparente. Por lo general, lo que se dice en diez palabras siempre se puede decir en nueve, o en siete.
IX. Encontrar el eje y la cabeza de una noticia no es tarea fácil. Tampoco lo es narrar una noticia. Nunca hay que ponerse a narrar si no se está seguro de que se puede hacer con claridad, eficacia, y pensando en el interés del lector más que en el lucimiento propio.
X. Recordar siempre que el periodismo es, ante todo, un acto de servicio. El periodismo es ponerse en el lugar del otro, comprender lo otro. Y, a veces, ser otro.
© TOMÁS ELOY MARTÍNEZ
Escritor y periodista argentino
(Julio 16, 1934 – Enero 31, 2010)
En el día del periodista felicitamos a quienes por su integridad y dedicación a elevar la profesión merecen llamarse como tal y enviamos nuestro repudio más enérgico a los periodistas "vedettes" y a los que se prostituyen y con ello rebajan la profesión.
Para que el propósito y el compromiso no se olviden, en este día creímos oportuno publicar las reflexiones respecto al oficio de uno de los hombres de letras más destacados de los tiempos modernos.
I. El único patrimonio del periodista es su buen nombre. Cada vez que se firma un texto insuficiente o infiel a la propia conciencia, se pierde parte de ese patrimonio, o todo.
II. Hay que defender ante los editores el tiempo que cada quien necesita para escribir un buen texto.
III. Una foto que sirva sólo como ilustración y no añada nada al texto no pertenece al periodismo. A veces, sin embargo, una foto puede ser más elocuente que miles de palabras.
IV. Hay que trabajar en equipo. Una redacción es un laboratorio en el que todos deben compartir sus hallazgos y sus fracasos, y en el que todos deben sentir que lo que le sucede a uno les sucede a todos.
V. No hay que escribir una sola palabra de la que no se esté seguro, ni dar una sola información de la que no se tenga plena certeza.
VI. Hay que trabajar con los archivos siempre a mano, verificar cada dato y establecer con claridad el sentido de cada palabra que se escribe.
VII. Evitar el riesgo de servir como vehículo de los intereses de grupos públicos o privados. Un periodista que publica todos los boletines de prensa que le dan, sin verificarlos, debería cambiar de profesión y dedicarse a ser mensajero. Las clases política y empresaria y, en general, los sectores con poder dentro de la sociedad, tratan de impregnar los medios con noticias propias, a veces añadiendo énfasis a la realidad. El periodista no debe dejarse atrapar por las agendas de los demás. Debe colaborar para que el medio cree su propia agenda.
VIII. Hay que usar siempre un lenguaje claro, conciso y transparente. Por lo general, lo que se dice en diez palabras siempre se puede decir en nueve, o en siete.
IX. Encontrar el eje y la cabeza de una noticia no es tarea fácil. Tampoco lo es narrar una noticia. Nunca hay que ponerse a narrar si no se está seguro de que se puede hacer con claridad, eficacia, y pensando en el interés del lector más que en el lucimiento propio.
X. Recordar siempre que el periodismo es, ante todo, un acto de servicio. El periodismo es ponerse en el lugar del otro, comprender lo otro. Y, a veces, ser otro.
© TOMÁS ELOY MARTÍNEZ
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