viernes, 30 de abril de 2010
El "lambón" profesional
Cosas de Mao
Por Isaías Ferreira
El lambón, sin vergüenza y desfachatado, es un fenómeno universal; y como tal, en Mao, a lo largo de su historia, no han faltado unos cuantos de esos “simpáticos” (pero a veces irritantes) personajes. El Samoa Bar, frente al parque de recreo, era el gran sitio de la línea en los años 50 y 60 donde se daban cita amigos, vendedores y visitantes en general. Reunirse allí se consideraba una “gran cosa”. Siendo así, era natural que el parque fuera punto estratégico de lambones y “paracaidistas”, listos para “picar” a “amigos”, conocidos y hasta desconocidos.
Sucede que un día va un muchacho joven al Samoa y coge un litro de Brugal “fiao” y sale con él envuelto para bebérselo en su casa con unos amigos. En eso, como por arte de magia, a velocidad de Llanero Solitario, se le cruza nuestro personaje el lambón al amigo y le dice:
— "jey, fulano, ¿cómo te va?, mi enclache".
A lo que contesta nuestra víctima: — "bien, Zutano, ¿y a tí?".
— "¿A mí? Bueno, tú sabes como son las cosas, mi hermano; aquí haciendo “sombras” con la vida pa’ no peider la foima y agarrándome del aire, pa’ no caeime. ¿Y qué llevaj ahí, primazo?".
— "Una cosita ahí”, le contesta el amigo, un poco renuente y apresurado, como anticipando lo que venía.
— “Qué cosita, ni cosita… eso ej un litrazo… ¡Coño qué agallú!”. A lo que no pudiendo escapar contesta la víctima: “Si; ej un litro”.
— "Oiga tíguere, a usted parece que me lo envió Dios... tengo ei pico como un tirapiedra, mi hermano... mire como tiembla mi mano, y no e’ solamente de la emoción de veilo, mi enllave... no, no he bebío na' hoy, y sólo usté puede salvaime de una mueite segurita".
La víctima, por defenderse, le dice: "Hermano, lo que pasa es que el litro lo compramos entre un amigo y yo".
— "Puej dame dei tuyo, ¿qué pasa?", le dice el lambón.
— "Sí, pero hay un problemita; la mitad mía ta' bajo", le dice la víctima, en un último intento por zafarse.
A esto contesta el lambón, sacando un calimete del bolsillo de atrás: "no te preocupes, yo estoy armao; ¿cuál es el problema?".
Por Isaías Ferreira
El lambón, sin vergüenza y desfachatado, es un fenómeno universal; y como tal, en Mao, a lo largo de su historia, no han faltado unos cuantos de esos “simpáticos” (pero a veces irritantes) personajes. El Samoa Bar, frente al parque de recreo, era el gran sitio de la línea en los años 50 y 60 donde se daban cita amigos, vendedores y visitantes en general. Reunirse allí se consideraba una “gran cosa”. Siendo así, era natural que el parque fuera punto estratégico de lambones y “paracaidistas”, listos para “picar” a “amigos”, conocidos y hasta desconocidos.
Sucede que un día va un muchacho joven al Samoa y coge un litro de Brugal “fiao” y sale con él envuelto para bebérselo en su casa con unos amigos. En eso, como por arte de magia, a velocidad de Llanero Solitario, se le cruza nuestro personaje el lambón al amigo y le dice:
— "jey, fulano, ¿cómo te va?, mi enclache".
A lo que contesta nuestra víctima: — "bien, Zutano, ¿y a tí?".
— "¿A mí? Bueno, tú sabes como son las cosas, mi hermano; aquí haciendo “sombras” con la vida pa’ no peider la foima y agarrándome del aire, pa’ no caeime. ¿Y qué llevaj ahí, primazo?".
— "Una cosita ahí”, le contesta el amigo, un poco renuente y apresurado, como anticipando lo que venía.
— “Qué cosita, ni cosita… eso ej un litrazo… ¡Coño qué agallú!”. A lo que no pudiendo escapar contesta la víctima: “Si; ej un litro”.
— "Oiga tíguere, a usted parece que me lo envió Dios... tengo ei pico como un tirapiedra, mi hermano... mire como tiembla mi mano, y no e’ solamente de la emoción de veilo, mi enllave... no, no he bebío na' hoy, y sólo usté puede salvaime de una mueite segurita".
La víctima, por defenderse, le dice: "Hermano, lo que pasa es que el litro lo compramos entre un amigo y yo".
— "Puej dame dei tuyo, ¿qué pasa?", le dice el lambón.
— "Sí, pero hay un problemita; la mitad mía ta' bajo", le dice la víctima, en un último intento por zafarse.
A esto contesta el lambón, sacando un calimete del bolsillo de atrás: "no te preocupes, yo estoy armao; ¿cuál es el problema?".
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