viernes, 30 de abril de 2010
Madre amada
Por Dr. Antonio (Monchy) Mateo Reyes
Ayer, te vi rezar, amada madre,
por el río que perdió su cauce,
por el bosque muerto hecho hojarasca,
inerte para siempre.
Por el ave, que sin nido quedó,
y loco divaga sin dirección y sentido,
pues ya no goza del bello idilio,
en medio de la dulce fronda hecha ceniza.
También te vi rezar,
por los que perdieron la cabeza,
detrás del oro sucio que impone lo moderno,
por los que se fueron clamando, por un mundo mejor.
Por los que no tienen fuerza,
para decir soy dueño de mí mismo,
por los que no se atreven a dar el paso,
para romper las cadenas de su propia esclavitud.
Ayer, te vi rezar, amada madre,
por el río que perdió su cauce,
por el bosque muerto hecho hojarasca,
inerte para siempre.
Por el ave, que sin nido quedó,
y loco divaga sin dirección y sentido,
pues ya no goza del bello idilio,
en medio de la dulce fronda hecha ceniza.
También te vi rezar,
por los que perdieron la cabeza,
detrás del oro sucio que impone lo moderno,
por los que se fueron clamando, por un mundo mejor.
Por los que no tienen fuerza,
para decir soy dueño de mí mismo,
por los que no se atreven a dar el paso,
para romper las cadenas de su propia esclavitud.
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