jueves, 24 de enero de 2013
UN MOMENTITO CON MIGUEL
¿POR QUÉ TENEMOS QUE SEPARARNOS?
Por Miguel De Jesús
Comunicador y Abogado Dominicano
Todos nacemos en el Corazón de un pueblo donde crecemos y nos desarrollamos como personas útiles, hacemos amigos, disfrutamos nuestras familias, nos gozamos nuestro lar nativo, pero llega el día en que los nuestros preparan maletas en busca de nuevos horizontes.
Es una forma muda de indicar que la fiesta terminó y todos se fueron, un grupo a una ciudad lejana y a veces cercana y lo peor, otros al exterior donde la lejanía y costumbres de un país distinto se convierten en barreras frías.
Cuando nos separamos de nuestros amigos de infancia una herida se abre en el silencio que hace posible recordarlos. Cuando somos niños nunca pensamos que seremos adultos y hacemos de esas primeras relaciones amistades con ribetes dorados de la eternidad.
Queremos ser bomberos, choferes, cantantes, peloteros, policías, guardias en fin de todo ligado a los juegos de la minga, la cantarita, las escondidas, la placa y otros más. Un día la nostalgia nos visita y el aire mágico nos trae como película los capítulos de episodios únicos e irrepetibles.
Amores de niños sin la prisa de un orgasmo, pleitos de compañeritos de escuela sin consecuencias de muertes, excursiones a los campos y montañas para hacer canción de la brisa fresca, pero hoy esos hermanos de aventuras y sueños viven en otra nación.
Algunos murieron al naufragar la yola que servía de plataforma para alcanzar el sueño americano, otros se fueron y no le interesó volver aunque solo de visita a traernos el abrazo y calor extrañados por años.
Hoy se aleja el velero en el que hace un tiempo una generación que crecía junta lo tripulaba y lo peor ya se perdió en alta Mar y nadie lo puede alcanzar. Se ha marchado hasta la señora que nos botaba la pelota de media cuando daba en el techo de su casa.
Se nos ha ido la libertad de una amistad cultivada por la pureza de niños. No pudimos detener el tiempo y cada quien como dueño de su accionar voló y ya no nos queman el mismo Sol, no jugamos a ver una Estrella fugas y pedir un deseo.
La ciudad ha quedado sin el grupo completo de nosotros, solo nos vemos en navidad o en ocasiones especiales y por poco tiempo. El barrio es una sinfonía desierta ante el crepúsculo dormido por el adiós de sus hijos.
Si éramos los dueños de una ciudad que abría para nosotros, si éramos una familia grande y unida, si éramos felices en medio de precariedades, quien fue el de la idea motivadora de que algunos de los nuestros, provoque que el titulo de este escrito como sentir de todos se pregunte ¿Por qué tenemos que separarnos?
Por Miguel De Jesús
Comunicador y Abogado Dominicano
Todos nacemos en el Corazón de un pueblo donde crecemos y nos desarrollamos como personas útiles, hacemos amigos, disfrutamos nuestras familias, nos gozamos nuestro lar nativo, pero llega el día en que los nuestros preparan maletas en busca de nuevos horizontes.
Es una forma muda de indicar que la fiesta terminó y todos se fueron, un grupo a una ciudad lejana y a veces cercana y lo peor, otros al exterior donde la lejanía y costumbres de un país distinto se convierten en barreras frías.
Cuando nos separamos de nuestros amigos de infancia una herida se abre en el silencio que hace posible recordarlos. Cuando somos niños nunca pensamos que seremos adultos y hacemos de esas primeras relaciones amistades con ribetes dorados de la eternidad.
Queremos ser bomberos, choferes, cantantes, peloteros, policías, guardias en fin de todo ligado a los juegos de la minga, la cantarita, las escondidas, la placa y otros más. Un día la nostalgia nos visita y el aire mágico nos trae como película los capítulos de episodios únicos e irrepetibles.
Amores de niños sin la prisa de un orgasmo, pleitos de compañeritos de escuela sin consecuencias de muertes, excursiones a los campos y montañas para hacer canción de la brisa fresca, pero hoy esos hermanos de aventuras y sueños viven en otra nación.
Algunos murieron al naufragar la yola que servía de plataforma para alcanzar el sueño americano, otros se fueron y no le interesó volver aunque solo de visita a traernos el abrazo y calor extrañados por años.
Hoy se aleja el velero en el que hace un tiempo una generación que crecía junta lo tripulaba y lo peor ya se perdió en alta Mar y nadie lo puede alcanzar. Se ha marchado hasta la señora que nos botaba la pelota de media cuando daba en el techo de su casa.
Se nos ha ido la libertad de una amistad cultivada por la pureza de niños. No pudimos detener el tiempo y cada quien como dueño de su accionar voló y ya no nos queman el mismo Sol, no jugamos a ver una Estrella fugas y pedir un deseo.
La ciudad ha quedado sin el grupo completo de nosotros, solo nos vemos en navidad o en ocasiones especiales y por poco tiempo. El barrio es una sinfonía desierta ante el crepúsculo dormido por el adiós de sus hijos.
Si éramos los dueños de una ciudad que abría para nosotros, si éramos una familia grande y unida, si éramos felices en medio de precariedades, quien fue el de la idea motivadora de que algunos de los nuestros, provoque que el titulo de este escrito como sentir de todos se pregunte ¿Por qué tenemos que separarnos?
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Príncipe:
ResponderBorrarSu artículo es un poema cargado de recuerdos y añoranzas. Qué preciosidad! Lo felicito.
Como emigrante que "que dejó el barrio convertido en una sinfonía desierta..." me atrevo a responder parcialmente la pregunta que sirve de título a su "poema". Emigramos por falta de oportunidades en nuestro pueblos, por falta de equidad, y... porque debemos luchar por hacer realidad nuestros sueños, para coronar con éxito nuestras aspiraciones materiales e intelectuales. Quedarnos, equivaldría a una castración psicológica y profesional.
Pero déjeme decirle, además, que las partidas de amigos que esperamos volver a ver en cualquier momento, constituyen episodios de tristeza pasajera que se convierte en gozo con el reencuentro.
Lo que realmente duele, Príncipe, es cuando el amigo se nos va para siempre. Hace dos años que Ningue y Monchy se marcharon a la morada eterna, y qué no daría yo por reencontrarme con mis amigos de toda una vida...
Un abrazo,
Fernan Ferreira.
Miguel de jesus :mi hijo adoptivo; muy emotivo tu escrito. Me detuve a pensar en aquellos tiempos en que no pensabamos nadie tener que partir,que la vida iba continuar con la sanidad de nuestros pensamientos y que esos juegos se los ibamos a enseñar a nuestros hijos.
ResponderBorrarPero no es así; tu pueblo ya no es mi pueblo,ya no somos los mismos;por culpa de unos pocos tuvimos que cambiar.
Muy bonito Miguel.!
Manito
Cuando se lee el contenido de lo narrado por Miguel, y mucho mas cuando tu has sido protagonista del mismo y ha tenido que dejar a ese pueblo testigo de nuestras infancias e inocencias, nos da un ímpetu en la memoria, y comienzan las interrogantes. Ya mi caro amigo Fernan aclaro una muy pesada razón. Pero otros, como yo, no lo concibo y me ahogo en la canción Lockuard "Poza del Castillo". Solo que ese lugar lo cambiamos por nuestro extrañado río y los demás contenidos y trasladarlos a las calle y lugares de Mao.
ResponderBorrarGracia Miguel por rascarnos la memoria. Afectos de Ley S.