POR GERMÁN DÍAZ
El mundo debe indignarse, sí indignarse, porque no es posible que la vida valga tan poco, no es posible que se marchite la vida así sencillamente, sin que nos inmutemos. Este mundo tiene que cambiar, pero no un cambio por el cambio, sino un cambio radical que obligue a revisar la barbarie que significa atentar contra lo más sagrado que tiene el ser humano: Su vida. Un cambio que obligue a revisar por qué tenemos que sufrir frío, hambre, calor, desesperación, angustia, represión, discriminación mientras otros disfrutan de pan, amor, caprichos, comodidades, felicidad, privilegio. Facundo Cabral no debió morir de esa manera, ¡no estamos en guerra! ¿Quién debió garantizar su existencia? ¿Cuántos Facundos más deberán morir por la ineficacia de un estado fallido? ¿Por qué yo no puedo tener derecho a vivir? ¿Dónde en este mundo puedo vivir en paz? ¿Qué hacemos con los que matan y roban?
domingo, 10 de julio de 2011
LA MUERTE DE FACUNDO CABRAL
Etiquetas:
delincuencia,
Facundo Cabral,
Germán Díaz
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Al ver el cadáver de Facundo Cabral tirado en el piso de una estación de bombero de la ciudad de Guatemala me pregunté ¿Que sentiría Juan Colón al observar este sacrilegio?. Yo sentí rabia y desprecio.
ResponderBorrarRabia, contra una sociedad que no es capaz de preservar lo mejor de su esencia, contra los sicarios que apretaron el gatillo, contra los autores intelectuales de este brutal crimen, contra las autoridades de Guatemala incapaces de brindar protección a los ciudadanos, contra el gobierno de ese pais imposibilitado de proteger a figuras extranjeras importantes, en fin... me dan rabia todos ellos...
Desprecio, por la clase política dominante que sólo se preocupa por explotar a sus pueblos, llenando sus bolsillos con sus bienes, sin importarle el rumbo que estos tomen, sin percatarse de que con su afán y locura están conduciendo a la especie sana de la sociedad a su extinción total. Por ellos, siento un gran desprecio.
Hoy las campanas tañen por Facundo, mañana es seguro que sonaran por otro que como él "no son de aquí, ni son de allá".
Descanse en paz, Maestro.
Humberto Perdomo.