jueves, 7 de julio de 2011

COSAS DE ANTES

TERCER CAMINO
Por Lavinia del Villar


Para los años 50s y 60s, existía un código de honor que venía de tiempos atrás, para lidiar con el duelo, y que establecía un tiempo específico para guardar luto a cada familiar que perecía. Por ejemplo: Muerte de la madre, 5 años; del padre, 4 años; hermanos, 3 años; abuelos, 2 años; tíos, 1 año, etcétera, sin nombrar la del esposo que era tiempo indefinido.

El duelo de la madre, como es natural, era el más significativo, y como tal estaba regido por un ritual especial que requería vestirse de negro por el primer año, para salir a la calle. Este vestido debía tener cuello alto y mangas largas, y se cambiaba al llegar a la casa por ropa más clara. Sin embargo, las piyamas, batas y ropa interior podían ser de colores, lo que evidentemente implicaba que no había ninguna conexión entre el color negro y el dolor, sino que lo importante era lo que la gente veía, y pensaba de nosotros. El vestido negro normalmente se hacía abierto, con botones en el frente, para poder ponerlo encima del uniforme de la escuela. Así que mientras yo me quemaba viniendo de la escuela bajo el sol de la una de la tarde, mis hermanos se paseaban muy fresquitos con sus guayaberas de colores pasteles.

Durante este primer año no estaba permitido ningún tipo de diversión, como ir al cine, al parque, y menos participar en fiestas o celebraciones, so pena de ser estigmatizados como personas sin sentimientos.

En los tiempos que mi mamá murió, nuestro principal entretenimiento era disfrutar de la retreta que realizaba la Banda Municipal de Músicos los domingos por la tarde en el parque del pueblo.

En mi primer año de duelo, mi amiguita Cheíta me acompañaba a dar la vuelta alrededor del parque caminando por debajo de la acera, prácticamente por la calle, pues así no estábamos en el parque, aunque estábamos en él. Como se usaba en esa época nos enganchábamos y disfrutábamos igual que el que estaba dentro de la glorieta.

Lo interesante es que este ritual de luto era dirigido sólo a las mujeres, ya que el compromiso de los hombres era llevar una cinta negra en una manga de la camisa en señal de duelo, sólo en ciertas ocasiones, lo que en realidad representaba una contradicción, porque el dolor por la pérdida no discrimina géneros, ni se ha escrito en ningún lado que el corazón de la hembra sea más sensible que el del varón.

Hoy, las costumbres han cambiado, y aunque hemos perdido algunos valores y principios, al menos nos hemos librado de estas creencias que aunque las respetábamos porque las creíamos normales, hoy nos damos cuenta que no tenían ningún sentido, que no fuera alimentar el qué dirán.

2 comentarios:

  1. Lavinia, con narraciones como la que describe, demuestre que el maeño, aunque este fuera de mao, sigue siendo tan maeño como el que más, no hay forma de que nos puedan arrancar ese terruño, eso que narras son viviencias que lo que tenemos más de 50 años las vivimos al igual tú, pero no todos tenemos la misma gracias para hacerlo. Buen trabajo.

    Con cariño

    Papito Mármol

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  2. Con esta publicación La Profe no refresca la memoria de cuando eramos infante y observábamos las medres o abuelas de nuestros amigos. Era muy difícil ver la vestimenta de esas señoras que no tuvieran un signo de luto. Cuando no eran totalmente negro. Los estampado nos daban la idea de que se le estaba guardando un duelo a algún familiar.

    Abrazos (in couple)de Ley S.

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