martes, 31 de mayo de 2011
YO TUVE UNA MADRE MALA
TERCER CAMINO
Por Lavinia del Villar
No hay ofensa más grande, ni expresión más denigrante para una mujer, que ser llamada “mala madre”. De hecho, existe una planta nombrada así, porque echa sus hijos hacia fuera, a través de ramas largas.
Sin embargo, hay una diferencia entre ser una “mala madre” y ser una “madre mala”. Podemos aceptar, y hasta resulta a veces gracioso que nuestros hijos nos tilden de “madre mala” cuando no les damos lo que quieren, o no les permitimos hacer cosas agradables para ellos, pero indebidas para nuestro juicio.
Particularmente yo tuve una “madre mala” porque no me dejaba hacer lo que quería, sino lo que debía. Sí señor. No me dejaba ir al río que era lo que más me gustaba dizque porque era peligroso; no me permitía andar descalza por el vecindario dizque porque me enfermaba; me obligaba a leer y a estudiar dizque para que en el mañana fuera una persona educada; quería saber donde estaba en todo momento y con quien me juntaba dizque para protegerme de las malas influencias; me obligaba a decir la verdad dizque para que aprendiera a ser honesta; me vestía a la antigua dizque para que fuera en el mañana una mujer con decoro; y para remate, en una ocasión me quitó de las manos una novela de Vargas Vila dizque porque era muy fuerte para una niña de 10 años, después que ella misma me enseñó el gusto por la lectura.
Decir malas palabras, faltarle el respeto a maestros, personas mayores y vecinos, era un no no para ella, dizque por lo de valorar la familia y los amigos. Era como vivir en un gobierno dictatorial en el que todas las direcciones llegaban al camino que ella decía era el del bien, los valores y la moral, cosas que poco me importaban en ese entonces.
Llegué a pensar que no me quería porque no me daba mis gustos, y siempre se salía con la suya dizque para que fuera en el futuro una persona íntegra, palabra que por mucho que me explicaba no me hacía ninguna gracia.
No sé realmente si a sus ojos su objetivo se cumplió, pero hoy me siento satisfecha y orgullosa de haber tenido “una madre mala”.
Gracias por siempre querida madre… Descansa en paz Ana Delia Jorge.
Por Lavinia del Villar
No hay ofensa más grande, ni expresión más denigrante para una mujer, que ser llamada “mala madre”. De hecho, existe una planta nombrada así, porque echa sus hijos hacia fuera, a través de ramas largas.
Sin embargo, hay una diferencia entre ser una “mala madre” y ser una “madre mala”. Podemos aceptar, y hasta resulta a veces gracioso que nuestros hijos nos tilden de “madre mala” cuando no les damos lo que quieren, o no les permitimos hacer cosas agradables para ellos, pero indebidas para nuestro juicio.
Particularmente yo tuve una “madre mala” porque no me dejaba hacer lo que quería, sino lo que debía. Sí señor. No me dejaba ir al río que era lo que más me gustaba dizque porque era peligroso; no me permitía andar descalza por el vecindario dizque porque me enfermaba; me obligaba a leer y a estudiar dizque para que en el mañana fuera una persona educada; quería saber donde estaba en todo momento y con quien me juntaba dizque para protegerme de las malas influencias; me obligaba a decir la verdad dizque para que aprendiera a ser honesta; me vestía a la antigua dizque para que fuera en el mañana una mujer con decoro; y para remate, en una ocasión me quitó de las manos una novela de Vargas Vila dizque porque era muy fuerte para una niña de 10 años, después que ella misma me enseñó el gusto por la lectura.
Decir malas palabras, faltarle el respeto a maestros, personas mayores y vecinos, era un no no para ella, dizque por lo de valorar la familia y los amigos. Era como vivir en un gobierno dictatorial en el que todas las direcciones llegaban al camino que ella decía era el del bien, los valores y la moral, cosas que poco me importaban en ese entonces.
Llegué a pensar que no me quería porque no me daba mis gustos, y siempre se salía con la suya dizque para que fuera en el futuro una persona íntegra, palabra que por mucho que me explicaba no me hacía ninguna gracia.
No sé realmente si a sus ojos su objetivo se cumplió, pero hoy me siento satisfecha y orgullosa de haber tenido “una madre mala”.
Gracias por siempre querida madre… Descansa en paz Ana Delia Jorge.
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Hermoso articulo mi Profe......una tremenda realidad que muchos tuvimos el privilegio de vivir.....nos honra ese hermoso articulo. Abrazos del alma....Mi Profe
ResponderBorrarSinceramente,
Juan Colon
Laviania, buena narración, cuanda falta nos hacen esos controles, ese respeto, hay nos hemos apartado de esas exigencias porque estamos en otros tiempos, pero con resultados diferentes, hoy somos ridículos, ayer nuestros viejos eran maestros, nuestros ejemplos. Gracias Lavinia por esta narración, cuando añoro ese ayer de formación, resto, consideración y amor. Gracias por el aporte y me llena de satisfacción que todavia continues enseñandonos.
ResponderBorrarMis respetos y admitación
Papito Mármol
Esas realidades son tan real que ese tipo de "malas madres" son las arquitectas de los que hemos conocido el respeto de todo nuestro entorno. Fuimos moldeados en ese medio y hoy mucho decimos que era una época sin malicias, había una juventud sana, integra que aun palpita en nuestros corazones ya un poco pasado meridiano, pero que hoy nos sentimos orgullosos de esa "mala madre". Felicitaciones Profe. Muy oportuno su comentario que justo compartí con mi familia.
ResponderBorrarCon el cariño(Twice) de siempre, Ley S.