viernes, 6 de mayo de 2011

FALTA DE RESPETO AL PESO DOMINICANO

A PROPÓSITO DE...
Fernando Ferreira Azcona

La beca Fullbright que me gané en 1968 para ir a estudiar a los Estados Unidos de América, incluía el compromiso, en mi calidad de estudiante de intercambio (exchange student), de vivir de 4 a 6 semanas con una familia norteamericana, que me acogiera en su hogar. Fue así como tuve el privilegio de vivir e integrarme a la maravillosa familia de Barney & Becky Underwood, y sus hijos Jay y Steve, ambos teenagers, en la pequeña ciudad de Corning, ubicada al norte del estado de New York.

El Señor Underwood era el Director de una escuela pública de la citada ciudad, mientras que Becky, su esposa, era la Bibliotecaria de otra escuela. Es decir, que la familia tenía un nivel socioeconómico de clase media, con carro y vivienda propia.

Recuerdo que en esos días, la gasolina, que costaba unos US $ 0.38 (treinta y ocho cheles) el galón, subió unos centavos de precio. El señor Underwood convocó a toda la familia, incluyéndome a mí, a una reunión en el comedor, y nos dijo: “en nuestro presupuesto mensual, tenemos “X” cantidad de dólares asignados para la compra de gasolina. Con el reciente incremento del precio, ahora tendremos “Y” galones menos de combustible, lo que quiere decir, que tenemos que planificar mejor el uso del carro, especialmente, en lo que respecta a los viajes al supermercado”, y se tomaron las previsiones de lugar para cumplir con este propósito.

Posteriormente, leí una entrevista que le hicieron a la esposa de Nelson Rockefeller, quien en esa época era uno de los hombres más ricos de Estados Unidos de América y probablemente del mundo. En la misma, la Sra. Rockefeller expresaba que cuando ella iba de compras, siempre reclamaba que se le devolviera hasta el último centavo, “porque un dólar, sin un penny, no es un dólar, sino 99 centavos”.

Para los amables lectores de MEEC residentes en los Estados Unidos de América, es bien sabido que cuando una persona compra algo que cuesta US $0.99 ó US$1.98, el o la cajera le devuelve el centavo o los dos centavos, sin necesidad de que se lo reclamen. Es probable que algo similar ocurra en los países de Europa, pero no puedo aseverarlo, porque mis estancias en el Viejo Continente han sido como turista y por muy corto tiempo.

En días pasados, en el aeropuerto de Miami, compré unos chocolatines que costaban US$1.98, pagué con dos dólares y acostumbrado a que no me devuelvan dinero menudo, me retiré de la caja, sin esperar la devuelta. La cajera, de ascendencia asiática, me llamó y me reclamó que volviera a recoger los dos centavos que me sobraban. Le respondí que lo dejara así, y de nuevo insistió en que recogiera mis dos cheles, que si yo lo quería echar en una alcancía que había adyacente a la caja, a beneficio de no sé cual institución, a mí que lo hiciera.

¿A qué viene esta introducción? Pues, a que yo sostengo que parte de nuestros males económicos se deben al irrespeto que sentimos por nuestro signo monetario, el peso dominicano. En nuestro país, ningún establecimiento comercial te devuelve los centavos que te sobran, aun sean 99 centavos, ya que los comerciantes redondean la cantidad a pagar al próximo peso. Así, si la cuenta totaliza RD$1,524.25, la cajera, sin chistar te dice que son $1,525.00. Ni siquiera los bancos, al canjear un cheque, te devuelven la fracción de peso indicada en el mismo. Es decir, que vas al banco a cambiar un cheque de RD$20,500.80 y el banco automáticamente se queda con los ochenta centavos. ¡Y lo que es peor, nadie se atreve a reclamar, por temor a que lo califiquen de ridículo, “tiñoso” o “lacroso”!

Pero bueno, dirá el tolerante lector, ¿qué hace uno con 80 centavos? Y es cierto. Pero, si un banco “le tumba”, en promedio, este monto a cada cliente, en un millón de transacciones que realice en un periodo de tiempo determinado, se estará “ganando” la nada despreciable suma de RD$800,000.00 (ochocientos mil pesos) o lo que es lo mismo, unos US$21,100.00 a la tasa de cambio vigente en la fecha que escribo este artículo.

Y lo peor es que ningún establecimiento comercial redondea a favor del cliente. Es como la azada, o la “ley del embudo”: todo para adentro, a favor del “patrono”.

Hace unos días, fui a un laboratorio clínico, a hacerme unos análisis. Cuando me tocó el turno, entregué la prescripción correspondiente y mi carnet del seguro médico. Unos minutos más tarde, la eficiente empleada que me atendía me dijo: “Señor, la diferencia que le corresponde pagar a usted, son RD$175.00 (ciento setenta y cinco pesos)”. Saqué una tarjeta de crédito y se la extendí a la joven, quien la pasó por el “veriphone” y me solicitó que firmara el voucher. ¿Cuál no sería mi sorpresa, cuando vi que el monto a pagar era $171.00 (ciento setenta y un pesos)?

Aun así, preferí darle el beneficio de la duda, y asumí que se había equivocado. “Señorita, usted me dijo que eran ciento setenta y cinco pesos, pero el voucher salió por tan sólo ciento setenta y uno”, le manifesté. “Es que pensé que usted me iba a pagar en efectivo y yo no tengo menudo para devolverle”, me respondió la empleada, “sin el menor empacho”, como diría mi abuela Mamacía.

Es decir, que en vez de que el establecimiento clínico dejara de ganarse (no perder) un peso, yo debía pagar cuatro pesos en exceso del monto que realmente me correspondía pagar…

¡Así estamos en este, nuestro querido país, “situado en la misma trayectoria del sol”, como dijo el Poeta Nacional, Don Pedro Mir!

3 comentarios:

  1. Mi hermano, antes que al peso dominicano, el irrespeto y la burla es al zoquetón pueblo dominicano.
    Abrazos.
    Isaías

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  2. Cabezón,cuando en NY pago con mi tarjeta,casi todos mis gastos, el Banco ¨¨redondea¨¨la cuenta y esos menudos te lo depositan en tu cuenta de ahorros.
    Con los ahorros,fruto del sobrante pude comprar el vuelo de $400. para estar aquí hoy.
    Muy bueno este escrito, son de los que nos enseñan a tomar conciencia del vaor del peso.
    Gracias por su exposición.
    Abrazos
    Manito

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  3. En principio, al lado de cada cajera había una especie de paletera. Tu cambio era dos mentas, un chilets, un halls etc. esto se hacia en supermercados, ferreterías, farmacias, tiendas etc, ect. Hasta en las gasolineras. En una ocacion fui a la farmacia comprar angimet, para mi malestar. Fui a la cajera, que tantas mentas, chiclets y halls me había entregado de cambio. Cuando fui a pagar , me dice son $16.60. Le entregué los $16.00 y le retorne varios chiclets y, mentas y halls, de los que ella mismo me había devuelto, para completar los $0.60 Ctvos. y me armo un escándalo. Todo es parte del mismo truco. El mismo gobierno nunca ha subido la gasolina con un precio redondo $207.70 el galón, sabiendo que en este país ya no existen los centavos. Es un robo orquestado por los duchos en tonterías. pero todos sabemos lo jugosos beneficios que dejan esos centavos.

    Muy bueno Fernan, tu, yo y muchos sabemos el valor de dos centavos en el recreo de la escuela. Otra cosa mi querido Fernan es, Que no sabemos cuanto cuesta la unidad de muchos productos: Tres planos por $25,00, 15 naranjas por $50.00, tres piñas $$100.00, un huascal de huevos, (30 huevos) por $105.00. En fin, si tu quieres solo dos huevo, te lo venden a $5.00 y estarás comprando un huascal por $150.00. Así es como calculan los "ecomistas" dominicanos, a este Zoquete pueblo, como dice Isaias.

    Afectos, Ley S.

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