lunes, 15 de noviembre de 2010

LA ÚLTIMA PROMESA

Para Samuelito de Moya y Altagracia Azcona de Rodríguez (Taraza o Talla) de cuyos recuerdos se nutren nuestras estaciones largas y silentes...

Del Poemario Extraña Hora: Madrugada
Inédito de: Narcisa Ferreira de Pimentel

No te vayas amor mío, no me dejes vida mía
Le suplicaba el doliente al amor que se moría
Sabes que eres mi luz, si te vas me extraviaría
En el viacrucis siniestro, donde se oscurece el día

No abandones a su suerte ese barquito de ensueños
Donde navegamos juntos, desde aquel amanecer
Déjame ser timonel, que a buen puerto he de llegar
Y a la barca de éste amor, no dejaré naufragar

Esa voz desesperada juntito al lecho de muerte
Murmuraba en el oído, del amor que fue su suerte
Le suplicaba más tiempo, en su lecho de dolor
Prometiéndole llevarla, por caminos del amor

¡Te llevaré hasta el puerto de estación primaveral
Para que miren tus ojos desde nuestro ventanal
Las flores de primavera cuyos pétalos pondré
Como alfombra colorida ¡para perfumar tus pies!

¡Luego iremos a la estancia en donde vive el verano
Allí veremos la playa con luna y sol más cercanos
Y a tu tez que hoy palidece, el rey le dará color
No me dejes amor mío, ¡no me lleves tu calor!

¡Cuando el estío se vaya te pasearé por la magia
De los colores cambiantes, del otoño más vibrante!
¡Y preguntaré a las hojas, que vea languidecer
Por donde cruza el camino, que ve al invierno nacer!

¡Entonces ya en el invierno, muy ceñidos y abrazados
Nos iremos en la barca con los cabellos nevados
Y podremos recordar en los tiempos venideros
¡Que el mejor de los regalos es el amor verdadero!

La veladura de muerte se hizo dueña de sus ojos
Y en su último suspiro a su amado susurró:
Hoy zozobrará la nave que lleva mi cuerpo humano
Pero me llevo tu amor, a un puerto hermoso y lejano

Allí te estaré esperando, cual lo hice cada día
Y te llenaré de besos, más dulces que la ambrosía
Guardaré hasta que tú llegues, de las cuatro estaciones
Los más hermosos paisajes, que llenen tus emociones

Entonces, cuando yo vea, a nuestro amor renacer
Sabré que era mi destino, el yo para ti nacer
Y diciendo esas palabras en los brazos de su amado
Lanzó el último suspiro, dejándolo acongojado.

La fría muerte se llevó al cuerpo que tanto amó
Y una lágrima silente por su rostro resbaló
Con la última promesa, su amada se despedía
Y con las cuatro estaciones más allá del sol se iría

2 comentarios:

  1. Querida Narcy:

    Gracias por esta poesía tan bella. Sé que desde el Cielo, donde Talla se encuentra, la leerá regocijada y derramará sobre tí sus bendiciones.

    Un beso,

    Fernan Ferreira.

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  2. Fernan, lo que expreso en ese poema, a penas logra rozar la superficie de lo que para mi supuso la partida de Talla, de quien he escrito mas que una poesia...
    Un fuerte abrazo.
    Narcy...

    ResponderBorrar

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