domingo, 20 de enero de 2013

LEYSIMELOCUENTA

OIGA COMPÁI
Por Ley Simé


NOTA DEL ADMINISTRADOR: Hace ya un tiempo que el autor me envió este trabajo, el cual por alguna razón se me había extraviado. Pido excusas a Ley y a ustedes lectores de MEEC por mi descuido. IFM.

Oiga compai!
mas que esperanza'o,
estoi seguro
que su foitaleza y valor
haya deja'o de la'o
todas esas trombas
que lo tenian aqueja'o
y haya podí'o curai
todo ese maletai
que lo fueron a visitai
en momento inopoituno,
que con fe y con valoi
usted supo asotai.

Oiga compai!
Si ya rebasamos ei mai
poi qué poneino a recoidai
esos momentos malos y fatai
y poneinos a pensai
en la vida y ei bienetai
que a paitir de ahora llevai
como cuai gallo sueito en un maizai
o golondrina que vuela sin parai
poi los cielos y la infinidad
pa' que to' lo que triga la vida
sea alegria, salud y paz
y sentirnos como en los viejos tiempos
caminai poi las calles sin mieo y seguridad.

Oiga compai!
Es mucho lo que se puede hablai
dei lugai de donde vinimos
de una tierra de trabajo y cuitía
por manos de hombres laboriosos y fajao
que poi la madruga’ o ei soi saliente
desde la Parada suitío con un moro aidiente
con una moña de espagueti o arenque
abarrotaban camiones, en sentidos diferentes
a poner a parí’ la tierra, y de su vientre
traei ei fruto que nos identifica hoy
como un pueblo agrícola imponente.

Por eso le digo, Compai, que desde
el mismo corazón de Mao puntiao
con las espigas y el arao
el pueblo se levantó, el comercio explotó
y los negocios crecieron aventajao
fruto de los ingresos del trabajo fajao
de hombres y mujeres entregao con coraje
a la laboi dei campo bendito y rodeao
poi ríos y canales llevao
hasta el mismo corazón dei sembrao.

Óigame compai!
Dos bueyes jalan ei arao
que un hombre los trae asotao
preparando la tierra pai sembrao,
una briga’ de trabajadores alineo
sembrando el arroz despigao,
manos cuitía y curá’
blandean machetes quitando
las malas yerbas que dañan el sembrao,
juntos a otros que vienen sudao
sembrando semillas detrás del arao.

Oiga compai!
Mao poi la madruga
era un pueblo sentio
a media noche hombres y mujeres
repaitío por esquina o rancheta,
vendiendo té o café y comida ya hecha
que los trabajadores llevaban
a la finca o conuco en sus maletas.
Esa actividad, desde las primeras horas de la madruga
concluía a las siete de la mañana.
El tabajadoi ya en ei campo
la ciudad queda atrás
dejando en tranquilidad y libertad
un ambiente de encanto
pai que salia pa’ la escuela a estuduai,
ei comercio o negocio visitai.

Oiga compai!
Sin ruido ni escándalo en la calle
pai que este en la escuela se pudiera concentai,
y en los hogares paz pa’ pensai. Era asi mi Compai!
agarrai un machete y al campo a trabajar,
un libro o un cuaderno pa la escuela a estudiai,
o en la casa una tarea relizar
como bien se lo merece a la madre ayudai.

Ya dejo de cantai lo que paso
que tanto tu como yo vimos
en nuestro pueblo desarrollai
en tiempos buenos y de unión,
Y que bueno haberlo compartido por aquí:
En Mao en el Corazon.

3 comentarios:

  1. Apreciado amigo Ley, retratas fielmente una narrativa folclórico- popular con gran acierto, de cómo se entretejía el acontecer de las costumbres que tuvimos la oportunidad de palpar y convivir en nuestros años mozos, principalmente en nuestros exhuberantes campos de entonces. Nuestros matices rurales son pródigos en proveernos de anécdotas costumbristas muy decidoras del comportamiento cotidiano, muy patético y calador en nuestros sentimientos originales.
    Las bellas prosas manifestadas por ti en este interesante trabajo, nos traen extraordinarias evocaciones del lenguaje empleado cotidianamente en nuestra humilde campiña.
    !!Gracias por estas vivencias, distinguido amigo!!,...Un fuerte abrazo,...Cuqui Rodríguez Martínez.

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  2. Gracias, Ley. Me acuerdo que recibí esta composición de parte tuya cuando me hicieron la última operación, por eso los primeros versos de la misma.
    Con agradecimiento sincero,
    Isaías

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  3. Apreciado Valito: gracias por el aporte, lo disfruté en demasía. Me identifico totalmente con el valioso comentario hecho por mi hermano Cuqui.

    Deferentemente, "El otro Valito", Diómedes Rodríguez

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