miércoles, 18 de mayo de 2011
LETRAS AMARILLAS
Por Handry Santana
Maika es una de esas maestras de las que inspiran a sus alumnos dejándoles el aroma de su marca imborrable. Cabizbaja escribió con la tinta de un dolor que no me es ajeno, letras que tomé prestadas y comparto con ustedes:
“No estudié Educación por que la edad me apremiara o por ser la forma fácil de decorar mi hoja de vida. Era mi vocación, la influencia e ilusión firme de parecerme un poco a mis entrañables maestros que llenaron mi vida de conocimientos y me regalaron un modelo que su traje todavía no encuentra dueño. En la universidad aprendí estrategias, a comprender paradigmas, a crear mi futuro y el de otros: no hacer huelgas, a vestir de amarillo mis derechos, a sentirme como una tonta al enseñar con risibles métodos. Donde las horas sin docencia se pierden con voz de mis compañeros que reclaman un seguro médico.
Arrastro mis pies de dos décadas de ejercicio con un frugal alimento y con un porvenir incierto; mi cerebro debería pensar en nuevas estrategias para sacudir el alma de los jóvenes que miran desde sus asientos interrogantes por una esperanza que no poseo. La palabra vida es usada en la integración y convergencia de medios; pero dígame pueblo, nadie sabe que vive cuando sus necesidades básicas son una aventura y tiene que mendigarlas cada día, de lo que por derecho es dueño.
¿Dónde está Piaget y su teoría del desarrollo? ¿Cómo lo encuentro?, si la edad biológica no concuerda con el grado, ni con los pensamientos que inundan el alma de mis alumnos, al vivir una vida adulta, sin fantasía, ni sueños.
Ausubel y su aprendizaje significativo, se me perdió la forma de promoverlo. En mi estilo de enseñanza no poseo la forma correcta de contestarle cuando al clasificar la pirámide de los alimentos, no puedo llenar sus pancitas para borrar el hambre material y de conocimientos.
¿Qué significado tiene hablarles de higiene?, si al ir al baño el agua y jabón se ausentaron desde hace tiempo.
Se me olvida Vigotsky con su aprendizaje cultural: ¿cómo sociabilizar sus vida en un basurero de comportamientos?, donde la violencia es parte de su cotidianidad; mientras sus experiencias previas están bañadas de asaltos, pleitos entre pandillas, del progreso mal habido de unos cuantos y de las maniobras de muchos que usan la política como una compraventa para empeñar votos.
¿Cuáles herramientas tiene una profesora formada en tantas teorías para darles el pan de la enseñanza a estos maestros de la vida? Me avergüenza llamarme maestra”.
Esta reflexión fue escrita por mi hermana Maika Santana, Maestra de vocación desde los 18 años en la provincia Valverde.
Maika es una de esas maestras de las que inspiran a sus alumnos dejándoles el aroma de su marca imborrable. Cabizbaja escribió con la tinta de un dolor que no me es ajeno, letras que tomé prestadas y comparto con ustedes:
“No estudié Educación por que la edad me apremiara o por ser la forma fácil de decorar mi hoja de vida. Era mi vocación, la influencia e ilusión firme de parecerme un poco a mis entrañables maestros que llenaron mi vida de conocimientos y me regalaron un modelo que su traje todavía no encuentra dueño. En la universidad aprendí estrategias, a comprender paradigmas, a crear mi futuro y el de otros: no hacer huelgas, a vestir de amarillo mis derechos, a sentirme como una tonta al enseñar con risibles métodos. Donde las horas sin docencia se pierden con voz de mis compañeros que reclaman un seguro médico.
Arrastro mis pies de dos décadas de ejercicio con un frugal alimento y con un porvenir incierto; mi cerebro debería pensar en nuevas estrategias para sacudir el alma de los jóvenes que miran desde sus asientos interrogantes por una esperanza que no poseo. La palabra vida es usada en la integración y convergencia de medios; pero dígame pueblo, nadie sabe que vive cuando sus necesidades básicas son una aventura y tiene que mendigarlas cada día, de lo que por derecho es dueño.
¿Dónde está Piaget y su teoría del desarrollo? ¿Cómo lo encuentro?, si la edad biológica no concuerda con el grado, ni con los pensamientos que inundan el alma de mis alumnos, al vivir una vida adulta, sin fantasía, ni sueños.
Ausubel y su aprendizaje significativo, se me perdió la forma de promoverlo. En mi estilo de enseñanza no poseo la forma correcta de contestarle cuando al clasificar la pirámide de los alimentos, no puedo llenar sus pancitas para borrar el hambre material y de conocimientos.
¿Qué significado tiene hablarles de higiene?, si al ir al baño el agua y jabón se ausentaron desde hace tiempo.
Se me olvida Vigotsky con su aprendizaje cultural: ¿cómo sociabilizar sus vida en un basurero de comportamientos?, donde la violencia es parte de su cotidianidad; mientras sus experiencias previas están bañadas de asaltos, pleitos entre pandillas, del progreso mal habido de unos cuantos y de las maniobras de muchos que usan la política como una compraventa para empeñar votos.
¿Cuáles herramientas tiene una profesora formada en tantas teorías para darles el pan de la enseñanza a estos maestros de la vida? Me avergüenza llamarme maestra”.
Esta reflexión fue escrita por mi hermana Maika Santana, Maestra de vocación desde los 18 años en la provincia Valverde.
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¡Que triste y desgarradora realidad! Tanto para maestros(as), como para estudiantes. ¿Y a la Patria, qué le espera? En el futuro, ¿Mereceremos llamarnos Nación? O ¿Nos conformaremos con ser otro Estado fallido? Y lo peor, ¡a nadie parece importarle!
ResponderBorrarFernan Ferreira.
Diablos; dan ganas de llorar esas realidades tan patéticas;y pensar que en el primer despacho del pais, eso no tiene ninguna importancia,porque lo que tiene prioridad es que precisamente, todo siga asi para que las generaciones que estan en camino, sólo conozcan el ostrasismo como cultura de existencia. El mal es tan inmenso,que si usted sierra los ojos para tratar de visualizar una solución, entonces ahi viene la impotencia, porque en el horizonte de los buenos augurios, no se alcanza a ver esa solución posible. Pido excusa por el poco optimismo pero creo que "NOS JODIMOS"
ResponderBorrarRolando Espinal
Todo se reduce a que: Solo estamos recibiendo en educación, menos de la mitad del que menos invierte en ese campo. Con ironía, con sarcasmo y burla, nos meten en la cabeza que es pa'lante que vamos.... Pero lo último que se pierde, es la esperanza. Arriba maestros! Jamás se le dobleguen al verdugo. La desprotegida sociedad los espera.
ResponderBorrarCon un poco de rabia,
Ley S.