NIÑOS INVISIBLES

Por Handry Santana

La faena diaria nos aleja, nos aparta del entorno y hasta llega a robarnos la sensibilidad. Estamos tan centrados en el trabajo que podemos olvidar que alguien espera una mirada o un saludo, tan simple como eso, para tener un mejor día.

Desde hace a unos meses veo a diario un niño de unos 10 años que vende maní en las calles donde transito; algunas veces le regalo moneditas y hasta me cuenta episodios de su vida, mientras le reprocho por no estudiar. Es muy joven, pero sus pies descalzos castigados por el calor de las calles, le han hecho madurar en su corto trayecto por una vida oscura heredada de la pobreza y la soledad. Su nombre es “Manuelito”.

Si pudiese compartir la ternura que envuelve su sonrisa, es una mezcla de inocencia y padeceres. Un niño más que no recibe el pan de la enseñanza, mucho menos el pan en su desayuno. Trabaja para llevar comida, dinero y esperanza a su familia. Sus juguetes son utensilios de trabajo, se esconde en los suspiros de la mugre.

Un niño más al desamparado de una sociedad ciega e indolente. Un niño invisible sin norte, el cielo es su techo y la calle su hogar. Un niño más sin el abrazo, sin la lección del día en la escuela. No hay tareas, ni papeles de colores, solo trabajo, su bandejita de maní, silencio y tristeza.

Miré sus ojitos hambrientos por una moneda la última vez que lo vi. Sentí rabia conmigo y el resto del planeta. Me prometí hacer algo importante por él la próxima vez que le viera; pero hace muchas semanas que no coincidimos. Lo sigo buscando en el rostro de otros niños.

¿Cuántos “Manuelito” ves a diario en el semáforo, en los elevados, en la entrada a tu oficina, en la universidad? Miles de “Manuelito” dominicanos son abusados, maltratados por adultos. Les arrebatan su futuro condenándolos a trabajos pesados para sus pequeñas manos. No sueñan, la realidad ha tocado su puerta. A pocos les importa su suerte, son niños invisibles.

La próxima vez que veas un “Manuelito”, no lo dejes ir igual que yo. Detrás de esa sucia carita se esconde un ser humano completo, que espera una oportunidad.

No podemos cambiar el mundo; pero no permitamos que el mundo nos cambie a nosotros, convirtiéndonos en víctimas de su rápido curso e indiferencia. Denuncia el maltrato infantil, escoge tu “Manuelito”. El abuso a menores es un delito grave y cruel ante los ojos de la justicia humana e imperdonable ante la justicia divina. Encendamos las luces para que ningún niño sea invisible, para que sus sueños ya no sean de cartón.