domingo, 27 de abril de 2014
¿QUÉ PASA CON EL NUEVO HOSPITAL ONCOLÓGICO?
Por Fernando Rodríguez Céspedes
El Oncológico Rosa Emilia Tavárez es una estructura moderna.
Caminar por los pasillos del antiguo Instituto de Oncología Dr. Heriberto Pieter constituye una experiencia dantesca por los cientos de personas, afectadas por la horrible enfermedad del cáncer, que se apretujan desesperadas para obtener las atenciones médicas que representan su única esperanza de vida o paliar su vía crucis hacia la muerte.
No obstante los múltiples anexos que sobre la marcha han tenido que hacer a la vieja edificación, el esfuerzo, la calidad profesional y humana del personal, las incomodidades se imponen al grado que muchos pacientes no alcanzan a sentarse, teniendo que permanecer de pie en espera de sus turnos, pese a sus deterioradas condiciones de salud.
Mientras esto sucede, de manera inexplicable, el gobierno mantiene cerrada una moderna edificación construida a un costo superior a los 5 mil millones de pesos a menos de 500 metros con todas las comodidades de un hospital de vanguardia que, en principio, y como debe de ser, fue concebida para trasladar a ese local, al oncológico Heriberto Pieter cambiando de planes, las autoridades, semanas antes de su inauguración.
Ante esta situación surgen dudas sobre si se establecerá un hospital privado en una edificación hecha con recursos del Estado, que es lo mismo que decir con dinero del pueblo, y si no constituye un contrasentido ubicar a escasos metros otro centro de salud de la misma naturaleza del que ya existe eficientemente hace 70 años y donde se forman los oncólogos que combaten una enfermedad cada día más frecuente.
El gobierno debe de explicar a la ciudadanía qué es lo que realmente pasa con esta situación absurda e insensata que afecta a miles de pacientes que merecen atenciones médicas especializadas en un ambiente digno, sin importar su status social o económico. Parecería que después de ver la belleza y confort de la nueva edificación, las autoridades la consideran impropia para los pobres del país.
El Oncológico Rosa Emilia Tavárez es una estructura moderna.
Caminar por los pasillos del antiguo Instituto de Oncología Dr. Heriberto Pieter constituye una experiencia dantesca por los cientos de personas, afectadas por la horrible enfermedad del cáncer, que se apretujan desesperadas para obtener las atenciones médicas que representan su única esperanza de vida o paliar su vía crucis hacia la muerte.
No obstante los múltiples anexos que sobre la marcha han tenido que hacer a la vieja edificación, el esfuerzo, la calidad profesional y humana del personal, las incomodidades se imponen al grado que muchos pacientes no alcanzan a sentarse, teniendo que permanecer de pie en espera de sus turnos, pese a sus deterioradas condiciones de salud.
Mientras esto sucede, de manera inexplicable, el gobierno mantiene cerrada una moderna edificación construida a un costo superior a los 5 mil millones de pesos a menos de 500 metros con todas las comodidades de un hospital de vanguardia que, en principio, y como debe de ser, fue concebida para trasladar a ese local, al oncológico Heriberto Pieter cambiando de planes, las autoridades, semanas antes de su inauguración.
Ante esta situación surgen dudas sobre si se establecerá un hospital privado en una edificación hecha con recursos del Estado, que es lo mismo que decir con dinero del pueblo, y si no constituye un contrasentido ubicar a escasos metros otro centro de salud de la misma naturaleza del que ya existe eficientemente hace 70 años y donde se forman los oncólogos que combaten una enfermedad cada día más frecuente.
El gobierno debe de explicar a la ciudadanía qué es lo que realmente pasa con esta situación absurda e insensata que afecta a miles de pacientes que merecen atenciones médicas especializadas en un ambiente digno, sin importar su status social o económico. Parecería que después de ver la belleza y confort de la nueva edificación, las autoridades la consideran impropia para los pobres del país.
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Completamente de acuerdo contigo Fernando parece la especie de un elefante blanco que no tiene doliente ni sabe donde va a morir, pero esa son las cosas de nuestro gobiernazo, aDios que nos coja confesado y que reparta suerte. Andres Del VIllar
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