domingo, 6 de noviembre de 2011
MOMENTO DE REFLEXIÓN
DESCARGANDO NUESTRA MOCHILA
Por Ramón "Papito" Mármol
Cuando jóvenes muchos pensamos, hicimos y dijimos cosas que fueron producto de nuestra juventud, de nuestro orgullo, de nuestro vigor, de nuestra hombría, de nuestra independencia y de nuestras imitaciones, pero nunca tomamos en cuenta de que estábamos llenando nuestras mochilas para siempre y que teníamos que cargar con ella durante toda nuestra vida. La llenamos de ofensas, al decir o de actuar, con nuestros padres, con nuestras esposas o esposos, con nuestros hijos, con nuestros familiares, con nuestros amigos, con nuestros vecinos, con nuestros conocidos y con otros seres queridos, sin darnos cuenta que ese decir y actuar incorrectamente lo íbamos a tener que cargar hasta que tomáramos la decisión de deshacernos de ellos o para toda la vida.
¿Cuántos de nosotros hemos llenado nuestra mochila de ese decir y hacer? Probablemente muchos tenemos cosas en nuestra mochila de las que hoy quisiéramos deshacernos; cosas quizás muy graves y otras no tan graves, pero nos ha faltado el valor y la hombría para hacerlo, hemos preferido mantener esa carga antes de disculparnos con quienes hemos, o sentimos haber, ofendido.
¿Cuántos de nosotros nos hemos sincerado con alguien a quien le debemos una disculpa o un perdón? Recordemos que el señor es el Señor y nuestro guía y ha tenido misericordia con nosotros y nos ha perdonado. ¿A cuántos de nosotros nos ha faltado la hombría, esa hombría de ayer, para decirle a alguien cuanto lamento, cuanto he pensado en tal o cual cosa que dije o hice ayer?
Es posible que no solo nos hayamos sentido culpables por cosas que dijimos e hicimos ayer, también es probable que tengamos algunas cargas por cosas, que en su momento consideramos ofensivas, sin habernos tomado el tiempo de averiguar la gravedad de la ofensa.
Son muchas las cargas que llevamos sobre nuestros hombros de las que pudimos deshacernos, pero nos ha faltado el valor para hacerlo. Siempre hay un momento para comenzar a descargar nuestra mochila, solo tenemos que empezar con nosotros mismos, preguntarnos: ¿Qué estoy haciendo con esta carga que ya me resulta tan pesada? ¿Por qué no comenzar a descarga mi mochila y hacer menos pesado mi andar y también el del otro? ¿Por qué no comenzar a andar nuestros últimos pasos con una carga menos pesada y con la satisfacción de haberlo hecho? ¿Por qué no decirle a ese alguien, frente a frente y con el mismo valor de la ofensa, lo siento, lo lamento por tal o cual situación que pasó ayer, pero con sinceridad?
Recuerda que cuando jóvenes esas cargas aparentemente no nos resultaban muy pesadas, pero después de tener familia y haber cumplido los 40 o 50 años de edad, estas cargas nos resultan muy pesadas y el andar se nos hace más dificultoso.
Deshagamos nuestras mochilas de muchas de sus cargas para que nuestros últimos andares sean menos pesados y la satisfacción de haberlo hecho sea nuestro orgullo. Siempre es bueno el momento para buscar la paz, interior y con nuestro entorno.
Por Ramón "Papito" Mármol
Cuando jóvenes muchos pensamos, hicimos y dijimos cosas que fueron producto de nuestra juventud, de nuestro orgullo, de nuestro vigor, de nuestra hombría, de nuestra independencia y de nuestras imitaciones, pero nunca tomamos en cuenta de que estábamos llenando nuestras mochilas para siempre y que teníamos que cargar con ella durante toda nuestra vida. La llenamos de ofensas, al decir o de actuar, con nuestros padres, con nuestras esposas o esposos, con nuestros hijos, con nuestros familiares, con nuestros amigos, con nuestros vecinos, con nuestros conocidos y con otros seres queridos, sin darnos cuenta que ese decir y actuar incorrectamente lo íbamos a tener que cargar hasta que tomáramos la decisión de deshacernos de ellos o para toda la vida.
¿Cuántos de nosotros hemos llenado nuestra mochila de ese decir y hacer? Probablemente muchos tenemos cosas en nuestra mochila de las que hoy quisiéramos deshacernos; cosas quizás muy graves y otras no tan graves, pero nos ha faltado el valor y la hombría para hacerlo, hemos preferido mantener esa carga antes de disculparnos con quienes hemos, o sentimos haber, ofendido.
¿Cuántos de nosotros nos hemos sincerado con alguien a quien le debemos una disculpa o un perdón? Recordemos que el señor es el Señor y nuestro guía y ha tenido misericordia con nosotros y nos ha perdonado. ¿A cuántos de nosotros nos ha faltado la hombría, esa hombría de ayer, para decirle a alguien cuanto lamento, cuanto he pensado en tal o cual cosa que dije o hice ayer?
Es posible que no solo nos hayamos sentido culpables por cosas que dijimos e hicimos ayer, también es probable que tengamos algunas cargas por cosas, que en su momento consideramos ofensivas, sin habernos tomado el tiempo de averiguar la gravedad de la ofensa.
Son muchas las cargas que llevamos sobre nuestros hombros de las que pudimos deshacernos, pero nos ha faltado el valor para hacerlo. Siempre hay un momento para comenzar a descargar nuestra mochila, solo tenemos que empezar con nosotros mismos, preguntarnos: ¿Qué estoy haciendo con esta carga que ya me resulta tan pesada? ¿Por qué no comenzar a descarga mi mochila y hacer menos pesado mi andar y también el del otro? ¿Por qué no comenzar a andar nuestros últimos pasos con una carga menos pesada y con la satisfacción de haberlo hecho? ¿Por qué no decirle a ese alguien, frente a frente y con el mismo valor de la ofensa, lo siento, lo lamento por tal o cual situación que pasó ayer, pero con sinceridad?
Recuerda que cuando jóvenes esas cargas aparentemente no nos resultaban muy pesadas, pero después de tener familia y haber cumplido los 40 o 50 años de edad, estas cargas nos resultan muy pesadas y el andar se nos hace más dificultoso.
Deshagamos nuestras mochilas de muchas de sus cargas para que nuestros últimos andares sean menos pesados y la satisfacción de haberlo hecho sea nuestro orgullo. Siempre es bueno el momento para buscar la paz, interior y con nuestro entorno.
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Papito; Ni bien acabo de leer tus exhortaciones a voltear la Mochila,con su contenido muchas veces bien pesado,y provocó en mi realizar una revisión de la mia que a travez del tiempo se fue poniendo liviana aceptando mis errores y votando los ajenos.Pero,por si acaso,voy a seguir revisándola para si aparece alguna espinita,botarla junto a la mochila y así asegurarme de que nada me pesará en mi alma.
ResponderBorrarGracias Papito,por tu exhortacion
Manito
Papito:bien acabo de leer tus exhortaciones a abril la mochila con su contenido,la revision de la mia que a travez del tiempo se fue poniendo pesada. seguire a caballo como dijo el general pero con la mochila ''VACIA'' gracias papito,
ResponderBorrartu ex companero de estudio.
Un abrazo.
Lili
lili0909@aol.com
?Sería que desobedecimos??Que éramos ignorantes, o que no veíamos los valores que modelaban nuestros padres, en el hogar; nuestros maestros, en la escuela; o nuestros vecinos en nuestro contexto? Por suerte estamos aún aquí. Por lo que se hace necesario pasar revista a nuestra mochila, no vaya a ser que tengamos que regresar a cumplir con alguna tarea inacabada, sólo por estar llenando nuestra mochila de ese equipaje ajeno a nuestra esencia. Y entonces, nosotros, los de nuestra generación, libres de amarras, podremos aportar nuestro granito de arena a las nuevas generaciones. Desempolvemos, recuperemos aquellas herramientas ocultas en lo más recóndito de nuestra esencia, y firmemos ese pacto de alianza con el SEÑOR. Convirtámonos en co-creadores con ÉL, para que vivamos todos en un mundo de AMOR.
ResponderBorrarMayra Muñoz
mairamunoz@hotmail.com
Hola hermano Papo:
ResponderBorrarMuy bueno tu artículo. Excelente reflexión. Gracias a Dios que mi mochila está muy liviana. Hace un buen tiempo que aprendí a perdonar, a pedir perdón y a perdonarme. Creo que todos debemos ser humilde y despojarnos de ese fardo tan pesado que cargamos a cuesta. La humildad es una de las cualidades más hermosa que podemos y debemos cultivar todos los humanos.
Afecto y cariño para usted y familia.
Diómedes Rodríguez Martínez
Preciosa reflexión, Papito.
ResponderBorrarOjalá nos sirva a muchos para hacernos más humildes, y al mismo tiempo,tener el valor de pedir perdón por cualquier ofensa a nuestro cónyuge, a un familiar o a un amigo.
Un abrazo,
Fernan Ferreira.
Una de las grandes felicidades que experimenta un ser humano, es la valía de tocar a todo aquel que en alguna vez en la vida ofendió, le falto el respeto, engañó, burló etc. etc., limpiar su hoja y sentirse descargado de todo pecado, al reivindicarse, es como limpiar el alma. Y como toda alma limpia asegura sus pasos hacia la felicidad. Eso le inspira a reír sin malicias y que todos puedan palpar que esa sonrisa es sincera y limpia.
ResponderBorrarSi alguien me hizo alguna ofensas de esas, que venga que aquí le espera mi perdón.
Un fuerte abrazo a mi amigo Papito.
Ley S.