martes, 15 de noviembre de 2011
COMENTANDO LIBROS
HA LLOVIDO MUCHO...
Por Juan Colón
Durante muchos años he tenido la costumbre de leer libros de superación personal, muchos de ellos excelentes, otros solo mucho comercialismo buscando ventas, pero nunca había leído un libro humano de superación personal.
Voy a tomar un párrafo completo del libro “Ha llovido mucho…”, de la profesora Lavinia del Villar: Abrir las ventanas del alma es arriesgarse a dejar entrar otras personas a nuestro interior. Es entender que al dejar entrar la luz podrían también penetrar cosas indeseables y desengaños. Es aventurarnos a recibir la vida con sus bendiciones y sus consecuencias. Es atrevernos a ser humildes, receptivos, comprensivos y generosos. Es abrir los brazos para decir estoy aquí, puedo permitir que me ames, puedo escuchar, puedo entender, puedo alegrarme con tus triunfos, puedo compartir tus penas, estoy vivo, soy humano, te necesito, me puedes ayudar, me puedo equivocar, no soy perfecto.
Este hermoso párrafo encierra el alma de una mujer noble, llena de vivencias, sencillez, grandeza, humildad, belleza humana y espiritual.
Recuerdo cuando estaba en el 8vo grado, mientras tomaba un examen y estaba parado buscando dentro de mí una respuesta que no tenía y ese hermoso ser humano se me acercó, le dio una ojeada a mi papel, captó el problema y se acercó a mi oído y susurró un par de palabras que me hicieron entenderlo todo y de hecho pasar la asignatura.
No era secreto como todos los estudiantes contemplábamos la belleza de nuestra querida profe, la cual siendo casi igual que nosotros nos daba clase. Pero su poca edad no importaba, la respetábamos.
No recuerdo castigo alguno de su parte, siempre mostraba disciplina y carácter en sus enseñanzas. Luego el correr de los años nos manda al universo en la búsqueda de nuestros sueños, perdiendo así el contacto con lo vivido, con lo puro, con lo que quedó sembrado en el alma, nuestra adorada Profe.
Después de una tercera leída a su manual de enriquecimiento del alma, Ha llovido mucho…, me decido por fin a escribir estas líneas las cuales me han salido del corazón armonizando la experiencia de sus enseñanzas en la escuela intermedia con el regocijo de que al entrar a nuestra tercera edad hayamos vuelto a coincidir mi Profe y yo, una vez más.
Ha llovido mucho… es un libro sencillo, cuyos ensayos son cortos y fáciles de leer. A pesar de que narra vivencias de la autora, a veces de forma jocosa pero siempre con ternura, no es este un simple libro en que una ociosa trata de matar las horas compartiendo anécdotas descabelladas ni dando lecciones de superación a dos manos con el afán de hacerse famosa y vender muchos libros. No. Claro, si lo último sucede, maravilloso.
Lo que sí hay en este pequeño libro son muchas grandes verdades, lecciones espirituales, de crecimiento, de gratitud a la vida, de compasión por nuestros semejantes y de la búsqueda de grandeza, pero no la grandeza equivocada que muchos creen sale de la exuberancia, el espejismo y el poder sin límites, sino más bien la que hay en lo sencillo y en lo humilde, en la honestidad.
En él, mientras su autora destila sus vivencias, sin la intención de ser arrogante ni sermonear, nos regala un manual sencillo de humanismo que al ser escrito con el corazón, convierte experiencias personales en historias que llegamos a hacer nuestras porque son elementales y universales.
Ha llovido mucho… es un gran estímulo para todos los que buscamos cómo abrir las puertas del alma y decirle a nuestro semejante necesito tu ayuda, necesito de ti, necesito que me apoyes o también cómo ser humildes y alabar el gran talento de un semejante o ser bondadosos y extenderle la mano cuando es necesario hacerlo.
Encontré que capítulo tras capítulo el libro nos mostraba la madurez humana de la autora, su sapiencia, su alma abierta, su generosidad para con la vida, con sus padres, sus hijos, su pueblo, sus hermanos, su sentido de ser.
La lectura de este libro es un aliento, un refrigerio, en la ruta de la vida donde cada ser humano tiene que trillar su propio camino, porque a pesar de los pesares, el Universo sigue su marcha, estés o no de acuerdo con él, como dice el poema Desiderata.
No pretendo ser un intelectual para poder asimilar los grandes conceptos aquí expuestos, pero veo un libro lleno de verdades expuestas con gran sencillez. Creo que es mucho lo que podemos aprender de la autora, la que nos permite entrar a su vida a través de la ventana que nos abre a ella a través de Ha llovido mucho… El amplio radio de recursos que allí encontramos a través de sus experiencias con personas llenas de problemas de supervivencia, llenos de vicios, inadaptados, hijos abandonados, hijos mal entendidos y los juegos que algunas personas juegan para racionalizar sus caídas o su comportamiento, de seguro que podrían ayudarnos en nuestra propia vida.
La base para el desarrollo humano es la aceptación de nuestra necesidad de cambio. No esperar que el otro cambie para nosotros hacerlo. No esperar que nos halaguen para aceptar a otro. No esperar recibir nada a cambio cuando resaltes los valores de alguien. No tener miedo a expresarle a una persona tu admiración por su trabajo, trayectoria, sin mezclarlo con sus faltas personales, que son al fin y al cabo faltas de todos, porque de hacerlo así estaríamos juzgando al otro y no tenemos el menor derecho a hacerlo. Y eso es algo en que la profesora no cae: ella no juzga y eso la hace grande; mientras que por otro lado es pródiga en la creencia de que todo es posible y que siempre hay lugar para un milagro. Podemos sentir en cada momento sus inquietudes de sembrar para buscar un mundo mejor.
Un libro que me conmueve el alma cada vez que camino por sus laberintos. Solo puedo decir: Ha llovido mucho… se ha posado en mi alma para vivir hasta mi último suspiro y le doy gracias a la vida por haber coincidido con un ser humano de luz como mi querida Profe Lavinia del Villar.
Por Juan Colón
Durante muchos años he tenido la costumbre de leer libros de superación personal, muchos de ellos excelentes, otros solo mucho comercialismo buscando ventas, pero nunca había leído un libro humano de superación personal.
Voy a tomar un párrafo completo del libro “Ha llovido mucho…”, de la profesora Lavinia del Villar: Abrir las ventanas del alma es arriesgarse a dejar entrar otras personas a nuestro interior. Es entender que al dejar entrar la luz podrían también penetrar cosas indeseables y desengaños. Es aventurarnos a recibir la vida con sus bendiciones y sus consecuencias. Es atrevernos a ser humildes, receptivos, comprensivos y generosos. Es abrir los brazos para decir estoy aquí, puedo permitir que me ames, puedo escuchar, puedo entender, puedo alegrarme con tus triunfos, puedo compartir tus penas, estoy vivo, soy humano, te necesito, me puedes ayudar, me puedo equivocar, no soy perfecto.
Este hermoso párrafo encierra el alma de una mujer noble, llena de vivencias, sencillez, grandeza, humildad, belleza humana y espiritual.
Recuerdo cuando estaba en el 8vo grado, mientras tomaba un examen y estaba parado buscando dentro de mí una respuesta que no tenía y ese hermoso ser humano se me acercó, le dio una ojeada a mi papel, captó el problema y se acercó a mi oído y susurró un par de palabras que me hicieron entenderlo todo y de hecho pasar la asignatura.
No era secreto como todos los estudiantes contemplábamos la belleza de nuestra querida profe, la cual siendo casi igual que nosotros nos daba clase. Pero su poca edad no importaba, la respetábamos.
No recuerdo castigo alguno de su parte, siempre mostraba disciplina y carácter en sus enseñanzas. Luego el correr de los años nos manda al universo en la búsqueda de nuestros sueños, perdiendo así el contacto con lo vivido, con lo puro, con lo que quedó sembrado en el alma, nuestra adorada Profe.
Después de una tercera leída a su manual de enriquecimiento del alma, Ha llovido mucho…, me decido por fin a escribir estas líneas las cuales me han salido del corazón armonizando la experiencia de sus enseñanzas en la escuela intermedia con el regocijo de que al entrar a nuestra tercera edad hayamos vuelto a coincidir mi Profe y yo, una vez más.
Ha llovido mucho… es un libro sencillo, cuyos ensayos son cortos y fáciles de leer. A pesar de que narra vivencias de la autora, a veces de forma jocosa pero siempre con ternura, no es este un simple libro en que una ociosa trata de matar las horas compartiendo anécdotas descabelladas ni dando lecciones de superación a dos manos con el afán de hacerse famosa y vender muchos libros. No. Claro, si lo último sucede, maravilloso.
Lo que sí hay en este pequeño libro son muchas grandes verdades, lecciones espirituales, de crecimiento, de gratitud a la vida, de compasión por nuestros semejantes y de la búsqueda de grandeza, pero no la grandeza equivocada que muchos creen sale de la exuberancia, el espejismo y el poder sin límites, sino más bien la que hay en lo sencillo y en lo humilde, en la honestidad.
En él, mientras su autora destila sus vivencias, sin la intención de ser arrogante ni sermonear, nos regala un manual sencillo de humanismo que al ser escrito con el corazón, convierte experiencias personales en historias que llegamos a hacer nuestras porque son elementales y universales.
Ha llovido mucho… es un gran estímulo para todos los que buscamos cómo abrir las puertas del alma y decirle a nuestro semejante necesito tu ayuda, necesito de ti, necesito que me apoyes o también cómo ser humildes y alabar el gran talento de un semejante o ser bondadosos y extenderle la mano cuando es necesario hacerlo.
Encontré que capítulo tras capítulo el libro nos mostraba la madurez humana de la autora, su sapiencia, su alma abierta, su generosidad para con la vida, con sus padres, sus hijos, su pueblo, sus hermanos, su sentido de ser.
La lectura de este libro es un aliento, un refrigerio, en la ruta de la vida donde cada ser humano tiene que trillar su propio camino, porque a pesar de los pesares, el Universo sigue su marcha, estés o no de acuerdo con él, como dice el poema Desiderata.
No pretendo ser un intelectual para poder asimilar los grandes conceptos aquí expuestos, pero veo un libro lleno de verdades expuestas con gran sencillez. Creo que es mucho lo que podemos aprender de la autora, la que nos permite entrar a su vida a través de la ventana que nos abre a ella a través de Ha llovido mucho… El amplio radio de recursos que allí encontramos a través de sus experiencias con personas llenas de problemas de supervivencia, llenos de vicios, inadaptados, hijos abandonados, hijos mal entendidos y los juegos que algunas personas juegan para racionalizar sus caídas o su comportamiento, de seguro que podrían ayudarnos en nuestra propia vida.
La base para el desarrollo humano es la aceptación de nuestra necesidad de cambio. No esperar que el otro cambie para nosotros hacerlo. No esperar que nos halaguen para aceptar a otro. No esperar recibir nada a cambio cuando resaltes los valores de alguien. No tener miedo a expresarle a una persona tu admiración por su trabajo, trayectoria, sin mezclarlo con sus faltas personales, que son al fin y al cabo faltas de todos, porque de hacerlo así estaríamos juzgando al otro y no tenemos el menor derecho a hacerlo. Y eso es algo en que la profesora no cae: ella no juzga y eso la hace grande; mientras que por otro lado es pródiga en la creencia de que todo es posible y que siempre hay lugar para un milagro. Podemos sentir en cada momento sus inquietudes de sembrar para buscar un mundo mejor.
Un libro que me conmueve el alma cada vez que camino por sus laberintos. Solo puedo decir: Ha llovido mucho… se ha posado en mi alma para vivir hasta mi último suspiro y le doy gracias a la vida por haber coincidido con un ser humano de luz como mi querida Profe Lavinia del Villar.
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Bonito y atinado comentario, Juan.
ResponderBorrarEl mismo retrata de cuerpo entero, no sólo el libro que comentas, sino tu propia alma.
Un abrazo,
Fernan Ferreira.
Excelente el comentario Maestro Juan!!!
ResponderBorrarPor medio de esta justa y acertada crítica confirmo, más aun, tu privilegiada y fina inteligencia. Barbarazo!!!... he quedado gratamente sorprendido por la forma tan sutil como la aborda. Me uno y comparto tus opiniones con respecto a la obra, y a tus calificativos bien merecidos para la autora "La querida prima y adorable Profe".
Primo Juan, se le quiere y admira un paquetón.
Diómedes Rodríguez
Es posible que desde entonces, ha llovido mucho, pero no del agua que fertiliza la tierra... En esta obra está el agua que abunda en su ser y moja el alma a través de cada párrafo, de cada reflexión…Lavinia hace poco que la conocí y me quede prendida a su sonrisa ,amabilidad y fuerza de mujer emprendedora.
ResponderBorrarJuan, Lavinia…Que Dios siga derramando su luz en dos seres especiales como ustedes. Un abrazo grande, Los quiero mucho.
Doris R.