viernes, 11 de noviembre de 2011

LEYSIMELOCUENTA

LAS GUAGUAS DE MARRERITO
Por Ley Simé y Arístides Gómez

Esperar la guagua de Marrerito en una esquina cualquiera de las calles de Mao a la una de la tarde y en algo menos de media hora hacer el rutinario recorrido por la ciudad recogiendo a los estudiantes para llevarlos a la universidad Madre y Maestra de Santiago, era la rutina diaria de todos los que asistíamos al referido alto centro de estudios, por allá, por los primeros años de la década de los setenta.

Las guaguas debían estar saliendo de la ciudad de Mao antes de la 1:30 PM para hacer paradas en Esperanza y Navarrete, recoger a los estudiantes y arribar al campus universitario quince o veinte minutos antes de las 3:00 PM, que era la hora de iniciarse las clases en las aulas. Muchos debíamos correr de la guagua al edificio donde estaba ubicaba el aula donde recibiríamos la primera jornada del día.

Muchos estudiantes debían moverse desde sus casas hasta la casa de Marrerito situada en la calle Máximo Cabral Esq. Independencia y tomar el autobús ahí mismo, antes de iniciarse el recorrido por la ciudad a recoger los demás estudiantes. Subía por la Máximo Cabral hasta la calle Capotillo, frente a “La Mano Poderosa”, doblaba a la izquierda hasta la Duarte, por la que bajaba hasta la calle Sánchez; giraba a la derecha hasta la calle Beller, a la izquierda hasta la Independencia hasta arribar a la 27 de Febrero y seguir hasta las afueras de la ciudad y rumbo a Santiago. Esa era la rutina diaria de lunes a viernes. Los que tenían materias los sábados debían salir a las 6:00 AM en la guagua más pequeña y todo eso por RD$ 25.00 mensuales. Los que viajaban los sábados pagaban RD$ 30.00. Un semestre con todos los créditos que pudieras seleccionar costaba RD$ 150.00. Sí, ese precio en esa misma universidad.

Marrerito se inició en el traslado de estudiantes de Mao a Santiago en una minibus con capacidad para 12 o 15 pasajeros. A medida que pasaba el tiempo la demanda y el auge de estudiantes hizo que además Marrerito adquiriera otra guagua con capacidad para más de 30 viajeros. Pero la tromba de jóvenes estudiantes con deseos de superación y la gran cantidad de bachilleres que creció vertiginosamente y el crecimiento de los de Esperanza y Navarrete, obligó a Marrerito a adquirir una con capacidad para abordar algo más de 60 estudiantes. Moderna, espaciosa y confortable hizo que los “mayimbes” estudiantes Maeños influenciaran para que delegaran los otras dos guaguas para los de Esperanza y Navarrete. Los conductores de esa flotilla era encabezada por el propio Marrerito, que con el afán de manejar su majestuosa adquisición, delegaba a los otros chóferes, Cheo y Rafael a recoger a los de Esperanza y Navarrete. Cuando por cualquier razón faltaba uno de los conductores, ahí estaba el único emergente, Rey García, apreciado por todos nosotros.

En los parqueos de la universidad esperaban las tres guaguas. Después de las siete de la noche salían los primeros estudiantes y si el número era suficiente para el regreso, se iba con los primeros doce o quince que llegaran. Y así las restantes salían a las ocho o las nueve, dependiendo de la cantidad que abordara el autobús.

La última salía a las diez de la noche.

VIVENCIAS EN LOS VIAJES

El protagonismo comenzaba desde el mismo momento en que Pedro Jaime Tió subía a la guagua. (Era el único que tenía que doblar la cabeza para llegar a su asiento) con su funda llena de papeles. Luego Amarilis Castellanos y Bienvenido Hilario. Más adelante Norma (hoy esposa de Dagoberto Saleta), Arístides y Ley. Al hacerme visible a Pedro Jaime, de inmediato su slogan “bateador de turno, Ley bragañita Simé” seguido de una estruendosa carcajada a mandíbulas batientes. Ya en la guagua venían “Ballé” Colón (QEPD), “La Bicha” (esposa de Frank Crespo), Marinela Céspedes, Nuchi Jáquez siempre acompañada de Joselito Rodríguez, Anerta Rodríguez y otros que no recuerdo. Por la calle Sánchez, Angelita y Yuya Taveras, Andrés Ramos (El Pequi). Por la Beller una chispa, Elvita Tió, más adelante Rebeca Mañé y mi otro Valito, Dagoberto Saleta, Leonardo Reyes y más adelante, en la Independencia, Yolanda Pilarte y Rafa Minier, y saliendo de la ciudad, la señora Raquel de Morel.

Al salir de Mao, dentro de la guagua cada quien se agrupaba con su coro favorito. Como es natural, las mujeres se agrupaban para hacer su pipián. Los hombres también. “Ballé” y “El Pequi” intercambiaban ideas jurídicas y luego sacaban unas barajas y se les unía Papi, el de Blanquinín para matar el tiempo del viaje. Al llegar a Esperanza, recogíamos a Carmen y su hermano, y de ahí proseguíamos a recoger a Fanfo y Cunino, este último como con cuatro pies de estatura que subía a la guagua con ayuda de Pedro Jaime, quien en lo adelante lo cogía para él. No te enfades, le decía, que te voy a enseñar a resolver los problemas verticales de manera horizontal.

Esa chercha nos hacía el viaje más ameno y corto. Desde antes de llegar a Esperanza se hacía sintonizar a Radio Mao para escuchar el programa de Hedilberto Peña, de una a dos de la tarde, “Así cantan los Matamoros y el trío los Compadres”, y con esa música llegábamos hasta Navarrete donde ya las emisoras de Santiago interferían a Radio Mao y a sugerencia de las muchachas sintonizaban a Ondas del Yaque y el famoso programa “Discoteca Popular”, animado por un locutor de poco hablar y gago, Élido Antonio Rodríguez donde las exquisitas canciones inspiraban en el alma auditora recuerdos que tocaban el amor que emerge de de la sensibilidad humana. Los grupos constituidos en cofradías se deleitaban y así arribábamos a la universidad y con pesar dejábamos ese manjar de canciones románticas, por las obligaciones.

Al Arribar todos nos dispersábamos cada quien a cumplir con sus obligaciones académicas y no nos volvíamos a ver, salvo en algunas horas libres que acudíamos a la cafetería. Un friquitaqui por cinco centavos y un jugo por el mismo precio era el soporte hasta llegar al hogar afligido a las Diez o las once de la noche. De regreso a Mao en hora de la noche, la sintonía del programa de radio, y a petición y complacencia femenina cubría todo el trayecto de Santiago a Mao el Cipri Mar, que con su melodiosa y suave voz conducía un programa de dos horas con canciones románticas donde exaltaba la belleza de la mujer y con palabras poéticas dirigidas a los encantos femeninos, elevaba y sublimaba los sentimientos de las damas. Esto hizo que el Cipri se hiciera tan popular entre las viajeras que en una ocasión coincidieron en algunas en horas de ocio y decidieron bajar a la ciudad a conocer personalmente al Cipri que a juzgar por su voz pensaban que se iban a encontrar con un apuesto modelo físico. Fue grande la sorpresa que se llevaron cuando hizo acto de presencia el Cipri. Ninguna podía esconder el espanto cuando vieron a ese cabezón de tez oscura y baja estatura, ojos pequeños, nariz aplastada igual a la de los simios y una boca pronunciada que al sonreír solo pelaba los dientes inferiores. ¡Dios! fue el espanto de la vida para ese fan de jóvenes y curiosas muchachas traicionadas por la ilusión. Esa misma noche de regreso a Mao, recuerdo las risas que les provocaban aun, la sorpresa que se llevaron en esa escena. La Bicha, Rebeca Mañé y todas las que le dispensaron esa visita de cortesía al famoso Cipri Mar. No, no, no. Lo veo y no lo creo, es mejor escucharlo que verlo.

La población estudiantil maeña era la más numerosa de las que asistían desde otras provincias, incluyendo a La Vega, Moca y Puerto Plata y esto reafirma lo que siempre se decía: en todos los centros en que requerían un examen de admisión o de conocimientos generales, los maeños siempre llevaban la voz cantante. Era la ciudad que más admisiones obtenía per cápita. En esa época contábamos con excelentes y dedicados estudiantes a todas pruebas, dignos de ser emulados por las presentes y futuras generaciones. En los tiempos en que impartíamos docencia, mis gritos y exhortaciones jamás callaron la exhortación a seguir ese ejemplo. A medida que la política se fue llenando de lodo con los políticos perversos y más los medios de comunicación denunciándolos sin hacerle caso a nadie ni recibir el castigo correspondiente a la violación cometida desde sus funciones, en esa medida la sociedad y la familia se iban desintegrando al cabo de que sus miembros se iban poniendo fuera de control…. Excusas. Lo que estoy tratando aquí es: Las guaguas de Marrerito.

A muchos de los estudiantes se les recortaba el horario de clases, por la ausencia de algunos profesores que publicaban en los murales su ausencia ese día. Esto provocaba que ya a las cuatro de la tarde algunos estuvieran libres. Estos, para no esperar la guagua hasta la siete de la noche, se iban a la rotonda de salida para Mao a ver si encontraban un aventón y llegar temprano. Cuando “las bolas” estaban escasas y la guagua lo sorprendía en la rotonda, al subir todos los ojos se enfocaban en los fracasados y tenían que soportar todas las cuerdas de los compañeros durante todo el trayecto de regreso a Mao. Recuerdo que “Ballé” Colón, que el señor lo tenga en la gloria de los cielos, salió temprano con un compañero porque ya no tenían docencias, y se fueron a la rotonda a ver si un amigo pasaba o un buen samaritano los empujaba a Mao. Que va, no pasó nadie y se les estaba haciendo tarde. Media hora antes de las siete, paró un amigo con una camioneta llena de cebollas. Al conocer a “Ballé” se detiene y le propone que si se subían atrás, los llevaría. “Ballé” y el amigo, para no soportar las cuerdas de la guagua, acceden y se suben. El amigo encontró un saco de protección, para que los vehículos que venían detrás, no lo vieran. Parece que el chofer de la camioneta no tenía mucha prisa en llegar e iba lento. Al salir de Navarrete a Mao, ya acercándose a la entrada de Jicomé, “Ballé” divisa las luces de la guagua de Marrerito que viene y trata de ocultase con el amigo detrás del saco, que no era suficiente para esconder a dos. La guagua se le acerca y con las luces pone la parte trasera de la camioneta como si fuera de día. La guagua se dispone a rebasar y al pasarle por el lado salió un coro de la guagua “'Ballé', no te esconda”. Al compañero no lo reconocieron, pero luego él mismo nos confesó que quien venia con él era “El Pequi”. Cuantas risas y chistes, no por lo de la camioneta, sino por lo bien que se cubrió.

Algo digno de reconocer era el respeto, la consideración y el compañerismo existente en cada uno de los viajes. Algunos que otro chismecitos sin importancias que se sofocaban en la misma guagua. “Yo soy una respetable dama que tiene una personalidad muy bien definida, para que no se equivoquen”. Le dejo el reconocimiento de la autora de esa frase a cualquiera que conviviera esas experiencias y lea esto.

10 comentarios:

  1. Excelente narrativa mi Valito Simé y mi excompañero, como músico, el profe Arístides Gómez. Les recuerdos que este servidor viajó y disfrutó por un año de esas vivencias. Otros que también lo hicieron fueron: mis primas Mayra Rodríguez y Rosa María Rodríguez (Memela), Juan Elías Reyes, mis hermanos Paco, Xiomara, Mayra Rita y Evelin, así como Edilio Durán (Lilo), Hugo María (de pueblo Nuevo), entre otros. Muy buena y acertada remembranza de aquellos sanos tiempos.

    Se les aprecia un montón,

    Diómedes Rodríguez

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  2. Bárbaro Ley,que bueno!!! siempre he dicho que el precio que representas para mi y muchos maeños hay que pagarlo en oro.
    Coñooo,tu narrativa me hizo perder medio dia de trabajo,pero no importa ,valió la pena ya que la disfruté,cuanto reir leyendo todas esas realidades.

    Gracias Ley S.,que grandeza hay en tu ser.

    Manito

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  3. Ley, esas son de las cosas que me gustan de MEEC, que nos pemite narrar cosas como esta sin malicias, donde sólo el interes es recordar cosas que nos pasaron o protagonizamos en el pasado, linda historia. Pero lo más interesante fueron los resultados de esos amemos viajes y sus cherchas, hoy podemos decir que tenemos una serie de profesionales que con miles de sacrificios llegaron a su primera meta y sin un compromiso económico detras porque ellos mismos se costeaban sus altos estudios.

    En hora buena y felicidades por recordarnos esos buenos maeños y por demas, buenos estudiantes.

    Papito Mármol

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  4. Muy bueno, Ley y Arístides.

    Ese tremendo esfuerzo es sinónimo de deseos de superación y de consistencia. Salir de Mao "con la comida en la boca" y regresar a las tantas de la noche, "desbarata'o"... y así, día tras día, durante 4 ó 5 años... hay qye ser guapo!

    Mis felicitaciones a todos esos valientes. Son un ejemplo digno de imitar.

    Fernan Ferreira.

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  5. Ley y Arístides: tremendo artículo, digno de leer; considero a los egresados de la Madre y Maestra de entonces, seres especiales, que se forjaron a fuego y martillo, no debe haber sido fácil pasarse cuatro o cinco años viajando sobre una carretera tan mala como era esa, más que todo el retorno, en una guagua que irrumpía la oscuridad con dos focos, cargando vidas preciosas, sin saber que habría de esperarles en cualquier tramo del camino.
    Hay que tener mucha voluntad y un organismo a toda prueba para lograr realizar lo que es una verdadera proeza.

    Ese grupo de hombres y mujeres (entre ellos, Uds.), merece no solo reconocimiento por lo que hicieron en provecho de sus vidas y la sociedad, creo que cada uno merece el respeto que se debe guardar al ser humano capaz de hacer sacrificios extraordinarios, para beber de la fuente del saber.

    Felicidades por tan interesante escrito, y más por haber compartido con tantos amigos, un afán en común que los hermanaba.

    Reciban mi cariño sincero:

    Narcy...

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  6. Los felicito por ese artículo tan anecdótico y lleno de picardía, propio del maeño de todos los tiempos. Yo no viví esas experiencias pues cursaba la carrera de medicina en la UASD, como es obvio en Sto. Dgo., pero Amarilys me hacía todos esos cuentos y otros mas, pues según ella, era un can tremendo ,viajar con ese grupo tan peculiar....¡Que buenos tiempos aquellos¡

    Héctor Brea Tió

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  7. Ley y Åristides,
    Cuantos recuerdos gratos llegaron a mi mente cuando lei su articulo; pues yo tambien forme parte de ese grupo alegre y maravilloso y que siempre he llevado en el recuerdo como uno de mis mejores tiempos; pues tuve la oportunidad de compartir con gente alegre,sencilla y con un sentido del humor a todo dar. Que tiempos aquellos!!! Eramos como una gran familia. El diario convivir en nuestra querida "guagua" nos hizo formar un lazo de "verdadera" amistad entre todos aquellos que dia a dia realizabamos ese extenuante,pero gratificante viaje hacia nuestra inolvidable UCMM. En estos momentos me encuentro evocando con alegria,pero a la vez con mucha nostalgia esos inolvidables y gratos momentos. Reciban todo mi carino!
    Rosa M. Rodriguez (Memela)
    rsrodriguez02@aol.com

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  8. Aunque no tengo el placer de conocerte, tengo que decirte qie me hiciste recordar buenos tiempos, duros, pero buenos. No, no viaje en la guagua de Marrerito, ni en la de Gerardo (que en los 80's llevaba la gente de UTESA) pero me chupaba una voladora diario en el afan de progresar. "El palo de la cotorra" era el lugar donde uno NO se queria sentar ya que este estaba justo encima del motor que generaba calor y se transmitia directo a los gluteos. Otra anecdota era evitar al pobre Chilo, reconocido por su lentitud en el trayecto, si tenias clases a las 8 y cogias la guagua de Chilo a las 6, no llegabas!
    Fueron sacrificios que hoy dia valieron la pena.
    Janio Perez Eztevez

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  9. Quiero dar las gracias a mis queridos amigos Ley Sime y Aristides Gomez por refrescar nuestra memoria con tan gratos y hermosos recuerdos.Tuve el privilegio de viajar diariamente con esos grupos que asistiamos diariamente a la UCMM; con nostalgia, me remonto a esos anos maravillosos que vivimos una generacion de jovenes alegres y sanos, que nos tratabamos con hermandad , carino y sinceridad. Muchos seguimos siendo amigos verdaderos, y nos unen lazos fraternos imperecederos,como es el caso de ustedes, Ley y Aristides.
    Quiero dar las gracias a todos por sus bellos comentarios sobre nosotros: a Fernando Ferreira, a Narcisa Ferreira, y muy especialmente a mis amigos Rosa Maria Rodriguez y Papito Marmol.
    El esfuerzo valio la pena, podemos dar fe de eso.

    Marianela Cespedes
    virginices@hotmail.com

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  10. Doy las gracias a Ley Simé y Aristides Gómez por traer al presente momentos historicos de nuestra epoca de oro, como estudiantes que no obstante la mezla heterogénea de los que componíamos ese bello grupo estudiantil, intentabamos convertirnos en referentes morales y entes de productividad de nuestro pueblo y nuestro país, lo cual me atrevo a decir lo hemos logrado, a pesar de que en ese momento se percibía como un simple sueño de mozalbetes. Gracias, muchas Gracias, por tan refulgentes y hermosos recuerdos.
    Anerta A. Rodríguez
    Mao, Valverde
    (809)572-2065
    (809) 753-2932

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